BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g83 22/2 págs. 20-23
  • ¡Una injusticia vergonzosa!

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¡Una injusticia vergonzosa!
  • ¡Despertad! 1983
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • La familia Oneda
  • ¿Qué enfermedad tenía Isabella?
  • Cómo obraron los padres
  • Una terrible injusticia
  • Los hechos ponen al descubierto la injusticia
  • Reacción pública
  • Una amenaza a sus derechos
  • ¿Son amorosos estos padres, o despiadados?
    ¡Despertad! 1984
  • Su derecho de pesar los riesgos y los beneficios
    ¡Despertad! 1984
  • Cuando los médicos insisten en administrar transfusiones de sangre
    ¡Despertad! 1974
  • Preguntas para el estudio del folleto Los testigos de Jehová y la cuestión de la sangre
    Nuestro Ministerio del Reino 1988
Ver más
¡Despertad! 1983
g83 22/2 págs. 20-23

¡Una injusticia vergonzosa!

CUANDO se comete una injusticia contra usted o uno de sus amados, ¿no se siente usted profundamente herido? Pero aun cuando se trate injustamente a otras personas, debemos preocuparnos. Un modelo de injusticia puede socavar los cimientos de toda una nación o civilización.

En Cerdeña, isla que pertenece a Italia, se ha cometido una injusticia vergonzosa. En esta isla se ha acusado a una joven pareja, Giuseppe y Consiglia Oneda, de la muerte de su amada hija, y ahora están en prisión. Se les ha tratado peor que a los terroristas: de modo que su caso ha recibido atención internacional. A medida que usted examine los hechos verá que lo que ocurrió es un ataque a los grupos minoritarios. Esto también socava el derecho de toda persona a escoger el tratamiento médico que ella desee recibir de un médico o un hospital, y el derecho de los padres a cuidar debidamente de sus hijos.

La familia Oneda

Los Oneda son residentes de Sarroch, pueblito de Cerdeña. ¡Imagínese la alegría que sintieron cuando el 23 de diciembre de 1977 nació su tan esperada primera hija, Isabella! Pero al poco tiempo experimentaron mucha tristeza. ¿Por qué? Seis meses después notaron que Isabella estaba pálida y no crecía normalmente. Cuando los Oneda buscaron ayuda médica, los médicos les dijeron que la bebé padecía de anemia mediterránea. Los médicos comenzaron a tratar a la bebé administrándole transfusiones de sangre; no obstante, la enfermedad empeoró.

Durante este período los Oneda comenzaron a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, y para ellos fue consolador aprender que algún día Dios pondrá fin al sufrimiento y a la muerte (Revelación 21:4). Puesto que tienen en alta estima la vida, los testigos de Jehová aceptan los tratamientos médicos modernos; muchos Testigos son médicos. No obstante, están convencidos de que las transfusiones les están prohibidas por lo que dicen varios pasajes bíblicos como el siguiente: “Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer” (Génesis 9:3, 4). Además, ellos saben que el primer concilio apostólico mandó a los cristianos a que se ‘abstuvieran de la fornicación y de la sangre’. (Hechos 15:19, 20.)

De su estudio de la Biblia, los Oneda percibieron más profundamente que los padres deben cuidar amorosamente a sus hijos. Estaban tan conscientes de esta responsabilidad que a veces dejaban de comer para disponer de más dinero con el cual proporcionarle a la pequeña Isabella el mejor alimento y las mejores medicinas.

¿Qué enfermedad tenía Isabella?

Isabella padecía de talasanemia mayor, grave trastorno sanguíneo que también se conoce como la enfermedad de Cooley. Este es un mal que heredan muchas personas de la zona mediterránea. Comúnmente se administran transfusiones de sangre como tratamiento, pero esto es solo una medida temporal. Lamentablemente, la enfermedad es incurable. Muchos de los que padecen de esta enfermedad mueren en la infancia. Una publicación sobre las enfermedades de la sangre muestra que cuando este mal ataca a los infantes —como en el caso de Isabella— por lo general causa la muerte “en los primeros dos años de vida”. (Trattato di Patologia Medica [Tratado de patología médica] de U. Teodori, Roma, 1976.)

Cómo obraron los padres

Durante 1978 y a principios de 1979 los Oneda llevaron repetidas veces a Isabella al segundo dispensario en la Universidad de Cagliari, a pesar de que ella no tenía cura. Finalmente, en junio de 1979 tomaron una decisión basada en la Biblia. Les dijeron a los médicos que ya no traerían más a Isabella al dispensario para que le administraran transfusiones. Pero indicaron claramente que aceptarían cualquier otra terapia. Los Oneda siguieron cuidando con excepcional esmero a Isabella, incluso buscaron la asistencia de algunos médicos de Italia septentrional, Suiza, Alemania y Francia.

La oficina de Servicios Sociales del dispensario se puso en contacto con el Tribunal de Menores, el cual expidió una orden para que el dispensario recurriera a las autoridades civiles a fin de que éstas se encargaran de llevar la niña al dispensario. En varias ocasiones los del dispensario se comunicaron con las autoridades de Sarroch, y un policía de la localidad iba en busca de la niña. Fue así como administraron a la fuerza muchas transfusiones de sangre a la pequeña Isabella.

