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La predicación nos ayuda a aguantarMinisterio del Reino 2005 | junio
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La predicación nos ayuda a aguantar
1 La Palabra de Dios nos insta a que “corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros” (Heb. 12:1). Tal como un corredor necesita aguante para triunfar, nosotros también lo necesitamos para obtener el premio de la vida eterna (Heb. 10:36). ¿Cómo nos ayuda el ministerio cristiano a aguantar fielmente hasta el fin? (Mat. 24:13.)
2 Nos fortalece espiritualmente. Proclamar la maravillosa promesa bíblica de un nuevo mundo justo mantiene viva nuestra propia esperanza (1 Tes. 5:8). La participación constante en el ministerio del campo nos permite dar a conocer las verdades que hemos aprendido en la Biblia. Tenemos la oportunidad de defender nuestra fe, y eso nos fortalece espiritualmente.
3 A fin de enseñar con eficacia, nosotros mismos debemos entender bien las verdades bíblicas, lo que significa que hemos de investigar y meditar. Si somos concienzudos en este aspecto, ampliaremos nuestro conocimiento, fortaleceremos nuestra fe y recobraremos fuerzas en sentido espiritual (Pro. 2:3-5). De ese modo, al mismo tiempo que procuramos ayudar a otras personas, nos fortalecemos nosotros mismos (1 Tim. 4:15, 16).
4 La participación celosa en el ministerio es una parte fundamental de “la armadura completa que proviene de Dios”, la cual necesitamos para oponernos con firmeza al Diablo y los demonios (Efe. 6:10-13, 15). Mantenernos ocupados en el servicio sagrado nos ayuda a concentrarnos en las cosas que edifican y a impedir que el mundo de Satanás nos corrompa (Col. 3:2). Enseñar al prójimo las sendas de Jehová nos recuerda continuamente nuestra propia necesidad de mantener una conducta santa (1 Ped. 2:12).
5 Nos infunde el poder de Dios. Por último, evangelizar nos enseña a confiar en Jehová (2 Cor. 4:1, 7). ¡Qué gran bendición! Tener esa confianza no solo nos permite cumplir nuestro ministerio, sino también enfrentarnos a cualquier circunstancia en la vida (Fili. 4:11-13). En realidad, la clave para aguantar es aprender a confiar totalmente en Jehová (Sal. 55:22). En muchos sentidos, la predicación nos ayuda a aguantar.
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Dirijamos estudios bíblicos progresivos (10.a parte)Ministerio del Reino 2005 | junio
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Dirijamos estudios bíblicos progresivos (10.a parte)
Cómo preparar al estudiante para la predicación de casa en casa
1 Cuando los ancianos determinan que un estudiante de la Biblia reúne los requisitos para ser publicador no bautizado, este puede participar con la congregación en la predicación pública (véase Organizados para hacer la voluntad de Jehová, págs. 79-81). ¿Cómo podemos ayudarlo a afrontar el reto de predicar de casa en casa?
2 Prepárense juntos. No hay nada que sustituya la buena preparación. Muestre al estudiante dónde puede hallar presentaciones en Nuestro Ministerio del Reino y en el libro Razonamiento, y ayúdelo a seleccionar una que sea sencilla y práctica para el territorio. Anímelo desde el principio a emplear la Biblia en el ministerio (2 Tim. 4:2).
3 Las sesiones de práctica son muy provechosas para el nuevo publicador. A medida que el estudiante ensaye la presentación, enséñele cómo responder con tacto a las objeciones que sean frecuentes en el territorio (Col. 4:6). Tranquilícelo diciéndole que los ministros cristianos no tienen por qué saber la respuesta a todas las preguntas que alguien pueda plantear. A menudo, lo más conveniente es ofrecerse a investigar el tema y a regresar para seguir hablando de él (Pro. 15:28).
4 Prediquen juntos. La primera vez que el estudiante participe en el ministerio de casa en casa, comience predicando usted para que él observe cómo utilizar la presentación que han preparado juntos, y luego deje que lo haga él. En algunos casos pudiera ser mejor que el estudiante empezara interviniendo brevemente en la presentación, tal vez leyendo y comentando un texto bíblico. Tome en consideración su personalidad y aptitudes (Fili. 4:5). Encómielo con frecuencia mientras lo prepara en las distintas facetas de la predicación.
5 Es importante ayudar al nuevo publicador a fijarse un horario regular de predicación, a fin de que participe en el ministerio todas las semanas si es posible (Fili. 3:16). Haga planes concretos para salir con él al servicio del campo, y anímelo a predicar también con otros publicadores celosos. El ejemplo y la compañía de estos hermanos contribuirán a que adquiera más destreza y a que disfrute de la predicación de casa en casa.
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