Septiembre
Jueves 1 de septiembre
Después derramaré mi espíritu sobre todo tipo de personas (Joel 2:28).
Pedro usó unas palabras un poco diferentes al citar de la profecía de Joel (Hech. 2:16, 17). En vez de empezar la cita con la palabra “después”, Pedro dijo que “en los últimos días” —en este contexto, los últimos días de Jerusalén y su templo— Dios derramaría su espíritu “sobre todo tipo de personas”. Esto indica que pasó mucho tiempo hasta que se cumplió la profecía de Joel. Después de que Dios derramó su espíritu sobre los cristianos en el siglo primero, la predicación empezó a tener un progreso muy notable. Para cuando el apóstol Pablo escribió su carta a los Colosenses, alrededor del año 61, pudo decir que las buenas noticias se habían predicado “en toda la creación que está bajo el cielo” (Col. 1:23). Al decir “toda la creación”, Pablo se refería a las partes del mundo que se conocían en aquel entonces. En nuestros días, gracias al poderoso espíritu santo de Jehová, la predicación se ha extendido mucho más y ha alcanzado “hasta las partes más lejanas de la tierra” (Hech. 13:47). w20.04 14:15, 16
Viernes 2 de septiembre
Yo mismo buscaré a mis ovejas y las cuidaré (Ezeq. 34:11).
Jehová nos ama a cada uno de nosotros, incluso a las ovejas que se han alejado del rebaño (Mateo 18:12-14). Él prometió que buscaría a sus ovejas perdidas y las ayudaría a recuperar su salud espiritual. Y mencionó los pasos que daría, los mismos que seguiría un pastor israelita si se le perdía una oveja (Ezeq. 34:12-16). Primero, el pastor buscaría a su oveja, lo que tal vez le tomaría mucho tiempo y esfuerzo. Luego, una vez que la encontrara, la llevaría de vuelta al rebaño. Además, si la oveja estuviera herida o hambrienta, con cariño le daría la ayuda que necesitara, le vendaría las heridas, la llevaría en sus brazos y la alimentaría. Como pastores del “rebaño de Dios”, los ancianos deben seguir estos mismos pasos a la hora de ayudar a quienes se han alejado de la congregación (1 Ped. 5:2, 3). Los ancianos los buscan, los ayudan a regresar a la congregación y les demuestran su amor dándoles la ayuda espiritual necesaria. w20.06 25:10
Sábado 3 de septiembre
Los campos están blancos, listos para la cosecha (Juan 4:35).
¿Dijo Jesús que los campos estaban listos para la cosecha porque esperaba que la mayoría de las personas lo siguieran? No, para nada. Las Escrituras habían predicho que relativamente pocos pondrían su fe en él (Juan 12:37, 38). Y Jesús tenía el poder de leer los corazones (Mat. 9:4). Aun así, les predicó con entusiasmo a todos, pero se centró en los pocos que creyeron en él. En nuestro caso, como no podemos leer los corazones, luchemos contra la tendencia a juzgar a una persona o el territorio. Más bien, veamos a las personas como futuros discípulos. Recordemos lo que Jesús les dijo a sus discípulos. Los campos están blancos, es decir, listos para la cosecha. Las personas pueden cambiar y llegar a ser discípulos de Cristo. Para Jehová son “cosas valiosas” (Ageo 2:7). Si las vemos como Jehová y como Jesús, trataremos de comprender sus circunstancias y lo que les interesa. Y no las veremos como desconocidos, sino como nuestros futuros hermanos. w20.04 15:18, 19
Domingo 4 de septiembre
Los llamo amigos, porque les he contado todas las cosas que le he escuchado decir a mi Padre (Juan 15:15).
La Biblia nos enseña con claridad que debemos amar a Jesús si queremos agradar a Jehová. Una cosa que podemos hacer para ser amigos de Jesús es conocerlo. Para ello, leamos los libros bíblicos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Al reflexionar en estos relatos sobre la vida de Jesús y ver que trató a las personas con bondad, sentiremos amor y respeto por él. Por ejemplo, no trató a sus discípulos como si fueran esclavos, aunque era su Amo. Más bien, los trató como amigos y les reveló sus pensamientos y sentimientos más profundos. Sentía su dolor y lloraba con ellos (Juan 11:32-36). Hasta sus enemigos se dieron cuenta de que era amigo de los que aceptaron su mensaje (Mat. 11:19). Si tratamos a otros como él trató a sus discípulos, nos llevaremos mejor con ellos, seremos más felices y amaremos y respetaremos a Cristo todavía más. w20.04 17:9, 10
Lunes 5 de septiembre
El rey del sur se preparará para la guerra con un ejército inmensamente grande y poderoso (Dan. 11:25).
