Martes 14 de octubre
Abandonaron la casa de Jehová (2 Crón. 24:18).
De la mala decisión que tomó el rey Jehoás podemos extraer una valiosa lección: hay que elegir amigos que sean una influencia positiva para nosotros, es decir, amigos que amen a Jehová y que quieran alegrar su corazón. Y, claro, podemos tener amigos de todas las edades. Recuerda que Jehoás era mucho más joven que Jehoiadá. Piensa en tus amigos y pregúntate: “¿Me ayudan a tener más fe en Jehová? ¿Me animan a seguir sus normas? ¿Les gusta hablar de Jehová y de lo que estudian en la Biblia? ¿Respetan sus normas? ¿Se atreven a corregirme cuando me equivoco, o solo me dicen lo que quiero oír?” (Prov. 27:5, 6, 17). Siendo honestos, si tus amigos no aman a Jehová, no los necesitas en tu vida. Pero, si tus amigos aman a Jehová, cuida mucho esas amistades. ¡Esas sí son buenas para ti! (Prov. 13:20). w23.09 38:6, 7
Miércoles 15 de octubre
Yo soy el Alfa y el Omega (Apoc. 1:8).
Alfa es la primera letra del alfabeto griego, y omega, la última. Al llamarse “el Alfa y el Omega”, Jehová da a entender que, cuando empieza algo, lo termina. Después de crear a Adán y Eva, Dios les dijo: “Tengan muchos hijos, multiplíquense, llenen la tierra y tomen control de ella” (Gén. 1:28). Al revelar su propósito es como si Jehová en ese momento hubiera dicho “Alfa”. Algún día los descendientes obedientes y perfectos de Adán y Eva llenarían la Tierra y la convertirían en un paraíso. Ese día, Jehová, por así decirlo, dirá “Omega”. Cuando terminó de crear “los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos”, Jehová garantizó el cumplimiento de su propósito. Dedicó el séptimo día a hacer que se cumpliera su propósito para la humanidad y para la Tierra. Para el final de ese séptimo día, su propósito se haría realidad por completo (Gén. 2:1-3). w23.11 46:13, 14
Jueves 16 de octubre
¡Despejen el camino de Jehová! Hagan para nuestro Dios un camino recto por el desierto (Is. 40:3).
El viaje de Babilonia a Israel duraría unos cuatro meses, y no sería nada fácil. Pero Jehová prometió que se encargaría de que el camino quedara libre de obstáculos. Para los judíos fieles, los beneficios de volver a Israel superaban por mucho cualquier sacrificio que tuvieran que hacer. La mayor bendición estaba relacionada con su adoración. No había ningún templo para Jehová en Babilonia. Como tampoco había altar ni sacerdocio organizado, los israelitas no podían ofrecer los sacrificios que establecía la Ley de Moisés. Además, quienes respetaban a Jehová y sus normas eran tan solo un puñado en comparación con todos los que adoraban dioses falsos. Por eso, los miles de judíos que temían a Dios ansiaban volver a su tierra y restaurar la adoración pura. w23.05 22:3, 4