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La conciencia: ¿es una carga, o un haber?La Atalaya 1997 | 1 de agosto
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Así, lejos de ser una carga, la conciencia es un don divino, un haber. Es cierto que puede afligirnos, pero cuando le hacemos el debido caso, puede darnos un profundo sentido de satisfacción y tranquilidad de ánimo. Puede guiarnos, protegernos y motivarnos. The Interpreter’s Bible comenta: “Solo se puede conservar la salud mental y emocional si se procura cerrar la brecha entre lo que se hace y lo que se considera que se debe hacer”. ¿Cómo podemos cerrar esa brecha? ¿Es posible moldear y educar la conciencia? Dichas preguntas se analizarán en el siguiente artículo.
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Cómo educar la concienciaLa Atalaya 1997 | 1 de agosto
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Cómo educar la conciencia
“UNA conciencia limpia es la mejor almohada.” Este antiguo adagio destaca un hecho importante: cuando hacemos caso a la conciencia, gozamos de tranquilidad de ánimo.
Sin embargo, no todas las personas optan por seguir los dictados de la conciencia. Adolf Hitler proclamó que tenía la misión de liberar al hombre de la quimera, es decir, la ilusión, que se conoce como la conciencia. Su régimen de terror suministra un ejemplo escalofriante de la crueldad que puede manifestar el hombre cuando repudia la conciencia. Muchos de los criminales violentos de la actualidad son igualmente despiadados, ya que violan y matan sin escrúpulos. Es cada vez más frecuente que los autores de tales crímenes sean de tierna edad. Un libro en el que se analizó ese fenómeno llevaba el subtítulo: Children Without a Conscience (Niños sin conciencia).
Aunque a la mayoría de las personas ni siquiera les pasaría por la cabeza cometer un crimen violento, muchas no tienen reparos en participar en inmoralidad sexual, mentir o engañar. Los principios morales van en decadencia por todo el mundo. Cuando escribió acerca de la gran apostasía, el apóstol Pablo dijo que algunos cristianos cederían a la influencia del mundo y llegarían a estar “marcados en su conciencia como si fuera con hierro de marcar”. (1 Timoteo 4:2.) El peligro de corromperse es aún mayor durante estos “últimos días”. (2 Timoteo 3:1.) Por lo tanto, los cristianos deben empeñarse en proteger su conciencia, lo que implica educarla y desarrollarla.
La mente, el corazón y la conciencia
El apóstol Pablo dijo: “Digo la verdad en Cristo; no miento, puesto que mi conciencia da testimonio conmigo en espíritu santo”. (Romanos 9:1.) Así pues, la conciencia puede dar testimonio y analizar cierto proceder, aprobándolo o condenándolo. Nuestro Creador nos implantó gran parte del sentido del bien y del mal que poseemos. Aun así, la conciencia se puede moldear y educar. ¿Cómo? Adquiriendo conocimiento de la Palabra de Dios. “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”, dijo el apóstol Pablo. (Romanos 12:2.) Cuando introducimos en la mente los pensamientos y la voluntad de Dios, la conciencia empieza a reaccionar de una manera más piadosa.
Los testigos de Jehová han ayudado a millones de personas por todo el mundo a ‘adquirir conocimiento de Jehová Dios y de Jesucristo’. (Juan 17:3.) Mediante estudios bíblicos gratuitos
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