No obstante, desde mediados de marzo hasta el 2 de julio de 1980, el dispensario no se ocupó de que se trajera a Isabella para recibir el tratamiento. Durante ese período, los Oneda fueron bendecidos con una segunda hija, una bebé saludable a quien ellos también amaban y cuidaban. Entonces, el 2 de julio de 1980, la policía volvió a llevar a Isabella al dispensario, donde murió mientras se le administraba una transfusión.

Una terrible injusticia

Puede que usted se imagine que esto fue el triste final. Pero ahora comenzó a tomar incremento una terrible injusticia. El 5 de julio de 1980 los Oneda fueron arrestados y acusados de homicidio voluntario... ¡asesinato! Aunque increíble, ahora esta pareja cristiana, quienes ya estaban sumamente entristecidos por haber perdido a su primera hija, para colmo era acusada de desear la muerte de la niña.

Los padres estuvieron encarcelados veinte meses. A pesar de que un informe médico indicaba que Giuseppe Oneda estaba enfermo, no se le concedió libertad provisional mientras esperaba el juicio. Esta crueldad les impidió cuidar de su segunda hija. Finalmente, se celebró el juicio en el tribunal. El 10 de marzo de 1982 los Oneda fueron declarados culpables y sentenciados a catorce años de prisión, seguidos por tres años de libertad condicional. ¡Imagínese... una sentencia más severa que la que reciben muchos terroristas!

Los hechos ponen al descubierto la injusticia

Todos los que estamos interesados en la libertad y los derechos humanos debemos considerar seriamente lo que ocurrió en este caso.

En un memorando dirigido al juez que efectuó la investigación, el director del dispensario declaró: “En el dispensario se han diagnosticado muchos casos (unos 700) de talasanemia mayor. Muchos de éstos nunca regresaron, o regresaban esporádicamente. El dispensario no tiene suficiente personal para siquiera atender a los enfermos”. Si el dispensario dejó sin tratar a centenares de niñitos que padecían de esta enfermedad y no acató plenamente la orden del tribunal concerniente al caso de Isabella, ¿cómo es posible que los Oneda sean los culpables de la muerte de su hija? ¡Que el sentido de humanidad y de justicia den la respuesta al lector!

En el juicio se presentaron muchos detalles interesantes. Los peritos en medicina que nombró el tribunal demostraron: 1) que “la etapa clínica” de la enfermedad de Isabella “era terminal”, lo que quería decir que estaba a punto de morir; 2) que las transfusiones que ella recibió durante las semanas o los meses antes de su muerte “no hubieran tenido pertinencia clínica alguna ni hubieran desempeñado ningún papel médico legítimo en cuanto a modificar el desarrollo fatal de la enfermedad”.

Tal vez usted sepa lo que los médicos también admiten... que hay muchas pruebas de que las transfusiones de sangre a menudo tienen consecuencias graves, hasta mortíferas. En muchos casos de pacientes que padecen de anemia crónica, el hierro se acumula en el cuerpo, y las transfusiones de sangre pudieran agravar esta condición peligrosa.

El profesor Edoardo Storti (director del Instituto de Hematología de la Universidad de Pavía), basado en el informe que se hizo de la autopsia de Isabella, llegó a la siguiente conclusión: “La causa de la muerte fue la suma de varios factores: a) anemia intensa; b) un notable depósito de hierro en los tejidos vitales, especialmente en el miocardio [...] También sostengo que puede ponerse en duda que la terapia, incluso la más intensa y moderna, pudiera haber modificado perceptiblemente el desarrollo de la enfermedad”.

Además, cuando la hemoglobina del paciente no llega a los cinco gramos, y el paciente tiene problemas cardíacos, como sucedió en el caso de Isabella, por lo general no es recomendable que se administren transfusiones de sangre, pues pueden producir edema de pulmón aguda, lo cual puede ser mortal. La autopsia de Isabella reveló que ella tenía edema de pulmón.

En vista de estos hechos, ¿por qué se acusó a los Oneda de asesinato? El profesor Angelo Fiori (director del Instituto de Medicina Legal de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, de Roma) señaló: “El afirmar que el desarrollo poco favorable se relaciona con la conducta de los padres [...] es, sin lugar a dudas, infundado y arriesgado”.

Otro perito médico legal declaró que la alegación de que Isabella murió debido a que no recibió transfusiones “es tan absurda como el afirmar que una persona que tiene un tumor, al llegar a la etapa terminal de la enfermedad, murió porque no se le dieron vitaminas”.

Reacción pública

Aunque se ha apelado de la decisión, los padres siguen tras las rejas. Pero muchas personas han expresado su preocupación por la injusticia cometida.

