Explorando las maravillas del mar
AUNQUE este planeta se llama Tierra, el 71 por ciento de su superficie está cubierto por los mares. El volumen de agua que contienen es tan grande que, si la Tierra fuese aplanada con rasadoras, las aguas de los mares la inundarían. hasta una profundidad de más de tres kilómetros. Pero lejos de ser una vasta extensión falta de vida, los mares pululan de vida. De hecho, las primeras criaturas vivientes sobre este planeta fueron diseñadas para vivir cómodamente en los mares. Con este fin “Los bendijo Dios, diciendo: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen las aguas en las cuencas de los mares.’”—Gén. 1:9, 20-23.
Los que han explorado las profundidades del océano se asombran de la belleza de diseño y de movilidad de este sinnúmero de criaturas del mar. Parece que no hay fin a su variedad, y cada una está equipada para vivir en su morada particular; sea ésa en la orilla del mar, en aguas superficiales cálidas, o en las profundidades casi en punto de congelación de los valles submarinos a unos diez kilómetros debajo de la superficie del agua.
Explorando la vida en la orilla del mar
Aunque a alguien quizás le inspiren las majestuosas olas que golpean una orilla rocosa, un examen cuidadoso de las muchas criaturas vivientes que construyen su hogar a lo largo de la orilla puede ser igualmente recompensador. Muchos de los animales tienen asombrosos ciclos de comportamiento que se repiten con el reflujo y flujo de las mareas. El cambio regular en color del común cangrejo barrilete es un buen ejemplo. El Scientific American de abril de 1954 informó los siguientes resultados interesantes de algunos experimentos que se hicieron con estas criaturas:
“A veces el cangrejo se halla sumamente oscuro por la mañana, a veces al mediodía y de vez en cuando tanto temprano por la mañana como temprano por la noche. El tiempo del mayor oscurecimiento tiende a suceder unos 50 minutos más tarde cada día sucesivo. Ahora se sabe comúnmente que las mareas altas y bajas en cualquier localidad también suceden unos 50 minutos más tarde cada día. Hallamos que el oscurecimiento máximo de los cangrejos en nuestro laboratorio se producía aproximadamente al tiempo del día cuando la marea era baja en el lugar donde habían sido recogidos. En otras palabras, al mismísimo tiempo que los cangrejos en la playa estaban adquiriendo su matiz más oscuro como protección de la luz del Sol y de criaturas de rapiña, sus parientes capturados en el laboratorio, que habían sido guardados en un cuarto oscuro por tanto tiempo como un mes, también estaban poniéndose sumamente oscuros.”
Pero, ¿de dónde obtienen estas criaturas del mar el maravilloso mecanismo de la regulación de tiempo que pone en operación el reflujo y flujo de las mareas? Evadiendo la respuesta de que Dios es responsable, los científicos dicen “que tales relojes biológicos son heredados.”
Otra maravillosa criatura que se halla adherida a las rocas o en estanques hechos por la marea a lo largo de la orilla del mar es la anémona de mar. Delgados tentáculos ondulantes arreglados alrededor de un disco central les dan la apariencia de flores bellas. ¡Pero que tengan cuidado los menudos camarones o peces de los alrededores! Esos tentáculos llenos de colorido poseen diminutos “hilos-lazos” que son lanzados y paralizan con veneno a las víctimas confiadas. Luego los tentáculos semejantes a pétalos se extienden y tiran de la presa aturdida hacia su centro, donde ésta se desvanece en la boca de la anémona.
Así la hermosa anémona de apariencia impotente está diseñada maravillosamente para sobrevivir. Pero quizás aún más maravillosa es la manera en que contribuye al sostén y bienestar de cierta araña del mar que se destaca entre las criaturas de la orilla del mar por sus patas largas. Después que la anémona ha terminado de comer, esta criatura de ocho patas parecida a araña sale de alguna guarida secreta entre las hierbas y guijarros y confiadamente se arrastra sobre los tentáculos llenos de colorido de la anémona. Sorprende, pero la anémona no arroja ni un solo hilo venenoso para herirla. En cambio, la araña de mar prosigue sin ser molestada hasta el centro de la anémona, le inserta su hocico largo en la boca, ¡y tranquilamente extrae el contenido de su estómago!
¿Por qué permite este hurto la anémona de mar? Eso no es más enigmático que el por qué determinados peces y camarones forman su hogar en el estómago de la anémona y nunca son digeridos, mientras que pequeñas criaturas semejantes son consumidas. En aguas tropicales las anémonas de mar llegan a ser de tamaño enorme y tienen tentáculos de sesenta centímetros de longitud. Asombrosamente, dejan que peces coralinos se lancen adentro y fuera de sus estómagos, aunque su alimento cotidiano consta de peces semejantes.
