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Examinemos las Escrituras todos los días 2022
es22

Mayo

Domingo 1 de mayo

Continuó sujeto a ellos (Luc. 2:51).

Siendo un muchacho, Jesús escogió ser obediente a sus padres. Nunca se rebeló contra su autoridad ni se creyó más listo que José y María. Seguro que se tomó muy en serio sus responsabilidades de hijo mayor. Se esforzó mucho por aprender el oficio de su padre adoptivo para ayudar a mantener a la familia. Es probable que sus padres le contaran que su nacimiento fue un milagro y lo que los ángeles habían dicho de él (Luc. 2:8-19, 25-38). Pero Jesús no se conformó con eso, sino que también estudió las Escrituras por sí mismo. ¿Cómo sabemos que era un buen estudiante de la Palabra de Dios? Porque, siendo apenas un adolescente, los maestros de Jerusalén “se quedaban asombrados al ver su entendimiento de los asuntos y las respuestas que daba” (Luc. 2:46, 47). Con solo 12 años, Jesús no tenía la más mínima duda de que Jehová era su Padre (Luc. 2:42, 43, 49). w20.10 44:13, 14 

Lunes 2 de mayo

Cristo fue levantado de entre los muertos (1 Cor. 15:12).

La fe en la resurrección de Jesús es el pilar que sostiene nuestra esperanza cristiana. El apóstol Pablo comenzó su análisis de la resurrección destacando tres hechos: “que Cristo murió por nuestros pecados”, “que fue enterrado” y “que fue resucitado al tercer día, según las Escrituras” (1 Cor. 15:3, 4). ¿Qué significan para nosotros la muerte, el entierro y la resurrección de Jesús? El profeta Isaías predijo que el Mesías sería “eliminado de la tierra de los vivos” y que se le daría “una tumba junto con los malvados”. Pero añadió algo más: que llevaría “los pecados de muchas personas”. ¿Cómo hizo esto Jesús? Dando su vida como rescate (Is. 53:8, 9, 12; Mat. 20:28; Rom. 5:8). Así pues, la muerte, el entierro y la resurrección de Jesús nos proporcionan una base sólida para tener la esperanza de ser liberados del pecado y la muerte, y de volver a ver a nuestros seres queridos que han muerto. w20.12 49:4-6, 11

Martes 3 de mayo

Si hay alguien que tiene motivos para confiar en la carne, ese soy yo. Si alguno piensa que tiene motivos para confiar en la carne, yo tengo más (Filip. 3:4).

El apóstol Pablo predicaba a menudo en las sinagogas judías. Por ejemplo, en la de Tesalónica, habló con los judíos y “durante tres sábados razonó con ellos usando las Escrituras” (Hech. 17:1, 2). Seguro que se sentía cómodo en la sinagoga, pues se había criado como judío (Hech. 26:4, 5). Entendía a los judíos y por eso podía predicarles con confianza (Filip. 3:5). Cuando sus enemigos lo obligaron a huir de Tesalónica y más tarde de Berea, se fue a Atenas. Una vez allí, de nuevo “se puso a razonar en la sinagoga con los judíos y con otras personas que adoraban a Dios” (Hech. 17:17). En cambio, cuando predicó en la plaza de mercado, se encontró con otro tipo de personas. Entre ellas había filósofos y otros gentiles para los que el mensaje de Pablo era una “nueva enseñanza”. Le dijeron: “Estás hablando de cosas que nos suenan extrañas” (Hech. 17:18-20). w20.04 15:5, 6 

Miércoles 4 de mayo

Cuando deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo está conmigo (Rom. 7:21).

No pensemos que somos un caso perdido. Recordemos que todos cometemos errores, pero que Jehová nos da su aprobación gracias a su bondad inmerecida y por medio del rescate (Efes. 1:7; 1 Juan 4:10). Y, cuando necesitamos ánimo, podemos acudir a nuestros hermanos, nuestra familia espiritual. Ellos estarán ahí para consolarnos y escucharnos cuando lo necesitemos (Prov. 12:25; 1 Tes. 5:14). Una hermana de Nigeria llamada Joy, que ha luchado contra el desánimo, cuenta: “¿Qué sería de mí sin mis hermanos? Son la prueba de que Jehová escucha mis oraciones. Incluso me han enseñado a animar a quienes están tristes”. Claro, los hermanos no siempre se darán cuenta de que necesitamos ánimo. Así que tal vez debamos tomar la iniciativa y hablar con un hermano o hermana maduros para pedirle ayuda. w20.12 52:7, 8

Jueves 5 de mayo

Los llamo amigos (Juan 15:15).

