“¡Eh... taxi!”
LOS conductores de taxi, o los taxistas como se les llama con frecuencia, son en su gran mayoría un grupo amistoso. De vez en cuando tienen experiencias interesantes y poco corrientes, que podría decirse son uno de los dividendos de su ocupación. Por ejemplo, llegan a conocer a muchas de las llamadas celebridades, músicos famosos y funcionarios de gobierno, así como a otras personas interesantes de distintas profesiones y de diversos países, y con frecuencia pueden entablar conversación con ellos. Las experiencias de esa índole que los taxistas han tenido desde 1907, cuando hicieron su aparición los taxímetros impulsados por gasolina, bien podrían llenar muchos libros.
Mucho antes que los taxímetros entraran en uso, el jinrikisha era popular en el Oriente. Este era un vehículo liviano de dos ruedas que un corredor arrastraba entre dos varas, muy semejante a como un caballo arrastra un calesín. Por lo general tenía una cubierta para proteger a los pasajeros del sol o de la lluvia. Aunque en un tiempo fue muy popular, ha sido declarado ilegal en muchas ciudades de la China sobre la base de que los ‘caballos humanos’ van en contra de la dignidad humana. En su mayoría ha sido reemplazado por el pedicoche, una bicicleta de tres ruedas la cual, a su vez, está siendo reemplazada más y más por los taxímetros.
Los taxímetros han aumentado mucho en los países occidentales desde su introducción en 1907, pues tan solo en los Estados Unidos hay unos 150.000 en funcionamiento. De este número unos 7.000 taxis amarillos con licencia están en funcionamiento en la ciudad de Nueva York.
Casi todos los taxis tienen taxímetro (reloj), aunque en algunas ciudades hay un arreglo relativo a zonas, que regula la tarifa que el taxista puede cobrar. Un taxímetro es un aparato que registra tiempo-kilometraje para computar la tarifa mientras se está en marcha y mientras se espera. También registra el total de ingresos para la información del dueño del taxi.
“¿Por qué eligió ser un conductor de taxi?” se le preguntó a un hombre de familia que ha estado conduciendo taxis por diez años. “Porque esa es la forma más rápida que conozco de ganarme la vida, y es un trabajo muy interesante, especialmente si a uno le gusta hablar.” Debe ser lucrativo, porque en la ciudad de Nueva York un medallón o licencia para conducir un taxi cuesta más de 20.000 dólares, pues el número de los taxis está estrictamente limitado. Actualmente en esa ciudad la tarifa es de 60 centavos de dólar por el primer quinto de milla y 10 centavos por cada quinto de milla adicional. Esto hace que la primera milla cueste un dólar y cada milla adicional 50 centavos.
En la ciudad de Nueva York los conductores de taxi pueden ganar desde 42,5 a 50 centavos de cada dólar que cobran, más las propinas, que pueden ser tan elevadas como el 15 por ciento del total. Por medio de trabajar cinco días a la semana y diez a doce horas al día, los taxistas ganan entre 150 a 225 dólares por semana. Según un taxista de Nueva York, el conducir un taxi los fines de semana puede ser un trabajo muy lucrativo, porque uno puede ganar tanto como 60 dólares por noche. Por supuesto, muchos taxistas poseen su propio taxi y así no tienen que compartir sus ingresos con nadie más que con el recaudador de impuestos del gobierno. Algunos alquilan el taxi, como lo hace uno en San Juan, Puerto Rico. Él paga 9 dólares por noche por el uso de un taxi con licencia y gana lo suficiente por encima de esa cantidad como para mantener a su esposa e hijos. En muchas ciudades los taxistas se han sindicalizado y a cambio de su cuota sindical han recibido mayor paga y beneficios marginales. Pero el último aumento de salarios en la ciudad de Nueva York, que resultó en que casi se duplicaran las tarifas de taxi, no fue un éxito total, pues anteriormente los taxistas daban como promedio 65 viajes de pasajeros al día en dos turnos, pero ahora el promedio apenas es de 49 viajes.
Reglamento de taxímetros
Cada ciudad que entrega licencias a los taxistas tiene sus propios reglamentos. Para llegar a ser un conductor de taxi en la ciudad de Nueva York uno no solo tiene que ser un conductor de automóvil con licencia sino también uno que no tenga antecedentes penales graves, y para conseguir un trabajo por lo general uno debe poder suministrar tres referencias comerciales. Debe familiarizarse completamente con el Hack Driver’s Manual, después de lo cual tiene que pasar por un examen. Entre las cosas que se supone que debe saber están las ubicaciones de los principales hospitales y aeropuertos. También hay reglas que gobiernan el uso de la radio, lo que puede y lo que no puede negarse a llevar; además, no se supone que él pregunte adónde quiere ir la persona hasta que ésta entre al taxi.
