Logrando buen gobierno del modo correcto
“NUESTRAS armas eran porras de caucho, garrotes revestidos de plomo para destrozar automóviles, cadenas y también armas de fuego,” cuenta un anterior obrero de un partido político de Italia. Hacia el fin de los años sesenta este joven trabajaba para adelantar sus ideales políticos por medio de la violencia y “guerra urbana.” Dice que “uno de los principales objetos de la guerra urbana era causar líos y daños y luego imputar la culpa a la facción política adversaria.”
Pero algo pasó que cambió el concepto que este hombre tenía de la política. Un joven lo visitó en su hogar y empezó un estudio bíblico con él, que, dice él, “me enseñó ante todo que Dios ‘ha hecho de un solo hombre toda nación te hombres.’” (Hech. 17:26) Este agente político que antes era violento dice que principios bíblicos como el citado “me libraron del odio que mi interior les tenía a los otros hombres, simplemente porque abrigaban una idea política diferente de la mía.” Pasa a decir:
“Respecto a este punto, sigo preguntándome: ¿Cómo es posible que el hombre resuelva sus problemas mediante la política, cuando la política misma creó el primer problema... la división de la humanidad? Si la humanidad ha de reunirse, primero tienen que desaparecer las causas de la división. Con los testigos de Jehová he entendido que esto es posible. He visto a negros y blancos bautizarse en la misma agua; a anteriores protestantes y anteriores católicos, en Irlanda, cesar de odiarse; a árabes y judíos unidos en la misma reunión, durante la Guerra de Seis Días. Y yo mismo he aprendido a amar a los que se me había enseñado a odiar. Nadie puede decir que el reino que los testigos de Jehová anhelan —el reino de Dios— es utópico, puesto que ya existe una comunidad internacional unida bajo este reino.”