Por lo general, para que dos personas lleguen a ser amigas, deben pasar tiempo juntas y hablar de lo que piensan, de lo que sienten y de sus vivencias. Pero, cuando pensamos en ser amigos de Jesús, quizás nos parezca más difícil. Una de las razones es que no conocemos a Jesús en persona. A muchos cristianos del siglo primero les pasó lo mismo. Pese a ello, el apóstol Pedro les dijo: “Aunque ustedes nunca lo vieron, lo aman. Aunque ahora no lo ven, demuestran fe en él” (1 Ped. 1:8). Así pues, no es necesario conocer a Jesús en persona para ser sus amigos. Además, no podemos hablar con Jesús. Cuando oramos, nos dirigimos a Jehová. Es cierto que oramos en el nombre de Jesús, pero no le hablamos directamente a él. De hecho, Jesús no quiere que le oremos a él, pues la oración es parte de nuestra adoración, y solo debemos adorar a Jehová (Mat. 4:10). Aun así, es posible demostrar que amamos a Jesús. w20.04 17:1-3

Viernes 6 de mayo

Dios los hará firmes, él los hará fuertes (1 Ped. 5:10).

En la antigua Grecia, los corredores tenían que vencer obstáculos como el cansancio y el dolor. Pero solo podían apoyarse en el entrenamiento que habían recibido y en sus propias fuerzas. Como a ellos, a nosotros también se nos entrena para correr en la carrera cristiana. Ahora bien, contamos con una ventaja: nuestra fuente de energía es ilimitada, pues viene de Jehová. Si nos apoyamos en él, nos promete que nos entrenará y que nos hará fuertes. El apóstol Pablo tuvo que soportar muchas dificultades. Además de tener que sufrir insultos y persecución, a veces se sentía débil y tenía que soportar lo que él llamó “una espina en la carne” (2 Cor. 12:7). Pero, en vez de ver esas dificultades como un motivo para rendirse, las vio como una oportunidad de mostrar confianza en Jehová (2 Cor. 12:9, 10). Por esta razón, Jehová siempre lo ayudó. w20.04 18:13, 14

Sábado 7 de mayo

Nadie puede venir a mí a menos que el Padre lo traiga (Juan 6:44).

Tenemos un tesoro que no se ve: colaborar con Jehová y la parte celestial de su organización (2 Cor. 6:1). Contamos con su apoyo cada vez que participamos en la obra de hacer discípulos. Hablando de él mismo y de otros evangelizadores, Pablo dijo: “Somos colaboradores de Dios” (1 Cor. 3:9). Cuando participamos en el ministerio cristiano, también colaboramos con Jesús. Recordemos que, después de ordenarles a sus seguidores que hicieran “discípulos de gente de todas las naciones”, Jesús les dijo: “Estaré con ustedes” (Mat. 28:19, 20). ¿Y qué hay de los ángeles? Agradecemos muchísimo que los ángeles nos guíen cuando vamos anunciando “buenas noticias eternas [...] a los que viven en la tierra” (Apoc. 14:6). ¿Qué se está logrando con semejante apoyo? Cuando sembramos el mensaje del Reino, algunas semillas caen en corazones receptivos y brotan (Mat. 13:18, 23). ¿Quién hace que estas semillas broten y den fruto? Jesús lo explica en el texto de hoy. w20.05 22:14, 15

Domingo 8 de mayo

Dejen de amoldarse a este sistema (Rom. 12:2).

En la actualidad, millones de familias están rotas por el divorcio. Por otro lado, hay familias en las que sus miembros siguen viviendo juntos pero pueden llegar a actuar casi como desconocidos. Un consejero familiar dice: “La mamá, el papá y los hijos están desconectados unos de otros y conectados a la pantalla de una computadora, una tablet, un teléfono o una consola de videojuegos. Aunque viven bajo el mismo techo, apenas se conocen”. No queremos que se nos contagie la falta de amor de este mundo. Más bien, debemos cultivar tierno cariño no solo por nuestros familiares, sino también por nuestros hermanos de la congregación (Rom. 12:10). ¿Qué es el “tierno cariño”? En griego, es un término que se refiere al amor que sentimos por miembros de nuestra familia a los que vemos como amigos íntimos. Y ese es el sentimiento que debemos tener por nuestros hermanos de la congregación, que son nuestra familia espiritual. Si mostramos tierno cariño, nos ayudamos unos a otros a seguir sirviendo a Jehová unidos (Miq. 2:12). w21.01 4:1, 2

Lunes 9 de mayo

Unifica mi corazón para que tema tu nombre (Sal. 86:11).