Se dice que una empresa que se ocupa de taxis por lo general es muy servicial con el individuo que desea llegar a ser conductor de taxi, pues a menudo tienen más taxis que conductores. Para compensar por esta escasez hay una tendencia entre las mujeres a hacerse conductoras de taxi. Pero, ¿por qué debería ser un problema el reclutar taxistas si la paga es bastante buena y el trabajo es interesante? ¿Por qué? Debido a los desafíos asociados con conducir un taxi.
El desafío de los accidentes
Cuando está trabajando, un taxista debe estar en guardia, en especial en contra de los adolescentes que conocen un automóvil, los cuales frecuentemente están aun más dispuestos a correr riesgos que el conductor del taxi y dan cuenta de la gran mayoría de accidentes.
Además, está la gente que camina sin respetar las normas del tráfico. ¿Las verá a tiempo el taxista? En una activa calle de Manhattan cierta tarde lluviosa una mujer bajó a la calzada a pesar de tener luz roja precisamente delante de un conductor de taxi. Este frenó bruscamente pero no pudo evitar el atropellarla. La policía lo eximió de toda culpa; sin embargo la impresión fue tan grande que renunció a ser taxista; ¡no quería volver a pasar por semejante experiencia!
La tentación de violar las reglas de tránsito
Estrechamente relacionado al desafío de los accidentes está la tentación de violar las regulaciones del tránsito. Es grande la tentación de ganarle a la luz del tráfico, de cruzar una intersección precisamente cuando la luz cambia a roja para poder llevar a un pasajero a su distinción en el mínimo de tiempo. O cuando una persona le hace señas a un taxi desde el otro lado de la calle está la tentación de dar la vuelta antes de llegar a la esquina aun cuando esto no se permite. Pero los taxistas pueden conducir cuidadosamente. Un taxista de St. Thomas, en las islas Vírgenes, dijo que en diez años de conducir un taxi todavía no había recibido su primer boleto de infracción al tráfico.
Por supuesto, de haber él vivido en una ciudad grande como Nueva York podría haber recibido un boleto a pesar de toda su cautela. En tales ciudades de pronto un oficial de tránsito llega a estar consciente del hecho de que ha estado extendiendo muy pocos boletos y de inmediato se echa a la obra de mejorar su registro de boletos extendidos por violaciones del tráfico. Entonces será diligente en usar incidentes dudosos o aquéllos que pueden ser interpretados como violaciones, y en tal caso un taxista podrá recibir un boleto a pesar de todo su cuidado.
Esto no quiere decir que los policías y los taxistas son enemigos naturales. ¡Todo lo contrario! Muchos policías ganan dinero extra por medio de conducir un taxi parte de su tiempo. Un caso típico de la cooperación entre los dos es el de dos parejas recogidas por un taxista que se pusieron muy insultantes, insistiendo en que el taxista no estaba tomando la ruta más corta hacia su destinación. Por último acercó el taxi a un auto policial y explicó el asunto a los policías. Estos ordenaron a los pasajeros desordenados que se apearan del taxi.
El desafío de la delincuencia
Además de los accidentes y las violaciones del tráfico está el desafío que los delincuentes le presentan a los taxistas, especialmente en las ciudades grandes como Nueva York. En esa ciudad durante los primeros ocho meses de 1970 siete taxistas fueron asesinados a balazos, apuñalados, o golpeados hasta morir, y cada semana fueron robados más de setenta taxistas.
Para combatir estos riesgos de la ocupación de taxista, se les dio permiso a los policías para operar taxis durante sus horas libres, el municipio ordenó instalar escudos casi a prueba de balas entre el taxista y los pasajeros y cajas de seguridad para guardar los ingresos aseguradas al piso y para la cual él no tiene llave. Estas medidas, algunas de las cuales también han sido adoptadas en otras ciudades, han reducido tan decididamente los riesgos que los taxistas enfrentaban, que en 1971 ni uno de ellos fue asesinado en el trabajo.
En relación con este desafío un taxista relató la siguiente experiencia a un miembro del cuerpo de redactores de ¡Despertad!: “Era la víspera de Año Nuevo. Un joven bien vestido me pidió que lo llevara a su destinación. Al llegar se apeó y mientras buscaba cambio se le cayó al pavimento parte del mismo. Como parecía tener dificultad en encontrar su dinero, llevé el auto fuera del camino y enfoqué las luces sobre el lugar. Me agaché para ayudarle a encontrar su dinero y al mirar hacia arriba vi que me estaba apuntando a la cabeza con una pistola.
