¿Puede ofrecer su casa?
1 En el siglo primero, muchos cristianos ofrecieron sus casas para celebrar reuniones de congregación (1 Cor. 16:19; Col. 4:15; File. 1, 2). Hoy día, hay congregaciones que no disponen de suficientes lugares para llevar a cabo los estudios de libro ni las reuniones para el servicio del campo. Debido a esto, algunos grupos de estudio de libro tienen una concurrencia de más de treinta personas, cantidad muy superior a los quince que se han recomendado.
2 Un gran privilegio. ¿Ha pensado en ofrecer su casa para acoger a un grupo de Estudio de Libro de Congregación? Lo que hace falta es una habitación limpia y lo suficientemente espaciosa, con buena iluminación y ventilación adecuada. Dado que el estudio de libro es una reunión de congregación y uno de los medios que usa Jehová para instruir a su pueblo, tener esta reunión en nuestro hogar es un gran privilegio. Numerosos hermanos se han beneficiado espiritualmente de ofrecer su casa con este propósito.
3 Si piensa que su hogar reúne las condiciones, no deje de decírselo a los ancianos, pues quizás estén buscando algún lugar. Si no es posible tener el estudio de libro en su casa, ¿pudiera celebrarse alguna reunión para el servicio del campo? Aun si ahora mismo no existe la necesidad, los ancianos agradecerán saber que su hogar está disponible. Tal vez pueda disfrutar de este privilegio en el futuro.
4 Mostremos buenos modales. Cuando nos reunimos en una casa, tenemos que respetar la propiedad del anfitrión. Los padres no deben permitir que sus hijos salgan del lugar designado para el estudio y entren en otras zonas privadas de la casa. También hemos de tener consideración por los vecinos y cuidar de no causarles molestias (2 Cor. 6:3, 4; 1 Ped. 2:12).
5 Hebreos 13:16 nos exhorta a no olvidar “el hacer bien y el compartir cosas con otros, porque dichos sacrificios le son de mucho agrado a Dios”. Ofrecer nuestra casa para celebrar una reunión de congregación es una manera excelente de compartir algo bueno con los demás y de ‘honrar a Jehová con nuestras cosas valiosas’ (Pro. 3:9).