Un artículo en el Scientific American de agosto de 1961 sugiere que posiblemente la anémona de mar, de alguna manera, saca provecho de que otras criaturas marinas exploren sus entrañas. La revista explicó que muchos organismos marinos viven por medio de limpiar a otros peces o sacan provecho de ser limpiados por ellos. Peces limpiadores, de los cuales hay más de veinticinco especies, están equipados especialmente para su trabajo con hocicos puntiagudos y dientes como tenacillas. Muchas clases de peces viajan largas distancias para este tratamiento en hospitales y salones de belleza.
“Aun una pequeña estación de limpia,” informó esta revista científica, “puede procesar un gran número de peces en el transcurso de un día. Vi limpiar hasta 300 peces en una estación en las Bahamas durante un período de luz del día de seis horas. Algunos de los peces pasan de estación en estación y vuelven muchas veces durante el día; los que podían identificarse por las marcas visibles que tenían, como partes con evidencia de infección, regresaban día tras día a intervalos de tiempo regulares.” Esta actividad se llama “simbiosis de limpieza” y se reconoce como servicio vital en el mundo marino.
Pero los científicos quisieran saber “qué mecanismo impide que los peces comúnmente voraces devoren a los limpiadores pequeños.” Claramente, todo es parte del maravilloso diseño de Dios, el cual diseño llega a ser tan evidente cuando uno explora “sus maravillosas obras en las profundidades.”—Sal. 107:24.
Diseñados para su morada
Considere, por ejemplo, los peces que moran en las frías aguas septentrionales. Hace unos años los científicos sacaron algunos de ellos del fiordo Hebrón en Labrador, donde tanto el agua como los peces se hallaban a unos grados bajo el punto de congelación. Los peces, sin embargo, estaban protegidos por un abastecimiento intraconstruido de elemento anticongelante.
Luego hay aves y tortugas marinas que pueden beber agua de mar salada, cosa que deshidrataría y enfermería a sus primas que moran en la tierra. El Scientific American de enero de 1959 mostró que las aves marinas tienen, además de sus riñones, “una glándula especial en la cabeza que se deshace de la sal más rápidamente que cualquier riñón.” Experimentos semejantes con tortugas de mar revelaron que sus lágrimas proceden de una glándula grande detrás del globo del ojo que produce un líquido casi igual al que produce la glándula de sal del ave marina.
Mientras más aprende el hombre acerca de las criaturas del mar, más queda impresionado con la maravillosa manera en que fueron hechas para vivir en su ambiente. Las agallas de los peces, por ejemplo, están tan maravillosamente diseñadas para extraer oxígeno del agua y expeler anhídrido carbónico, que los científicos están estudiando la posibilidad de construir una agalla artificial semejante a la del pez.
No todos los peces tienen vejigas natatorias, pero los que no las tienen son los de la variedad que mora en el fondo, o están especialmente equipados de alguna manera, como lo están la caballa y el atún de forma aerodinámica y fuertes músculos, para los cuales el estar en movimiento constante casi no requiere esfuerzo. La mayor parte de los otros peces posee vejigas natatorias que se ensanchan mientras asciende el pez, ayudándolo a subir, y se comprimen cuando desciende el pez, permitiéndole que se hunda. El pez ajusta el volumen de gas en la vejiga para estar en equilibrio con la profundidad deseada.
Sin embargo, algunas criaturas marinas tienen dispositivos especiales para flotar. El Scientific American de julio de 1960 describió cómo la jibia “usa su jibión [un hueso absorbente grande a lo largo de su lomo] como un comandante de submarino usa los tanques de flotación de su nave. Cuando el submarino ha de sumergirse, sus tanques de flotación se llenan de agua; cuando ha de salir a la superficie, aire comprimido echa fuera el agua de los tanques. . . . Así la jibia posee en su jibión un dispositivo regulador de la flotación de una clase sumamente ingeniosa.”
El calamar, por otra parte, posee una cavidad grande que se llena exactamente con la cantidad correcta de fluido de la densidad apropiada para darle flotación. Es interesante el hecho de que el batíscafo, aparato que penetra a gran profundidad en el mar, se asemeja al calamar, y por esa razón a cierta clase de calamares a veces se les llama “calamares batiscafoideos.” “Aunque la etimología del vocablo es dudosa,” declaró la revista de ciencia supracitada, “puede servir para recordarnos una lección importante: Nuestro orgullo en los descubrimientos más recientes del hombre debe ser moderado por el conocimiento de que otros animales quizás los hayan estado usando desde antaño.”
Se ve pues que el explorar el mar es fascinante, pero de más importancia le enseña al hombre que si desea sabiduría debe acudir al Maestro Diseñador de las maravillas que se hallan allí.