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¡Despertad! 1977
g77 22/1 págs. 12-15

La Tierra diseñada para habitación de seres humanos

LA TIERRA es el hogar del hombre, su único hogar. Sin importar cuánto pruebe, el hombre no puede permanecer alejado de ella en el espacio por ninguna duración de tiempo. Su vida depende de ella. El hecho de que necesita la Tierra estimula su hambre de conocimiento acerca de ella. Lo que él ha aprendido revela que la vida sobre la Tierra no es casualidad, sino que la Tierra fue diseñada específicamente para ser habitada por seres humanos. Muchísimas de sus características, según lo que se sabe, le son peculiares a ella y son imperativas para la vida del hombre y la bestia.

Ante todo, considere la temperatura de la Tierra. Esta depende principalmente de su distancia desde el Sol, unos 150 millones de kilómetros, con una variación de 4.827.000 kilómetros en el transcurso de un año. Si la Tierra estuviera tan alejada del Sol como lo están los planetas Neptuno y Plutón, ninguna vida del tipo que se encuentra en la Tierra sería posible. La temperatura sería demasiado fría. Por otra parte, si la Tierra estuviera mucho más cerca del Sol, la vida sería imposible a causa del calor extremado. El vehículo espacial Mariner II reveló que la superficie de Venus, un planeta que está un tercio más cerca del Sol que la Tierra, tiene una temperatura, en la superficie, de 426°C., una temperatura que está muy por encima del punto de derretimiento del plomo. Claramente, la distancia a que está la Tierra del Sol es evidencia de diseño.

Y lo mismo sucede con la mismísima velocidad de la Tierra al girar sobre su eje. Si la Tierra girara sobre su eje solo una vez al año, la mitad de la Tierra sería una desolación helada a temperaturas bajo cero y la otra mitad sería un horno ardiente.

Concerniente a la importancia de la temperatura en mantener la vida sobre la Tierra, A. R. Wallace bien dijo en una ocasión:

“Los rasgos esenciales de la estructura de los seres organizados son: crecimiento continuo y reparación de tejidos, alimentación por medio de la absorción de materia muerta o viva de afuera, y su transformación en las varias combinaciones inestables de las cuales se forman sus cuerpos. Con estos propósitos un sistema doble de circulación, gaseoso y líquido, tiene que estar en funcionamiento continuamente, y éste se efectúa por medio de menudos vasos tubulares o celulares que penetran en todas partes del cuerpo. Estos sistemas de circulación maravillosamente complejos y exquisitamente ajustados de penden enteramente de que a todo tiempo se mantenga la temperatura dentro de una variación muy limitada, entre los extremos del punto en que el agua hierve y en que el agua se congela.”1

La atmósfera

De escasamente menos importancia que la temperatura correcta de la Tierra es su atmósfera, y ésta también da asombrosa evidencia de que la Tierra fue diseñada para ser habitada por seres humanos. Con razón una autoridad dijo lo siguiente acerca de la naturaleza de la atmósfera de la Tierra:

“El hecho notable es que los gases raros se hallan presentes aquí solo en cantidades pequeñas, mucho más pequeñas de las que se conocen en otros lugares del universo. Al mismo tiempo, el oxígeno, el nitrógeno . . . y el vapor del agua se hallan presentes en mucho mayor abundancia que en otros lugares. La distribución relativa de los elementos en el universo ha sido determinada por el análisis espectroscópico de los meteoritos. Estos muestran que los gases raros se hallan presentes aquí solo en unos cuantos millonésimos a un milmillonésimo de su abundancia cósmica. Ahora bien, puesto que se asume que el sistema solar y probablemente el universo conocido hayan sido formados simultáneamente, la Tierra debería haber contenido una porción razonablemente proporcionada de los varios elementos.”2

Pero no es así. ¿Por qué? ¿Y cuál es el origen del oxígeno atmosférico, que se encuentra en tal abundancia en la atmósfera de la Tierra (21 por ciento) y que es tan indispensable para la vida? Los científicos no pueden contestar. Ofrecen varias hipótesis, pero hay objeciones a todas ellas.

Sí, ningún otro planeta conocido tiene una atmósfera capaz de sustentar la vida humana. ¿Fue esto una simple casualidad?

Y eso no es todo. La atmósfera no solo hace posible la vida humana sobre la Tierra sino que es un factor sumamente vital para conservarla. Según la Larousse Encyclopedia of the Earth, la atmósfera hace esto por medio de obrar, ante todo, “como una manta aisladora, que impide que las temperaturas en altitudes media y alta desciendan a extremos durante la noche y durante el invierno.” En segundo lugar, según esta misma autoridad, “la atmósfera sirve para protegernos de los rayos del Sol que son perjudiciales. El extremo ultravioleta del espectro en particular, aunque es importante y necesario para la vida, no obstante es fatal cuando es inferior a determinadas longitudes de onda.”3

Lo que protege a la Tierra de estos rayos es una capa delgada de ozono a unos 19 a 32 kilómetros más arriba de la superficie de la Tierra. ¿Quién salvo el Diseñador de la Tierra y el Creador del hombre pudiera haber previsto la necesidad vital de tal escudo?

Obrando como un dosel protector, la atmósfera protege al hombre de las multitudes de meteoritos que caen hacia la Tierra. A veces millares caen en una sola noche. Podrían causar gran daño a la Tierra y a sus habitantes si no fueran consumidos por completo mediante la fricción debido a la atmósfera de la Tierra. La condición sobre la Luna pone de relieve este hecho. Por eso, se nos dice:

“El contraste total entre la superficie de la Luna y la superficie de la Tierra, cuyos medios ambientes en el espacio son tan semejantes, es particularmente notable. La superficie de la Luna es seca y no tiene aire. Sobre ello no hay continentes, no hay largas cordilleras, y no hay volcanes activos, sino en cambio hay una multitud de cráteres de todo tamaño hechos por los meteoritos, pero casi no hay cráteres de esa clase en la Tierra.”4

Tampoco ha de pasarse por alto el papel que la atmósfera desempeña en el ciclo del agua de la Tierra. Las aguas sacadas del océano por los rayos del Sol forman nubes que flotan o son llevadas por los vientos de la atmósfera sobre las porciones terrestres, donde caen como lluvia. Sin esa lluvia, el hombre no podría vivir. Seguramente estos papeles variados y vitales que la atmósfera desempeña en hacer posible la vida humana sobre la superficie de la Tierra no podrían ser el resultado de la casualidad ciega; más bien, arguyen de manera elocuente a favor de que la Tierra fue diseñada por un gran Diseñador para que la habitaran criaturas humanas.

Otros ciclos vitales

Además del ciclo del agua también hay los ciclos de fósforo, nitrógeno y oxígeno, todos indispensables para la vida del hombre y de la bestia y que dan elocuente testimonio adicional de que la Tierra de veras fue diseñada para que la habitaran los seres humanos. Por ejemplo, si verdaderamente hay algún elemento mineral más importante para la vida que cualquier otro es el fósforo. Es comparativamente raro y pasajero, pues se pierde fácilmente al combinarse con otros elementos. El hombre y la bestia lo consiguen especialmente por medio de comer granos, los cuales lo adquieren del suelo. Regresa al suelo por medio del estiércol y los cuerpos en descomposición. Debido al descuido del hombre el agua se lleva al mar mucho fósforo preciado, empobreciendo la tierra.

Sin embargo, este fósforo no se pierde del todo, porque el mar tiene su propio ciclo de fósforo. La vegetación flotante microscópica del mar absorbe el fósforo, los animalillos microscópicos que flotan en el mar se comen esa vegetación flotante marina, peces pequeños se comen a los animalillos flotantes y los peces grandes se comen a los peces chicos. Cuando mueren las plantas y los animales, se hunden hasta el fondo del océano para formar reservas de fósforo, a las cuales se añade el que entra en el mar por la erosión del suelo y las aguas de albañal. En los climas templados el tiempo frío produce una inversión de la capa superior y la capa inferior del agua, haciendo subir así el fósforo para que la vegetación microscópica marina lo absorba. Esto inicia el ciclo otra vez. Grandes cantidades de la raza humana dependen del pescado para proteína, y la abundancia de peces en el océano depende en gran manera de esta inversión de la capa superior y la capa inferior del agua, este ciclo de fósforo del mar. Igualmente indispensable para la vida humana es el ciclo del oxígeno.

No hay duda en cuanto a que el oxígeno es vital para que el hombre pueda habitar la Tierra. Se mantiene en equilibrio por el ciclo del oxígeno. Las plantas mantienen este ciclo por medio de tomar anhídrido carbónico del aire y expeler oxígeno. El hombre y la bestia, a su vez, adquieren el oxígeno y expelen anhídrido carbónico.

Aún otro ciclo indispensable para la existencia terrestre del hombre es el del nitrógeno, un gas que compone el 78 por ciento de la atmósfera de la Tierra. El nitrógeno es un gas comparativamente inerte que el hombre no utiliza. Es algo afortunado para el hombre que el nitrógeno sea tan inerte, que no se mezcle fácilmente con otros elementos. Si lo hiciera, todos los océanos serían una solución débil de ácido nítrico, y esto haría imposible la vida sobre la Tierra. En el ciclo del nitrógeno, las tormentas así como las bacterias que se hallan en las raíces de tales plantas como chícharos, judías y tréboles, introducen nitrógeno en el suelo en forma de nitratos que pueden ser absorbidos por las plantas. A medida que las plantas y la materia animal se descomponen liberan nitrógeno a la atmósfera, completando así el ciclo. Otro propósito valioso que cumple el nitrógeno es el de diluir el oxígeno del aire para que solo haya la cantidad correcta de oxígeno libre para sustentar la vida y para que se quemen los materiales combustibles. Seguramente no es posible que todos estos ciclos, tan vitales para la vida sobre la Tierra, sean el producto de la casualidad ciega.

Otros factores

Entre otros factores que arguyen a favor de que la Tierra fue diseñada para que la habitaran seres humanos debe considerarse el tamaño y la ubicación de la Luna. Si la Luna tuviera el doble de su tamaño presente, causaría tales mareas y protuberancias en la corteza de la Tierra que el hombre y la bestia no podrían existir sobre la Tierra, es decir, sobre el suelo. Lo mismo es cierto si la Luna estuviera a la mitad de la distancia de la Tierra de lo que está en la actualidad.

La humilde partícula de polvo provee aún otra prueba de diseño. El polvo entra en la atmósfera de la Tierra por medio de meteoritos, volcanes y vientos de los desiertos. Sin polvo, la vida no sería posible sobre la Tierra. Dice The Encyclopedia Americana:

“Ninguna condensación de humedad, como en la lluvia, neblina, niebla, podría acontecer sin núcleos como las partículas de polvo. Si la atmósfera no estuviera impregnada de polvo no habría efectos de nubes, no habría radiantes puestas de Sol, no habría crepúsculo de matices delicados; el Sol se pondría instantáneamente, los colores armoniosos, que prestan una aureola a la noche callada, jamás habrían sido.”5

Diseño inteligente también es evidente en la inclinación del eje de la Tierra a un ángulo de 23 grados. Considere lo que dijo acerca de esto un ex presidente de la Academia de Ciencias de Nueva York y miembro vitalicio de la Institución Real de la Gran Bretaña:

