El sufrimiento humano... ¿debido a la falta de interés de quién?
EL SUFRIMIENTO humano ha sido y todavía es una cruda realidad de la vida. Pero, ¿es una evidencia de falta de interés de parte de Dios?
Una persona razonable, antes de culpar a alguien, trata de obtener toda la información, para ver ‘todo el cuadro.’ Al considerar la evidencia, uno ve que hay mucho que contradice obviamente la idea de que Dios no se interesa.
Un cuadro en contraste
Es cierto que actualmente, por medio de los diarios y la televisión, uno puede ver el sufrimiento humano debido al hambre... niños famélicos con los estómagos hinchados y los brazos y las piernas como mondadientes; padres desesperados en cuyo rostro están pintadas la frustración y la desesperanza.
Y sin embargo, en sorprendente contraste con esto, uno puede ver que esta Tierra produce una increíble variedad de alimentos —frutas, cereales, nueces y hortalizas— con una asombrosa diversidad de sabores y calidades para preparar alimentos deliciosos y nutritivos. Si culpamos a Dios por el sufrimiento debido al hambre, ¿a quién acreditamos por la consideración e interés amorosos que se manifiestan en los abundantes alimentos de la Tierra? O, si decimos que Dios es responsable por ambos, ¿entonces cómo explicamos la evidente contradicción?
¿Qué hay en cuanto a la propia responsabilidad del hombre en el asunto? ¿Cuánto interés y amor al prójimo ha mostrado él a sus semejantes? La realidad es que aun ahora hay suficientes alimentos para toda la familia humana en todo el mundo. Una publicación de la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas señala al verdadero problema, diciendo:
“El mundo es rico pero no hace buen uso de la riqueza que está a su alcance. Millones de personas viven a la sombra del hambre y la desnutrición crónica, mientras otros comen demasiado y así están desnutridos en un sentido diferente.”
Después de mostrar que actualmente unos 100.000.000 de niños sufren de grave desnutrición, la publicación continúa diciendo:
“El hecho trágico es que si todo el alimento que ahora está disponible se distribuyera equitativamente en proporción con la necesidad entre los países y los grupos socioeconómicos, ni un solo niño sufriría de desnutrición. En la actualidad hay suficiente alimento en el mundo; sencillamente no se distribuye según la necesidad.”—World Health, febrero-marzo de 1974, páginas 3, 6.
¿Qué es lo que frecuentemente ocurre, aun cuando se distribuye el alimento a las zonas azotadas por el hambre? Al informar acerca de los embarques a las naciones afectadas por la sequía en África, la revista Time dice que la ineficacia y la corrupción retardan la distribución y desvían parte de los cereales a vías comerciales para venderlos con enormes ganancias. “Muchos de los alimentos donados permanecen en pilas altas en los muelles donde son presa de las ratas, langostas y ladrones,” declara el informe. “El principal problema, sin embargo, es logístico.” Es decir, los gobiernos no han podido proveer el transporte que se necesita para llevar los materiales a las zonas más azotadas debido a malos caminos, falta de equipo, y así por el estilo.
Es algo extraño, ¿no es cierto? El mundo ahora gasta unos 200.000.000.000 de dólares al año en equipo bélico. Las naciones pueden transportar eficientemente las bombas a cualquier punto sobre la Tierra y dejarlas caer por toneladas, hasta pueden enviar hombres a la Luna. Pero les es difícil transportar los alimentos.
Así también, actualmente podemos ver barrios bajos grandes y feos en muchos lugares, donde la gente vive en edificios amontonados, oscuros, malolientes u ocupa chozas o ranchos toscos en regiones desérticas. Frecuentemente estas secciones se convierten en terrenos de cultivo para enfermedades y crímenes.
Sin embargo al mismo tiempo podemos ver vastas zonas de esta Tierra que verdaderamente son preciosas, hasta imponentes en su belleza... frondosas zonas boscosas, fértiles y ondulantes pastizales y praderas, montañas majestuosamente escabrosas, lagos cristalinos y corrientes claras y brillantes caídas de agua, playas inundadas de sol bordeadas con bosquecillos de palmeras, cielos decorados de nubes de un color rosa pastel y azul al amanecer, rojo llameante, púrpura y dorado a la puesta del Sol.
De nuevo, si atribuimos lo primero —las escenas de miseria y sordidez humana— a Dios, ¿entonces a quién acreditamos lo segundo? ¿Quién es la fuente de la belleza y la grandeza que los ojos humanos jamás se cansan de contemplar y que ningún artista humano ha podido imitar?
Con toda justicia debemos reconocer la pesada responsabilidad que cargan los hombres mismos por tantas de las molestias y fealdades de la vida a las que nos enfrentamos hoy día. Pura codicia, explotación comercial y crueldad yacen a la raíz de muchos de los problemas del hombre, incluso la pobreza. La mano de obra descuidada y la falta de honradez de los empleados hace que los precios suban para todos. Hasta las cosas más básicas de la vida se usan mal, se abusan y se llevan al borde de la ruina por medio de la contaminación humana. Como lo señala el profesor Donald R. Scoby en su libro Environmental Ethics:
“El hombre, creado para respirar aire limpio, beber y disfrutar del agua pura, y disfrutar de la aventura de sus alrededores naturales, ha cambiado su ambiente y halla que no puede adaptarse. Está preparando su propia ejecución en conjunto.”
