LAS BUENAS NOTICIAS SEGÚN MARCOS
1 El comienzo de las buenas noticias* acerca de Jesucristo, el Hijo de Dios. 2 Pasó tal como está escrito en el libro del profeta Isaías: “(¡Mira! Voy a enviar a mi mensajero delante de ti,* y él te preparará el camino).+ 3 La voz de alguien grita en el desierto: ‘¡Preparen el camino de Jehová!* Hagan que los caminos de él queden rectos’”.+ 4 Juan el Bautista* estaba en el desierto predicando el bautismo en señal de arrepentimiento para el perdón de pecados.+ 5 Así que todos los del territorio de Judea y todos los habitantes de Jerusalén iban a verlo. Él los bautizaba* en el río Jordán y ellos confesaban sus pecados públicamente.+ 6 Juan vestía una prenda de pelo de camello con un cinturón de cuero a la cintura+ y comía langostas* y miel silvestre.+ 7 Y predicaba este mensaje: “Después de mí viene alguien más poderoso que yo, y yo ni siquiera merezco agacharme a desatarle las correas de las sandalias.+ 8 Yo los bauticé con agua, pero él los bautizará con espíritu santo”.+
9 En aquellos días, Jesús vino de Nazaret de Galilea y Juan lo bautizó en el Jordán.+ 10 En cuanto salió del agua, vio que los cielos se abrían y que el espíritu bajaba sobre él como una paloma.+ 11 Y de los cielos salió una voz que dijo: “Tú eres mi Hijo amado. Tú tienes mi aprobación”.+
12 Enseguida, el espíritu lo impulsó a ir al desierto. 13 Pasó 40 días en el desierto, y fue tentado por el Diablo.+ Estaba rodeado de animales salvajes, pero los ángeles lo atendían.+
14 Ahora bien, después de que arrestaron a Juan, Jesús fue a Galilea+ a predicar las buenas noticias de Dios.+ 15 Decía: “El tiempo fijado se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse+ y tengan fe en las buenas noticias”.
16 Mientras caminaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés+ echando sus redes al mar,+ pues eran pescadores.+ 17 Jesús les dijo: “Síganme y yo los haré pescadores de hombres”.+ 18 Enseguida ellos dejaron las redes y lo siguieron.+ 19 Yendo un poco más adelante, vio a Santiago hijo de Zebedeo y a su hermano Juan, que estaban en su barca reparando las redes,+ 20 y al instante los llamó. Así que ellos dejaron a su padre Zebedeo en la barca con sus trabajadores* y lo siguieron. 21 Y entraron* en Capernaúm.
En cuanto comenzó el sábado, él entró en la sinagoga y se puso a enseñar.+ 22 La gente quedó impactada con su manera de enseñar, porque les enseñaba como alguien con autoridad, y no como los escribas.+ 23 Justo en ese momento estaba en la sinagoga de ellos un hombre poseído por un espíritu maligno,* que gritó: 24 “¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús el Nazareno?+ ¿Viniste a destruirnos? Sé perfectamente quién eres: ¡el Santo de Dios!”.+ 25 Pero Jesús reprendió al demonio y le dijo: “¡Cállate y sal de él!”. 26 Y el espíritu maligno, después de provocarle convulsiones al hombre y de gritar con todas sus fuerzas, salió de él. 27 Todos quedaron tan asombrados que empezaron a debatir el asunto entre ellos. Decían: “Pero ¿qué es esto? ¡Una nueva forma de enseñar!* Hasta a los espíritus malignos les da órdenes con autoridad, y estos lo obedecen”. 28 De modo que la fama de Jesús enseguida se extendió en todas direcciones, por toda la región de Galilea.
29 Luego salieron de la sinagoga y, junto con Santiago y Juan, fueron a la casa de Simón y Andrés.+ 30 Y resulta que la suegra de Simón+ estaba en cama con fiebre, y enseguida se lo dijeron a Jesús. 31 Él se acercó a ella y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre se le fue, y ella se puso a atenderlos.
32 Después de caer la tarde, cuando se había puesto el sol, la gente empezó a traerle a todos los enfermos y endemoniados.+ 33 Toda la ciudad estaba reunida frente a la puerta de la casa. 34 Así que curó a muchas personas que tenían diferentes enfermedades+ y expulsó muchos demonios, pero no dejaba hablar a los demonios porque ellos sabían que él era Cristo.*
35 Temprano por la mañana, mientras todavía estaba oscuro, se levantó y salió; se fue a un lugar solitario y allí se puso a orar.+ 36 Pero Simón y los que estaban con él salieron a buscarlo por todos lados, 37 y, cuando lo encontraron, le dijeron: “Todos te están buscando”. 38 Pero él les dijo: “Vámonos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también predique allí, porque para eso he venido”.+ 39 Así que Jesús fue por toda Galilea predicando en las sinagogas de ellos y expulsando demonios.+
40 Un leproso se le acercó suplicándole hasta de rodillas: “Yo sé que si tú quieres me puedes limpiar”.*+ 41 Jesús se conmovió tanto que extendió la mano, lo tocó y le dijo: “Yo quiero. Queda limpio”.+ 42 Enseguida la lepra desapareció y él quedó limpio. 43 Entonces Jesús le mandó que se fuera, justo después de ordenarle con firmeza: 44 “Cuidado con decirle nada a nadie. Eso sí, vete a presentarte ante el sacerdote y lleva por tu purificación las cosas que Moisés indicó,+ para que les sirva de testimonio”.+ 45 Pero, después de irse, el hombre se puso a proclamar lo que había pasado y a divulgarlo por todas partes. Así que Jesús ya no podía entrar libremente en ninguna ciudad. Se quedaba a las afueras, en lugares retirados, y aun así la gente seguía viniendo de todos lados a verlo.+
2 Pero, algunos días más tarde, Jesús volvió a entrar en Capernaúm, y corrió la voz de que estaba en casa.+ 2 Así que muchos se juntaron allí, tantos que no cabía ni uno más, ni siquiera a la entrada. Y él se puso a predicarles el mensaje.+ 3 Entonces le trajeron a un paralítico, al que cargaban entre cuatro hombres.+ 4 Pero, como había allí una multitud, no pudieron entrar con él hasta donde estaba Jesús. Así que quitaron parte del techo justo encima de él, hicieron una abertura y bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico. 5 Cuando Jesús vio la fe que tenían,+ le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados quedan perdonados”.+ 6 Ahora bien, estaban sentados allí algunos escribas que razonaban en su corazón:+ 7 “¿Por qué habla así este hombre? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados aparte de Dios?”.+ 8 Jesús, que enseguida se dio cuenta de* que estaban razonando de ese modo entre ellos, les dijo: “¿Por qué están razonando eso en su corazón?+ 9 ¿Qué es más fácil? ¿Decirle al paralítico ‘tus pecados quedan perdonados’, o decirle ‘levántate, recoge tu camilla y anda’? 10 Pero para que vean que el Hijo del Hombre+ tiene autoridad para perdonar pecados en la tierra...”.+ Entonces, dirigiéndose al paralítico, le dijo: 11 “Yo te digo: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa”. 12 Al instante, y delante de todos, el hombre se levantó, recogió su camilla y salió caminando. Todos quedaron asombrados y glorificaron a Dios, y decían: “Nunca hemos visto algo así”.+
13 Una vez más, Jesús se fue a la orilla del mar. Toda la multitud venía a verlo, y él les enseñaba. 14 Entonces, mientras iba caminando, vio a Leví* hijo de Alfeo sentado en la oficina de los impuestos, y le dijo: “Sé mi seguidor”. Enseguida Leví se levantó y lo siguió.+ 15 Más tarde, Jesús y sus discípulos estuvieron comiendo* en su casa. También estuvieron con ellos en la comida muchos cobradores de impuestos y pecadores. Y es que muchos de ellos lo seguían.+ 16 Pero los escribas que eran fariseos, al ver que Jesús comía con pecadores y cobradores de impuestos, se pusieron a decirles a los discípulos de él: “¿Él come con cobradores de impuestos y pecadores?”. 17 Al oírlo, Jesús les dijo: “Los que están fuertes no necesitan un médico, pero los enfermos sí. No vine a llamar a justos, sino a pecadores”.+
18 Resulta que tanto los discípulos de Juan como los fariseos tenían la costumbre de ayunar. De modo que vinieron y le preguntaron: “¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos tienen la costumbre de ayunar pero tus discípulos no?”.+ 19 Jesús les contestó: “Mientras el novio+ está con sus amigos, estos no tienen por qué ayunar, ¿verdad? No estaría bien que ayunaran mientras están con el novio. 20 Pero llegará el día en que les quitarán al novio,+ y ese día sí ayunarán. 21 Nadie cose un parche de tela nueva en un manto viejo. Si alguien lo hiciera, la tela nueva, al encogerse, tiraría de la prenda vieja y la rotura se haría mayor.+ 22 Por otro lado, nadie pone vino nuevo en odres viejos. Si alguien lo hiciera, el vino reventaría el cuero y se perdería, y los odres ya no servirían. Más bien, el vino nuevo se pone en odres nuevos”.
23 Ahora bien, él iba cruzando en sábado los campos de cereales, y sus discípulos comenzaron a arrancar algunas espigas mientras caminaban.+ 24 Así que los fariseos le dijeron: “¡Mira eso! ¿Por qué están haciendo lo que no está permitido hacer en sábado?”. 25 Pero él les contestó: “¿Es que nunca han leído lo que hizo David cuando se vio en necesidad y él y sus hombres tuvieron hambre?+ 26 ¿No leyeron en el relato acerca del sacerdote principal Abiatar+ lo que hizo David cuando entró en la casa de Dios? Él comió de los panes de la presentación* y también los compartió con sus hombres. Y a nadie le está permitido comer de ese pan excepto a los sacerdotes”.+ 27 Entonces les dijo: “El sábado se hizo para la gente,+ y no la gente para el sábado. 28 Así que el Hijo del Hombre es Señor hasta del sábado”.+
3 Una vez más, él entró en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada.*+ 2 Los fariseos no le quitaban los ojos de encima a Jesús para ver si curaba a ese hombre en sábado y así poder acusarlo. 3 Entonces Jesús le pidió al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate y ven aquí al centro”. 4 Luego les dijo: “¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer el bien, o hacer daño? ¿Salvar una vida, o quitar una vida?”.+ Pero ellos se quedaron callados. 5 Y Jesús, después de mirar con indignación a los que estaban a su alrededor y sintiéndose muy dolido al ver que tenían el corazón tan duro,+ le dijo al hombre: “Extiende la mano”. Cuando él la extendió, la mano se le recuperó. 6 Entonces los fariseos salieron de allí y de inmediato empezaron a reunirse con los miembros del partido de Herodes+ para planear la muerte de Jesús.
7 Pero Jesús se dirigió al mar con sus discípulos, y una gran multitud de Galilea y de Judea lo siguió.+ 8 Hasta de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de los alrededores de Tiro y Sidón llegó una gran multitud, pues habían oído todo lo que él hacía. 9 Así que él les pidió a sus discípulos que le tuvieran lista una pequeña barca para evitar que la multitud lo apretara. 10 Y es que, como había curado a tantos, todos los que tenían enfermedades graves se le echaban encima para tocarlo.+ 11 Hasta los espíritus malignos*+ caían a sus pies cuando lo veían, y gritaban: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”.+ 12 Pero una y otra vez Jesús les ordenaba con firmeza que no le dijeran a nadie quién era él.+
13 Luego subió a una montaña y mandó llamar a los que él quiso,+ y ellos se reunieron con él.+ 14 Entonces formó* un grupo de 12, a los que llamó apóstoles. Ellos lo acompañarían, y él los enviaría a predicar 15 y les daría autoridad para expulsar demonios.+
16 En el grupo de 12+ que formó* estaban Simón (a quien también llamó Pedro),+ 17 Santiago hijo de Zebedeo y su hermano Juan (a quienes también llamó Boanerges, que significa “hijos del trueno”),+ 18 Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananita* 19 y Judas Iscariote (el que más tarde lo traicionó).
