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  • ¿Puede uno fumar y aún así amar al prójimo?

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  • ¿Puede uno fumar y aún así amar al prójimo?
  • ¡Despertad! 1973
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¡Despertad! 1973
g73 8/12 págs. 17-20

¿Puede uno fumar y aún así amar al prójimo?

“FUMAR ES PELIGROSO PARA SU SALUD.” Por ley esa advertencia ahora tiene que aparecer en los paquetes de cigarrillos que se venden en los Estados Unidos. El Dr. Jesse Steinfeld, cuyo término como director general de Sanidad de los Estados Unidos expiraba el año pasado, dijo: “El fumar cigarrillos es mortífero.”

En Gran Bretaña, el Guardian Weekly, después de notar la evidencia de las estadísticas con respecto a los peligros de fumar, concluyó: “No se puede decir que el Real Colegio de Médicos sea un alarmista al declarar que el fumar cigarrillos es ‘ahora una causa de muerte tan importante como lo fueron las grandes enfermedades epidémicas tales como el tifus, el cólera y la tuberculosis.’”

El hecho de que el fumar es perjudicial para el fumador ha sido establecido más allá de toda duda. Pero, ¿qué hay acerca del bienestar de otros? Cuando uno fuma, ¿cómo son afectados los que están a su alrededor?

A muchos de los que no fuman no les gusta ser sumergidos en el humo del tabaco. En ocasiones sus cuerpos y ropa quedan tan saturados que cuando regresan al hogar, el olor al tabaco es ofensivo para sus familias. Pero hay aun una objeción mayor.

Muy literalmente, el humo del cigarrillo enferma a muchos de los no fumadores. Today’s Health, de abril de 1972, declaró: “Un estudio reciente mostró que más del 70 por ciento de un grupo de no fumadores sanos expuestos al humo de cigarrillo sufrieron de irritación de los ojos, síntomas nasales, dolor de cabeza, tos, dolor de garganta u otros efectos nocivos.” Algunos fumadores quizás objeten que los no fumadores tienen prejuicios en contra del fumar y que se imaginan las molestias.

Pero piense: ¿Cómo se siente una persona cuando fuma por primera vez? Casi invariablemente se siente mal por el humo inhalado, en ciertos casos hasta vomita. ¿Es sorprendente, entonces, que muchos no fumadores se sientan mal al inhalar el humo de los cigarrillos de otros?

¿Cuán peligroso es el humo del tabaco?

Lo que hay en el humo

El humo del cigarrillo es extremadamente tóxico, aun más que el mortífero escape de un automóvil. “¡Imposible!” quizás exclame el lector. Sin embargo observe lo que dijo un artículo de fondo de Science, del 22 de diciembre de 1967:

“Las concentraciones de monóxido de carbono de hasta 100 ppm [partes por millón] frecuentemente ocurren en garajes, túneles, y detrás de los automóviles. Esas concentraciones son minúsculas en comparación con las (42.000 ppm) que se encuentra en el humo del cigarrillo. El fumador sobrevive porque durante la mayor parte del tiempo respira aire que no está tan sobrecargado de contaminación.”

Sin embargo el monóxido de carbono es solo una de las sustancias peligrosas en el humo del cigarrillo. Este también contiene cianuro de hidrógeno. “Largas exposiciones a niveles [de cianuro de hidrógeno] de más de 10 ppm son peligrosas,” señaló el mencionado artículo de Science. “La concentración en el humo de cigarrillo es de 1.600 ppm.”

Con respecto al peligroso contaminador del aire, el bióxido de nitrógeno, informa Science: “En Los Ángeles se han notado concentraciones de NO2 [bióxido de nitrógeno] de hasta 3 ppm, y niveles de 5 ppm se consideran peligrosos. El humo de cigarrillo contiene 250 partes de NO2 por millón.”

Además está el cadmio, el cual, en grandes cantidades, es un contaminador industrial extremadamente peligroso que ya ha ocasionado muertes en el Japón. Según el Dr. Harold G. Petering de la Escuela de Medicina de la Universidad de Cincinnati, el cadmio en el humo del tabaco es una fuente significante de contaminación. Tanto los fumadores como los no fumadores lo absorben por inhalación. Frecuentemente del daño para el que no fuma es tan grande como para el que fuma, dijo el Dr. Petering, pues la mayoría del cadmio se expele en la “corriente lateral” que se aleja del fumador.

El alquitrán y la nicotina son probablemente las sustancias tóxicas más conocidas en el humo del tabaco. Y, es interesante el hecho de que, The Journal of the American Medical Association (JAMA) del 15 de enero de 1973, señaló con respecto a éstos: “El humo de un cigarrillo encendido que no está siendo fumado contiene casi el doble de alquitrán y nicotina que el humo que se inhala mientras se fuma un cigarrillo. . . . Por lo tanto, el humo de un cigarrillo encendido que no está siendo fumado puede ser dos veces más tóxico que el humo que inhala el fumador.”