Para 1870, Gran Bretaña tenía el ejército más poderoso y se había convertido en el mayor imperio del mundo. Daniel describió a este imperio como un cuerno pequeño que venció a otros tres, a saber, Francia, España y los Países Bajos (Dan. 7:7, 8). Gran Bretaña fue el rey del sur hasta bien entrada la Primera Guerra Mundial. Para entonces, los Estados Unidos de América habían llegado a ser la potencia económica dominante y habían empezado a formar una estrecha alianza con Gran Bretaña. Durante la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos y Gran Bretaña formaron una poderosa alianza militar. Así llegó a existir la potencia mundial compuesta por Gran Bretaña y su antigua colonia, Estados Unidos. Tal como lo predijo Daniel, este rey reunió “un ejército inmensamente grande y poderoso”. A lo largo de los últimos días, la alianza entre Gran Bretaña y Estados Unidos ha sido el rey del sur. w20.05 19:7, 8
Martes 6 de septiembre
Los ríos vuelven al lugar donde nacieron (Ecl. 1:7).
En la Tierra hay agua en estado líquido porque nuestro planeta está a la distancia perfecta del Sol. Si estuviera un poco más cerca, toda el agua se evaporaría, y el planeta no sería más que una roca pelada y caliente. Pero, si estuviera un poquito más lejos, toda el agua se congelaría, y el planeta se convertiría en una gran bola de hielo. Como Jehová colocó la Tierra en esta ubicación ideal, el ciclo del agua puede sostener la vida. ¿Cómo funciona este ciclo? El Sol calienta el agua de los océanos y de la superficie terrestre, y el agua que se evapora acaba formando las nubes. Todos los años, el Sol evapora casi 500.000 kilómetros cúbicos (120.000 millas cúbicas) de agua. Esa agua se queda en la atmósfera unos diez días, luego cae en forma de lluvia o nieve, y termina de nuevo en los océanos o en otras masas de agua. Entonces el ciclo vuelve a empezar. Este ciclo eficaz y sostenible demuestra que Jehová es sabio y poderoso (Job 36:27, 28). w20.05 21:6
Miércoles 7 de septiembre
Recibirán poder cuando el espíritu santo venga sobre ustedes (Hech. 1:8).
Jesús nos animó a pedir espíritu santo con insistencia (Luc. 11:9, 13). Jehová utiliza el espíritu santo para darnos “el poder que va más allá de lo normal” (2 Cor. 4:7). Con la ayuda de su espíritu, podemos aguantar cualquier prueba. Además, esta fuerza nos ayuda a cumplir bien con las responsabilidades que recibimos en nuestro servicio a Dios y puede potenciar nuestros talentos y habilidades. En realidad, sabemos que los buenos resultados que conseguimos sirviendo a Jehová no se deben a nuestros esfuerzos, sino a la ayuda de su espíritu. Demostramos que valoramos el espíritu santo pidiéndole a Jehová que nos ayude a detectar cualquier pensamiento o deseo incorrecto que haya en nuestro corazón (Sal. 139:23, 24). En respuesta a nuestras oraciones, Jehová puede hacernos ver mediante su espíritu si hay algo que debamos corregir. Y, si eso ocurre, pidámosle que el espíritu santo nos dé fuerzas para luchar contra ese mal pensamiento o deseo. Así demostraremos que no queremos hacer nada que impida que Jehová siga ayudándonos con su espíritu (Efes. 4:30). w20.05 22:10-12
Jueves 8 de septiembre
Les he dado a conocer tu nombre (Juan 17:26).
Cuando defendemos el nombre de Jehová, estamos siguiendo el ejemplo de Jesucristo. Jesús dio a conocer el nombre de su Padre no solo usándolo, sino también enseñando cómo es Jehová realmente. Por ejemplo, cuando los fariseos pintaron a Jehová como un Dios exigente, inflexible, cruel y despiadado, Jesús ayudó a la gente a ver que su Padre es razonable, paciente, amoroso y compasivo. También ayudó a las personas a conocer a Jehová por su manera perfecta de imitar las cualidades de su Padre en su vida diaria (Juan 14:9). Al igual que Jesús, podemos compartir lo que sabemos de Jehová y hablar de lo amoroso y bondadoso que es. Así refutamos las mentiras y calumnias de sus enemigos. Santificamos el nombre de Jehová y ayudamos a la gente a verlo como algo santo. Con nuestras palabras y acciones, le mostramos a la gente cómo es Jehová en realidad. Vindicamos su nombre al ayudar a las personas a liberarse de las ideas erróneas que tal vez tengan sobre Dios. w20.06 23:17, 18
Viernes 9 de septiembre
No nos volvamos egocéntricos, fomentando competencias entre unos y otros y envidiándonos unos a otros (Gál. 5:26).