Il Tempo del 11 de marzo de 1982 declaró: “Después de haber estado escuchando el caso en la sala del tribunal, el doctor Alessandro Bucarelli, médico forense, había declarado que no era posible en aquella etapa de la investigación establecer un vínculo causativo entre el que no se administraran transfusiones y la muerte de la pequeña talasanémica”. Entonces el artículo hizo esta observación: “Normalmente, cuando hay alguna duda, se exonera a la persona o se realiza más investigación: en esta ocasión, a pesar de las dudas, se condenó a los acusados”. ¿Por qué?

Varias personas imparciales que están conscientes de los hechos se preguntan por qué no se dictó un fallo de acuerdo con las dudas que expresaron los propios peritos que el tribunal utilizó como testigos. ¿Por qué rehusó el tribunal considerar otra hipótesis en cuanto a la causa de la muerte o escuchar a los peritos que utilizó la defensa como testigos? ¿Por qué enfocó el tribunal su atención en los padres, quienes sinceramente habían buscado un tratamiento que estuviera en conformidad con sus creencias religiosas? Sí... ¿POR QUE?

Según Il Tempo, un abogado canadiense que estuvo presente en el juicio dijo lo siguiente: “En un tiempo fue la Inquisición la que persiguió a los que no pertenecían a la Iglesia. Ahora la persecución es un poco más disimulada, pero en realidad es la misma. Centenares de niños mueren en Cerdeña reciban transfusiones de sangre o no; los libros de texto de medicina muestran que no hay una cura eficaz para esta enfermedad. Ahora el fiscal ha pretendido señalarnos un remedio, pero esta pretensión fue solo una excusa que pudo hallar para condenar a esta pareja respetuosa, que solo es responsable de haber tenido una hija que padecía de una enfermedad que nadie puede curar. De hecho, la niña murió mientras se le sometía a una transfusión de sangre sin el consentimiento de los padres para ello”.

Desde Turín, el Stampa Sera dijo: “Ahora la esperanza es que en el juicio de apelación se revoque tal sentencia. Catorce años de prisión, de hecho, ni siquiera figura en la ley para los terroristas [...] que llevan a cuesta la culpa de haber cometido siete asesinatos. Entonces la pregunta es: ¿Por qué fue tan severo con los Oneda el tribunal de Cagliari, donde se llevó a cabo la audiencia de lo criminal? Pues cada año en Cerdeña mueren de talasanemia decenas y decenas de niños, con transfusiones o sin ellas. [...] Y finalmente, es absurdo que no se dictara sentencia alguna contra los funcionarios públicos a quienes el tribunal de menores había nombrado para que se encargaran de que Isabella recibiera las transfusiones”.

También la prensa de otros países puso en tela de juicio el que se hubiera hecho justicia. El País, de Madrid, España, hizo notar que el caso tenía que ver con una “enfermedad incurable: talasemia”, y que la vida de los niños que padecen de esta enfermedad “se les puede sólo alargar por un poco de tiempo con continuas transfusiones de sangre”. Añadió además: “Lo que nadie ha perdonado es que los jueces se hayan ensañado con estos padres [...] como si hubieran matado con total predeterminación a Isabella con una pistola. No se les ha concedido la más mínima atenuante, cosa que en este país se hace hasta con los criminales más feroces”. (12 de marzo de 1982.)

Una amenaza a sus derechos

Es probable que la ley de su país, al igual que en Italia, diga que usted tiene el derecho de decidir si aceptará un tratamiento o no. Eso se comprende. Considere un ejemplo que tiene que ver con el aborto. Sea que usted crea que el provocarse un aborto es correcto o no, ¿cómo se sentiría usted si los médicos enviaran a un policía a su casa y la obligaran a usted, o a una persona amada, a someterse a un aborto sin tomar en consideración sus deseos?

Además, mundialmente se admite que los padres deben tener voz y voto en el cuidado de sus hijos. Si los padres saben que su hijo tiene una enfermedad incurable, y que cierto tratamiento pudiera causarle una muerte prematura, ¿debería obligarlos la policía a aceptar tal tratamiento?

En Escocia, A. D. Farr, conferenciante sobre las técnicas para administrar transfusiones de sangre, escribió lo siguiente respecto al asunto de administrar a la fuerza transfusiones de sangre:

“El Estado está asumiendo gradualmente la función de tomar las decisiones por el individuo. Así es como los países libres dejan de ser libres y se convierten en totalitarios. [...] Esto no es una mera especulación extravagante. La libertad es una posesión preciada y comparativamente rara, que debe protegerse celosamente en los países donde existe”.

La constitución de Italia garantiza la libertad, como bien pudiera ser el caso de la constitución del país de usted. Pero cuando se pisotean la libertad religiosa y los derechos de los padres, surge un peligro que pudiera ser una amenaza para la libertad y los derechos de todos los ciudadanos. Esto ya ha ocurrido en Cerdeña. Un padre y una madre cristianos y amorosos están en prisión, y se les está tratando peor que a muchos individuos que asesinan a propósito. Todos los que aman la libertad deben horrorizarse ante esta injusticia crasa, y deben desplegar interés en los resultados de la apelación. ¡Despertad! le mantendrá informado de lo que ocurra en relación con este importante caso.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • Español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir