Las plantas no son accidentes
ENVOLVIENDO a la Tierra con un manto verde, decorado vívidamente, la vida vegetal hace del hogar planetario del hombre un lugar deleitable en el cual vivir. De hecho, su presencia significa la diferencia entre lo que es la Tierra y el ser un trozo de materia estéril, sin vida, flotando en el espacio. Sin la vida vegetal no podría existir ninguna vida sobre la Tierra, porque, ya sea directa o indirectamente, todas las criaturas vivas dependen de las plantas para la vida. Solo ellas pueden sintetizar alimento del aire, agua y elementos del suelo. Es obvio que la manera maravillosa en que hacen esto no es accidente.
Cada planta verde es una sorprendente fábrica que hace lo que ninguna fábrica del hombre o laboratorio científico ha podido hacer. Extrae carbono del gas anhídrido carbónico de la atmósfera; hidrógeno y oxígeno del agua que extrae del suelo; y luego combina estos elementos en una gran variedad de productos complejos. La energía que necesita para hacer esto la consigue de la luz del Sol.
Sin entrenamiento universitario de química y, de hecho, sin la habilidad para pensar y raciocinar, una planta combina átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno para hacer alimentos complicados como almidón, proteína, aceite, grasa y azúcar. A través de poros pequeños llamados estomas, una planta adquiere aire de la atmósfera. Del anhídrido carbónico que hay en el aire extrae carbono. De hecho, se calcula que las plantas remueven 100.000.000.000 de toneladas de carbono de la atmósfera cada año. Pero el oxígeno, necesario para hombres y animales, se descarga de las hojas como residuo que resulta de dividir el agua en hidrógeno y oxígeno.
Una planta no usa toda el agua que toma. Una gran cantidad se exhala o se evapora de sus hojas. Un girasol, por ejemplo, pudiera despedir casi un litro de agua en tan solo un día. Necesariamente, tiene que regularse la exhalación para que la planta no pierda el agua cuando la necesita. Esto se efectúa por un aumento o disminución en la hinchazón de las dos células guardianas en forma de media luna que rodean la boca de cada poro. Así el marchitarse hace que los poros se cierren, deteniendo la pérdida de agua de la planta. Las células guardianas de muchas plantas abren los poros o estomas cuando el aire está húmedo, pero los cierran cuando el aire está seco o cuando la oscuridad detiene la fotosíntesis.
¿Raciocinaron por sí mismas las plantas que tiene que controlarse la exhalación y que esto puede hacerse por medio de células guardianas? ¿Concibieron el proceso complejo de usar la luz del Sol, anhídrido carbónico y agua para hacer azúcar, almidón, grasas, proteínas, etcétera? ¿Cómo les ha sido posible, sin inteligencia, ejecutar con maestría el complicado proceso de la fotosíntesis cuando las más grandes mentes entre los hombres no pueden duplicar el proceso, mucho menos entender cómo se lleva a cabo?
Polinización
La manera en que las flores son fertilizadas muestra toda la evidencia de un modo de pensar claro y un entendimiento cabal de las leyes naturales. Su estructura no pudo haber sido accidental. Los órganos masculinos de una flor son sus estambres portadores del polen, y los órganos femeninos son los estigmas que reciben el polen junto con los óvulos que producen semillas. Cuando el estambre y el estigma están en el mismo capullo, la flor generalmente está diseñada de tal manera que no puede polinizarse ella misma, sino que tiene que ser polinizada por otra flor. La autopolinización se impide comúnmente por una condición en la cual los estambres y el pistilo de una flor se maduran en tiempos diferentes. En el caso de cierta hierba que crece después de los fuegos, el estilo, que lleva al estigma, se comba hacia atrás durante el período en que los estambres están produciendo el polen. Después de un tiempo se endereza y se extiende más allá de los estambres para poder recibir polen de otra planta. ¿No es esto obviamente producto de diseño inteligente?
Algunas plantas son polinizadas por insectos, como se mencionó en la página 19, y sus capullos muestran evidencia de haber sido diseñados con ese mismo propósito. Ciertas flores atraen abejas, otras polillas, y aún otras mariposas, moscas o escarabajos. Hay tipos que se especializan en pájaros como sus polinizadores.
Las flores de las abejas generalmente son azules o amarillas o de alguna combinación de estos colores. Esta es la parte del espectro de los colores a la cual está limitada la visión de la abeja. En el caso de muchas flores que usan polillas como polinizadoras, no se abren sino hasta el crepúsculo vespertino o la noche, cuando salen las polillas. También, su color tiende a ser principalmente de matices blancos para que las polillas las puedan ver bajo las deficientes condiciones de luz cuando éstas andan volando. ¿Cómo consiguieron este sentido de llevar cuenta del tiempo y de discernimiento en cuanto al color?
Las flores que usan moscas de lengua corta como polinizadoras tienen olores que las atraen. La rafflesia de Malasia de capullos grandes despide un olor semejante al de carne en descomposición, y el aro negro tiene un olor semejante al de excremento humano. Puesto que estas moscas viven de tales cosas, son atraídas a las flores, y al arrastrarse sobre ellas, las polinizan.