A las redes sociales se les puede dar un buen uso, por ejemplo, para mantener el contacto con la familia y los amigos. Pero ¿nos hemos dado cuenta de que buena parte de lo que la gente sube a las redes sociales es solo para impresionar a los demás? Parece que lo que buscan es ser el centro de atención. Algunos incluso publican comentarios groseros y vulgares sobre sus fotos o las de otros. Nada de esto encaja con las cualidades que los cristianos debemos cultivar, como la humildad y la empatía (1 Ped. 3:8). Si usamos las redes sociales, preguntémonos: “¿Cómo son los comentarios, las fotos y los videos que subo? ¿Podrían dar la impresión de que estoy presumiendo? ¿Podrían despertar la envidia de los demás?”. Los cristianos no necesitamos que los demás nos admiren. Más bien, seguimos el consejo del texto de hoy. Si somos humildes, no se nos contagiará el espíritu vanidoso de este mundo (1 Juan 2:16). w20.07 27:14, 15
Sábado 10 de septiembre
Antes era blasfemo, perseguidor e insolente. Sin embargo, se me mostró misericordia porque había actuado con ignorancia (1 Tim. 1:13).
Antes de hacerse discípulo de Cristo, el apóstol Pablo —conocido entonces como Saulo— era un joven insolente que perseguía a los seguidores de Jesús (Hech. 7:58). Pero el propio Jesús le habló desde el cielo, lo dejó ciego y le impidió que siguiera atacando a la congregación. Para recuperar la vista, Pablo tuvo que recurrir a las mismas personas a las que había perseguido. Fue humilde y aceptó la ayuda de un discípulo llamado Ananías, quien le devolvió la vista (Hech. 9:3-9, 17, 18). Tiempo después, Pablo llegó a ser un miembro importante de la congregación cristiana, pero nunca olvidó la lección que Jesús le enseñó cuando le habló desde el cielo en el camino a Damasco. Mantuvo una actitud humilde y aceptó de buena gana que lo ayudaran sus hermanos y hermanas. Reconoció que ellos lo habían ayudado y fortalecido mucho (Col. 4:10, 11, nota). w20.07 29:16, 17
Domingo 11 de septiembre
Su Padre quiere darles el Reino (Luc. 12:32).
Aunque Jehová es todopoderoso, delega autoridad en otros. Por ejemplo, nombró a Jesús Rey del Reino y les dará cierta autoridad a los 144.000 seres humanos que gobernarán con él. Por supuesto, preparó a Jesús para ser Rey y Sumo Sacerdote (Heb. 5:8, 9). También capacita a los que gobernarán con su Hijo, pero después de encargarles esta labor no controlará hasta el más mínimo detalle de lo que hagan. Al contrario, confiará en que harán su voluntad (Apoc. 5:10). Si nuestro Padre celestial delega autoridad en otros aunque no necesita la ayuda de nadie, con mucha más razón debemos hacerlo nosotros. Por ejemplo, ¿cómo pueden imitarlo los cabezas de familia y los ancianos de congregación? Delegando tareas en otros y resistiendo la tentación de controlar hasta el más mínimo detalle de lo que hacen. De esta manera, no solo lograrán que se haga el trabajo, sino que capacitarán a otros y los ayudarán a tener mayor confianza (Is. 41:10). w20.08 32:5, 6
Lunes 12 de septiembre
El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Luc. 19:10).