Después Jesús entró en una casa, 20 y una vez más se reunió tal multitud que ellos ni siquiera podían comer. 21 Cuando su familia se enteró de lo que estaba pasando, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: “Se ha vuelto loco”.+ 22 Por su parte, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: “Está poseído por Belcebú.* Expulsa a los demonios por medio del gobernante de los demonios”.+ 23 Pero él les pidió que se acercaran y les habló usando comparaciones.* Dijo: “¿Cómo va a expulsar Satanás a Satanás? 24 Si un reino se divide internamente, no puede mantenerse en pie.+ 25 Y, si una familia* se divide internamente, no podrá mantenerse en pie. 26 De la misma manera, si Satanás lucha contra sí mismo y se divide, no puede mantenerse en pie y llegará a su fin. 27 De hecho, si alguien se mete en la casa de un hombre fuerte para robarle sus cosas, primero tiene que atar al hombre. Solo entonces le podrá saquear la casa. 28 Les aseguro que a los hombres se les perdonarán todas las cosas, sin importar qué pecados cometan ni qué blasfemias digan. 29 Pero quien blasfeme contra el espíritu santo jamás será perdonado.+ Será culpable de pecado eterno”.+ 30 Esto lo dijo porque ellos decían: “Está poseído por un espíritu maligno”.*+
31 Entonces llegaron la madre y los hermanos de Jesús,+ pero se quedaron afuera y mandaron a alguien a llamarlo.+ 32 Había mucha gente sentada alrededor de él. Y le dijeron: “Mira, tu madre y tus hermanos están afuera y preguntan por ti”.+ 33 Pero él les respondió: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”. 34 Y, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “¡Estos son mi madre y mis hermanos!+ 35 Todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre”.+
4 De nuevo Jesús se puso a enseñar a la orilla del mar. Como se reunió una multitud muy grande alrededor de él, se subió a una barca, se sentó en ella y se alejó un poco. Pero toda la multitud se quedó junto al mar, en la orilla.+ 2 Y él empezó a enseñarles muchas cosas usando comparaciones.+ Al enseñarles les decía:+ 3 “Escuchen. Resulta que el sembrador salió a sembrar.+ 4 Y, al ir sembrando, algunas semillas cayeron junto al camino, y vinieron las aves y se las comieron. 5 Otras cayeron en terreno rocoso, donde había poca tierra, y brotaron enseguida porque la tierra no tenía profundidad.+ 6 Pero, cuando salió el sol, las plantas se quemaron y, como no tenían raíces profundas, se marchitaron. 7 Otras semillas cayeron entre espinos, y los espinos crecieron y las ahogaron, así que estas no dieron fruto.+ 8 Pero otras cayeron en la tierra buena,* y las plantas salieron y crecieron, y empezaron a dar fruto: unas daban 30 veces más de lo que se había sembrado; otras 60, y otras 100”.+ 9 Entonces añadió: “El que tenga oídos para escuchar, que escuche con atención”.+
10 Ahora bien, cuando él estaba solo, los que estaban a su alrededor junto con los Doce comenzaron a preguntarle sobre las comparaciones.+ 11 Él les respondió: “A ustedes se les concede entender el secreto sagrado+ del Reino de Dios. Pero a los de fuera todo se les presenta en comparaciones+ 12 para que, aunque miren, de todos modos no vean y, aunque oigan, de todos modos no comprendan. Así, ellos nunca regresarán a Dios* y no serán perdonados”.+ 13 Además, les dijo: “Si ustedes no entienden esta comparación, ¿cómo van a entender todas las demás comparaciones?
14 ”El sembrador siembra la palabra.*+ 15 Pues bien, están las semillas que caen junto al camino donde se siembra la palabra. Estos son los que oyen la palabra pero enseguida viene Satanás+ y les quita la palabra que se sembró en ellos.+ 16 También están las que se siembran en terreno rocoso. Estos son los que, en cuanto oyen la palabra, la aceptan con alegría.*+ 17 Pero no tienen raíces profundas en su interior. Entonces, aunque siguen adelante por un tiempo, en cuanto surgen dificultades o persecución por causa de la palabra, tropiezan.* 18 Además, están las que se siembran entre los espinos. Estos son los que oyen la palabra+ 19 pero las preocupaciones+ de este sistema,* el poder engañoso de las riquezas+ y los deseos+ de todas las otras cosas se meten y ahogan la palabra; por eso la palabra no da fruto. 20 Por último, están las que se siembran en la tierra buena. Estos son los que escuchan la palabra, la aceptan con gusto y dan fruto: unos producen 30 veces más; otros 60, y otros 100”.+
21 Y también les dijo: “No se saca una lámpara para luego taparla con una canasta* o ponerla debajo de la cama, ¿verdad? ¿Acaso no se saca para ponerla en un candelero?+ 22 Porque no hay nada escondido que no vaya a sacarse a la luz ni nada cuidadosamente ocultado que no vaya a hacerse público.+ 23 Todo el que tenga oídos para escuchar, que escuche con atención”.+
24 Luego les dijo: “Presten atención a lo que están oyendo.+ La misma medida que ustedes usen será la que se use con ustedes, y se les dará todavía más. 25 Porque al que tiene se le dará más;+ pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”.+
26 Siguió diciendo: “El Reino de Dios es como cuando un hombre echa semillas en la tierra. 27 Él duerme de noche y se levanta de día. Mientras tanto, las semillas brotan y las plantas se hacen grandes, aunque él no sabe exactamente cómo. 28 Por sí sola, la tierra va dando fruto: primero el tallo, luego la espiga y por último el grano maduro en la espiga. 29 En cuanto el grano está maduro, él pasa la hoz porque ha llegado el tiempo de la cosecha”.
30 Y añadió: “¿A qué podríamos comparar el Reino de Dios, o qué comparación podríamos poner para explicarlo? 31 Es como un grano de mostaza, que cuando se siembra en el terreno es la más pequeña de todas las semillas de la tierra,+ 32 pero, una vez sembrado, crece y se hace más grande que todas las demás plantas de huerto. Y le salen ramas tan grandes que las aves del cielo pueden refugiarse a su sombra”.
33 Usaba muchas comparaciones+ de este tipo cuando les predicaba el mensaje,* teniendo en cuenta lo que ellos eran capaces de entender. 34 De hecho, nunca les hablaba sin utilizar alguna comparación,* pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.+
35 Y aquel día, al anochecer, les dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla”.+ 36 De modo que, después de despedir a la gente, ellos lo llevaron en la barca, así como él estaba. Y había otras barcas que lo acompañaban.+ 37 Pero de pronto se levantó una fuerte tempestad de viento. Las olas golpeaban tanto la barca que ya estaba a punto de llenarse de agua.+ 38 Pero Jesús iba durmiendo en la popa, apoyado en la almohada.* Así que lo despertaron y le dijeron: “Maestro, nos vamos a morir..., ¿es que no te importa?”. 39 Entonces él se levantó, reprendió al viento y le dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”.+ El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. 40 Luego les dijo: “¿Por qué están tan asustados?* ¿Es que todavía no tienen fe?”. 41 Ellos sintieron un temor enorme y se decían unos a otros: “¿Quién es este hombre en realidad? Hasta el viento y el mar lo obedecen”.+
5 Entonces llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.+ 2 Y, en cuanto Jesús bajó de la barca, le salió al encuentro un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno* y que venía de donde estaban las tumbas.* 3 Vivía allí, entre las tumbas, y hasta ese momento nadie había podido mantenerlo sujeto, ni siquiera con una cadena. 4 Lo habían sujetado muchas veces con cadenas y grilletes, pero él siempre rompía las cadenas y destrozaba los grilletes. Nadie tenía fuerzas para dominarlo. 5 Todo el tiempo, de día y de noche, andaba entre las tumbas y por las montañas gritando y cortándose con piedras. 6 Pero, cuando vio a Jesús desde lejos, corrió y se inclinó ante él.+ 7 Entonces gritó con fuerza: “¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Júrame por Dios que no me atormentarás”.+ 8 Y es que Jesús le había estado diciendo: “Tú, espíritu maligno, sal del hombre”.+ 9 Jesús entonces le preguntó: “¿Cómo te llamas?”. “Me llamo Legión —le respondió él—, porque somos muchos”. 10 Y le suplicaba con insistencia a Jesús que no los echara de la región.+
11 Ahora bien, había una gran piara de cerdos+ comiendo en la montaña.+ 12 Así que los espíritus le suplicaron: “Mándanos con los cerdos para que entremos en ellos”. 13 Y él les dio permiso. Entonces los espíritus malignos salieron del hombre y se metieron en los cerdos, y la piara se lanzó por el precipicio* hacia el mar. Todos los cerdos, unos 2.000, se ahogaron en el mar. 14 Pero los que cuidaban los cerdos salieron huyendo y contaron la noticia en la ciudad y en el campo. De modo que la gente fue a ver qué había pasado.+ 15 Al llegar adonde estaba Jesús, vieron allí al endemoniado, al que había estado poseído por la legión de demonios. Lo encontraron sentado, vestido y en su sano juicio, y se asustaron mucho. 16 Y los que habían visto lo sucedido con el endemoniado y los cerdos les explicaron cómo había pasado todo. 17 Así que la gente se puso a suplicarle a Jesús que se marchara de la región.+
18 Entonces, cuando Jesús se subía a la barca, el hombre que había estado endemoniado le suplicó que lo dejara ir con él.+ 19 Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa. Vuelve con tus parientes y cuéntales todo lo que Jehová* ha hecho por ti y cómo te tuvo compasión”.* 20 El hombre se fue y se puso a proclamar por la Decápolis* todo lo que Jesús había hecho por él, y todo el mundo se quedaba asombrado.
21 Jesús regresó en la barca a la orilla opuesta. Y, mientras todavía estaba en la orilla, una gran multitud se juntó a su alrededor.+ 22 Entonces vino uno de los presidentes de la sinagoga, que se llamaba Jairo. Al ver a Jesús, cayó a sus pies+ 23 y le suplicó una y otra vez: “Mi niña está muy grave.* Ven, por favor, y pon tus manos sobre ella+ para que se cure y siga viviendo”. 24 Enseguida Jesús se fue con él. Lo seguía una gran multitud que lo iba apretando.
25 Ahora bien, había allí una mujer que llevaba 12 años con hemorragias.+ 26 Había ido a muchos médicos, que solo la habían hecho sufrir.* Se había gastado todo lo que tenía, pero en lugar de mejorar estaba peor. 27 Como había oído lo que contaban de Jesús, se metió entre la gente, se acercó a él por detrás y le tocó el manto,+ 28 porque decía: “Con solo tocarle la ropa me pondré bien”.+ 29 Enseguida dejó de sangrar y sintió en su cuerpo que se había curado de aquella angustiosa enfermedad.
