Se combaten los síntomas; se pasan por alto las curas
“¿Está disminuyendo por todas partes la seguridad y santidad de la vida humana?
”¿Están los gobiernos aún menos restringidos que antes en cuanto a lo moral?
”¿Tienen los líderes de los Estados Unidos y de la Unión Soviética suficiente sentido común e interés en el futuro para evitar el empleo de armas nucleares y negociar un entendimiento que asegure la supervivencia de la vida en la Tierra?”
ESTAS TRES PREGUNTAS se plantearon en la publicación US Trends en su informe del 8 de diciembre de 1983. Las respuestas son evidentes de por sí. Los informes diarios de noticias muestran que está disminuyendo el respeto a la santidad de la vida. Las restricciones morales ciertamente se están debilitando tanto a nivel individual como gubernamental. Y ciertos sucesos recientes han acelerado los temores en cuanto al sentido común e interés de los Estados Unidos y Rusia con relación a las armas nucleares.
En noviembre del año pasado, varios científicos de Rusia y los Estados Unidos participaron en una conferencia sobre “El mundo después de una guerra nuclear”. Un científico ruso de la Academia de Ciencias dijo: “Los artefactos nucleares no se deberían considerar como un medio de hacer guerra o conducir cierta política. Son armas de suicidio”. Otro ruso de la Academia declaró: “Una guerra nuclear en cualquier escala significaría o la desaparición de la humanidad, o su degradación a un nivel más bajo que el prehistórico”. (Science News, 24 y 31 de diciembre de 1983.)
Éstas son las conclusiones unánimes de la conferencia: Se calcula que las bajas causadas por los efectos directos de las bombas ascenderían a más de 2.000 millones de personas... la mitad de la población mundial. Las temperaturas bajarían mucho más allá del punto de congelación y permanecerían así por varios meses. Prevalecería la oscuridad a pleno mediodía. No habría suficiente luz para sostener la fotosíntesis, y las plantas morirían. La mayoría de los animales morirían. El alimento escasearía. Se concordó en que “no podríamos impedir la extinción del Homo sapiens”. (Science News, 12 de noviembre de 1983, páginas 314-317.)
Se han publicado advertencias parecidas en Science, revista oficial de la Asociación Estadounidense para el Adelantamiento de la Ciencia. El artículo de fondo de ese número hizo surgir este punto crucial: “Subsiste la pregunta respecto a quién está escuchando y cuán profundamente penetran estas advertencias en el modo de pensar de la nación. Por unos cuantos días, las noticias de una posible catástrofe biológica es el asunto de prominencia en los medios de información, solo para ser desplazado rápidamente por la siguiente catástrofe”. (Science, 23 de diciembre de 1983, páginas 1281 a 1300.)
Es obvio que las superpotencias no están escuchando, no se está ejerciendo el sentido común, y no basta con solo preocuparse debido a armas nucleares suicidas que pueden destruir el globo terráqueo.
La amenaza de una destrucción nuclear es atemorizante, pero otras calamidades ya están azotando a la humanidad. La guerra, el hambre, la degeneración moral, la desintegración de la familia, la avaricia, la violencia, el delito, el asesinato, el terrorismo, el yoísmo... para mencionar unas cuantas.
En realidad, todas estas cosas son síntomas. De acuerdo con Vox, un síntoma es un “indicio de una cosa que está sucediendo o va a suceder”. Dichas circunstancias indican que existe algo más, a saber, corazones enfermos en sentido moral. Se hacen muchos esfuerzos por combatir los síntomas, pero se hace poco para curar el corazón.
Debido a que el corazón físico yace en lo profundo del cuerpo, se utiliza en sentido figurativo para representar cómo realmente es la persona en sus adentros. Por eso la Biblia habla de “la persona secreta del corazón”, y de que Dios no mira la apariencia exterior, sino “ve lo que es el corazón”. Jesús dijo: “Del corazón salen razonamientos inicuos, asesinatos, adulterios, fornicaciones, hurtos, testimonios falsos, blasfemias. Estas son las cosas que contaminan al hombre”. (1 Pedro 3:4; 1 Samuel 16:7; Mateo 15:19, 20.)
Cómo se curan los corazones enfermos
La propaganda de este mundo llena de basura la mente y el corazón de la gente. Mediante los periódicos, películas cinematográficas, programas de televisión y obras de teatro se menosprecian los verdaderos valores, mientras se glorifican la degradación y el pecado. El mensaje es: Los que evitan la inmoralidad son gazmoños; los que la practican son normales. Tal como sucedió en un período antiguo de decadencia moral, ¡por todas partes se halla a “los que están diciendo que lo bueno es malo y lo malo es bueno, los que están poniendo oscuridad por luz y luz por oscuridad, los que están poniendo amargo por dulce y dulce por amargo”! (Isaías 5:20.)
Ya es tiempo de que las personas de corazón sincero piensen en la cura. Es tiempo de ‘rehacer la mente’. Es tiempo de que ‘se hagan un corazón nuevo y un espíritu nuevo, pues ¿por qué deben morir?’ (Romanos 12:2; Ezequiel 18:31). Así es... morir. Ahora mismo, millares de personas están muriendo cada hora debido a calamidades evitables engendradas en el corazón de los seres humanos. Si se desatara una guerra nuclear, la raza humana podría morir.
Eso no tiene que ocurrir. La cura es simple. Jesús lo dijo hace mucho tiempo: “Ama a tu prójimo”. Pero inmediatamente se oye el grito: ‘Tal solución no solo es simple, ¡sino que es simplista! No es práctica. ¡La gente no hará eso! ¡No dará resultado!’. Pero dicha cura nunca se ha tratado. Y es cierto, no toda persona está dispuesta a aplicarla. Pero ¿qué hay si todos estuvieran dispuestos a hacerlo? No habría ejércitos, ni armamentos ni guerras. No habría hurtos ni desfalcos ni violencia. No habría ultrajes sexuales ni asesinatos ni delitos. Eso querría decir que no habría policías ni tribunales para atender casos criminales ni prisiones. Todo esto sería muy práctico.
Sí, “háganse un corazón nuevo”. ‘Desechen la vieja personalidad y vístanse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad’ (Efesios 4:22-24). Si usted hace esto, es posible que llegue a estar entre los que permanecerán en la Tierra después que ésta sea purificada. (Salmo 37:10, 11, 29.)
Sí, la Tierra será limpiada. Los deplorables síntomas que ahora afligen al mundo pasarán. No son solamente síntomas de corazones en bancarrota moral, sino que constituyen una señal de los últimos días del actual sistema de cosas decadente. Además, la contaminación de la Tierra que ahora está ocurriendo por primera vez en la historia no logrará arruinar totalmente la Tierra ni se permitirá que la temida destrucción nuclear aniquile a la raza humana. Jehová Dios no lo permitirá. Ha prometido “causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.)
“Cuando el país suyo y el mío obren a una en conformidad con las enseñanzas que Cristo estableció en este Sermón del Monte, habremos resuelto no solo los problemas de nuestros países, sino los del mundo entero.” (Gandhi, a lord Irwin, ex virrey de la India.)