Algunas flores que usan a las abejas como polinizadoras tienen un dispositivo de palanca o gatillo especial que hace bajar la antera para que pueda espolvorear polen en el lomo de la abeja cuando ésta entra en la flor. En esta ocasión el órgano femenino, el estigma, no está maduro. Permanece en la parte superior de la flor, pero más tarde se abre y se comba hacia abajo para frotar el lomo de la abeja. De esta manera la flor recoge polen de una abeja o, con las anteras, le da una carga de polen para otra flor. ¿Previó la flor la necesidad de dar polen para otras flores así como recibirlo para sí misma? ¿Inventó este medio de usar insectos como polinizadores?
En el caso de la planta de la orquídea, el capullo forma una bolsa con los lados opuestos rizándose hacia arriba y luego hacia dentro donde los lados se juntan en la parte superior. El abejorro que aterriza sobre la parte superior del capullo cae dentro del saco, donde se alimenta del néctar de la flor. El néctar, incidentalmente, lo producen las flores con el propósito específico de atraer a insectos o pájaros. Las flores que son polinizadas por el viento ni producen néctar ni aroma. Una vez que el abejorro cae dentro del saco de la planta de la orquídea, la única manera en que puede salirse es arrastrándose por la abertura que está al fin del capullo cerca del pecíolo. Al hacerlo, primero tiene que frotarse en el estigma, que recibe polen de su lomo, y luego se frota a través de las anteras, las cuales le dan a su lomo un nuevo abastecimiento de polen para la siguiente flor. Es evidente que la planta de la orquídea no inventó por sí misma esta manera diestra de fertilizar sus semillas y transmitir polen a otros capullos. En sí misma no podría saber de la necesidad de colocar el estigma delante de las anteras para no ser autopolinizada por el insecto. Sin embargo, el arreglo existe.
Distribución de semillas
Como sucede con la polinización de las plantas, así sucede con la distribución de las semillas maduras: resalta claramente el diseño inteligente. ¿Qué otra cosa puede explicar por qué algunas plantas producen semillas que tienen penachos esponjosos adheridos a ellas para poder flotar en el aire y ser llevadas grandes distancias por el viento? Otras, como el fresno y el arce, tienen semillas con alas que permiten que las semillas se deslicen por el aire. Aún otras tienen ganchos o púas que se adhieren a la piel de animales o tienen cápsulas explosivas que arrojan semillas desde la planta principal al hacer explosión. ¿Cómo pudieron las plantas, que no piensan, reconocer la necesidad de dispersar la semilla, y mucho menos inventar estas maneras de lograrlo?
Algunas semillas hasta tienen la habilidad de arrastrarse después de caer al suelo. La semilla del geranio tiene una cola o arista larga. En tiempo seco la arista se ensortija a semejanza de un tirabuzón, pero en el tiempo húmedo se desensortija. Este movimiento con humedad cambiante hace que la semilla avance por el suelo. Cuando la semilla llega a un lugar adecuado para plantarse, se mete en el suelo, y cerdas que sobresalen la mantienen firmemente en su lugar. Lo mismo es cierto de las semillas de ciertas hierbas. ¿Raciocinaron estas plantas por sí mismas que la humedad cambiante podría hacer que una cola o arista del material apropiado se ensortijara y se desensortijara y que esta acción dispersaría sus semillas y las plantaría en el suelo?
Insectívoras
El diseño inteligente se deja ver claramente en tales plantas como la sarracenía, la drosera, la utricularia y la dionea, cuyo nombre vulgar es atrapamoscas. Estas plantas están construidas de tal manera que pueden atrapar insectos y digerirlos.
La sarracenía tiene hojas en forma de jarra u odre que retienen agua de lluvia. La mitad superior de la jarra tiene una superficie interior que es lisa y resbaladiza, y más abajo de esta región hay una zona de cabellos duros dirigidos hacia abajo. Los insectos se aventuran hasta la superficie resbaladiza pero luego se les van los pies y caen dentro de la jarra y se ahogan en el agua en el fondo. Los cabellos dirigidos hacia abajo les impiden salir. A medida que el insecto va pudriéndose y las enzimas digestivas secretadas por la planta obran en él, la planta lo absorbe.
La atrapamoscas tiene un sistema enteramente diferente de atrapar insectos. Adherida a una hoja plana tiene una hoja de dos lóbulos con un gozne en su centro. En las orillas exteriores de los lóbulos hay una fila de espinas semejantes a agujas que se engranan cuando los lóbulos están cerrados. Tres cerdas cortas en cada mitad obran como gatillos. Cuando un insecto toca estas cerdas sensibles las dos mitades de la hoja se cierran de golpe como una trampa de acero. El insecto aprisionado es digerido entonces por fluidos secretados por la planta. Tales plantas insectívoras generalmente crecen en regiones pantanosas donde no hay suficiente nitrógeno en el suelo, y los cuerpos de los insectos capturados suministran el nitrógeno que la planta necesita.
Parece no haber fin a los ejemplos de diseño inteligente en la vida vegetal. Adondequiera que uno mire, halla plantas que no piensan, pero que hacen cosas y usan leyes naturales de maneras que sobrepujan la habilidad intelectual del hombre medio y, en algunos casos, aun de los científicos más hábiles. Cuando se reúne el conocimiento que el hombre ha acumulado en cuanto a las plantas, éste forma un impresionante conjunto de evidencia que arguye que las plantas no son accidente. Fueron creadas por Dios.
Porque sus cualidades invisibles se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que son inexcusables.—Rom. 1:20.