¿Cómo quiere Jehová que veamos a sus ovejas perdidas? Jesús nos dio el ejemplo. Él sabía que para Dios todas sus ovejas son valiosas. Por eso, hizo todo lo posible por ayudar “a las ovejas perdidas de la nación de Israel” a regresar a Jehová (Mat. 15:24). Como Jesús es el pastor excelente, también se esforzó al máximo por no perder a ninguna de las ovejas de su Padre (Juan 6:39). El apóstol Pablo les dijo a los ancianos de la congregación de Éfeso que debían copiar el ejemplo de Jesús. Les dijo: “Deben trabajar así de duro para ayudar a los que son débiles y [...] deben recordar estas palabras que dijo el Señor Jesús: ‘Hay más felicidad en dar que en recibir’” (Hech. 20:17, 35). Como vemos, los ancianos tienen una seria responsabilidad. Un anciano de España llamado Salvador lo expresa así: “Cuando pienso en lo mucho que Jehová ama a sus ovejas perdidas, me siento impulsado a hacer todo lo que puedo por ayudarlas. No me cabe duda de que Jehová quiere que cuide de ellas”. w20.06 25:15, 16
Martes 13 de septiembre
Las cosas anteriores han desaparecido (Apoc. 21:4).
Con paciencia, Jehová esperará a que terminen los mil años para que seamos perfectos. Hasta entonces, está dispuesto a perdonar nuestros pecados. Por tal razón, imitemos su ejemplo centrándonos en las buenas cualidades de los demás y siendo pacientes con ellos. Jesús y los ángeles se alegraron mucho cuando se creó la Tierra. Imaginemos lo felices que se sentirán cuando la vean llena de personas perfectas, que aman y sirven a Jehová. Y pensemos en la alegría que sentirán quienes gobiernen en el cielo con Cristo al ver que la humanidad se beneficia de su labor (Apoc. 4:4, 9-11; 5:9, 10). Imaginemos también cómo será la vida cuando las lágrimas de dolor den paso a lágrimas de alegría, cuando desaparezcan para siempre la enfermedad, la tristeza y la muerte. Hasta ese día, estemos decididos a imitar el amor, la sabiduría y la paciencia de nuestro Padre. Si lo hacemos, conservaremos la felicidad ante cualquier prueba que enfrentemos (Sant. 1:2-4). Cuánto agradecemos la promesa de Jehová de que “va a haber una resurrección” (Hech. 24:15). w20.08 33:18, 19
Miércoles 14 de septiembre
Las buenas noticias del Reino se predicarán en toda la tierra habitada (Mat. 24:14).
La Biblia es un regalo que refleja el amor de Dios. Nuestro Padre celestial hizo que hombres del pasado la escribieran por inspiración porque a él le importan muchísimo sus hijos terrestres. En su Palabra, Jehová responde las preguntas más importantes, como de dónde venimos, cuál es el sentido de la vida y qué ocurrirá en el futuro. Como Jehová desea que todos sus hijos sepan las respuestas a estas preguntas, a través de los siglos ha impulsado la traducción de la Biblia a muchos idiomas. Hoy en día, la Biblia —completa o en parte— está disponible en más de tres mil idiomas. De hecho, es el libro más traducido y distribuido de la historia. ¿Cómo podemos demostrar que estamos agradecidos de tener la Biblia? Leyéndola todos los días, meditando en lo que enseña y esforzándonos al máximo por poner en práctica lo que aprendemos. Además, le expresamos a Dios nuestro agradecimiento haciendo todo lo posible por dar a conocer el mensaje de la Biblia a tantas personas como podamos (Sal. 1:1-3; Mat. 28:19, 20). w20.05 21:15, 16
Jueves 15 de septiembre
Las palabras de Jehová han hecho que la gente me insulte y se burle de mí todo el día (Jer. 20:8).
Al profeta Jeremías le tocó predicar en un territorio extremadamente difícil. Se desanimó tanto que estuvo a punto de tirar la toalla. Pero no lo hizo. ¿Por qué no? Él mismo explicó que “las palabras de Jehová” se volvieron en su corazón como un fuego que no podía contener (Jer. 20:9). Y lo mismo nos pasará a nosotros si llenamos nuestra mente y corazón con la Palabra de Dios. Ese es un motivo más para estudiarla todos los días y meditar en ella. Entonces, disfrutaremos más de la predicación y puede que hasta tengamos mejores resultados (Jer. 15:16). Por eso, sea lo que sea que nos desanime, contémosle a Jehová exactamente cómo nos sentimos y pidámosle ayuda. Él nos ayudará a lidiar con nuestras imperfecciones, debilidades y enfermedades, nos ayudará a tener un punto de vista equilibrado de nuestras responsabilidades y asignaciones, y nos ayudará a ver el ministerio con una actitud positiva. Gracias a él, podemos vencer el desánimo. w20.12 52:20, 21
Viernes 16 de septiembre
Aconseja a las mujeres de más edad como a madres y a las más jóvenes como a hermanas (1 Tim. 5:1, 2).