Asombrosos contrastes en nuestro propio cuerpo
Vemos el mismo contraste vez tras vez. Por un lado, vemos el cáncer, las enfermedades cardíacas y otras dolencias que afligen a la humanidad. Por otro lado, nos enfrentamos a las maravillosas habilidades y estructura del cuerpo humano.
Nos maravillamos apropiadamente ante la capacidad del corazón, que en el curso de un día bombea el equivalente de 7.000 litros de sangre a través de una red de 100.000 kilómetros de vasos sanguíneos y suministra oxígeno y alimento a unos 30.000.000.000.000 de células... cada célula con un cuarto de millón de moléculas de proteínas, consistiendo cada molécula de aproximadamente 20.000 átomos.
No podemos menos que asombrarnos ante las defensas naturales del cuerpo en contra de las enfermedades y las infecciones... el modo en que cualquier invasión de microbios precipita un contraataque inmediato e invisible por el cuerpo: primero, un aumento del fluir de la sangre al sitio de la invasión; la llegada de los anticuerpos que se prenden a las bacterias invasoras, verdaderamente identificándolas como enemigas y haciendo que los glóbulos blancos de la sangre llamados neutrófilos rodeen las bacterias y las descompongan por medio de las enzimas digestivas; acompaña a esto una inmediata aceleración en la producción de estos anticuerpos defensores y de los neutrófilos por parte de la médula de los huesos; la actividad del agente coagulantes del plasma sanguíneo (llamado fibrinógeno) para formar una red de cuerdas alrededor de la infección y sellar la zona; entonces la llegada de los linfocitos de movimiento más lento y de los monocitos para alimentarse de los desperdicios que resultan de la batalla librada, limpiando la zona; y, finalmente, el crecimiento de las células y los tejidos nuevos para restaurar la zona dañada por la invasión.
Son tan complejas y numerosas las defensas del cuerpo humano que el fallecido fisiólogo Walter Cannon de la Universidad de Harvard se sintió impulsado a decir: “Cuando uno comprende en gran medida el cuerpo humano y sus recursos para la salud, uno se pregunta por qué es que la gente se enferma.”
Sin embargo la gente se enferma, y los familiares queridos mueren. ¿Por qué? ¿Es porque Dios no se interesa? Entonces, ¿por qué todas las provisiones para mantener la salud?
El problema que resta
Claramente, el atribuir el sufrimiento humano a la falta de interés de Dios hace surgir tantas preguntas como las que contesta, o más. Hace de la vida en la Tierra una paradoja, llena de contradicciones. El decir que Dios no existe solo empeora el problema. ¿Por qué estamos aquí en primer lugar si es que no hay un Creador? ¿Qué propósito tiene la vida en ese caso?
Cuando vemos una casa con sus puertas, ventanas, habitaciones y otros rasgos que obviamente fueron diseñados para el uso humano, reconocemos que la casa tiene un constructor. Todo este planeta tiene muchos más rasgos que la hacen apropiada para ser habitada por humanos que ninguna casa que jamás haya hecho el hombre, porque las casas necesitan de fuentes exteriores que les suministren cosas como alimento, agua y combustible. Con buena razón, el inspirado apóstol Pablo escribió: “Por supuesto, toda casa es construida por alguien, mas el que construyó todas las cosas es Dios.” (Heb. 3:4) Si alguien comete un crimen en una casa, o las personas en esa casa se enferman, ¿niegan esos hechos la existencia del constructor?
Los hechos nos fuerzan a reconocer que el hombre mismo es el responsable de gran parte del sufrimiento que se experimenta en la Tierra. El egoísmo humano, el orgullo nacionalista y racial, el prejuicio y el odio, junto con la falta de honradez, la avidez, la impaciencia y el enojo causan las cosas desagradables de la vida, acarrean opresión y pobreza, arruinan los matrimonios y la vida familiar, provocan la violencia y la guerra. El hombre ha maltratado gravemente este hogar planetario, la Tierra.
El lector quizás reconozca lo cierto de esto. Sin embargo quizás todavía se pregunte: “¿Por qué, pues, permite Dios que las cosas sigan como van? ¿Por qué no interviene y pone fin a toda la maldad, opresión y violencia? ¿Por qué es que frecuentemente los inocentes sufren junto con los culpables? ¿Y qué hay de las cosas que claramente están más allá del poder de la humanidad para cambiar, incluso el sufrimiento de una enfermedad que tarde o temprano nos llega a todos?”
Todo esto señala a la necesidad de rastrear el problema hasta su mismísimo comienzo, su fuente inicial. Sin esto jamás sabremos la respuesta a nuestras preguntas. Afortunadamente para nosotros, hay un medio de hacer esto. Considere lo que revela la evidencia.
[Ilustraciones de la página 5]
Si culpamos a Dios por el sufrimiento que se debe al hambre, ¿a quién acreditamos por la amorosa consideración que se manifiesta en la variedad de deliciosos alimentos de la Tierra?
[Ilustraciones de la página 6]
Los hombres pueden ir a la Luna, pero en los países plagados por el hambre el alimento a menudo permanece en muelles infestados de ratas debido a que el gobierno alega que no puede transportarlo a la gente
[Ilustraciones de la página 7]
Si debe culparse a Dios por la miseria humana, ¿a quién debemos dar el crédito por el esplendor y belleza de la Tierra?
[Ilustraciones de la página 8]
La Tierra está mucho más equipada para mantener la vida que una casa. Si una casa tiene un diseñador inteligente y un constructor, ¿cuánto más debe tenerlo este planeta?