A un equipo deportivo que está unido le va mucho mejor que a uno que está dividido. A nuestro corazón también le irá mejor si nuestros pensamientos, deseos y emociones están “unidos” en el servicio a Jehová. Recordemos que a Satanás le encantaría dividir nuestro corazón. Quiere que tengamos una lucha interna entre lo que sabemos que Jehová desea que hagamos y nuestros malos deseos. Si queremos servir a Jehová, tiene que ser con el corazón completo (Mat. 22:36-38). Jamás permitamos que Satanás nos divida el corazón. Pidámosle a Jehová lo mismo que David: “Unifica mi corazón para que tema tu nombre”. Esforcémonos por llevar a la práctica esta oración. Que las decisiones que tomamos cada día, de la más pequeña a la más grande, demuestren que sentimos un profundo respeto por el santo nombre de Dios. Si lo hacemos, seremos dignos del nombre que llevamos como testigos de Jehová (Prov. 27:11). Y todos nosotros podremos decir lo mismo que el profeta Miqueas: “Andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios para siempre jamás” (Miq. 4:5). w20.06 24:17, 18

Martes 10 de mayo

Saldrá furioso a aniquilar y destruir a muchos (Dan. 11:44).

El ataque del rey del norte y los demás gobiernos del mundo provocará la ira del Todopoderoso y desatará la guerra de Armagedón (Apoc. 16:14, 16). En ese punto, el rey del norte “llegará a su fin, y no tendrá quien lo ayude” (Dan. 11:45). Lo mismo les ocurrirá a las otras naciones que componen Gog de Magog. El siguiente versículo de la profecía de Daniel ofrece más detalles de cómo se destruirá al rey del norte y sus aliados, y de cómo se nos salvará (Dan. 12:1). ¿Qué significan las palabras de este versículo? Miguel es otro nombre que recibe nuestro Rey, Cristo Jesús. Él ha estado “de pie a favor” del pueblo de Dios desde 1914, cuando se estableció su Reino en los cielos. En el futuro cercano, “se levantará”, es decir, destruirá a sus enemigos en la guerra de Armagedón. Esta guerra será el final de lo que Daniel llama el peor “tiempo de angustia” de la historia (Apoc. 6:2; 7:14). w20.05 20:15-17

Miércoles 11 de mayo

Llevaron a José a Egipto (Gén. 39:1).

José no podía hacer nada por cambiar su situación cuando era esclavo, y tampoco podía hacer nada mientras estaba en prisión. ¿Cómo mantuvo una actitud positiva? Se esmeró por hacer bien las tareas que se le asignaban en vez de concentrarse en lo que ya no podía hacer. Siempre puso a Jehová en primer lugar en su vida, y por eso él bendijo todo lo que José hacía (Gén. 39:21-23). La historia de José nos recuerda que en este mundo cruel puede que haya gente que nos trate injustamente. Tal vez hasta uno de nuestros hermanos nos haga daño. Pero, si vemos a Jehová como nuestra roca, nuestro refugio, no nos vendremos abajo ni dejaremos de servirle (Sal. 62:6, 7; 1 Ped. 5:10). Por otro lado, José no era más que un adolescente cuando Jehová le hizo tener unos sueños proféticos. Así que está claro que Jehová confía en sus siervos jóvenes. En la actualidad, hay muchos jóvenes que tienen una fe en Jehová como la que tenía José, y algunos están encarcelados injustamente por mantenerse leales (Sal. 110:3). w20.12 51:3, 5, 7

Jueves 12 de mayo

Llamaron a los apóstoles, les dieron golpes y les ordenaron que dejaran de hablar en nombre de Jesús (Hech. 5:40).

Para los apóstoles Pedro y Juan era un honor que los persiguieran por ser discípulos de Jesús y por hablar a otros de sus enseñanzas (Hech. 4:18-21; 5:27-29, 41, 42). Los cristianos del siglo primero no tenían motivos para sentirse avergonzados. Al fin y al cabo, aquellos humildes discípulos le hicieron un mayor bien a la humanidad que cualquiera de sus enemigos. Como botón de muestra, los libros que algunos de ellos escribieron por inspiración divina siguen brindándoles ayuda y esperanza a millones de personas. Y el Reino que predicaban no solo es una realidad en nuestros días, sino que pronto gobernará a toda la humanidad (Mat. 24:14). En cambio, la poderosa potencia política que los persiguió ha quedado enterrada en las cenizas de la historia. Además, aquellos discípulos leales hoy son reyes en el cielo. Pero sus enemigos están muertos; y, si acaso resucitan, los gobernará el Reino que predicaban los cristianos a quienes odiaban (Apoc. 5:10). w20.07 29:4

Viernes 13 de mayo

Abrahán esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, de la que Dios es diseñador y constructor (Heb. 11:10).

