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¡Despertad! 2003
g03 22/3 pág. 31

A salvo gracias a su estómago

NO ES rápido. Y en opinión de muchos, tampoco es muy agraciado. ¡Pero vaya estómago que tiene! ¿De qué estamos hablando? Del espinoso pez globo, también llamado pez erizo o tamboril. Cuando se siente amenazado, este animal “experimenta una notable transformación”, comenta la revista Natural History. Su cuerpo, de unos 50 centímetros de largo, se hincha “hasta triplicar su tamaño y convertirse en una rígida y casi perfecta esfera cubierta de púas, algo que tal vez no sea muy apropiado para nadar, pero que sin lugar a dudas ahuyenta a los atacantes”.

El pez globo se infla llenando de agua su estómago, cuyo volumen aumenta casi cien veces. Lleva a cabo esta asombrosa hazaña valiéndose de pliegues, un elegante y sencillo mecanismo.

Lo cierto es que, según Natural History, el estómago de este animal está formado por unos pliegues dentro de otros. Los más grandes, de unos tres milímetros de ancho, se componen “de dobleces todavía más pequeños, estos a su vez contienen otros, y así sucesivamente hasta que llegan a ser tan minúsculos que solo pueden verse a través del microscopio”, explica la revista.

Claro está, junto con el estómago, también tiene que estirarse la piel del pez globo. Por eso su piel está compuesta de dos capas, cada una de las cuales se expande de forma distinta. La capa interna, al igual que el estómago, está plegada, mientras que la externa es elástica. Este recubrimiento elástico evita que, cuando el pez se desinfla, la piel quede arrugada, lo cual le restaría agilidad y velocidad.

Sin embargo, para repeler posibles depredadores, el pez globo hace más que tan solo hincharse. Cuando la piel se estira, su coraza de espinas se despliega con rapidez. Así pues, si se encuentra con un pez globo mientras bucea, ¡no lo toque! Y cuidado con la boca del pez: ¡da buenos mordiscos!

Cuando Dios interrogó a Job acerca de Sus creaciones, este le respondió: “He llegado a saber que tú todo lo puedes, y no hay idea que te sea irrealizable” (Job 42:2). En efecto, hasta el pequeño y regordete pez globo, que nunca ganaría una carrera de velocidad ni un concurso de belleza, es una clara muestra del poder creativo y la sabiduría de Dios (Romanos 1:20).

[Reconocimientos de la página 31]

Parte superior: foto de John E. Randall; abajo: © Jeff Rotman

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