Para algunas cristianas, la principal oportunidad de estar con otros hermanos es en las reuniones. Así que queremos aprovechar estas ocasiones para darles la bienvenida, hablar con ellas y demostrarles que nos preocupamos por ellas. Hagamos como Jesús y saquemos tiempo para estar con nuestras hermanas (Luc. 10:38-42). Tal vez podamos invitarlas a nuestra casa para comer algo sencillo o pasar un rato juntos. En esas ocasiones, procuremos hablar de cosas edificantes (Rom. 1:11, 12). En esto, es importante que los ancianos tengan la misma actitud que Jesús. Él sabía que para algunos ser soltero no es fácil. Pero dejó claro que la clave de la felicidad eterna no está ni en casarse ni en tener hijos, sino en poner el servicio a Jehová en primer lugar en la vida (Mat. 19:12; Luc. 11:27, 28). Los ancianos sobre todo deben tratar a las cristianas como sus madres y hermanas espirituales. Tienen que esforzarse por sacar tiempo antes o después de las reuniones para hablar con ellas. w20.09 39:7-9
Sábado 17 de septiembre
El agricultor continúa esperando con paciencia el valioso fruto de la tierra. Tengan paciencia ustedes también (Sant. 5:7, 8).
En Israel, el agricultor sembraba las semillas después de las primeras lluvias, a mediados de octubre, y recogía la cosecha después de las últimas lluvias, a mediados de abril (Mar. 4:28). Si somos sabios, seguiremos el ejemplo de paciencia del agricultor. Ahora bien, puede que esto no sea fácil. Por nuestra imperfección, los seres humanos queremos ver de inmediato los frutos de nuestro esfuerzo. Pero, si alguien tiene un huerto y quiere que dé fruto, debe darle atención constante: tiene que cavar, plantar, deshierbar y regar. Lo mismo pasa con la obra de hacer discípulos. Tenemos que dedicar tiempo a desarraigar el prejuicio y la indiferencia del corazón de nuestros estudiantes. Cuando la gente nos rechaza, la paciencia nos ayudará a no desanimarnos. Pero también hay que ser pacientes cuando las personas responden bien, pues no podemos forzar el crecimiento de la fe del estudiante. A veces, hasta a los discípulos de Jesús les tomó tiempo entender el significado de lo que él enseñó (Juan 14:9). Recordemos que nosotros podemos plantar y regar, pero Dios lo hace crecer (1 Cor. 3:6). w20.09 37:10, 11
Domingo 18 de septiembre
Alabaré a Jehová con todo mi corazón entre los justos reunidos y en la congregación (Sal. 111:1).
Todos deseamos que los estudiantes lleguen al bautismo. Una forma importante de hacerlo es animándolos a asistir a las reuniones. Los estudiantes que asisten a las reuniones enseguida son los que progresan más rápido. Algunos les explican a sus estudiantes que recibirán la mitad de su educación bíblica en sus clases semanales y la otra mitad en las reuniones. Leamos Hebreos 10:24, 25 con el estudiante y expliquémosle los beneficios de asistir a las reuniones. Contémosle con entusiasmo algo que hayamos aprendido en una reunión reciente. Eso es más eficaz que tan solo invitarlo a asistir. Lo que él viva en la primera reunión superará por mucho a cualquier cosa que haya visto o escuchado en cualquier otra reunión religiosa (1 Cor. 14:24, 25). Conocerá a otras personas que son un buen ejemplo para él y que lo ayudarán a llegar al bautismo. w20.10 41:14, 15
Lunes 19 de septiembre
¿Qué instructor es como Dios? (Job 36:22).
El espíritu santo nos ayudará a poner en práctica lo que leamos y estudiemos en la Palabra de Dios. Pidamos a Jehová lo mismo que el salmista: “Oh, Jehová, enséñame tu camino. Yo andaré en tu verdad. Unifica mi corazón para que tema tu nombre” (Sal. 86:11). Así pues, sigamos aprovechando el alimento espiritual que Jehová nos da mediante su Palabra y su organización. Claro, no queremos limitarnos a adquirir conocimiento. Grabemos la verdad en nuestro corazón y pongámosla en práctica en nuestra vida. El espíritu de Jehová nos ayudará a hacerlo. Animemos también a nuestros hermanos, pues son nuestra familia espiritual (Heb. 10:24, 25). Oremos para que el espíritu de Dios nos ayude a dar comentarios de corazón en las reuniones y a hacer lo mejor posible cuando se nos asigne una parte del programa. Si hacemos todo esto, les demostraremos a Jehová y su Hijo que amamos a sus valiosas ovejas (Juan 21:15-17). Por eso, escuchemos a nuestro Gran Instructor aprovechando al máximo el banquete espiritual que nos ofrece. w20.10 43:15-17
Martes 20 de septiembre
Todos lo abandonaron y huyeron (Mar. 14:50).