Efectos en la salud del no fumador

Reconocidamente, el humo del tabaco contiene toda una legión de sustancias peligrosas, las cuales, en cantidades suficientes, son mortíferas. Pero, ¿llegan éstas a concentrarse en una habitación u otra zona encerrada lo suficiente como para ocasionar daño grave aun a los que no fuman?

La evidencia indica que el humo circundante es perjudicial para los que no fuman. “Hay buena y confiable información que sugiere que el no fumador pone su salud en peligro en cualquier habitación mal ventilada, llena de humo,” dijo el Dr. Albert Soffer, principal director del Colegio Norteamericano de Médicos del Pecho, a una reunión de sus colegas en octubre de 1972.

La literatura médica reciente dice lo mismo. A principios del año el JAMA declaró: “Donde la circulación del aire es típicamente deficiente, la salud del que no fuma correrá un riesgo significante debido al fumador.” Y el Medical Tribune, del 2 de febrero de 1972, explicó: “El fumar cigarrillos no solo es nocivo para la salud del fumador... sino que también puede ser perjudicial para el espectador inocente.”

Esto es particularmente cierto si el espectador padece de una enfermedad cardíaca o de algún desorden pulmonar. ¿Por qué? Entre otras cosas, porque el monóxido de carbono en el humo interfiere con la capacidad de la sangre para transportar oxígeno, haciendo que el corazón trabaje más fuertemente para llevar el oxígeno a todo el cuerpo. Algunos médicos hasta han prohibido a sus pacientes que vuelen, puesto que el humo en las cabinas de los aeroplanos comerciales los podría matar.

Los niñitos tampoco escapan del daño que hace el humo del tabaco. El JAMA del 15 de enero de 1973, llamó la atención a un estudio que “halló que los hijos de fumadores se enferman más frecuentemente que los hijos de los no fumadores, por lo general a causa de enfermedad respiratoria.” El humo del cigarrillo afecta especialmente a los niños que tienen alergias respiratorias.

Señalando a la seriedad del problema del humo de tabaco, un informe del Real Colegio de Médicos de la Gran Bretaña dijo: “La acción para proteger al público en contra de los daños que el fumar cigarrillos ocasiona a tantas personas, tendría mejor efecto sobre la salud pública de este país que cualquier otra cosa que se pudiera hacer en todo el campo de la medicina preventiva.”

¡El humo del tabaco es verdaderamente peligroso! Por lo tanto, ¿cree el lector que una persona puede continuar fumando, desparramando este veneno en el aire, y aún así verdaderamente amar a su prójimo?

Efectos en el conducir y trabajar

Otro factor que se debe tomar en cuenta es la eficacia del desempeño de uno cuando el aire está lleno de humo de tabaco. ¿Puede una persona, por ejemplo, conducir tan bien cuando alguien en el automóvil está fumando? El Times de Nueva York, del 16 de enero de 1972, dijo acerca de esto:

“Los experimentos han demostrado que los niveles de monóxido de carbono pueden subir a 50 partes por millón en una habitación pequeña en la que se están fumando cigarrillos. A ese nivel, después de una hora y media, el no fumador tiene dificultad en discriminar los intervalos de tiempo y las señales visuales y sonoras. En un automóvil cerrado, 10 cigarrillos levantan el nivel del monóxido de carbono a 100 partes por millón. Los no fumadores y los fumadores tendrán dificultad en la coordinación entre los ojos y las manos.”

El problema de conducir mientras se fuma es mayor durante la noche, puesto que el monóxido de carbono destruye el elemento químico en los ojos que es necesario para la visión nocturna. El Dr. Lawrence E. Lamb explicó: “Si uno fuma tres cigarrillos seguidos, la visión nocturna puede disminuir en un 25 por ciento.”

No es de extrañarse que se recomiende no fumar mientras se conduce, ni permitir que lo hagan otros en el automóvil. En un extenso estudio se halló que los fumadores tienen el doble de accidentes automovilísticos que los que no fuman. Así es que en 1971 la Agrupación de Seguros para Granjeros de Los Ángeles comenzó a dar hasta un 20 por ciento de descuento sobre los seguros de automóvil a personas que podían probar que no habían fumado por dos años.

Por lo tanto, no debería sorprender que el fumar disminuya la productividad de los trabajadores. Un cuidadoso estudio efectuado en los empleados de un banco mostró, según un informe del Reader’s Digest de marzo de 1972, que “cada uno de los empleados que fuman le cuestan al banco 7 dólares por semana debido a productividad más baja, ausentismo más alto, muebles y alfombras quemados.”

Cuando el fumar interfiere con la seguridad en el conducir y la productividad de los empleados, ¿podría decirse que el fumar es mostrar amor al prójimo?

Efectos sobre los hijos

El humo del tabaco tiene todavía otro efecto adverso. La evidencia total de estudios efectuados independientemente en por lo menos nueve países señala a la misma escueta conclusión: Algo en el humo del tabaco que inhalan las mujeres embarazadas afecta adversamente al feto, frecuentemente con consecuencias trágicas.