Abrahán tenía tanta fe en las promesas divinas que era como si pudiera ver al Ungido o Mesías que sería Rey del Reino de Dios. Por eso, Jesús les dijo a los judíos: “Abrahán, el padre de ustedes, se alegraba muchísimo pensando en que vería mi día, y lo vio y se alegró” (Juan 8:56). Está claro que Abrahán sabía que sus descendientes serían parte de un Reino fundado por Jehová y estaba dispuesto a esperar a que él cumpliera su promesa. ¿Cómo demostró Abrahán que esperaba la ciudad —o Reino— fundada por Dios? Primero, no se hizo ciudadano de ningún reino terrestre. Decidió no establecerse en ningún sitio ni darle su apoyo a un rey humano. Además, no intentó crear su propio reino. Más bien, siempre obedeció a Jehová y esperó a que cumpliera su promesa. Así demostró una fe extraordinaria en Dios. w20.08 31:4, 5 

Sábado 14 de mayo

El que muere queda absuelto de su pecado (Rom. 6:7).

Jehová promete que bajo el gobierno de Cristo nadie dirá: “Estoy enfermo” (Is. 33:24). Por tanto, cuando Dios vuelva a crear a las personas que han muerto, les dará un cuerpo saludable. Eso sí, no serán perfectas de inmediato. Si lo fueran, sus seres queridos tal vez no las reconocerían. Al parecer, toda la humanidad irá alcanzando la perfección poco a poco durante el Reinado de Mil Años de Cristo. Una vez que acabe ese periodo de tiempo, Jesús le devolverá el Reino a su Padre. Entonces, este gobierno habrá alcanzado por completo su cometido, que incluye llevar a la humanidad a la perfección (1 Cor. 15:24-28; Apoc. 20:1-3). Imaginemos cómo será volver a ver a nuestros seres queridos. ¿Reiremos? ¿Lloraremos de alegría? ¿Nos sentiremos tan felices que le cantaremos alabanzas a Jehová? Lo que sí es seguro es que sentiremos un profundo amor hacia nuestro cariñoso Padre y su amoroso Hijo por haber hecho posible la resurrección. w20.08 33:9, 10

Domingo 15 de mayo

Cada uno recibe de Dios su propio don: unos de una manera y otros de otra (1 Cor. 7:7).

El apóstol Pablo animó a los cristianos a pensar en si podían servir a Jehová sin casarse (1 Cor. 7:8, 9). Sin duda, Pablo no menospreció a los solteros. De hecho, escogió al joven Timoteo, que no estaba casado, para que atendiera responsabilidades de peso (Filip. 2:19-22). Por lo tanto, estaría mal pensar que un hermano está mejor o peor capacitado solo porque está o no está casado (1 Cor. 7:32-35, 38). Ni Jesús ni Pablo enseñaron que fuera obligatorio casarse o permanecer soltero. Entonces, ¿qué podemos decir del matrimonio y de la soltería? La Atalaya del 1 de octubre de 2012 lo expresó muy bien: “En realidad, ambos estados pueden considerarse un regalo de Dios. [...] En cuanto a la soltería, Jehová no ve ese estado como una fuente de dolor y vergüenza”. Está claro que debemos respetar el lugar que ocupan los solteros en la congregación. w20.08 35:8, 9

Lunes 16 de mayo

El día y la hora no los sabe nadie, solo el Padre (Mat. 24:36).

En algunos países, las personas aceptan con gusto las buenas noticias del Reino. Es justo lo que necesitaban. Pero en otros lugares a la gente le interesa muy poco hablar de Dios o de la Biblia. Sea cual sea la respuesta de las personas de nuestro territorio, Jehová quiere que sigamos predicando hasta que considere que la obra se ha terminado. Cuando llegue el momento que Jehová ha fijado, la predicación terminará y “entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14). Jesús predijo lo que ocurriría en los últimos días y cómo serían las personas. También dijo que estas cosas podrían distraer de la predicación a sus discípulos. Por eso, les dijo: “Estén siempre vigilantes” (Mat. 24:42). Hoy día, existen distracciones similares a las que hicieron que la gente de los días de Noé no prestara atención a sus advertencias (Mat. 24:37-39; 2 Ped. 2:5). Por esa razón, queremos estar centrados en la obra que Jehová nos ha encargado. w20.09 37:1, 2, 4

Martes 17 de mayo

Todos los que desean vivir con devoción a Dios en unión con Cristo Jesús también serán perseguidos (2 Tim. 3:12).