30 Al instante, Jesús sintió en su interior que había salido poder+ de él. Entonces se volvió hacia la gente y preguntó: “¿Quién me tocó la ropa?”.+ 31 Pero sus discípulos le contestaron: “Ves que la multitud te está apretando... ¿y preguntas quién te tocó?”. 32 Con todo, él seguía mirando a su alrededor para ver quién lo había tocado. 33 La mujer, que sabía lo que le había pasado, estaba temblando de miedo. Entonces se acercó, cayó a sus pies y le confesó toda la verdad. 34 Él le dijo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz+ y queda sana de tu angustiosa enfermedad”.+
35 Mientras él todavía estaba hablando, vinieron algunos hombres de la casa del presidente de la sinagoga y le dijeron a este: “Tu hija ya murió. ¿Para qué molestar más al Maestro?”.+ 36 Pero Jesús, que alcanzó a oír lo que decían, le dijo al presidente de la sinagoga: “No temas,* solo demuestra fe”.+ 37 Y no dejó que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.+
38 Cuando llegaron a la casa del presidente de la sinagoga, él vio que la gente estaba toda alborotada, llorando y gritando.+ 39 Así que, después de entrar, les dijo: “¿Por qué lloran y arman tanto alboroto? La niña no ha muerto, está dormida”.+ 40 Al oír esto, comenzaron a reírse de él con desprecio. Pero, después de hacerlos salir a todos, Jesús entró adonde estaba la niña acompañado del padre y la madre de la pequeña, y de los discípulos que venían con él. 41 Entonces, tomando a la niña de la mano, le dijo “Tálitha cúmi”, que traducido significa “pequeña, a ti te digo: ¡levántate!”.+ 42 Al momento, la niña se levantó y empezó a caminar. (Tenía 12 años). Al ver esto, ellos quedaron completamente asombrados, sin poder contener la alegría. 43 Pero él les ordenó vez tras vez* que no se lo contaran a nadie.+ También les dijo que le dieran a la niña algo de comer.
6 Entonces él salió de allí y se fue a su tierra,+ y sus discípulos lo acompañaron. 2 Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la mayoría de los que lo escucharon quedaron impactados y dijeron: “¿Dónde consiguió este hombre estas cosas?+ ¿Por qué se le dio esta sabiduría? ¿Y por qué se realizan a través de sus manos semejantes milagros?*+ 3 Este es el carpintero,+ el hijo de María+ y el hermano de Santiago,+ José, Judas y Simón,+ ¿verdad? Y sus hermanas viven aquí con nosotros, ¿no es cierto?”. Y esto se convirtió en un obstáculo para que creyeran en él.* 4 Pero Jesús les dijo: “Al profeta se le honra en todos lados menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa”.+ 5 Así que no pudo hacer allí ningún milagro* excepto curar a unos cuantos enfermos poniendo sus manos sobre ellos. 6 De hecho, se quedó asombrado al ver su falta de fe. Y realizó un recorrido enseñando por las aldeas vecinas.+
7 Entonces reunió a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos,+ y les dio autoridad sobre los espíritus malignos.*+ 8 También les ordenó que no llevaran nada para el viaje, excepto un bastón. No debían llevar ni pan ni bolsa de provisiones ni tampoco dinero* en el cinturón.*+ 9 Les dijo que se pusieran sandalias pero que no llevaran dos prendas de vestir.* 10 Y también les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense* allí hasta que se vayan de ese lugar.+ 11 Pero, si en algún lugar no los reciben ni los escuchan, al salir de allí, sacúdanse el polvo de los pies para que les sirva de testimonio a ellos”.+ 12 Entonces se pusieron en camino y empezaron a predicar que la gente tenía que arrepentirse;+ 13 expulsaban muchos demonios+ y les aplicaban aceite a muchos enfermos y los curaban.
14 Ahora bien, el rey Herodes oyó hablar de esto, porque el nombre de Jesús se había hecho muy famoso y la gente decía: “Juan el Bautista* ha sido levantado de entre los muertos y por eso puede hacer milagros”.*+ 15 Pero otros decían: “Es Elías”. Y otros decían: “Es un profeta, como uno de los profetas del pasado”.+ 16 Pero Herodes, cuando oyó hablar de Jesús, dijo: “Juan, al que yo le corté la cabeza, ha sido resucitado”.* 17 Resulta que Herodes había mandado arrestar a Juan y lo había encadenado en prisión a causa de Herodías, la esposa de su hermano Filipo. Y es que Herodes se había casado con ella+ 18 y Juan le había estado diciendo a Herodes: “No te está permitido tener a la esposa de tu hermano”.+ 19 Por eso Herodías le guardaba rencor y quería matarlo, pero no podía hacerlo, 20 porque Herodes le tenía temor a Juan. Él sabía que era un hombre justo y santo,+ y lo tenía protegido. Cada vez que lo escuchaba, se quedaba muy confundido, sin saber qué hacer; aun así, le gustaba escucharlo.
21 Pero por fin se presentó la oportunidad. Herodes organizó una cena por su cumpleaños,+ a la que invitó a sus altos funcionarios, a los comandantes militares y a las personalidades más destacadas de Galilea.+ 22 Entonces entró la hija de Herodías y bailó, y Herodes y los que estaban cenando* con él quedaron encantados. Así que el rey le dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”. 23 Incluso le juró: “Te daré cualquier cosa que me pidas, hasta la mitad de mi reino”. 24 Ella salió y le preguntó a su madre: “¿Qué le pido?”. “La cabeza de Juan el Bautista”,* le contestó ella. 25 Al instante, la joven fue corriendo adonde estaba el rey y le pidió: “Quiero que ahora mismo me des la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja”.+ 26 Aunque esto lo entristeció profundamente, el rey no quiso negarle su petición teniendo en cuenta sus juramentos y a sus invitados.* 27 De modo que el rey enseguida mandó a uno de sus guardias personales a traer la cabeza de Juan. Y este fue, lo decapitó en la prisión 28 y trajo su cabeza en una bandeja. Entonces se la dio a la joven, y la joven se la entregó a su madre. 29 Cuando se enteraron los discípulos de Juan, vinieron, se llevaron el cadáver y lo pusieron en una tumba.*
30 Los apóstoles se juntaron alrededor de Jesús y le contaron todas las cosas que habían hecho y enseñado.+ 31 Y él les dijo: “Vengan conmigo; vamos solos a un lugar retirado para que descansen un poco”.+ Es que mucha gente iba y venía, y ellos no tenían tiempo ni para comer. 32 Por eso se fueron en la barca a un lugar retirado donde pudieran estar solos.+ 33 Pero hubo gente que los vio irse, y muchos otros también se enteraron. Así que personas de todas las ciudades fueron rápidamente a pie y llegaron allí antes que ellos. 34 Al bajarse de la barca, él vio una gran multitud y se conmovió profundamente,+ porque eran como ovejas sin pastor.+ Y se puso a enseñarles muchas cosas.+
35 Como ya se había hecho tarde, sus discípulos se le acercaron y le dijeron: “Este lugar está retirado y ya es tarde.+ 36 Despide a la gente para que vaya a los campos y aldeas cercanos y se compre algo de comer”.+ 37 Pero él les respondió: “Denles de comer ustedes”. Entonces ellos le preguntaron: “¿Quieres que vayamos a comprar 200 denarios* de pan para darles de comer?”.+ 38 Él les dijo: “¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver”. Después de averiguarlo, le dijeron: “Cinco, además de dos pescados”.+ 39 Entonces le mandó a toda la gente que se sentara por grupos en la hierba verde.+ 40 Así que se sentaron en grupos de 100 y de 50. 41 Luego tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo e hizo una oración.*+ Después partió los panes y comenzó a dárselos a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Y también repartió entre todos los dos pescados. 42 De modo que todos comieron y quedaron satisfechos. 43 Luego recogieron 12 canastas llenas de pedazos de pan, además de los pescados.+ 44 En total, comieron de los panes 5.000 hombres.
45 Entonces, sin demora, él hizo que sus discípulos se subieran a la barca y fueran cruzando a la otra orilla hacia Betsaida mientras él despedía a la multitud.+ 46 Pero, después de decirles adiós, se fue a orar a una montaña.+ 47 Cuando se hizo de noche, la barca estaba en medio del mar, pero Jesús estaba en tierra solo.+ 48 Entonces vio que a ellos les costaba mucho remar porque tenían el viento en contra. Así que, como en la cuarta vigilia de la noche,* fue hacia ellos caminando sobre el mar, pero pensaba* pasarlos de largo. 49 Al verlo caminando sobre el mar, ellos pensaron: “¡Es un fantasma!”. Y se pusieron a gritar, 50 ya que todos lo vieron y se asustaron. Pero él inmediatamente les dijo: “¡Ánimo! Soy yo. No tengan miedo”.+ 51 Él se subió a la barca con ellos, y el viento se calmó. Al ver esto, su asombro fue enorme, 52 pues no habían captado el significado del milagro de los panes, y su corazón seguía cerrado, incapaz de entender.
53 Después de cruzar el mar, llegaron a Genesaret y anclaron la barca cerca de allí.+ 54 Pero, en cuanto se bajaron de la barca, la gente reconoció a Jesús. 55 Y corrieron por toda aquella región y empezaron a llevarle en camillas a los enfermos. Iban adonde oían que él estaba. 56 Siempre que él entraba en alguna aldea o ciudad o en la zona rural, la gente ponía a los enfermos en las plazas de mercado y le suplicaban que les permitiera tocar al menos el borde de su manto.+ Y todos los que lo tocaban quedaban sanos.
7 Ahora bien, los fariseos y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén se juntaron alrededor de Jesús.+ 2 Y vieron a algunos de sus discípulos comiendo con las manos contaminadas, es decir, sin habérselas lavado.* 3 (Los fariseos y todos los demás judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo porque se aferran a la tradición de los hombres de tiempos antiguos. 4 Y, cuando vuelven del mercado, no comen sin antes lavarse. También se aferran a muchas otras tradiciones del pasado, como el bautismo de copas, de jarras y de recipientes de cobre).+ 5 Así que estos fariseos y escribas le preguntaron: “¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los hombres de tiempos antiguos, sino que comen con las manos contaminadas?”.+ 6 Él les dijo: “Hipócritas, con razón Isaías dijo proféticamente de ustedes lo que está escrito: ‘Este pueblo me honra de labios para afuera, pero su corazón está muy lejos de mí.+ 7 De nada sirve que me estén adorando, porque enseñan doctrinas que son mandatos de hombres’.+ 8 Ustedes dejan de lado los mandamientos de Dios y se aferran a las tradiciones de los hombres”.+
9 Todavía les dijo más: “¡Qué habilidad tienen para dejar de lado los mandamientos de Dios con tal de mantener sus tradiciones!+ 10 Por ejemplo, Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’,+ y ‘Al que hable con desprecio de* su padre o su madre se le dará muerte’.+ 11 Pero ustedes dicen: ‘Alguien puede decirle a su padre o a su madre: “Todo lo que tengo que podría usar para ayudarte a ti es corbán”’ —es decir, un regalo que está dedicado a Dios—. 12 Y así ya no le permiten hacer ni una sola cosa por su padre o por su madre.+ 13 De esta manera, con las tradiciones que ustedes transmiten, anulan la palabra de Dios.+ Y hacen muchas cosas por el estilo”.+ 14 Entonces le pidió de nuevo a la multitud que se acercara y les dijo: “Escúchenme, todos ustedes, y entiendan el significado de lo que les digo.+ 15 No hay nada fuera de una persona que, al entrar en ella, pueda contaminarla. Son las cosas que salen de una persona las que la contaminan”.+ 16 *
17 Cuando Jesús dejó a la multitud, entró en una casa y los discípulos se pusieron a preguntarle sobre la comparación.*+ 18 A lo que él les respondió: “¿Es que ustedes tampoco son capaces de entenderlo? ¿No se dan cuenta de que no hay nada fuera de una persona que, al entrar en ella, pueda contaminarla? 19 Y es que no entra en su corazón, sino en su estómago, y luego sale a la letrina”. Con eso declaró puros todos los alimentos. 20 Y añadió: “Lo que sale de una persona es lo que la contamina.+ 21 Porque de adentro, del corazón de la gente,+ salen razonamientos perjudiciales: inmoralidad sexual,* robos, asesinatos, 22 adulterios, codicia, actos de maldad, engaño, conducta descarada,* envidia,* blasfemia, arrogancia e insensatez. 23 Todas estas cosas malas salen de adentro y contaminan a la persona”.