¿Cómo trató Jesús a sus apóstoles cuando pasaron por momentos de desánimo? Fijémonos en algo que hizo poco después de resucitar. Envió a unas discípulas a avisar a los apóstoles de que había resucitado. Les dijo: “No tengan miedo. Vayan, avisen a mis hermanos” (Mat. 28:10a). Aunque lo habían abandonado, notemos que Jesús no los rechazó, sino que siguió llamándolos “mis hermanos”. Jesús imitó a Jehová siendo compasivo y estando dispuesto a perdonar (2 Rey. 13:23). Nosotros también nos preocupamos mucho por quienes han dejado de predicar. Siguen siendo nuestros hermanos, y los amamos. No olvidamos todo lo que hicieron por Jehová en el pasado, algunos incluso durante décadas (Heb. 6:10). Los extrañamos muchísimo (Luc. 15:4-7). Hoy nosotros también podemos invitar a los inactivos a asistir a las reuniones de congregación. Y, si vemos entrar a un inactivo en el Salón del Reino, acerquémonos y démosle una afectuosa bienvenida. w20.11 45:14-17
Miércoles 21 de septiembre
No vayan más allá de las cosas que están escritas (1 Cor. 4:6).
Santiago y Juan junto con su madre le pidieron a Jesús que ellos dos se sentaran a su derecha y a su izquierda en el Reino. Sin dudar, Jesús respondió que solo su Padre celestial tenía autoridad para conceder ese privilegio (Mat. 20:20-23). Así demostró que respetaba sus límites. Actuó con modestia y nunca fue más allá de lo que Jehová le había mandado hacer (Juan 12:49). ¿Cómo podemos seguir su magnífico ejemplo de modestia? Obedeciendo el mandato bíblico del texto de hoy. Por tanto, cuando alguien nos pida un consejo, nunca le impongamos nuestra opinión ni le digamos lo primero que se nos ocurra sin pensarlo con detenimiento. Más bien, dirijámoslo a los consejos que ofrecen la Biblia y nuestras publicaciones. Así demostraremos que somos modestos, pues reconocemos que tenemos límites y que los “justos decretos” de Jehová son siempre mejores que cualquier consejo que podamos dar (Apoc. 15:3, 4). w20.08 32:14, 15
Jueves 22 de septiembre
No seas demasiado justo ni te muestres sabio en exceso. ¿Por qué causar tu propia ruina? (Ecl. 7:16).
Si alguna vez nos parece que tenemos que aconsejar a un amigo, ¿qué debemos tomar en cuenta? Antes de hablar con él, preguntémonos: “¿Estoy siendo ‘demasiado justo’?”. La persona demasiado justa juzga a los demás por sus propias normas, no por las de Jehová, y no suele ser muy compasiva. Si después de pensar en esto nos sigue pareciendo que tenemos que hablar con nuestro amigo, digámosle claramente cuál es el problema y hagámosle preguntas para que se dé cuenta de su error. Debemos asegurarnos de basar lo que decimos en la Biblia, y recordar que nuestro amigo no debe rendirnos cuentas a nosotros, sino a Jehová (Rom. 14:10). Apoyémonos en la sabiduría de la Palabra de Dios y, cuando aconsejemos a alguien, seamos compasivos como Jesús (Prov. 3:5; Mat. 12:20). Recordemos que Jehová nos tratará igual que nosotros tratamos a los demás (Sant. 2:13). w20.11 47:13
Viernes 23 de septiembre
Dejen de juzgar por las apariencias: sean justos cuando juzguen (Juan 7:24).