“La Tierra está inclinada en un ángulo de veintitrés grados. Esto nos proporciona nuestras estaciones. Si no estuviera inclinada, los polos estarían en eterno crepúsculo. El vapor del agua del océano se movería al norte y al sur, amontonando hielo en los continentes y posiblemente dejando un desierto entre el ecuador y el hielo. Ríos glaciales desgastarían y rugirían a través de desfiladeros, entrando en el lecho cubierto de sal del océano para formar estanques temporarios de salmuera. El peso de la masa de hielo increíblemente inmensa deprimiría los polos, haciendo que nuestro ecuador se combara o hiciera erupción o por lo menos mostrara la necesidad de un nuevo cinturón. La disminución del océano expondría inmensas porciones nuevas de tierra y haría disminuir la lluvia en todas partes del mundo, con resultados espantosos.”6

Mucha más evidencia podría aducirse, si permitiera el espacio, pero lo susodicho debe bastar para demostrar que la Tierra fue diseñada para habitación de seres humanos. Tan asombrosa cantidad de condiciones y equilibrios jamás pudiera haberse efectuado por casualidad. Solo a causa del diseño pueden decir concerniente a ella los científicos:

“El hogar del hombre —la superficie de la Tierra— es un refugio pequeño y moderado colocado en un universo inmenso y ajeno . . . Bien puede gloriarse la humanidad en sus llanuras fértiles, sus pináculos coronados de nieve, sus océanos poderosos, porque son ejemplos raros de moderación en un universo donde prevalecen los extremos de calor y frío . . . Sobre la Tierra el mayor milagro es la vida, pero la combinación de circunstancias que han hecho posible la vida difícilmente es menos notable.”4

El hombre diseñado para la Tierra

Sí, no es menos cierto que el hombre fue diseñado para habitar en la Tierra. Como declara la Biblia: “A Jehová pertenecen los cielos, pero la tierra se la ha dado a los hijos de los hombres.” (Sal. 115:16) Los brazos, piernas y manos del hombre están idealmente adaptados para que él se mueva de un lugar a otro sobre esta Tierra, para proveer para sí mismo alimento, ropa y abrigo. La Tierra abunda de sonidos; el oído del hombre está construido para recoger el mayor número posible de sonidos que le son útiles y de los cuales puede disfrutar. La Tierra también abunda de colores, y el hombre tiene visión en colores. Más que todo esto, el hombre tiene intelecto, cerebro, y esto hace posible que aprecie la belleza, que no se desperdicia en él.

Al hombre se le ha dado una dentadura, y la Tierra abunda de toda suerte de frutas, legumbres, cereales, en los cuales usar sus dientes, así como tales cosas dulces como jarabe de arce y miel para deleitar su sentido del gusto. El agua es indispensable para que exista el hombre, y, ¡qué abundancia de ella hay sobre la Tierra! Hubo un tiempo en que los “científicos” especulaban jovialmente que algún día el hombre se contentaría con unas cuantas píldoras concentradas. Pero ya se sabe que no es así, porque tanto el gusto como el volumen son esenciales para la digestión y eliminación apropiadas, y el que el alimento agrade a la vista también ayuda a la digestión.

La Tierra diseñada para la habitación de seres humanos y el hombre diseñado para la habitación terrestre... ¿por quién? Por el Creador, Jehová Dios, así como leemos en su Palabra, la Biblia, en Isaías 45:18: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada: ‘Yo soy Jehová, y no hay ningún otro.’” Y al observar cómo Él hizo todas las cosas no podemos menos que exclamar, con las palabras del salmista: “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones.”—Sal. 104:24.

REFERENCIAS

1 Fortnightly Review, 1 de marzo de 1903, págs. 406ff.

2 Scientific American, agosto de 1953, págs. 83-86.

3 Página 16.

4 “The Crust”—J. Tuzo Wilson, en The Earth and Its Atmosphere, publicado por D. R. Bates.

5 Tomo 9, pág. 429.

6 Man Does Not Stand Alone—Morrison, pág. 17.

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