24 Después salió de allí y se fue a la región de Tiro y Sidón.+ Entró en una casa porque no quería que nadie supiera que estaba allí, pero no pudo evitar que se enteraran. 25 Apenas llegó, una mujer que tenía a su niña poseída por un espíritu maligno* oyó hablar de él. Ella vino y cayó a sus pies.+ 26 La mujer —que era griega, de nacionalidad sirofenicia—* le rogó una y otra vez que expulsara de su hija al demonio. 27 Pero él le dijo: “Primero deja que queden satisfechos los hijos, porque no está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”.+ 28 A esto, ella le respondió: “Cierto, señor, pero hasta los perritos que están debajo de la mesa comen de las migajas que se les caen a los niñitos”. 29 Él entonces le dijo: “Vete tranquila. Por haber dicho eso, el demonio ha salido de tu hija”.+ 30 Así que ella se fue a su casa y se encontró con que la pequeña estaba acostada en la cama y que el demonio se había ido.+
31 Entonces Jesús regresó de la región de Tiro al mar de Galilea pasando por Sidón y la región de la Decápolis.*+ 32 Y le trajeron a un sordo que además tenía dificultades para hablar+ y le suplicaron que pusiera su mano sobre él. 33 Él se lo llevó aparte, lejos de la multitud. Puso sus dedos en los oídos del hombre y, después de escupir, le tocó la lengua.+ 34 Y, mirando al cielo, suspiró profundamente y le dijo “Éffatha”, es decir, “Ábrete”. 35 Al instante se le abrieron los oídos+ y su dificultad para hablar desapareció, y empezó a hablar con normalidad. 36 Entonces Jesús le ordenó a la gente que no se lo dijera a nadie.+ Pero, cuanto más les repetía esta orden, más lo iban proclamando.+ 37 De hecho, estaban maravillados a más no poder+ y decían: “Es que todo lo hace bien. ¡Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos!”.+
8 Por aquellos días se volvió a juntar una gran multitud. Como no tenían nada que comer, Jesús mandó llamar a los discípulos y les dijo: 2 “Me conmueve profundamente ver a esta multitud,+ porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer.+ 3 Si los mando a sus casas con hambre,* se van a desmayar por el camino. Algunos vienen de muy lejos”. 4 A esto, sus discípulos le dijeron: “Pero, con lo retirado que está este lugar, ¿de dónde va a sacar alguien pan para dejar satisfecha a tanta gente?”. 5 Entonces él les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?”. Ellos le respondieron: “Siete”.+ 6 Y él le mandó a la multitud que se sentara en el suelo. Luego tomó los siete panes, le dio gracias a Dios, los partió y comenzó a dárselos a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos, a su vez, se los sirvieron a la multitud.+ 7 Tenían además unos cuantos pescaditos, así que, después de hacer una oración,* les dijo que también los sirvieran. 8 De modo que comieron y quedaron satisfechos. Y recogieron siete canastas grandes* llenas de los pedazos que sobraron.+ 9 Había unos 4.000 hombres. Después Jesús los despidió.
10 Enseguida se subió a la barca con sus discípulos y entró en la región de Dalmanuta.+ 11 Y vinieron los fariseos y empezaron a discutir con él exigiéndole una señal del cielo. Intentaban así ponerlo a prueba.+ 12 Él suspiró desde lo más profundo de su ser* y dijo: “¿Por qué esta generación siempre anda buscando una señal?+ Les aseguro que a esta generación no se le dará ninguna señal”.+ 13 Con eso los dejó, volvió a subirse a la barca y se fue a la orilla opuesta.
14 Ahora bien, a los discípulos se les había olvidado llevar pan. No tenían en la barca más que un pan.+ 15 Y él les advirtió claramente: “Mantengan los ojos bien abiertos. Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y la levadura de Herodes”.+ 16 Así que se pusieron a discutir entre ellos porque no tenían pan. 17 Como él se dio cuenta, les dijo: “¿Por qué discuten por no tener pan? ¿Es que todavía no lo captan? ¿No lo entienden? ¿Todavía tienen el corazón tan cerrado que son incapaces de entender? 18 ‘Aunque tienen ojos, ¿no ven?; aunque tienen oídos, ¿no oyen?’. ¿Es que ya no se acuerdan 19 de cuando partí los cinco panes+ para los 5.000 hombres? ¿Cuántas canastas llenas de lo que sobró recogieron?”. “Doce”,+ le contestaron. 20 “Y, cuando partí los siete panes para los 4.000 hombres, ¿cuántas canastas grandes* llenas de lo que sobró recogieron?”. “Siete”,+ le contestaron. 21 Entonces les preguntó: “¿Y todavía no lo entienden?”.
22 Y llegaron a Betsaida, donde la gente le trajo a un ciego y le suplicó que lo tocara.+ 23 Él tomó al ciego de la mano, lo llevó fuera de la aldea y, después de escupirle en los ojos,+ puso las manos sobre él y le preguntó: “¿Ves algo?”. 24 El hombre levantó la vista y dijo: “Veo personas, pero parecen árboles caminando”. 25 Entonces Jesús volvió a poner sus manos sobre los ojos del hombre, y este vio con claridad: recuperó la vista y pudo verlo todo perfectamente. 26 Luego lo mandó a su casa diciéndole: “No entres en la aldea”.
27 Después Jesús fue con sus discípulos a las aldeas de Cesarea de Filipo, y en el camino se puso a preguntarles: “Según dice la gente, ¿quién soy yo?”.+ 28 Ellos le respondieron: “Juan el Bautista.+ Pero otros dicen que eres Elías.+ Y otros dicen que eres uno de los profetas”. 29 Y él les hizo esta pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Pedro le contestó: “Tú eres el Cristo”.+ 30 Entonces Jesús les ordenó con firmeza que no se lo dijeran a nadie.+ 31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre tenía que pasar por muchos sufrimientos y ser rechazado por los ancianos, los sacerdotes principales y los escribas, y que también tenía que ser ejecutado+ y resucitar* tres días después.+ 32 Esto lo decía con toda franqueza. Pero Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo.+ 33 Él se volvió, miró a sus discípulos y reprendió a Pedro diciéndole: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Porque no estás pensando como piensa Dios, sino como piensa el hombre”.+
34 Entonces llamó a la multitud, junto con sus discípulos, y les dijo: “Si alguien quiere ser mi seguidor, que renuncie a sí mismo,* que tome su madero de tormento* y me siga constantemente.+ 35 Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí y de las buenas noticias la salvará.+ 36 En realidad, ¿de qué le sirve a alguien ganar el mundo entero si pierde la vida?+ 37 Porque ¿qué podría dar alguien a cambio de su vida?+ 38 Y es que, si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación infiel* y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él+ cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”.+
9 Además les dijo: “Les aseguro que algunos de los que están aquí de ninguna manera probarán la muerte sin antes ver el Reino de Dios ya establecido* con poder”.+ 2 Seis días después, Jesús se llevó a Pedro, Santiago y Juan a una montaña alta, donde estuvieron a solas. Y Jesús se transfiguró* delante de ellos.+ 3 Su ropa comenzó a brillar; se volvió mucho más blanca de lo que podría blanquearla ningún lavandero en la tierra. 4 Y se les aparecieron Elías y Moisés, quienes estaban conversando con Jesús. 5 Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Rabí,* ¡qué bueno que estemos aquí! Armemos tres tiendas de campaña: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”. 6 En realidad, Pedro no sabía cómo actuar, porque estaban muy asustados. 7 Entonces se formó una nube que los cubrió, y de la nube salió una voz+ que decía: “Este es mi Hijo amado.+ Escúchenlo”.+ 8 De repente, cuando miraron a su alrededor, vieron que ya no había nadie con ellos, solo Jesús.
9 Mientras bajaban de la montaña, él les ordenó con firmeza que no le contaran a nadie lo que habían visto+ hasta que el Hijo del Hombre se hubiera levantado de entre los muertos.+ 10 Ellos obedecieron lo que les dijo,* pero debatían entre ellos qué significaría eso de que se levantaría de entre los muertos. 11 Y se pusieron a preguntarle a Jesús: “¿Cómo es que los escribas dicen que Elías+ tiene que venir primero?”.+ 12 Él les dijo: “Es verdad, Elías viene primero y pone de nuevo todas las cosas en orden.*+ Pero, entonces, ¿cómo es que está escrito que el Hijo del Hombre tiene que sufrir mucho+ y ser despreciado?+ 13 Pero yo les digo que Elías+ en realidad ya vino y le hicieron lo que quisieron, tal como se escribió que sucedería con él”.+
14 Cuando llegaron adonde estaban los demás discípulos, vieron que una gran multitud los rodeaba y que unos escribas estaban discutiendo con ellos.+ 15 En cuanto la gente vio a Jesús, todos se asombraron muchísimo y corrieron a saludarlo. 16 Y él les preguntó: “¿Qué están discutiendo con ellos?”. 17 Uno de la multitud le contestó: “Maestro, yo te traje aquí a mi hijo porque tiene un espíritu que lo ha dejado mudo.*+ 18 Cada vez que lo ataca, lo arroja al suelo, y el muchacho echa espuma por la boca, aprieta los dientes y se queda sin fuerzas. Les pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero ellos no pudieron”. 19 En respuesta, él les dijo: “¡Esta generación sin fe!+ ¿Hasta cuándo voy a tener que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo voy a tener que soportarlos? Tráiganmelo”.+ 20 Así que le trajeron al muchacho. En cuanto el espíritu vio a Jesús, sacudió al joven con convulsiones. Después de caer al suelo, este estuvo revolcándose y echando espuma por la boca. 21 Entonces Jesús le preguntó al padre: “¿Desde cuándo le pasa esto?”. Él le respondió: “Desde que era pequeño. 22 Muchas veces el espíritu lo echa en el fuego o en el agua para matarlo. Pero, si tú puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos”. 23 Jesús le dijo: “¡Eso de ‘si tú puedes’...! Todo es posible para el que tiene fe”.+ 24 Enseguida el padre del joven exclamó: “¡Tengo fe! Pero ¡ayúdame a tener más fe!”.+
25 Jesús, al darse cuenta de que una multitud venía corriendo hacia ellos, reprendió al espíritu maligno.* Le dijo: “Espíritu mudo y sordo, ¡te ordeno que salgas de él y no vuelvas a entrar más!”.+ 26 Después de gritar y sacudir al joven con muchas convulsiones, el espíritu salió. Y el joven quedó como muerto. De hecho, casi todos decían: “¡Está muerto!”. 27 Pero Jesús lo tomó de la mano y lo levantó, y el joven se puso de pie. 28 Después de que él y sus discípulos entraron en una casa, estos le preguntaron en privado: “¿Por qué no pudimos expulsarlo nosotros?”.+ 29 Él les respondió: “Esta clase de espíritu solo puede salir con oración”.
30 Entonces salieron de allí y atravesaron Galilea, pero él no quería que nadie se enterara 31 porque estaba enseñando a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del Hombre va a ser entregado* en manos de los hombres y lo matarán.+ Pero, aunque lo van a matar, tres días después resucitará”.*+ 32 Ellos no entendieron lo que dijo, y temían preguntárselo.