Satanás está “lleno de furia”, y sería ingenuo de nuestra parte pensar que de alguna manera nos libraremos de sus ataques (Apoc. 12:12). En el futuro cercano, se pondrá a prueba la fe de todos los cristianos. Pronto “habrá una gran tribulación”. La Biblia dice que, “desde el principio del mundo hasta ahora, no ha habido una tribulación igual” (Mat. 24:21). Durante ese tiempo, es posible que nuestros familiares se vuelvan contra nosotros y que se prohíba nuestra obra (Mat. 10:35, 36). Preguntémonos: “¿Seré como el rey Asá y confiaré en que Jehová me ayudará y me protegerá?” (2 Crón. 14:11). Jehová quiere que estemos preparados para lo que está por venir, y por eso ha estado fortaleciendo nuestra fe. Está usando al “esclavo fiel y prudente” para darnos “alimento al tiempo debido” que nos ayude a mantenernos firmes (Mat. 24:45). Pero lo que nos toca a nosotros es fortalecer al máximo nuestra fe en Jehová (Heb. 10:38, 39). w20.09 38:16-18

Miércoles 18 de mayo

El corazón de un rey es como corrientes de agua en la mano de Jehová. Él lo dirige adonde quiere (Prov. 21:1).

Cuando está de acuerdo con su propósito, Jehová puede usar su poderoso espíritu santo para hacer que los que tienen cierta autoridad hagan lo que él quiere. Los seres humanos pueden cavar un canal para desviar el agua de un río hacia donde les convenga. De manera parecida, Jehová puede valerse de su espíritu para desviar los pensamientos de los gobernantes en una dirección que esté en armonía con su propósito. En tales casos, esas personas se sienten motivadas a tomar decisiones que beneficien al pueblo de Dios (compare con Esdras 7:21, 25, 26). ¿Qué podemos hacer nosotros? Podemos orar “por reyes y por todos los que ocupan puestos de autoridad” cuando tengan que tomar decisiones que afecten a nuestras actividades cristianas (1 Tim. 2:1, 2, nota; Neh. 1:11). Tal como hicieron los cristianos del siglo primero, le oramos con fervor a Dios por nuestros hermanos que están encarcelados (Hech. 12:5; Heb. 13:3). w20.11 46:13, 14

Jueves 19 de mayo

Hagan discípulos de gente de todas las naciones. Bautícenlos (Mat. 28:19).

Si fuimos nosotros los que le dimos clases de la Biblia a un discípulo recién bautizado, nos sentimos muy felices (1 Tes. 2:19, 20). Los nuevos discípulos son excelentes “cartas de recomendación” que hablan bien no solo de su maestro, sino de toda la congregación (2 Cor. 3:1-3). Nos alegra ver que durante cuatro años se han informado un promedio mensual de 10.000.000 de cursos bíblicos por todo el mundo. Y durante ese mismo periodo de tiempo se han bautizado un promedio anual de más de 280.000 personas. Como vemos, todavía quedan varios millones de estudiantes que podrían bautizarse. ¿Cómo podemos ayudarlos? Jehová es paciente y todavía les está dando a las personas la oportunidad de llegar a ser discípulos de Cristo. El tiempo se está agotando, así que queremos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudarlas a progresar lo más rápido posible y bautizarse (1 Cor. 7:29a; 1 Ped. 4:7). w20.10 41:1, 2

Viernes 20 de mayo

Dios se opone a los arrogantes, pero les muestra bondad inmerecida a los humildes (Sant. 4:6).