“Me ordenó subir por la escalinata de entrada de la casa y al llegar al final de la escalera dos hombres bajaron corriendo de los pisos superiores. Entre los tres me llevaron al piso superior y me pusieron de cara a la pared con los brazos extendidos sobre mi cabeza mientras me quitaban la billetera, el reloj y el anillo. Me preguntaron si tenía más dinero en el taxi —tenía una buena cantidad conmigo— y les dije que podían bajar y ver, con la esperanza de poder escaparme. Pero en vez de eso uno de ellos dijo: ‘¡Matémoslo!’ Les dije que era un ministro cristiano, que durante mi vida había ayudado a mucha gente y que me gustaría continuar haciéndolo, pero si ellos querían matarme, eso dependía de ellos, no los podía detener. Con eso me preguntaron si los podía identificar, y como era una noche muy oscura les dije que no podría, y con eso me dejaron ir. Parece que eran aficionados a las drogas. Informé el asunto a la policía pero no volví a oír acerca de ello.”
El desafío de la honradez
Hay otro desafío más al que los taxistas tienen que encararse... el de engañar o no engañar a sus patrones o a sus clientes. Por ejemplo, el taxista puede tomar el camino más largo al llevar a un forastero, para obtener una tarifa más elevada, puesto que el forastero no se da cuenta de ello. Además, uno que es dueño del taxi puede sugerir una tarifa fija en vez de usar el reloj del taxi, sabiendo que esa tarifa sería más elevada que la que indicaría el reloj. O si está conduciendo el taxi de alguna empresa puede ser que ofrezca llevar al pasajero a su destinación por una tarifa fija menor que la que indicaría el reloj del taxi, debido a que al no usar el reloj podría embolsarse toda la cantidad en vez de solo su porcentaje.
De un artículo que apareció en el Taxi News del 15 al 30 de diciembre de 1971 se desprende que algunos ceden a esta tentación. Bajo el encabezamiento “Castigando banderas levantadas” se declara: “Desde el 15 de octubre, bajo la nueva junta, los taxistas que viajen con la bandera levantada —por lo tanto engañando a sus patrones— se exponen a una multa de 25 dólares por la primera infracción, 50 dólares por la segunda y a la posibilidad de que se les cancele la licencia por la tercera infracción.
“La junta informa que durante noviembre, 23 taxistas fueron aprendidos y multados en 25 dólares. En lo que va de diciembre, 13 más fueron descubiertos en su primera infracción y se les multó en 25 dólares. Cuatro hombres [fueron] castigados con multas de 50 dólares como infractores por segunda vez.”
Para combatir este fraude, algunos taxis están equipados con un “asiento detective,” que automáticamente pone a funcionar el reloj cuando se sienta un pasajero.
Pero el público tiene que cargar con su parte de la culpa en este asunto. A menudo un pasajero pide que no se use el reloj a fin de que el viaje le salga más barato, dado que el taxista podrá embolsarse todo el importe en vez de solo obtener un porcentaje del mismo. Y hay algunos que ordenan que se haga esto de una manera bastante amenazadora. Cuando esto le sucedió a un taxista, él contestó: “Lo siento señor, pero los inspectores están por todas partes esta noche. Seguramente me descubrirían.” Esto satisfizo al pasajero.
Este taxista relata también la siguiente experiencia: “Una mujer dijo: ‘Lléveme al Bronx. Aquí tiene 5 dólares, no ponga a andar el reloj.’ Repliqué: ‘Lo siento señora, pero yo siempre pongo a andar el reloj.’ Discutió conmigo durante todo el trayecto hasta llegar a su destinación en el Bronx. El importe fue 3,50 dólares. Me pagó pero no me dio una propina aunque ahorró 1,50 dólares por yo poner en marcha el reloj, debido a ser honrado.” Sí, ¡el público tiene que compartir la culpa de que algunos taxistas no sean honrados!
Conductores de taxi cristianos
Entre los conductores de taxi se puede encontrar a los testigos cristianos de Jehová, así como se les puede encontrar en casi toda otra forma de trabajo honrado. Las anteriores experiencias fueron tenidas en su mayoría por tales conductores de taxis. Ellos dicen que ser conductor de taxi tiene sus ventajas para un ministro. Un taxista que anteriormente había tenido un responsable trabajo de oficina declaró que él consideraba una ventaja el hecho de que el conductor de taxi no es molestado por compañeros de trabajo contenciosos o libertinos. Le es fácil no permitirles familiaridades a sus pasajeros si así lo desea.
Lo que es más, goza de bastante independencia. Puede tomarse tiempo para asistir a asambleas bíblicas y puede trabajar más horas si necesita dinero extra. Algunos hasta ganan dividendos especiales por ser trabajadores estables. En la ciudad de Nueva York los conductores de taxi reciben vacaciones según la base de cierto porcentaje del total de los importes ganados así como muchos otros beneficios. Y los conductores de taxi cristianos hallan muchas oportunidades para hablarle a las personas, incluso a las llamadas celebridades, acerca de su esperanza basada en la Biblia de un paraíso terrenal, en armonía con Revelación 21:4.
Sí, existe la posibilidad de que la próxima vez que usted llame “¡Eh... taxi!” encuentre a un individuo amigable al volante, uno que tendrá mucho gusto en conversar con usted, un hombre de familia, tratando de ganarse la vida honradamente.