¿Verdad que no nos gusta que nos juzguen por el color de la piel, los rasgos faciales o la complexión física? Por eso, nos reconforta saber que Jehová no nos juzga por lo que se ve a simple vista. Por ejemplo, cuando Samuel vio a los hijos de Jesé, no vio lo mismo que Jehová. Dios le había dicho que uno de ellos iba a ser rey de Israel. Pero ¿cuál? Al ver a Eliab, el mayor, Samuel dijo: “Seguro que Jehová ha elegido a este”. Eliab tenía el porte de un rey. “Pero Jehová le dijo a Samuel: ‘No te fijes en su apariencia ni en lo alto que es, porque lo he descartado’”. ¿Qué aprendemos? Dios añadió: “El hombre ve lo que tiene ante los ojos, pero Jehová ve el corazón” (1 Sam. 16:1, 6, 7). Es bueno que sigamos el ejemplo de Jehová al tratar con nuestros hermanos. w20.04 16:1, 3
Sábado 24 de septiembre
Levanten la vista y miren, los campos están blancos, listos para la cosecha (Juan 4:35).
En su viaje a Galilea, Jesús pasa por varios campos, quizás campos verdes de cebada que empieza a brotar (Juan 4:3-6). Aún quedan unos cuatro meses para la cosecha. Entonces, Jesús les dice a sus discípulos algo que debe parecerles extraño: “Levanten la vista y miren, los campos están blancos, listos para la cosecha” (Juan 4:35, 36). ¿A qué se refiere? Al parecer, Jesús está hablando de una cosecha espiritual, es decir, una recolección de personas. Pensemos en lo que acaba de ocurrir. Aunque los judíos normalmente evitan a los samaritanos, Jesús le ha predicado a una mujer samaritana, y ella le ha prestado atención. De hecho, mientras Jesús dice que los campos están “blancos, listos para la cosecha”, un buen grupo de samaritanos a los que la mujer les ha hablado de Jesús se acercan para saber más de él (Juan 4:9, 39-42). Una obra especializada comenta lo siguiente sobre este relato: “La buena disposición de estas personas [...] mostró que eran como el grano que está listo para la cosecha”. w20.04 15:1, 2
Domingo 25 de septiembre
Estemos pendientes unos de otros para motivarnos a mostrar amor y a hacer buenas obras (Heb. 10:24).
En las reuniones aprendemos a predicar y enseñar mejor. Por ejemplo, se nos enseña a usar hábilmente las publicaciones y los videos del kit de enseñanza. Así que preparémonos bien para las reuniones, escuchemos con atención lo que se dice en ellas y después apliquémoslo. Si hacemos todo esto, cada uno de nosotros estará preparado para la batalla y será un “buen soldado de Cristo Jesús” (2 Tim. 2:3). También contamos con el apoyo de millones y millones de poderosos ángeles. Si ya sabemos lo que puede hacer un solo ángel, ¿nos imaginamos lo que podría hacer todo un ejército? (Is. 37:36). No hay hombre ni demonio que pueda compararse al imponente ejército de Jehová. En una ocasión se dijo que, aunque estemos solos, si Jehová está con nosotros, siempre seremos mayoría (Juec. 6:16). ¡Qué gran verdad! Tengámosla presente cuando sintamos que nos fallan las fuerzas por algo que diga o haga un compañero de trabajo o de escuela, o un familiar no Testigo. Recordemos que no luchamos solos; estamos a las órdenes de Jehová. w21.03 13:13, 14
Lunes 26 de septiembre
Si los muertos no van a ser resucitados, “comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Cor. 15:32).
Es posible que el apóstol Pablo estuviera citando de Isaías 22:13, donde se explica que los israelitas se dedicaban a disfrutar de los placeres de la vida en vez de acercarse a Dios. Como mucha gente hoy día, aquellos israelitas se decían a sí mismos: “Disfruta, que la vida es corta”. La fe en la resurrección debe guiarnos a la hora de escoger con quién pasamos tiempo. Los cristianos de Corinto tenían que evitar juntarse con quienes negaban la resurrección. ¿Qué nos enseña esto? Que la amistad estrecha con las personas que solo piensan en vivir el momento no nos traerá nada bueno. Su compañía puede echar a perder nuestros principios y buenas costumbres. De hecho, podría llevarnos a hacer cosas que Dios odia. Por eso, Pablo dio este firme consejo: “Entren en razón haciendo lo que es justo y no practiquen el pecado” (1 Cor. 15:33, 34). w20.12 50:3, 5, 6
Martes 27 de septiembre
La cabeza de todo hombre es el Cristo, la cabeza de la mujer es el hombre y la cabeza del Cristo es Dios (1 Cor. 11:3).