El rey Saúl no obedeció a Jehová. Cuando el profeta Samuel le llamó la atención por eso, Saúl no admitió su error. Por el contrario, trató de justificarse quitándoles importancia a las consecuencias de desobedecer y echándoles la culpa a otros (1 Sam. 15:13-24). Y no era la primera vez que Saúl había tenido esta actitud (1 Sam. 13:10-14). Por desgracia, permitió que su corazón se volviera arrogante. Como no corrigió su manera de pensar, Jehová lo reprendió y lo rechazó. Para aprender de lo que le pasó a Saúl, podemos hacernos las siguientes preguntas: “¿Busco excusas para no poner en práctica los consejos que leo en la Biblia? ¿Les quito importancia a las consecuencias de desobedecer? ¿Les echo a otros la culpa de lo que yo hago?”. Si hemos respondido que sí a alguna de estas preguntas, tenemos que cambiar nuestra manera de pensar y nuestra actitud. Si no lo hacemos, nuestro corazón podría volverse tan arrogante que Jehová no querría ser nuestro amigo. w20.11 47:4, 5

Sábado 21 de mayo

Acuérdate de tu Gran Creador en tu juventud, antes de que vengan los días angustiosos y lleguen los años en que vas a decir: “No encuentro en ellos ningún placer” (Ecl. 12:1).

Joven, decide a quién servirás. Tienes que comprobar por ti mismo quién es Jehová, cuál es su voluntad y cómo puedes hacerla (Rom. 12:2). Solo así podrás tomar la decisión más importante de tu vida: la de servir a Jehová (Jos. 24:15). Si lees y estudias la Biblia de manera regular, tu amor por Jehová y tu fe en él se harán más fuertes. Centra tu vida en hacer la voluntad de Jehová. El mundo de Satanás promete que si usas tus talentos para tu propio beneficio serás feliz. Pero en realidad quienes centran su vida en conseguir cosas materiales se causan “muchos dolores” (1 Tim. 6:9, 10). En cambio, si escuchas a Jehová y decides poner su voluntad en primer lugar, te irá bien en la vida y “actuarás con sabiduría” (Jos. 1:8). w20.10 44:17, 18

Domingo 22 de mayo

Tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios, porque para eso fui enviado (Luc. 4:43).

En el siglo primero, el mensaje que Jesús predicó le dio esperanza a toda la humanidad. Les mandó a sus discípulos que siguieran con la obra que él había iniciado y que dieran testimonio “hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8). Claro, no podrían realizarla con sus propias fuerzas. Necesitarían el apoyo del espíritu santo, “el ayudante” que Jesús les había prometido (Juan 14:26; Zac. 4:6). Los discípulos de Jesús recibieron el espíritu santo en el Pentecostés del año 33. Con la ayuda de este espíritu, enseguida empezaron a predicar, y en poco tiempo miles aceptaron las buenas noticias (Hech. 2:41; 4:4). Y, cuando surgió la persecución, no se acobardaron. Más bien, le pidieron ayuda a Dios y oraron: “Haz que tus esclavos sigan hablando de tu palabra con gran valor”. Entonces, se llenaron de espíritu santo y siguieron proclamando “la palabra de Dios con valor” (Hech. 4:18-20, 29, 31). w20.10 43:4, 5

Lunes 23 de mayo

Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue resucitado (1 Cor. 15:3, 4).

¿Por qué podemos estar seguros de que Jehová le devolvió la vida? Hubo muchas personas que vieron a Jesús resucitado (1 Cor. 15:5-7). El primero que mencionó el apóstol Pablo fue Cefas, es decir, el apóstol Pedro. Un grupo de discípulos también aseguró que Pedro había visto a Jesús resucitado (Luc. 24:33, 34). Además, lo vieron “los Doce”, o sea, los apóstoles. Luego “se les apareció a más de 500 hermanos a la vez”, quizás en el feliz encuentro en Galilea relatado en Mateo 28:16-20. También “se le apareció a Santiago”, seguramente su medio hermano, que hasta ese momento no había creído que Jesús fuera el Mesías (Juan 7:5). Pero, después de verlo resucitado, se convenció. Es interesante que, para cuando Pablo escribió esta carta —alrededor del año 55—, muchos de los que habían visto a Jesús resucitado seguían vivos. Así que quienes tuvieran dudas podían hablar con ellos. w20.12 49:5, 7, 8

Martes 24 de mayo

Jehová lo sostendrá cuando esté enfermo en cama (Sal. 41:3).