33 Y entraron en Capernaúm. Estando ya en la casa, él les preguntó: “¿De qué iban discutiendo por el camino?”.+ 34 Se quedaron callados, porque por el camino habían estado discutiendo entre ellos sobre quién era el mayor. 35 Así que él se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Si alguien quiere ser el primero, tiene que ser el último de todos y servir a* todos”.+ 36 Entonces tomó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo rodeó con sus brazos y les dijo: 37 “El que recibe a uno de estos niños en mi nombre+ también me recibe a mí; y el que me recibe a mí no solo me recibe a mí, sino también al que me envió”.+
38 Juan le dijo: “Maestro, vimos a alguien que expulsaba demonios usando tu nombre; pero, como no andaba con nosotros, tratamos de impedírselo”.+ 39 Pero Jesús contestó: “No traten de impedírselo, porque nadie puede hacer un milagro* en mi nombre y al momento ponerse a hablar mal de mí. 40 Porque el que no está contra nosotros está a favor de nosotros.+ 41 Y, les digo la verdad, quien les dé un vaso de agua porque ustedes le pertenecen a Cristo+ de ninguna manera se quedará sin su recompensa.+ 42 Pero a quien haga tropezar a uno de estos pequeños que tienen fe, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas piedras de molino que los burros hacen girar y lo lanzaran al mar.+
43 ”Si alguna vez tu mano te hace tropezar,* córtatela. Es preferible que alcances la vida manco a que con las dos manos vayas a parar a la Gehena,* al fuego que no se puede apagar.+ 44 * 45 Y, si tu pie te hace tropezar, córtatelo. Es preferible que alcances la vida cojo a que con los dos pies seas echado a la Gehena.+ 46 * 47 Y, si tu ojo te hace tropezar, échalo lejos.+ Es preferible que entres en el Reino de Dios con un solo ojo a que con los dos ojos seas echado a la Gehena,+ 48 donde el gusano* no muere y el fuego no se apaga.+
49 ”Porque todos tienen que ser salados con fuego.+ 50 La sal es muy buena. Pero, si deja de ser salada, ¿con qué le devolverán su sabor?+ Tengan sal en ustedes+ y mantengan la paz unos con otros”.+
10 Después se fue de allí y llegó a los límites de Judea, al otro lado del Jordán. De nuevo se juntaron multitudes a su alrededor. Y, como de costumbre, se puso a enseñarles.+ 2 Entonces se dirigieron a él unos fariseos que querían ponerlo a prueba y le preguntaron si estaba permitido que un hombre se divorciara de su esposa.+ 3 Él les respondió: “¿Qué les mandó Moisés?”. 4 Ellos dijeron: “Moisés permitió que se escribiera un certificado de divorcio y se despidiera a la esposa”.+ 5 Entonces Jesús les dijo: “Moisés les puso por escrito ese mandamiento por la terquedad* de ustedes.+ 6 Pero, en el principio de la creación, Dios* ‘los hizo hombre y mujer’+ 7 y ‘por esa razón el hombre dejará a su padre y a su madre,+ 8 y los dos serán una sola carne’,*+ así que ya no son dos, sino una sola carne. 9 Por lo tanto, lo que Dios ha unido,* que no lo separe ningún hombre”.+ 10 Cuando volvieron a estar en la casa, los discípulos se pusieron a preguntarle sobre este asunto. 11 Él les dijo: “Todo el que se divorcie de su esposa y se case con otra comete adulterio+ contra la primera. 12 Y, si alguna vez una mujer se divorcia de su esposo y se casa con otro, también ella comete adulterio”.+
13 Entonces la gente empezó a traerle niños para que los tocara,* pero los discípulos los reprendieron.+ 14 Al ver esto, Jesús se indignó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí. No traten de impedírselo, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos.+ 15 Les aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño jamás entrará en él”.+ 16 Y tomó a los niños en sus brazos y comenzó a bendecirlos poniendo las manos sobre ellos.+
17 Cuando iba por el camino, un hombre vino corriendo, cayó de rodillas delante de él y le preguntó: “Buen Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”.+ 18 Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno excepto uno solo: Dios.+ 19 Tú conoces los mandamientos: no asesines,+ no cometas adulterio,+ no robes,+ no des falso testimonio,+ no cometas fraude,+ honra a tu padre y a tu madre”.+ 20 El hombre le dijo: “Maestro, llevo obedeciendo todo esto desde muy joven”. 21 Jesús lo miró y, sintiendo cariño por él, le dijo: “Te falta una cosa: ve a vender lo que tienes y dales el dinero a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sé mi seguidor”.+ 22 Pero, al oír esta respuesta, el hombre se desanimó y se fue muy triste, ya que tenía muchas posesiones.+
23 Después de mirar a su alrededor, Jesús les dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil va a ser para los que tienen dinero entrar en el Reino de Dios!”.+ 24 Pero a los discípulos les sorprendieron sus palabras. Jesús entonces les dijo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! 25 Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios”.+ 26 Eso los dejó más impactados todavía, y le dijeron:* “Entonces, ¿quién se podrá salvar?”.+ 27 Mirándolos directamente, Jesús les dijo: “Para los humanos esto es imposible, pero no para Dios, porque para Dios todo es posible”.+ 28 Pedro se puso a decirle: “Mira que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”.+ 29 Jesús les dijo: “Les aseguro que no hay nadie que haya dejado hogar, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mí y por las buenas noticias+ 30 que no reciba ahora, en este tiempo, 100 veces más —casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, aunque con persecuciones—+ y, en el sistema* que viene, vida eterna. 31 Pero muchos que son primeros serán últimos, y muchos que son últimos serán primeros”.+
32 Ahora bien, todos iban por el camino que sube a Jerusalén. Jesús iba delante y los discípulos lo seguían asombrados, y a los que venían detrás les dio miedo. De nuevo se llevó aparte a los Doce y les empezó a recordar las cosas que le pasarían poco tiempo después.+ 33 Les dijo: “Miren, estamos subiendo a Jerusalén, y allí el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sacerdotes principales y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a hombres de las naciones. 34 Estos se burlarán de él, le escupirán y le darán latigazos, y lo matarán, pero tres días después resucitará”.*+
35 Santiago y Juan, los dos hijos de Zebedeo,+ se le acercaron y le dijeron: “Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que te pidamos”.+ 36 “¿Qué quieren que haga por ustedes?”, les preguntó él. 37 Ellos le contestaron: “Concédenos sentarnos contigo, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”.+ 38 Pero Jesús les dijo: “Ustedes no saben lo que están pidiendo. ¿Acaso pueden beber de la copa de la que yo estoy bebiendo o ser bautizados con el bautismo con el que se me está bautizando a mí?”.+ 39 “Sí podemos”, le respondieron. Entonces Jesús les dijo: “Ustedes van a beber de la copa de la que yo estoy bebiendo y van a ser bautizados con el bautismo con el que se me está bautizando a mí.+ 40 Pero yo no soy el que dice quiénes van a sentarse a mi derecha o a mi izquierda. Esos lugares son para aquellos para quienes han sido preparados”.
41 Cuando los otros 10 se enteraron de esto, se indignaron con Santiago y Juan.+ 42 Pero Jesús los reunió a todos y les dijo: “Saben que los que parecen gobernar a* las naciones dominan al pueblo y que sus hombres importantes tienen autoridad sobre la gente.+ 43 Entre ustedes no debe ser así. Más bien, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que servir a* los demás+ 44 y el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser el esclavo de todos. 45 Y es que ni siquiera el Hijo del Hombre vino para que le sirvieran, sino para servir a los demás+ y para dar su vida* como rescate a cambio de muchas personas”.+
46 Entonces entraron en Jericó. Cuando Jesús y sus discípulos salían de Jericó con una multitud bastante grande, Bartimeo (hijo de Timeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.+ 47 Al oír que el que pasaba era Jesús el Nazareno, empezó a gritar: “¡Hijo de David,+ Jesús! ¡Ten compasión* de mí!”.+ 48 Ante eso, muchos se pusieron a reprenderlo y le decían que se callara, pero él gritaba más todavía: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”. 49 Así que Jesús se detuvo y les dijo: “Llámenlo, que venga aquí”. Ellos le dijeron al ciego: “¡Ánimo! Levántate, que te está llamando”. 50 Quitándose rápidamente el manto, él se puso de pie de un salto y fue adonde estaba Jesús. 51 Entonces Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le respondió: “Rabbóni,* que recupere la vista”. 52 Y Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha curado”.+ Enseguida el hombre volvió a ver,+ y empezó a seguirlo por el camino.
11 Ahora bien, al acercarse a Jerusalén, cuando estaban por el monte de los Olivos —donde se encuentran Betfagué y Betania—,+ Jesús mandó a dos de sus discípulos+ 2 con estas instrucciones: “Vayan a la aldea que ven allí. En cuanto entren, encontrarán un burrito atado en el que hasta ahora no se ha montado nadie. Desátenlo y tráiganlo. 3 Y, si alguien les pregunta ‘¿Qué están haciendo?’, ustedes contéstenle ‘Es que el Señor lo necesita, pero lo devolverá enseguida’”. 4 Así que se fueron y encontraron al burrito atado junto a una puerta, afuera, en la calle lateral, y lo desataron.+ 5 Pero algunos de los que estaban por allí les preguntaron: “¿Qué están haciendo desatando al burrito?”. 6 Los discípulos les contestaron lo que Jesús les había dicho, y ellos los dejaron ir.
7 Entonces le trajeron el burrito+ a Jesús y le pusieron encima sus mantos, y Jesús se sentó en él.+ 8 Muchos extendían sus mantos en el camino y otros cortaban ramas de los campos.+ 9 Y tanto los que iban delante de él como los que iban detrás gritaban: “¡Salva, rogamos!+ ¡Bendito el que viene en el nombre de Jehová!*+ 10 ¡Bendito el Reino que viene, el Reino de nuestro padre David!+ ¡Salva, rogamos, en las alturas!”. 11 Después de entrar en Jerusalén, Jesús fue al templo y le echó un vistazo a todo. Pero, como ya era tarde, salió para Betania con los Doce.+
12 Al día siguiente, cuando salían de Betania, le dio hambre.+ 13 Desde lejos vio una higuera que tenía hojas, y fue a ver si encontraba algún fruto. Pero, al acercarse, no encontró nada, solo hojas, porque todavía no era la temporada de los higos. 14 Así que le dijo: “Que nadie vuelva a comer de tu fruto jamás”.+ Y sus discípulos lo escucharon.
15 Después de llegar a Jerusalén, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los que vendían y compraban allí. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los bancos de los que vendían palomas.+ 16 Además, no dejaba que nadie transportara ningún objeto cruzando por el templo. 17 Luego estuvo enseñándole a la gente y diciéndole: “¿Acaso no está escrito ‘Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones’?+ Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”.+ 18 Los sacerdotes principales y los escribas se enteraron y empezaron a buscar la manera de acabar con él.+ Y es que le tenían miedo, porque la multitud estaba impactada con su enseñanza.+
19 Cuando se estaba haciendo tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad. 20 Temprano al día siguiente, al pasar junto a la higuera, vieron que se había secado de raíz.+ 21 Pedro, acordándose de lo sucedido, le dijo: “¡Rabí, mira! La higuera que maldijiste se secó”.+ 22 Al oír eso, Jesús les dijo: “Tengan fe en Dios. 23 Les aseguro que, si alguien le dice a esta montaña ‘Levántate y lánzate al mar’, y se lo dice sin tener dudas en su corazón, sino teniendo fe en que así va a suceder, conseguirá que eso se haga realidad.+ 24 Por eso les digo: todas las cosas que pidan en sus oraciones, pídanlas con fe y denlas por recibidas, y las tendrán.+ 25 Cuando estén de pie orando, perdonen cualquier cosa que tengan contra alguien, para que su Padre que está en los cielos también les perdone a ustedes sus ofensas”.+ 26 *
27 Entonces llegaron de nuevo a Jerusalén y, mientras él caminaba por el templo, vinieron los sacerdotes principales, los escribas y los ancianos, 28 y le preguntaron: “¿Con qué autoridad haces tú estas cosas? ¿Quién te autorizó a hacer estas cosas?”.+ 29 Jesús les respondió: “Les voy a hacer una pregunta. Si ustedes me la responden, yo les diré con qué autoridad hago estas cosas. 30 El bautismo que Juan realizaba,+ ¿venía del cielo, o venía de los hombres?* Contéstenme”.+ 31 De modo que ellos empezaron a razonar sobre el asunto unos con otros. Decían: “Si le contestamos que venía del cielo, él dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creyeron?’. 32 Pero ¿quién se atreve a decir que venía de los hombres?”. Le tenían miedo a la multitud, porque todos consideraban que Juan realmente había sido un profeta.+ 33 Así que le respondieron a Jesús: “No lo sabemos”. Y Jesús les dijo: “Pues yo tampoco les digo con qué autoridad hago estas cosas”.