Jesse Steinfeld, el susodicho director general de Sanidad de los Estados Unidos, se lamentó: “El desperdicio fetal es una tragedia terrible.” Explicó: “La madre que fuma expone al hijo no nacido a los malos efectos del tabaco y como resultado estamos perdiendo bebés.” A juzgar por el informe que el Servicio de Sanidad Pública publicó en enero de 1973, es probable que las madres fumadoras sean responsables por los más o menos 4.600 niños que cada año nacen muertos en los Estados Unidos.

El Real Colegio de Médicos de Gran Bretaña dijo: “No hay duda de que fumar durante el embarazo retarda el crecimiento del bebé por nacer. Se ha hallado que las madres que fumaban durante su embarazo estaban más propensas a tener un malparto, un bebé que nacía muerto, o uno que moría pronto después de nacer.” Un extenso estudio de 17.400 nacimientos en Gran Bretaña reveló que hasta el fumar un cigarrillo al día durante el embarazo afecta el desarrollo fetal.

¿Cree el lector que una madre que fuma está mostrando amor a su bebé por nacer cuando su hábito quizás resulte en enfermedad o hasta en muerte para su hijo?

El Dr. Donn Mosser, un médico de Minneápolis, señala otro efecto significativo que el fumar paterno produce en los hijos. “Si la madre fuma,” dijo él, “duplica la posibilidad de que los hijos de la familia fumarán.” ¿Es apropiado participar en un hábito peligroso que es probable que adopten los hijos? Si como resultado los jóvenes desarrollan cáncer pulmonar, ¿no tendría uno parte de la responsabilidad?

La Biblia manda: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Mat. 22:39) Sin embargo el fumador se daña a sí mismo, así como a su prójimo. ¡Qué claro está, por lo tanto, que uno sencillamente no puede fumar y aún así amar a su prójimo!

Se puede dejar si uno verdaderamente trata

Tal vez uno diga que comprende que el fumar es del todo impropio. Y tal vez ha tratado de dejar de hacerlo. “Noventa y cinco por ciento de los fumadores saben los peligros de su hábito,” dice el anterior director general de Sanidad de los Estados Unidos, Luther L. Terry, “y 75 por ciento quieren dejar de fumar, pero no pueden.” Sin embargo uno puede dejar si tiene un incentivo o motivo lo suficientemente poderoso.

Terry fue el director general de Sanidad de los Estados Unidos para principios de los años 1960 cuando la evidencia se hizo abrumadoramente clara de que el fumar es perjudicial para la salud. Así es que en 1963, después de veinticinco años de fumar, se decidió a dejar de hacerlo. Explicó: “Si el fumar era peligroso, y yo estaba convencido de que lo era, entonces me pareció que el director general de Sanidad debía poner el ejemplo para el público.”

Pero el dejarlo no fue fácil. “Me fue muy difícil,” dice Terry. “Estaba tenso, tenía dificultad en dormir, e irrumpía en fríos sudores repentinos. Afortunadamente, esto pasó en un par de semanas. La dependencia psicológica dura mucho más.” Ahora Terry trata de ayudar a otros a dejar de fumar. “Los estimulo a fijar una fecha definida para dejar de fumar,” dice, “y entonces dejarlo, definitivamente, en ese mismo día.”

Sin duda esta es la manera más eficaz de dejar de fumar. Pero tiene que haber un fuerte motivo, de otra manera uno se debilitará bajo el sufrimiento de la abstención y volverá a fumar. Un ama de casa de Queens, Nueva York, declara:

“Si yo hubiera ido a un médico y me hubiera dicho que moriría de cáncer a menos que dejara de fumar no hubiera dejado de hacerlo. Fumar era la cosa principal en mi vida; me era más importante que la comida. Fumaba casi constantemente. Hasta caminaba por la casa con un cenicero en la mano.” Sin embargo en agosto de 1969 esta persona dejó de fumar y nunca ha vuelto a fumar.

Ella explica: “Me bauticé como testigo de Jehová en julio de 1967. Sabía que fumar era incorrecto, y quería dejar de hacerlo. Pero estaba tan aficionada que sencillamente no tenía la fuerza para hacerlo. Entonces mi esposo aceptó las verdades de la Biblia que estaba aprendiendo, dejó de fumar y se bautizó. ¡Me sentí tan agradecida! No quise hacer nada que pudiera estorbar nuestro servicio de manera aceptable a Jehová Dios y obtener la vida en su nuevo sistema de cosas, así es que yo también me decidí a dejar de fumar.

“Al fin lo hice en agosto de 1969. Por días la agonía era casi insoportable, pero le oraba a Jehová incesantemente y con su ayuda me apegué a mi resolución de nunca más volver a fumar. Puesto que yo estaba tan aficionada, si yo pude dejar de fumar, me parece que cualquiera puede.”

Pero tiene que haber un motivo suficientemente fuerte. Uno tiene que enfrentarse al hecho de que fumar es perjudicial tanto para uno como para su prójimo, y de que es un hábito detestable a Jehová. Entonces si uno verdaderamente ama a Dios y a su prójimo, dejará de fumar.

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