No es fácil mantener una actitud positiva cuando uno está enfermo, sobre todo si se trata de una enfermedad crónica. Por eso, busquemos la ayuda de Jehová. Claro, él no nos va a curar hoy día de manera milagrosa, pero lo que sí hace es consolarnos y darnos las fuerzas que necesitamos para aguantar (Sal. 94:19). ¿Cómo lo hace? Tal vez impulse a algunos hermanos a ofrecerse para ayudar con las tareas del hogar. También puede impulsar a nuestros hermanos a orar con nosotros. Incluso puede hacer que recordemos ideas consoladoras de su Palabra, como la maravillosa esperanza de disfrutar de una vida perfecta sin dolor ni enfermedades en el nuevo mundo (Rom. 15:4). Ahora bien, tal vez no podamos hacer tanto como nos gustaría en el ministerio. Una hermana llamada Laurel pasó 37 años en un pulmón de acero. Además, pasó por un cáncer y por varias operaciones importantes, y padeció varias enfermedades crónicas de la piel. Pero nunca dejó de predicar. Les daba testimonio a los enfermeros y a los ayudantes que iban a atenderla a su casa. Ayudó a por lo menos 17 personas a hacerse testigos de Jehová. w20.12 52:9, 12

Miércoles 25 de mayo

Jehová está de mi parte, no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre? (Sal. 118:6).

Era alrededor del año 56. Una multitud arrastró a Pablo fuera del templo de Jerusalén e intentó matarlo. Al día siguiente, cuando lo llevaron ante el Sanedrín, sus enemigos estuvieron a punto de despedazarlo (Hech. 21:30-32; 22:30; 23:6-10). En aquel momento, puede que Pablo se preguntara: “¿Cuánto tiempo más podré soportar este maltrato?”. Está claro que necesitaba ayuda. ¿Qué ayuda recibió? La noche después de ser arrestado, el Señor —es decir, Jesús— se apareció a su lado y le dijo: “¡Ten valor! Porque, tal como has dado un testimonio completo de mí en Jerusalén, también tendrás que dar testimonio en Roma” (Hech. 23:11). Esas palabras de ánimo eran justo lo que necesitaba. Jesús felicitó a Pablo por el testimonio que había dado en Jerusalén y le prometió que llegaría sano y salvo a Roma, donde también daría testimonio. Después de recibir esa promesa, debió de sentirse tan protegido como un bebé acurrucado en los brazos de su padre. w20.11 46:1, 3, 4

Jueves 26 de mayo

Tenemos esta esperanza segura y firme (Heb. 6:19).

La esperanza del Reino es “como un ancla para el alma”: nos da estabilidad a pesar de los problemas y las inquietudes. Medite en la promesa de Jehová de que en el futuro los pensamientos negativos serán cosa del pasado (Is. 65:17). Imagínese en el nuevo mundo, donde reinará la paz y no sucederán cosas malas (Miq. 4:4). Otra manera de mantener muy viva su esperanza es hablándoles de ella a los demás. Por eso, haga todo lo que pueda en la obra de predicar y hacer discípulos. Si lo hace, podrá “tener la completa seguridad de la esperanza hasta el final” (Heb. 6:11). Cuanto más nos acerquemos al fin de este sistema, más problemas y preocupaciones tendremos, y más ansiedad podríamos sentir. El secreto para enfrentarnos a los problemas y mantener la calma es confiar en Jehová, no en nuestras propias fuerzas. Que todos demostremos por nuestras acciones que tenemos fe en esta promesa de Jehová: “Su fuerza dependerá de que mantengan la calma y demuestren confianza” (Is. 30:15). w21.01 1:17, 18

Viernes 27 de mayo

Jehová es muy cariñoso (Sant. 5:11).

Fijémonos en que Santiago 5:11 relaciona el tierno cariño de Jehová con otra cualidad que nos atrae mucho de él: su misericordia (Éx. 34:6). Una manera en que Jehová nos demuestra esta cualidad es perdonando nuestros errores (Sal. 51:1). Ahora bien, cuando la Biblia habla de ser misericordioso, no se refiere solo a perdonar. La misericordia también es un sentimiento que le nace de dentro a alguien y lo motiva a intentar ayudar a quien está sufriendo. La Biblia explica que el deseo que Jehová siente por ayudarnos es más fuerte que los sentimientos de una madre hacia su hijo (Is. 49:15). Cuando sufrimos, la misericordia de Jehová lo motiva a ayudarnos (Sal. 37:39; 1 Cor. 10:13). Nosotros podemos imitar su misericordia perdonando a nuestros hermanos y no guardándoles rencor cuando nos decepcionan (Efes. 4:32). Pero la forma principal de mostrarles misericordia es ayudándolos cuando pasan por dificultades. Así imitamos a Jehová, el mayor ejemplo de tierno cariño (Efes. 5:1). w21.01 4:5

Sábado 28 de mayo

Cristo les puso el ejemplo para que siguieran fielmente sus pasos (1 Ped. 2:21).

