El salón de té... parte de la vida en Corea
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Corea
EN Seúl, la ciudad capital de Corea, hay 2.800 salones de té, o ¡aproximadamente uno por cada 2.000 personas! Esto quizás dé la impresión de que la gente en Corea tiene mucha sed. Pero los salones de té aquí son populares por otras razones aparte de las bebidas. Son un lugar para reuniones sociales.
Una persona puede encontrarse inesperadamente con alguien en la calle y querer tener una conversación tranquila y confidencial. O puede ser que comerciantes quieran un lugar donde puedan reunirse. Por lo general los hogares son pequeños, y las familias grandes. Hay poca vida privada en ellos. Pero los salones de té, ubicados en todo vecindario, desde hace mucho han sido lugares de reunión.
Cada vez más se hace corriente el que los jóvenes adolescentes y otros ya entrados en los veinte años se encuentren con sus “citas” en un salón de té. Es cierto que el citarse no se considera de buen gusto en Corea a menos que la pareja esté comprometida, y aun entonces se espera que alguien los acompañe. Sin embargo, muchos jóvenes se han desprendido de las costumbres más viejas, y para ellos los salones de té son un lugar de encuentro.
Los salones de té también son usados por los padres para arreglos matrimoniales. Generalmente, esto se hace a través de un intermediario o mediador. Éste con frecuencia se encuentra con los parientes en el salón de té y, mientras beben algo investiga los antecedentes de la familia así como las cualidades de la futura novia o del futuro novio. Después de las negociaciones, los padres de ambas partes se reunirán juntos... en el salón de té local.
Además, los restaurantes que sirven comida coreana no sirven café ni té. Así es que las personas quizás vayan a un salón de té para beber algo después de las comidas. Además, la gente usa los salones de té como sala de espera. Frecuentemente los salones de té contiguos a los teatros son solamente para ese propósito.
Estos salones de té están llenos de pequeñas mesas de poca altura. Con frecuencia en su interior hay poca o ninguna luz natural, y la luz se mantiene tenue. La música contribuye al ambiente. Puede ser fuerte y estridente, o de clase más suave. Con frecuencia hay una gran pantalla de televisión mostrando algún acontecimiento deportivo o algún drama.
Usualmente la dueña es una viuda o la esposa de algún comerciante, ataviada con un atractivo y costoso vestido coreano. Sus empleadas son unas camareras muy atentas y amigables llamadas reji. Por lo general tienen unos veinte años de edad y usan minifaldas.
Las circunstancias varían en cada salón de té. Algunos satisfacen los gustos de una clase de personas en particular. Por ejemplo, en el sector céntrico comercial hay salones diseñados para atraer a los comerciantes. Otros lugares en la ciudad satisfacen los gustos de los artistas, y otros los de los estudiantes de universidad. Muchos están diseñados sin ninguna clientela en particular en mente.
Es grande la competencia entre los salones de té. A fin de ganar clientes, tratan de mantener la ventaja a otros salones de té mediante un decorado atractivo. Sus nombres son elegidos para acrecentar el ambiente. Por ejemplo, están “El paraíso,” “La encrucijada,” “El oso blanco,” “El nuevo mundo,” “La rosa,” etc.
La mayoría de los salones de té sirven las mismas cosas. Hay té, café, jugos de fruta, saludables bebidas hechas de hierbas y, en verano, bebidas heladas. Muchos también sirven té con whisky y otras bebidas alcohólicas. También sirven huevo crudo en el café caliente llamado “café de la mañana.” Sin embargo, el café y el té, endulzados hasta el almíbar con azúcar, son el sostén principal del negocio.
Un rasgo de los salones de té que agrada a alguna gente, es el teléfono, pues no todos los hogares tienen uno. Se pueden hacer llamadas a un costo nominal. Y si viene una llamada para una persona, será buscada llamándola. Algunos comerciantes que no tienen oficina propia usan determinado salón de té como el centro de sus operaciones. Hasta harán imprimir el número de teléfono del salón de té en sus tarjetas comerciales y hacen sus contactos telefónicos allí. Pero la administración de los salones no aprueba esta práctica.
A la entrada por lo general hay un tablero para mensajes cubierto con un vistoso mantel. En él se puede poner un mensaje nítidamente doblado, mostrando el nombre de la persona a la que se dirige. Este sistema de comunicación no cuesta nada. Los periódicos también están disponibles en los salones de té y se pasan de mesa en mesa.
Una persona puede pasar bastante tiempo en un salón de té, aunque el beber sea algo incidental. En tal caso el dinero para algo de beber se llama cha-ri-kap, el precio por el asiento ocupado, más bien que por lo que beba.
Estos lugares pueden llamarse salones de té, pero en realidad son más que eso. Son parte de la vida en Corea.