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  • La Biblia, un libro que debe leerse
    La Atalaya 1994 | 15 de mayo
    • La Biblia, un libro que debe leerse

      ES FÁCIL quedarse sin superlativos cuando se habla de la Biblia. Es, con diferencia, el libro de más amplia circulación de la historia. Es el más antiguo, más traducido, más citado, más influyente y más respetado. También es, probablemente, el libro más polémico. Y ciertamente es el que ha sobrevivido a más proscripciones, hogueras y oposición violenta. Desgraciadamente, hay un superlativo que ya no puede aplicarse a la Biblia. Es improbable que siga siendo el libro más leído del mundo.

      Aunque es posible que la gente tenga una Biblia en algún lugar de la casa, muchos piensan que están demasiado ocupados para dedicar tiempo a su lectura. En el pasado, la lectura era un pasatiempo muy común. Hoy la mayoría prefiere dedicar el tiempo libre a ver la televisión o hacer cualquier otra cosa. Quienes todavía leen, suelen preferir algo entretenido y fácil. La lectura de la Biblia requiere concentración, y la mayoría de la gente ya no se concentra profundamente en lo que lee.

      Sin embargo, la Biblia no sobrevivió solo para quedar olvidada en nuestros estantes. Hay buenas razones por las que deberíamos leerla. Considere algunos hechos al respecto.

      No extraña que sobreviviera

      El término “Biblia” viene de la palabra griega bi·blí·a, que significa “libritos”. Este hecho nos recuerda que la Biblia está compuesta de varios libros, algunos de ellos no tan pequeños. Se escribieron en un período de mil seiscientos años. Aunque los escritores fueron hombres, a estos los inspiró una Fuente superior. Un escritor bíblico dijo: “Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo”. (2 Pedro 1:21.) Lo que es cierto en cuanto a la profecía bíblica, lo es también en cuanto al resto de la Biblia. Estos “libritos” inspirados por Jehová Dios están llenos de sus elevados pensamientos. (Isaías 55:9.) No extraña que la Biblia haya sobrevivido tanto tiempo.

      Para los siervos de Dios, la Biblia siempre ha sido el libro más importante. Concuerdan con el apóstol Pablo, uno de los escritores bíblicos. Él dijo: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar”. (2 Timoteo 3:16.) Por ello, la Biblia es la base de la fe de los testigos de Jehová hoy día. Determina su doctrina y rige su conducta. Ellos recomiendan con entusiasmo a todo el mundo leer una parte de la Palabra de Dios todos los días y meditar con aprecio en su contenido. (Salmo 1:1-3.)

      El hábito de la lectura bíblica

      El hábito de leer las Escrituras fue provechoso en el pasado. Se mandó a los reyes de Israel que prepararan su propia copia escrita de la Ley, ahora una parte importante de la Biblia, y la leyeran diariamente como constante recordatorio de la voluntad de Dios para ellos. (Deuteronomio 17:18-20.) Muchos reyes fracasaron por incumplir este mandato.

      El valor de estudiar las Escrituras se ve en el caso del anciano profeta Daniel. Debido a su estudio personal de la parte de la Biblia que existía en su tiempo, pudo ‘discernir por los libros’, en su exilio en Babilonia, que estaba a punto de cumplirse una importante profecía del libro de Jeremías. (Daniel 9:2.)

      Cuando Jesús nació, Simeón, un hombre “justo y reverente”, esperaba con confianza ver a aquel que se convertiría en el Cristo, o el Mesías. Se le había prometido a Simeón que no moriría antes de ver al Cristo. Su alusión a la profecía de Isaías cuando tenía en brazos al niño Jesús muestra que era un buen lector de los libros de la Biblia que ya estaban escritos en su día. (Lucas 2:25-32; Isaías 42:6.)

      Durante la predicación de Juan el Bautista, ‘el pueblo estaba en expectación’ del Mesías. ¿Qué indica esto? Que muchos judíos conocían bien las profecías mesiánicas de las Escrituras. (Lucas 3:15.) Este hecho es de interés, pues en aquellos días no abundaban los libros. Había que copiar a mano los libros bíblicos, con gran cuidado y esfuerzo, por lo que eran muy caros y difíciles de obtener. ¿Cómo se familiarizó la gente con su contenido?

      En muchos casos, mediante la lectura pública. Por ejemplo, Moisés mandó que se leyera periódicamente a los israelitas reunidos toda la Ley que Dios había dado. (Deuteronomio 31:10-13.) En el siglo primero de la era común existía la costumbre de leer en público los libros bíblicos. El discípulo Santiago observó: “Desde tiempos antiguos Moisés ha tenido en ciudad tras ciudad quienes lo prediquen, porque es leído en voz alta en las sinagogas todos los sábados”. (Hechos 15:21.)

      Hoy es fácil tener una Biblia propia. Al menos algunos de estos “libritos” se pueden conseguir en el idioma de un 98% de la población mundial. Por ello, es triste que muchas personas no se interesen en saber lo que la Biblia puede decirles. Puede que esta sea una era científica, pero la Palabra de Dios, la Biblia, aún es especialmente “provechosa para enseñar”. Contiene consejo sabio sobre moralidad, relaciones humanas y muchos otros temas. Es más, ofrece la única esperanza segura de un futuro pacífico.