Este versículo describe cómo ha organizado Jehová a su familia universal. En el principio de autoridad, hay dos elementos claves: la autoridad que se tiene y la responsabilidad por cómo se ejerce. Jehová es “la cabeza” o autoridad suprema, y todos sus hijos —tanto los ángeles como los seres humanos— son responsables ante él (Rom. 14:10; Efes. 3:14, 15). Jehová le ha dado a Jesús autoridad sobre la congregación; pero, a su vez, Jesús es responsable ante Jehová por cómo nos trata (1 Cor. 15:27). Jehová también le ha dado al esposo autoridad sobre su esposa y sus hijos. ¿Cómo puede un hombre aprender a ser un buen cabeza de familia? Lo primero que debe hacer es entender lo que Jehová espera de él. Además, tiene que saber por qué Jehová estableció el principio de autoridad y de qué maneras concretas puede imitar los ejemplos de Jehová y Jesús. ¿Por qué es esto tan importante? Porque Jehová les ha dado cierta autoridad a los cabezas de familia y espera que la usen bien (Luc. 12:48b). w21.02 5:1-3
Miércoles 28 de septiembre
Yo, Jehová, soy tu Dios, el que te enseña por tu propio bien (Is. 48:17).
A la hora de usar nuestra memoria, hacemos bien en imitar a Jehová. Hay cosas que él decide olvidar. Por ejemplo, aunque tiene una memoria perfecta, decide perdonar y olvidar nuestros errores si nos arrepentimos (Sal. 25:7; 130:3, 4). Y quiere que hagamos lo mismo con quienes nos ofenden (Mat. 6:14; Luc. 17:3, 4). Podemos mostrar que agradecemos nuestro maravilloso cerebro usándolo para honrar a quien nos lo regaló. Algunas personas prefieren utilizarlo de manera egoísta y deciden por sí mismas lo que está bien o mal. Pero, como Jehová nos creó, lo lógico es que sus normas sean mejores que las que podamos fijarnos nosotros mismos (Rom. 12:1, 2). Cuando nos guiamos por sus normas, disfrutamos de paz (Is. 48:18). Y nuestra vida tiene un propósito claro: honrar y hacer feliz a nuestro Creador y Padre (Prov. 27:11). w20.05 21:13, 14
Jueves 29 de septiembre
Muéstrense tierno cariño (Rom. 12:10).
¿Qué hay que hacer para sentir tierno cariño por nuestros hermanos? Tratar de conocerlos cada vez mejor. Así se nos hará más fácil comprenderlos y llegar a sentir cariño por ellos. La edad y las diferencias culturales no tienen por qué ser un obstáculo. Recordemos que Jonatán se hizo muy buen amigo de David a pesar de que tenía unos 30 años más que él. ¿Por qué no piensa en alguien de su congregación que sea mayor o más joven que usted y se pone la meta de hacerse su amigo? Si lo hace, estará demostrando que le tiene “amor a toda la hermandad” (1 Ped. 2:17). Ahora bien, cuando hablamos de tenerles tierno cariño a los hermanos, ¿nos referimos a tener una amistad igual de estrecha con todos? No, eso no sería realista. Es normal que nos sintamos más cómodos con unos hermanos que con otros porque tenemos más cosas en común. De hecho, Jesús veía como amigos a todos sus apóstoles, pero le tenía un cariño especial a Juan (Juan 13:23; 15:15; 20:2). Aun así, Jesús no le mostró favoritismo (Mar. 10:35-40). w21.01 4:12, 13
Viernes 30 de septiembre
Ustedes parecen ser más devotos de los dioses que otros (Hech. 17:22).
El apóstol Pablo no les predicó a los gentiles de Atenas de la misma manera que a los judíos de la sinagoga. Observó con cuidado a su alrededor y se fijó en sus costumbres religiosas (Hechos 17:23). Después, buscó un terreno común entre lo que creían ellos y la verdad de las Escrituras. Así que el apóstol estuvo dispuesto a adaptar su forma de predicar. Le dijo a la gente de Atenas que su mensaje venía del “Dios Desconocido” a quien ellos intentaban adorar. Aunque los gentiles no conocían las Escrituras, Pablo no los dio por perdidos. Al contrario, los vio como el grano que está listo para la cosecha y adaptó su manera de presentar las buenas noticias. Como Pablo, seamos observadores. Estemos atentos a detalles que indiquen lo que creen las personas de nuestro territorio. ¿Hay algún adorno en su casa o en su vehículo? ¿Nos indica su nombre, su manera de vestir y arreglarse o hasta su vocabulario de qué religión son? w20.04 15:7, 8