El cabeza de familia debe ser equilibrado. No debe dedicarle tanto tiempo a su trabajo que descuide las necesidades espirituales y emocionales de su familia. Debe educarla y corregirla. Jehová nos educa y corrige pensando en lo que es mejor para nosotros (Heb. 12:7-9). Igual que su Padre, Jesús educó y corrigió con cariño a quienes estaban bajo su autoridad (Juan 15:14, 15). Él es firme pero al mismo tiempo cariñoso (Mat. 20:24-28). Sabe que somos imperfectos y que tendemos a cometer errores (Mat. 26:41). El cabeza de familia que imita a Jehová y Jesús tiene siempre presente que su esposa y sus hijos no son perfectos, y no se enoja amargamente con ellos (Col. 3:19). Más bien, aplica el principio de Gálatas 6:1 y trata de corregirlos “con espíritu apacible”, sin olvidar que él también es imperfecto. Al igual que Jesús, sabe que la mejor forma de enseñar es con el ejemplo. w21.02 5:16-18

Domingo 29 de mayo

Que todo lo que respira alabe a Jah (Sal. 150:6).

Por medio del rescate, Jehová compró la vida de todos los que componen la congregación y de todas las personas que pongan su fe en Jesús (Mar. 10:45; Hech. 20:28; 1 Cor. 15:21, 22). Como Cristo murió por nosotros, es lógico que Jehová lo nombrara cabeza de la congregación. Por esa razón, Jesús tiene autoridad para dictar normas de conducta para las personas, las familias y toda la congregación, y para asegurarse de que se cumplan (Gál. 6:2). Pero él no se limita a ponernos normas: nos alimenta y cuida a cada uno de nosotros (Efes. 5:29). Las hermanas demuestran que respetan la autoridad de Cristo al seguir la guía que les dan los hombres que él ha nombrado para cuidar de la congregación. Los hermanos demuestran que comprenden el principio de autoridad al respetar y honrar a las hermanas. Cuando todos en la congregación entendemos y respetamos el principio de autoridad, la congregación disfruta de paz. Y, sobre todo, alabamos a nuestro cariñoso Padre celestial, Jehová. w21.02 7:14-17

Lunes 30 de mayo

David le consultó a Jehová (1 Sam. 30:8).

En cierta ocasión, mientras David y sus hombres se escondían de Saúl, dejaron a sus familias para ir a una batalla. Mientras tanto, unos enemigos atacaron sus casas y se llevaron a sus familias. David pudo haber pensado que por ser un guerrero de experiencia podía idear un plan eficaz para rescatarlas. Pero, en vez de eso, buscó la guía de Jehová. Le preguntó: “¿Voy detrás de esta banda de saqueadores?”. Jehová le respondió que sí y le aseguró que tendría éxito (1 Sam. 30:7-10). Jovencito, ¿qué puedes aprender de esto? Pide consejo antes de tomar decisiones. Habla con tus padres o con ancianos de experiencia. Ellos pueden darte buenos consejos. Jehová ha nombrado a los ancianos y confía en ellos, así que tú también puedes hacerlo. Son “regalos” que él le ha hecho a la congregación (Efes. 4:8). Si imitas su fe y escuchas sus sabios consejos, tomarás buenas decisiones. w21.03 9:10, 11

Martes 31 de mayo

Nada podrá separarnos del amor de Dios (Rom. 8:38, 39).

Jesús dijo que, si no aplicamos lo que aprendemos, somos como un hombre que construye su casa sobre la arena. Trabaja duro, pero sus esfuerzos no sirven de nada. ¿Por qué? Porque, cuando lleguen las tormentas y las inundaciones, la casa se vendrá abajo (Mat. 7:24-27). De manera parecida, si no aplicamos lo que aprendemos, nuestros esfuerzos no habrán servido de nada. Cuando lleguen las pruebas o la persecución, nuestra fe no será lo bastante fuerte. Por otro lado, si estudiamos y aplicamos lo que aprendemos, tomaremos mejores decisiones, tendremos más paz y nuestra fe se fortalecerá (Is. 48:17, 18). Para ser leales ante las pruebas, tenemos que orar a Jehová con confianza y tener buenos hábitos de estudio. No debemos olvidar que una de las cosas más importantes que podemos hacer es darle gloria a Jehová. Podemos estar seguros de que él nunca nos abandonará y de que nadie puede hacer nada para impedir que nos siga queriendo (Heb. 13:5, 6). w21.03 11:6, 20

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