12 Entonces empezó a hablarles usando comparaciones.* Les dijo: “Un hombre plantó una viña+ y la rodeó con una cerca. Además, excavó un lagar y construyó una torre.+ Luego les alquiló la viña a unos agricultores y viajó al extranjero.+ 2 A su debido tiempo, les envió un esclavo a los agricultores para recibir de ellos su parte del fruto de la viña. 3 Pero ellos lo agarraron, le dieron una paliza y lo mandaron de vuelta con las manos vacías. 4 Y el dueño les envió otro esclavo, y a este lo golpearon en la cabeza y lo humillaron.+ 5 Luego envió otro, y lo mataron. Y envió muchos más; a algunos les dieron una paliza y a otros los mataron. 6 Todavía le quedaba alguien más: un hijo amado.+ Así que en último lugar lo envió a él, porque decía: ‘Respetarán a mi hijo’. 7 Pero los agricultores se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero.+ Vamos, matémoslo; así la herencia será nuestra’. 8 De modo que lo agarraron, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.+ 9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, matará a los agricultores y les dará la viña a otros.+ 10 ¿Es que nunca leyeron este pasaje de las Escrituras: ‘La piedra que los constructores rechazaron, esa ha llegado a ser la principal piedra angular’?*+ 11 ¿Y no leyeron: ‘Esta ha venido de Jehová* y para nosotros es maravillosa’?”.+
12 Como sus enemigos se dieron cuenta de que la comparación la había hecho pensando en ellos, quisieron arrestarlo, pero le tenían miedo a la multitud. Así que lo dejaron y se fueron.+
13 Entonces le enviaron algunos de los fariseos y de los miembros del partido de Herodes para que lo atraparan en sus propias palabras.+ 14 Al llegar, estos le dijeron: “Maestro, sabemos que siempre dices la verdad y que no buscas la aprobación de nadie, porque no te fijas en la apariencia de la gente, sino que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. ¿Está permitido* que le paguemos tributo* a César, o no? 15 ¿Lo debemos pagar, o no lo debemos pagar?”. Pero él, al notar su hipocresía, les contestó: “¿Por qué me ponen a prueba? Tráiganme un denario* para que lo vea”. 16 Así que se lo trajeron y él les preguntó: “¿De quién es esta imagen y el nombre que está aquí escrito?”. “De César”, le respondieron. 17 Jesús entonces dijo: “Páguenle a César lo que es de César,+ pero a Dios lo que es de Dios”.+ Y ellos se quedaron asombrados con él.
18 Entonces vinieron los saduceos —que dicen que no hay resurrección—+ y le preguntaron:+ 19 “Maestro, Moisés nos dejó escrito que, si el hermano de un hombre muere dejando esposa pero no hijos, este hombre debe casarse con la viuda para darle descendencia al hermano que murió.+ 20 Resulta que hubo siete hermanos. El primero tomó una esposa, pero se murió sin dejar descendencia. 21 Y el segundo se casó con la viuda, pero también se murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. 22 Y ninguno de los siete dejó descendencia. Después de que todos murieron, también se murió la mujer. 23 En la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa? Porque los siete estuvieron casados con ella”. 24 Jesús les respondió: “¿Acaso no es esta la razón por la que están equivocados: que no conocen ni las Escrituras ni el poder de Dios?+ 25 Porque, cuando se levantan de entre los muertos, los hombres no se casan ni las mujeres son entregadas en matrimonio, sino que son como los ángeles en los cielos.+ 26 Pero, en cuanto a que los muertos sean resucitados,* ¿no leyeron en el libro de Moisés, en el relato de la zarza, que Dios le dijo: ‘Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’?+ 27 Él no es Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados”.+
28 Uno de los escribas que habían llegado oyó la discusión. Al ver que Jesús les había respondido muy bien, le preguntó: “¿Cuál es el primero* de todos los mandamientos?”.+ 29 Jesús contestó: “El primero es: ‘Escucha, oh, Israel. Jehová* nuestro Dios es un solo Jehová.* 30 Ama a Jehová* tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,* con toda tu mente y con todas tus fuerzas’.+ 31 Y el segundo es este: ‘Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo’.+ No hay ningún mandamiento más importante que estos dos”. 32 El escriba le dijo: “Respondiste bien, Maestro, de acuerdo con la verdad: ‘Él es uno solo, y no hay otro aparte de élʼ.+ 33 Y amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale mucho más que todas las ofrendas quemadas y los sacrificios”.+ 34 Jesús, al ver que había respondido con inteligencia, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se animó a hacerle más preguntas.+
35 Pero Jesús, que siguió enseñando en el templo, preguntó: “¿Cómo es que los escribas dicen que el Cristo es hijo de David?+ 36 Guiado por el espíritu santo,+ David mismo dijo: ‘Jehová* le dijo a mi Señor: “Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies”’.+ 37 David mismo lo llama Señor; entonces, ¿cómo es posible que sea su hijo?”.+
Y la multitud, que era grande, lo escuchaba con gusto. 38 Cuando estaba enseñando, les dijo: “Cuidado con los escribas a los que les gusta pasearse con túnicas largas y que los estén saludando en las plazas de mercado,+ 39 y ocupar los asientos del frente* en las sinagogas y los lugares más destacados en las cenas.+ 40 Devoran los bienes* de las viudas y, para lucirse,* hacen largas oraciones. Ellos recibirán un juicio más duro”.
41 Y se sentó en un lugar desde donde se veían las arcas* del tesoro,+ y se puso a observar cómo la gente echaba dinero en ellas; muchos ricos echaban muchas monedas.+ 42 Entonces vino una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.*+ 43 Él llamó a sus discípulos y les dijo: “Les aseguro que esta viuda pobre echó en las arcas del tesoro más que todos los demás.+ 44 Porque todos ellos dan de lo que les sobra; pero ella, que es tan pobre,* lo echó todo, todo lo que tenía para vivir”.+
13 Cuando él estaba saliendo del templo, uno de sus discípulos le dijo: “Maestro, ¡mira qué maravilla de piedras y de edificios!”.+ 2 Pero Jesús le dijo: “¿Ves estos grandes edificios? De ninguna manera va a quedar aquí piedra sobre piedra. Todo será demolido”.+
3 Mientras él estaba sentado en el monte de los Olivos con el templo a la vista, Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron en privado: 4 “Dinos, ¿cuándo pasarán esas cosas, y qué señal habrá de que todas esas cosas van a llegar a su conclusión?”.+ 5 Así que Jesús empezó a decirles: “Tengan cuidado. Que nadie los engañe.*+ 6 Van a venir muchos usando mi nombre y diciendo ‘Ese soy yo’, y engañarán a mucha gente. 7 Además, cuando oigan de guerras y noticias de guerras, no se alarmen, porque estas cosas tienen que suceder, pero todavía no es el fin.+
8 ”Porque peleará nación contra nación y reino contra reino,+ y habrá terremotos en un lugar tras otro; también habrá hambre.+ Esto es el principio de grandes sufrimientos.*+
9 ”Y ustedes, tengan cuidado. Los van a entregar a los tribunales locales+ y los van a golpear en las sinagogas+ y, por causa de mí, se les obligará a presentarse ante gobernadores y reyes. Eso les servirá de testimonio a ellos.+ 10 Además, primero se tienen que predicar las buenas noticias en todas las naciones.+ 11 Pero, cuando los lleven para entregarlos a las autoridades, no se angustien pensando de antemano en lo que van a decir; digan lo que se les indique en ese momento, porque no van a ser ustedes los que hablen, sino el espíritu santo.+ 12 Además, el hermano entregará a su hermano para que lo maten, y el padre a su hijo, y los hijos se volverán contra sus padres y harán que los maten.+ 13 Toda la gente los odiará por causa de mi nombre.+ Pero el que aguante* hasta el fin+ será salvado.+
14 ”Ahora bien, cuando vean la cosa repugnante y devastadora+ de pie donde no debe estar (que el lector tenga discernimiento), entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas.+ 15 El que esté en la azotea,* que no baje ni entre a sacar nada de su casa, 16 y el que esté en el campo, que no vuelva a las cosas que dejó atrás para buscar su manto. 17 ¡Ay de las mujeres que estén embarazadas o amamantando en esos días!+ 18 Oren vez tras vez para que no ocurra en invierno. 19 Porque esos días serán días de tribulación.*+ Desde el principio de la creación, que Dios creó, hasta ahora, no ha habido una tribulación igual, y nunca más la habrá.+ 20 De hecho, si Jehová* no acortara ese tiempo, nadie* se salvaría. Pero, por causa de los escogidos, los que él escogió, acortará* ese tiempo.+
21 ”También, si entonces alguien les dice ‘¡Miren, el Cristo está aquí!’ o ‘¡Miren, está allá!’, no lo crean.+ 22 Porque se presentarán falsos cristos y falsos profetas,+ y harán milagros* y cosas impresionantes* para desviar, de ser posible, a los escogidos. 23 Así que tengan cuidado.+ Les he dicho todo antes de que pase.
24 ”Pero en esos días, después de esa tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su luz,+ 25 las estrellas irán cayendo del cielo y los poderes que están en los cielos serán sacudidos. 26 Entonces verán al Hijo del Hombre+ viniendo en las nubes con gran poder y gloria.+ 27 Y él entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus escogidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.+
28 ”Aprendan de esta comparación con* la higuera. En cuanto su rama nueva se pone tierna y echa hojas, ustedes saben que el verano está cerca.+ 29 Lo mismo ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que él* está cerca, a las puertas.+ 30 Les aseguro que esta generación de ningún modo desaparecerá hasta que sucedan todas estas cosas.+ 31 El cielo y la tierra desaparecerán,+ pero mis palabras no desaparecerán jamás.+
32 ”Ahora bien, el día o la hora no los sabe nadie, ni los ángeles en el cielo ni el Hijo; solo el Padre.+ 33 Manténganse atentos, manténganse despiertos,+ porque no saben cuándo es el tiempo fijado.+ 34 Esto es como el hombre que viajó al extranjero y, al dejar su casa, puso a sus esclavos a cargo de ella+ y le dio a cada uno su trabajo, y al portero le ordenó que estuviera siempre vigilante.+ 35 Así que estén siempre vigilantes, porque no saben cuándo viene el señor de la casa,+ si tarde en el día o a medianoche o antes del amanecer* o temprano por la mañana.+ 36 No sea que, cuando de repente venga, los encuentre durmiendo.+ 37 Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: estén siempre vigilantes”.+
14 Ahora bien, dos días después era la Pascua+ y la Fiesta de los Panes Sin Levadura.+ Y los sacerdotes principales y los escribas estaban buscando la manera de atrapar* a Jesús con astucia* y matarlo.+ 2 Porque decían: “Durante la fiesta no; el pueblo podría alborotarse”.