      Léala regularmente

      Por esta razón, una parte importante de la obra de los testigos de Jehová consiste en animar a otras personas a leer la Biblia con regularidad. En la imprenta de su sede mundial de Brooklyn (Nueva York) aparece en grandes letras negras la exhortación: “LEA LA PALABRA DE DIOS, LA SANTA BIBLIA, DIARIAMENTE”. Millones de transeúntes han visto estas palabras, y esperamos que muchos hayan seguido el consejo.

      En las más de setenta y tres mil congregaciones de los testigos de Jehová que hay en el mundo se celebra semanalmente la Escuela del Ministerio Teocrático. El curso incluye la lectura pública de una parte escogida de la Biblia. Todos los asistentes también tienen la asignación de leer unos cuantos capítulos de la Biblia a la semana en la intimidad del hogar. Los que siguen ese programa leen con el tiempo toda la Biblia.

      Este programa cumple la recomendación de uno de los libros de texto de esta escuela. El libro Guía para la Escuela del Ministerio Teocrático dice: “Su horario personal debe incluir tiempo para leer la Biblia misma. Es muy valioso leerla completamente de principio a fin. [...] Sin embargo, su meta al leer nunca debe ser abarcar [información], sino obtener el punto de vista general de [la información] con la intención de recordar. Dése tiempo para meditar en lo que la Biblia dice”.

      Otras publicaciones de los testigos de Jehová animan asimismo a la lectura de la Biblia. Por ejemplo, en ¡Despertad!, la revista compañera de la que está leyendo, se publicó la siguiente exhortación para los jóvenes: “¿Has leído la Biblia de principio a fin? Es cierto que la Biblia es un libro muy extenso, pero, ¿por qué no divides la lectura en pequeñas porciones? [...] Los habitantes de Berea, de quienes se dijo que eran de ‘disposición noble’, ‘examinaban con cuidado las Escrituras diariamente’. (Hechos 17:11.) Si como costumbre lees [al menos] quince minutos al día [...], podrías terminar la lectura de toda la Biblia en un año”. Sí, los testigos de Jehová piensan que los cristianos de hoy día deben estar bien familiarizados con las Escrituras, tal como lo estuvieron los siervos de Dios de la antigüedad.

      Con esto presente, los Testigos han promovido una versión moderna de lectura pública de la Biblia. Han grabado toda la Biblia en casete en varios idiomas. Estas casetes han ayudado a muchas personas a superar algunos obstáculos con respecto a la lectura de la Biblia. Hay quien escucha las grabaciones mientras trabaja en casa, conduce el automóvil o realiza otras actividades. Una experiencia muy agradable es sentarse y escuchar tranquilamente la lectura de una parte de la Biblia siguiéndola a la vez en su propio ejemplar.

      Si aún no está leyendo la Biblia diariamente, ¿por qué no hace de ello un hábito? No tiene por qué ocupar mucho tiempo cada día, pero los beneficios serán grandes, pues la aplicación de las Escrituras le permitirá actuar sabiamente y disfrutar de una vida provechosa en sentido espiritual. También actuará en armonía con el mandato que se dio hace tiempo al caudillo israelita Josué: “Este libro de la ley no debe apartarse de tu boca, y día y noche tienes que leer en él en voz baja, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente”. (Josué 1:8.)

      Las páginas de la Biblia revelan el propósito amoroso de Jehová para la humanidad obediente. El conocimiento exacto de su Palabra inspirada resulta en verdadera felicidad y en la esperanza de vida eterna en el Paraíso en un magnífico nuevo mundo de bendiciones sin fin. (Lucas 23:43; 2 Pedro 3:13.) Aprovéchese de la oportunidad de leer y estudiar la Biblia y consiga esta vida maravillosa.

  • ‘Una hoja puede horadar la oscuridad como una estrella’
    La Atalaya 1994 | 15 de mayo
    • ‘Una hoja puede horadar la oscuridad como una estrella’

      HOY se pueden conseguir traducciones de las Santas Escrituras prácticamente en todo el mundo. Sin embargo, la lucha por el control de la Biblia ha sido a menudo cuestión de vida o muerte.

      En el libro Fifteenth Century Bibles, Wendell Prime escribió: “Treinta años después de la invención de la imprenta, la Inquisición medraba en España. De las 342.000 personas que castigó en ese país, 32.000 fueron quemadas vivas. Fue la Biblia lo que las llevó a las llamas del martirio. En Italia, esta máquina de destrucción fue igualmente terrible, tanto en el norte como en el sur. Los arzobispos, apoyados por la Inquisición, eran fuegos consumidores tanto para las Biblias como para sus lectores. Nerón hizo que algunos cristianos resplandecieran como luces del mundo, quemándolos en sacos cosidos cubiertos de brea y utilizándolos como antorchas para iluminar el escenario de sus orgías. Ahora bien, las calles de las ciudades europeas se iluminaron con hogueras de Biblias. Estas no eran como sus lectores, a quienes se podía reducir a la miseria, desnudar, torturar, mutilar y desterrar. Solo una hoja que se conservara podía horadar la negrura de esta oscuridad como una estrella”. (Cursivas nuestras.)

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