“Harmatán”
POR EL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN LA COSTA DE MARFIL
“¡¡¡CRAC!!!” El sonido venía de la habitación de al lado. Sorprendido, miré a mi alrededor nerviosamente. Pero ninguna otra persona parecía haberlo notado.
“¿Qué —eh— qué fue eso?” le pregunté a mi compañero.
Sin casi levantar la vista de la mesa, respondió: “harmatán,” mientras continuaba revolviendo su café.
En ese entonces yo acababa de llegar a la Costa de Marfil como misionero de los testigos de Jehová. Despertada mi curiosidad, me asomé por la ventana. El cielo, cubierto con una neblina a través de la cual el sol brillaba con el color de la sangre, lucía amenazador.
“Está oscureciendo un poco temprano, ¿verdad?” pregunté un poco preocupado. “¿Será que viene un tifón o algo parecido?”
“¿Eso? Oh, eso solo es harmatán,” contestó mi huésped sin perturbarse. Entonces pasó un dedo por la barandilla del balcón, y me mostró el polvo rojo en la yema de su dedo, estornudó violentamente y dijo: “Y eso también es harmatán.”
Quizás usted pregunte, como hice yo: “¿Qué es harmatán?” Los residentes de aquí le contestarán que es un viento caliente y seco, muy cargado de polvo. Se origina en las candentes arenas del Sáhara y sopla hacia el sur y el oeste a través del África occidental. Por lo general se desarrolla en diciembre, enero o febrero y dura por unos cuantos días o por varias semanas.
¿Qué lo causa?
Se sabe que en el Sáhara las temperaturas alcanzan los 54 grados centígrados a la sombra. Por una profundidad de varios centímetros, la temperatura de la arena puede pasar de los 93 grados centígrados. El aire caliente generado por esta arena calcinada se eleva rápidamente. Cuando se encuentra con el aire más frío de arriba, se producen grandes turbulencias. Esto hace que el polvo se arremoline muy por sobre las cordilleras de montañas. De diciembre a febrero este aire cargado de polvo comienza a dirigirse hacia el sudoeste, rumbo a la costa septentrional del golfo de Guinea.
Frío y seco
Las temperaturas bajan considerablemente durante la temporada de harmatán. De Sierra Leona, entre Guinea y Liberia, un misionero de los testigos de Jehová relata: “Por lo general la temperatura alta y la humedad de esta zona nos obligan a cambiarnos de ropa varias veces al día. Bien recordamos la sorpresa de nuestra primera temporada de harmatán. En solo unas pocas horas la temperatura bajó casi 17 grados centígrados. La brisa viva y fría que pasaba por nuestra habitación nos dio escalofríos. Necesitábamos colchas para mantenernos calientes.”
Cuando sopla este viento, la humedad también disminuye drásticamente. La extrema sequedad produce condiciones desérticas hasta en las zonas selváticas. El siguiente informe de Sierra Leona nos habla de los efectos de esta súbita mengua de humedad:
“Una mañana de harmatán entré en mi oficina y recogí un pedazo de papel de escribir a máquina ordinario. Al tacto daba la sensación de ser pergamino. Al sacar de su caja un pedazo de papel carbón, comenzó a enrollarse alrededor de mi dedo. Cuando comencé a introducir el papel y el papel carbón en una máquina de escribir nueva, noté que el cromo había comenzado a pelarse en la palanca interlineadora.
“Tal vez la mayor sorpresa vino después que ese harmatán realmente entró en su apogeo. Durante la noche mientras disfrutábamos un sueño profundo hubo una explosión fuerte. Pareció un disparo de revólver. Mi esposa y yo saltamos de la cama y buscamos evidencia de ladrones por toda la casa. Pero no hallamos ninguna. Sin embargo, a la mañana siguiente en seguida descubrimos la causa. Al mirar al escritorio de nuestra habitación, vimos una grieta amplia por el medio mismo de su parte superior. Nos enteramos de que harmatán con su rigurosa acción de secar a menudo despega violentamente tablas que han sido encoladas. Igualmente, gavetas que se atascan durante la mayoría del año salen fácilmente cuando harmatán está en su apogeo.”
En Abidján, Costa de Marfil, el clima se reseca tanto que las entalladuras de madera se doblan y se parten. El fuerte crac que se mencionó al principio resultó de la partidura de la madera de nuestro estante de libros. Sin embargo, afortunadamente parece que en esta ubicación las grietas se cierran gradualmente a medida que el clima regresa a su alto grado de humedad usual.
El polvo que acompaña al viento seco ocasiona pobre visibilidad y crea problemas para los pilotos de aeronaves y los navegantes. Esto también afecta la pesca, puesto que los pescadores están entrenados para observar las señales visibles, como las aves revoloteando sobre los bancos de peces. Algunos pescadores de la costa del África occidental se han perdido durante la temporada de harmatán debido a que ya no podían ver ciertas marcas del paisaje.
¿Maldición o bendición?
Harmatán causa diversas reacciones. Por ejemplo, respecto a la salud, este viento reseca las membranas mucosas, produciendo ronquera, tos y estornudos. Los labios se rajan y la piel queda reseca y cuarteada. A veces las uñas se parten y el pelo se hace quebradizo. Es fácil de entender por qué la gente de la localidad lleva los largos y ondulantes mantos del desierto, así como cobertura para la cabeza y el rostro.
Harmatán puede afectar las cosechas adversamente, también, a menos que se les dé atención adicional de riego. Y el polvo es especialmente molesto. Las amas de casa se lamentan debido a que en cuanto terminan de limpiar los muebles el polvo juguetonamente pone otra capa de polvo de igual espesor. El polvo fino, rojo, se cuela en todas partes. Se infiltra en los pliegos de la ropa, donde deja una mancha roja; se mete en los ojos, oídos y hasta en el alimento.
Sin embargo, en vez de temerlo, los africanos occidentales, en su mayor parte, reciben con gusto el harmatán y los beneficios que éste trae. Por ejemplo, seca los charcos de agua estancada y el agua de lluvia en las zanjas... y así destruye los terrenos de cría del mosquito, y reduce la propagación del paludismo y otras enfermedades.
Las amas de casa también notan un lado favorable de este viento. Les alegra ver la sal salir desgranadamente del salero; el pan y otros alimentos no cobran moho tan rápidamente y las ropas se secan en seguida en el día de lavado. Además, desaparecen del guardarropa de uno la humedad y el olor a moho. Es especialmente agradable la oportunidad de trabajar en un ambiente más fresco, y menos húmedo.
Al considerarlo todo, los africanos occidentales aprecian este período de descanso de la pegajosa humedad que a menudo prevalece. La mayoría considera que harmatán, más bien que maldición es una bendición.