3 Cuando él estaba en Betania, comiendo* en casa de Simón el leproso, se le acercó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un aceite perfumado muy caro, de nardo puro. Después de romper el frasco, comenzó a derramárselo a Jesús en la cabeza.+ 4 Al ver esto, algunos se indignaron y comentaron entre ellos: “¿A qué viene este desperdicio de aceite perfumado? 5 Este aceite perfumado se podría haber vendido por más de 300 denarios...* ¡y ese dinero se les podría haber dado a los pobres!”. Se enojaron muchísimo con ella.* 6 Pero Jesús les dijo: “Déjenla tranquila. ¿Por qué quieren causarle problemas? Ha hecho algo muy bueno por mí.+ 7 Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes+ y los pueden ayudar cuando quieran, pero a mí no me van a tener siempre.+ 8 Ella hizo lo que pudo; derramó de antemano aceite perfumado sobre mi cuerpo, en vista de mi entierro.+ 9 Les aseguro que, en todo el mundo, en cualquier lugar donde se prediquen las buenas noticias,+ también se contará lo que hizo esta mujer, y así será recordada”.+
10 Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue a ver a los sacerdotes principales para entregarles a Jesús.*+ 11 Al oírlo, ellos quedaron encantados y prometieron darle dinero.*+ Así que él se puso a buscar una oportunidad para traicionarlo.
12 Ahora bien, el primer día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura,+ cuando tenían la costumbre de ofrecer el sacrificio de la Pascua,+ sus discípulos le preguntaron: “¿Adónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas la Pascua?”.+ 13 Entonces, él envió a dos de sus discípulos con este encargo: “Vayan a la ciudad. Allí se encontrará con ustedes un hombre que lleva una vasija de barro con agua. Síganlo+ 14 y, donde sea que él entre, díganle al señor de la casa: ‘El Maestro dice: “¿Dónde está el cuarto de invitados, para que yo coma la Pascua con mis discípulos?”’. 15 Y él les mostrará en la parte alta una habitación grande, amueblada y lista. Hagan allí los preparativos para nosotros”. 16 Los discípulos se fueron, entraron en la ciudad y lo encontraron todo tal como él les había dicho; entonces hicieron los preparativos para la Pascua.
17 Después de caer la tarde, él llegó allí con los Doce.+ 18 Y, mientras estaban sentados* a la mesa comiendo, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar, uno de los que están comiendo aquí conmigo”.+ 19 Ellos se pusieron muy tristes y uno tras otro le fueron diciendo: “No seré yo, ¿verdad?”. 20 Él les dijo: “Es uno de los Doce, el que moja el pan conmigo en la fuente.+ 21 El Hijo del Hombre se va, tal como se escribió acerca de él. Pero ¡ay del que va a traicionar al Hijo del Hombre!+ Más le valdría no haber nacido”.+
22 Mientras seguían comiendo, él tomó un pan, hizo una oración,* lo partió, se lo dio a ellos y les dijo: “Tómenlo; esto representa mi cuerpo”.+ 23 Y tomó una copa, le dio gracias a Dios y se la dio a ellos, y todos bebieron de ella.+ 24 Y les dijo: “Esto representa mi sangre,+ ‘la sangre del pacto’,+ que va a ser derramada en beneficio de muchas personas.+ 25 Les aseguro que ya no beberé más del producto de la vid hasta el día en que beba vino nuevo en el Reino de Dios”. 26 Por último, después de cantar alabanzas,* se fueron al monte de los Olivos.+
27 Y Jesús les dijo: “Todos ustedes van a fallar,* porque está escrito: ‘Heriré al pastor+ y las ovejas serán dispersadas’.+ 28 Pero, después de ser resucitado,* iré delante de ustedes camino a Galilea”.+ 29 Pedro le respondió: “Incluso si todos los demás fallan,* yo no lo haré”.+ 30 Entonces Jesús le dijo: “Te aseguro que hoy mismo, esta misma noche, antes de que un gallo cante dos veces, tú negarás tres veces que me conoces”.+ 31 Pero él seguía insistiendo: “Aunque tenga que morir contigo, yo nunca negaré conocerte”. Y todos los demás empezaron a decir lo mismo.+
32 Entonces llegaron a un lugar llamado Getsemaní, y él les dijo a sus discípulos: “Quédense aquí sentados mientras yo oro”.+ 33 Y se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan,+ y empezó a sentirse profundamente afligido* y muy angustiado. 34 Les dijo: “Estoy tan angustiado+ que siento que me muero.* Quédense aquí y manténganse despiertos”.+ 35 Luego se alejó un poco de ellos, cayó al suelo y empezó a orar pidiendo que, si era posible, no le llegara aquella difícil hora. 36 Decía: “Abba,* Padre,+ para ti todo es posible; quítame esta copa. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”.+ 37 Después volvió adonde estaban ellos y los encontró dormidos. Y le preguntó a Pedro: “Simón, ¿te dormiste? ¿No tuviste fuerzas para mantenerte despierto ni siquiera una hora?+ 38 Manténganse despiertos y oren constantemente para que no caigan en la tentación.+ Claro, el espíritu está dispuesto, pero la carne* es débil”.+ 39 Entonces se fue a orar de nuevo y pidió lo mismo que antes.+ 40 Volvió otra vez y los encontró durmiendo, porque tenían los ojos cargados de sueño. Y ellos no sabían qué decirle. 41 Y vino por tercera vez y les dijo: “¡Están durmiendo y descansando en un momento como este! ¡Basta! ¡Ha llegado la hora!+ Miren, el Hijo del Hombre va a ser entregado* en manos de pecadores. 42 Levántense, vámonos. Miren, ya está llegando el que me va a traicionar”.+
43 Enseguida, mientras él todavía estaba hablando, llegó Judas, uno de los Doce, y con él venía una multitud armada con espadas y garrotes, enviada por los sacerdotes principales, los escribas y los ancianos.+ 44 Ahora bien, el traidor había quedado en darles esta señal: “Al que yo bese, ese es. Deténganlo y llévenselo bien custodiado”. 45 Así que fue directamente hacia él, se le acercó y le dijo “¡Rabí!”, y le dio un beso cariñoso. 46 De modo que lo agarraron y lo detuvieron. 47 Pero uno de los que estaban allí sacó su espada, atacó al esclavo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.+ 48 Por su parte, Jesús les dijo: “¿Salieron con espadas y garrotes para arrestarme como si yo fuera un ladrón?+ 49 Día tras día estuve con ustedes enseñando en el templo+ y no me detuvieron. Pero esto ha pasado para que se cumplan las Escrituras”.+
50 Y todos lo abandonaron y huyeron.+ 51 Pero cierto joven que solo llevaba puesta una prenda de lino de calidad comenzó a seguirlo de cerca. Trataron de atraparlo, 52 pero él dejó atrás su prenda de lino y se escapó desnudo.*
53 Entonces llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote,+ y todos los sacerdotes principales, los ancianos y los escribas se reunieron.+ 54 Pedro lo siguió de lejos hasta entrar en el patio del sumo sacerdote, donde se quedó sentado con los sirvientes de la casa calentándose junto al fuego.+ 55 Los sacerdotes principales y todo el Sanedrín buscaban algún testimonio contra Jesús para que lo mataran, pero no encontraban ninguno.+ 56 Y la verdad es que muchos presentaban acusaciones falsas contra él,+ pero sus testimonios no coincidían. 57 También, algunos se pusieron de pie y lanzaron este testimonio falso contra él: 58 “Nosotros le oímos decir: ‘Yo derribaré este templo que fue hecho por la mano del hombre y en tres días levantaré otro que no estará hecho por la mano del hombre’”.+ 59 Pero ni en esto coincidían sus testimonios.
60 Entonces el sumo sacerdote se puso de pie en medio de ellos y le preguntó a Jesús: “¿No respondes nada? ¿Qué hay de lo que estos hombres testifican contra ti?”.+ 61 Pero él se quedó callado, no respondió nada.+ De nuevo el sumo sacerdote se puso a interrogarlo. Le preguntó: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?”. 62 Jesús entonces le respondió: “Lo soy. Y ustedes verán al Hijo del Hombre+ sentado a la derecha+ del poder y viniendo con las nubes del cielo”.+ 63 Al oír esto, el sumo sacerdote se rasgó la ropa y dijo: “¿Para qué necesitamos más testigos?+ 64 Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Cuál es su decisión?”.* Todos decidieron que merecía morir.+ 65 Y algunos se pusieron a escupirle,+ a cubrirle la cara, a darle puñetazos y a decir: “¡Profetiza!”. Y, después de darle bofetadas, los guardias del tribunal se lo llevaron.+
66 Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una de las sirvientas del sumo sacerdote.+ 67 Cuando vio a Pedro calentándose junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo: “Tú también andabas con el Nazareno, ese Jesús”. 68 Pero él lo negó. Dijo: “Ni lo conozco ni entiendo de qué me hablas”. Entonces salió a la entrada.* 69 Pero la sirvienta lo vio y otra vez se puso a decirles a los que estaban allí: “Este es uno de ellos”. 70 Y él seguía negándolo. Poco después, los que estaban por allí se pusieron a decirle de nuevo a Pedro: “No hay duda de que tú eres uno de ellos, porque está claro que eres galileo”. 71 Entonces, él empezó a maldecir y a jurar: “¡Yo no conozco al hombre del que hablan!”. 72 Al instante, un gallo cantó por segunda vez+ y Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: “Antes de que un gallo cante dos veces, tú negarás tres veces que me conoces”.+ Destrozado, rompió a llorar.
15 Apenas amaneció, los sacerdotes principales, los ancianos y los escribas —es decir, todo el Sanedrín— se reunieron para decidir qué hacer; y, después de atar a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato.+ 2 Y Pilato le hizo esta pregunta: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.+ Él le contestó: “Sí, tú mismo lo estás diciendo”.+ 3 Pero los sacerdotes principales lo acusaban de muchas cosas. 4 Entonces Pilato se puso de nuevo a interrogarlo. Le dijo: “¿No respondes nada?+ Mira de todo lo que te acusan”.+ 5 Pero Jesús ya no le respondió nada más, y eso dejó asombrado a Pilato.+
6 Ahora bien, en cada fiesta, Pilato solía poner en libertad al preso que la gente pidiera.+ 7 En ese entonces estaba en prisión un hombre llamado Barrabás, a quien habían encarcelado con los rebeldes que habían cometido asesinato en su rebelión contra las autoridades.* 8 Así que la multitud se acercó y empezó a pedirle a Pilato que hiciera por ellos lo que solía hacer. 9 Él les contestó: “¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?”.+ 10 Y es que Pilato se daba cuenta de que los sacerdotes principales lo habían entregado por envidia.+ 11 Pero los sacerdotes principales incitaron a la multitud a que más bien pidiera la libertad para Barrabás.+ 12 Pilato, dirigiéndose a ellos de nuevo, les dijo: “Entonces, ¿qué hago con este hombre al que ustedes llaman el rey de los judíos?”.+ 13 Ellos volvieron a gritar: “¡Al madero con él!”.+ 14 Y Pilato les decía: “Pero ¿por qué? ¿Qué mal ha hecho?”. Con todo, ellos gritaron más alto todavía: “¡Al madero con él!”.+ 15 Así que Pilato, como quería complacer a la multitud, les puso en libertad a Barrabás. Y, después de ordenar que le dieran latigazos a Jesús,+ lo entregó para que lo ejecutaran en el madero.+
16 Entonces los soldados lo llevaron al patio, el que está dentro de la residencia del gobernador, y convocaron a toda la tropa.+ 17 Lo vistieron de púrpura y trenzaron una corona de espinas y se la pusieron. 18 Y comenzaron a gritarle: “¡Viva el rey de los judíos!”.+ 19 Además, le pegaban en la cabeza con una caña y le escupían. También se ponían de rodillas y se inclinaban ante él.* 20 Finalmente, cuando terminaron de burlarse de él, le quitaron la ropa púrpura y volvieron a ponerle su ropa. Y luego lo llevaron afuera para clavarlo al madero.+ 21 Pasaba por allí un hombre que venía del campo —un tal Simón de Cirene, el padre de Alejandro y Rufo—, y lo obligaron a prestar el servicio de cargar con el madero de tormento.*+
22 Y llevaron a Jesús al lugar llamado Gólgota, que traducido significa “lugar de la calavera”.+ 23 Allí intentaron darle vino mezclado con mirra,*+ pero él no quiso tomarlo. 24 Y lo clavaron al madero y echaron suertes para repartirse su ropa, para decidir quién se quedaba con qué.+ 25 Era la hora tercera* cuando lo clavaron al madero. 26 El letrero con la causa de su condena decía: “El rey de los judíos”.+ 27 Además, junto a él fijaron en maderos a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda.+ 28 * 29 Y los que pasaban por allí lo insultaban meneando la cabeza+ y diciendo: “¡Bah! Tú, el que iba a derribar el templo y a construirlo en tres días,+ 30 bájate del madero de tormento y sálvate”. 31 Los sacerdotes principales junto con los escribas se burlaban de él de la misma manera. Decían entre ellos: “¡Salvó a otros, pero a sí mismo no se puede salvar!+ 32 Que el Cristo, el rey de Israel, baje ahora del madero de tormento. Cuando lo veamos, creeremos”.+ Y hasta los que estaban al lado suyo en los maderos lo insultaban.+
33 Cuando llegó la hora sexta,* toda aquella tierra se cubrió de una oscuridad que duró hasta la hora novena.*+ 34 Y, a la hora novena, Jesús gritó con fuerza: “Éli, Éli, ¿láma sabakhtháni?”, que traducido significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.+ 35 Algunos de los que estaban por allí cerca, al oírlo, se pusieron a decir: “¡Escuchen, está llamando a Elías!”. 36 Entonces alguien fue corriendo a empapar una esponja en vino agrio, la puso en una caña y se la acercó para que bebiera.+ Decía: “¡Déjenlo! A ver si viene Elías a bajarlo”. 37 Pero Jesús lanzó un fuerte grito y murió.*+ 38 Y la cortina del santuario+ se rasgó en dos, de arriba abajo.+ 39 Ahora bien, cuando el oficial del ejército que estaba de pie delante de él vio que había muerto en estas circunstancias, dijo: “Está claro que este hombre era el Hijo de Dios”.+
40 Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de Josés, y Salomé.+ 41 Estas mujeres lo acompañaban y lo atendían+ cuando estaba en Galilea. También había allí muchas otras mujeres que habían subido con él a Jerusalén.
42 Como ya era el final de la tarde y era el día de la preparación, es decir, la víspera del sábado, 43 José de Arimatea —un miembro respetado del Consejo,* quien también esperaba el Reino de Dios— se armó de valor, se presentó delante de Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.+ 44 Pero Pilato se preguntaba si Jesús ya estaría muerto, así que mandó llamar al oficial del ejército y se lo preguntó. 45 Una vez que el oficial del ejército se lo confirmó, él le dio permiso a José para llevarse el cuerpo. 46 José compró tela de lino de calidad y bajó el cuerpo de Jesús. Después lo envolvió en la tela y lo puso en una tumba*+ excavada en la roca; entonces hizo rodar una piedra a la entrada de la tumba.+ 47 Pero María Magdalena y María la madre de Josés se quedaron mirando el lugar donde lo habían puesto.+
16 Entonces, cuando el sábado+ ya había pasado, María Magdalena, María+ la madre de Santiago y Salomé compraron especias aromáticas para ir a aplicárselas al cuerpo de Jesús.+ 2 Y muy temprano el primer día de la semana, cuando ya había salido el sol, fueron a la tumba.*+ 3 Y se decían unas a otras: “¿Quién nos moverá la piedra de la entrada de la tumba?”. 4 Pero, al levantar la vista, vieron que ya habían hecho rodar la piedra, a pesar de que era muy grande.+ 5 Cuando entraron en la tumba, vieron sentado a la derecha a un joven que llevaba puesta una túnica larga blanca. Y se quedaron atónitas. 6 Él les dijo: “No se alarmen.+ Ustedes buscan a Jesús el Nazareno, el que fue ejecutado en el madero. Ha sido resucitado.*+ No está aquí. Miren, este es el lugar donde lo pusieron.+ 7 Pero vayan, díganles a sus discípulos y a Pedro: ‘Va delante de ustedes camino a Galilea.+ Allí lo verán, tal como les dijo’”.+ 8 Así que salieron de la tumba y huyeron. Iban temblando y desbordadas de emoción. Y no le dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.*+
O “de las buenas nuevas”, “del evangelio”.
Lit. “de tu rostro”.
Ver apén. A5.
O “el bautizante”. Lit. “el que bautiza”.
O “sumergía”, “zambullía”.
Un insecto parecido al saltamontes o chapulín.
O “asalariados”.
Es decir, Jesús y algunos de sus discípulos.
Lit. “impuro”.
O “nueva enseñanza (doctrina)”.
O quizás “sabían quién era él”.
O “purificar”, “curar”.
Lit. “sabiendo en su espíritu”.
También llamado Mateo.
O “se reclinaron a la mesa”.
O “del pan de la presencia”.
Lit. “seca”.
Lit. “impuros”.
O “nombró”.
O “nombró”.
O “el Entusiasta”, “el Celoso”.
O “Beelzebub”. Un nombre aplicado a Satanás.
O “parábolas”, “ilustraciones”.
Lit. “casa”.
Lit. “impuro”.
O “excelente”.
O “nunca se volverán”.
O “el mensaje”.
O “gozo”.
O “abandonan la fe”.
O “esta era”. Ver glosario, sistema.
O “cesta de medir”. Recipiente para medir productos secos.
Lit. “la palabra”.
O “parábola”, “ilustración”.
O “el cojín”.
O “se acobardan”.
Lit. “impuro”.
O “de entre las tumbas conmemorativas”.
O “por la pendiente”.
Ver apén. A5.
Lit. “misericordia”.
O “la región de las Diez Ciudades”.
O “se está muriendo”.
O “le habían hecho pasar muchos dolores”.
O “Deja de tener miedo”.
O “con firmeza”.
O “semejantes obras poderosas”.
O “Y empezaron a tropezar por causa de él”.
O “ninguna obra poderosa”.
Lit. “impuros”.
Lit. “cobre”.
Ver Mt 10:9, nota.
O “una prenda de más”.
O “sigan hospedados”.
Lit. “el que bautiza”.
O “actúan en él obras poderosas”.
Lit. “levantado”.
O “reclinados a la mesa”.
Lit. “el que bautiza”.
O “los que estaban reclinados a la mesa”.
O “tumba conmemorativa”.
Ver apén. B14.
O “y pronunció una bendición”.
Más o menos entre las 3 de la madrugada y el amanecer (cerca de las 6 de la mañana).
O “estaba a punto de”.
Se refiere a la limpieza ceremonial de las manos.
O “injurie a”, “maldiga a”.
Ver apén. A3.
O “parábola”, “ilustración”.
Aquí la palabra griega pornéia aparece en plural. Ver glosario.
O “conducta desvergonzada”. En griego, asélgueia. Ver glosario.
O “el ojo envidioso”.
Lit. “impuro”.
O “sirofenicia de nacimiento”.
O “la región de las Diez Ciudades”.
O “en ayunas”.
O “pronunciar una bendición”.
O “cestas de provisiones”.
Lit. “en su espíritu”.
O “cestas de provisiones”.
Lit. “levantarse”.
O “deje de vivir para sí mismo”.
Ver glosario.
Lit. “adúltera”.
O “venido”.
O “cambió de aspecto”.
O “Maestro”.
O quizás “se guardaron el asunto para sí”.
O “restaura todas las cosas”.
Lit. “un espíritu mudo”.
Lit. “impuro”.
O “traicionado”.
Lit. “se levantará”.
O “ser ministro de”.
O “una obra poderosa”.
O “pecar”.
Ver glosario.
Ver apén. A3.
Ver apén. A3.
O “la cresa”.
Lit. “dureza de corazón”.
Lit. “él”.
O “un solo ser”.
O “ha puesto bajo el mismo yugo”.
Es decir, para que los bendijera.
O quizás “se dijeron unos a otros”.
O “la era”. Ver glosario, sistema.
Lit. “se levantará”.
O “son reconocidos como gobernantes de”.
O “ser ministro de”.
O “alma”.
Lit. “misericordia”.
Que significa ‘maestro’.
Ver apén. A5.
Ver apén. A3.
O “era de origen humano”.
O “parábolas”, “ilustraciones”.
Lit. “la cabeza del ángulo”.
Ver apén. A5.
O “Es correcto”.
O “la capitación”, es decir, el impuesto por persona.
Ver apén. B14.
Lit. “levantados”.
O “más importante”.
Ver apén. A5.
Ver apén. A5.
Ver apén. A5.
Ver glosario.
Ver apén. A5.
O “los mejores asientos”.
Lit. “las casas”.
O “como pretexto”.
O “las cajas”, “los recipientes”.
Lit. “dos leptones, esto es, un cuadrante”. Ver apén. B14.
Lit. “de su necesidad”.
O “desvíe”, “extravíe”.
Lit. “de dolores de parto”.
O “el que haya aguantado (perseverado)”.
O “terraza”.
O “angustia”.
Ver apén. A5.
Lit. “ninguna carne”.
Lit. “acortó”.
Lit. “señales”.
O “prodigios”.
O “parábola de”, “ilustración de”.
Es decir, el Hijo del Hombre.
Lit. “al canto del gallo”.
O “arrestar”.
O “tendiéndole una trampa”.
O “reclinado a la mesa”.
Ver apén. B14.
O “Le hablaron con rabia”, “La reprendieron”.
O “traicionarlo a ellos”.
Lit. “plata”.
O “reclinados”.
O “pronunció una bendición”.
O “himnos”, “salmos”.
O “sufrir tropiezo”.
Lit. “levantado”.
O “sufren tropiezo”.
O “a sentirse aturdido”.
O “Mi alma está sumamente triste, hasta la muerte”.
Una palabra hebrea o aramea que significa ‘¡oh, padre!’, pero que transmite la cercanía de la palabra española papá.
O “la intención es buena, pero el cuerpo”.
O “traicionado”.
O “con poca ropa”.
O “¿Qué piensan?”.
O “al vestíbulo”.
O “en su sedición”.
O “le rendían homenaje”.
Ver glosario.
Una mezcla con efectos narcóticos.
Es decir, cerca de las 9 de la mañana.
Ver apén. A3.
Es decir, cerca de las 12 del mediodía.
Es decir, cerca de las 3 de la tarde.
O “expiró”, “dio su último suspiro”.
O “Sanedrín”.
O “tumba conmemorativa”.
O “tumba conmemorativa”.
Lit. “levantado”.
Según manuscritos antiguos confiables, el Evangelio de Marcos termina con las palabras del versículo 8. Ver apén. A3.