Un reino de arena, petróleo y religión
¿QUÉ país es tan grande como Europa occidental, tiene solo 12 millones de habitantes y casi toda su superficie es un desierto? ¿Qué reino fue fundado en 1932, descubrió inmensas cantidades de petróleo en 1938 y se convirtió en el tercer país productor de petróleo del mundo? ¿Qué reino considera al Corán como su constitución y posee dos de las ciudades y mezquitas más reverenciadas del islam?
La respuesta a todas estas preguntas es el reino de Arabia Saudí, gobernado por el rey Fahd ibn Abdul Aziz. Con una superficie de 2.240.000 kilómetros cuadrados, ocupa la mayor parte de la península arábiga. Al oeste limita con el mar Rojo, al sur con el mar Arábigo y al este con el golfo Pérsico.
¿Qué despertó mi interés en este país árabe? Una invitación que vi en el periódico para visitar en la ciudad de Nueva York una exposición patrocinada por el gobierno de Arabia Saudí. Tenía curiosidad por saber más acerca de una cultura y forma de vida tan diferentes a lo que conocía. Y como es probable que nunca visite ese país, ¿por qué no dejar que él se acerque a mí?
Arabia Saudí: lo antiguo y lo moderno
Tan pronto como entré en el recinto de la exposición, me di cuenta de que todo había sido diseñado para que el público se formase una buena opinión de este país árabe. Por todas partes universitarios saudíes afincados en Estados Unidos hacían las veces de guías bien informados. Todos estaban vestidos con el típico thob, una prenda blanca y larga hasta los pies parecida a una túnica y también llevaban un ghutra, o cubrecabezas, a cuadros rojos y blancos sujetado por dos vueltas de un cordón negro. Todos hablaban bien inglés y eran sumamente corteses al responder cualquier pregunta que yo u otro visitante desease formular.
Después de pasar por un vestíbulo iluminado con una luz tenue donde se exponían fotografías de la familia real saudí y se proyectaban diapositivas sobre diferentes aspectos del país, visité la sección dedicada al modo de vida tradicional de los árabes y los beduinos. Una tienda beduina de color negro completamente montada contenía todos los enseres de su vida nómada. Pero en vista de los modernos adelantos tecnológicos, el estilo de vida beduino, con su legendaria hospitalidad hacia los extraños, está desapareciendo.
El siguiente sector de la gira recordaba la fuerza religiosa que guía y controla la vida en Arabia Saudí: el islam.a
La Meca, la Kaaba y el Corán
De acuerdo con un folleto oficial, el Corán, libro santo del islam, “es considerado la constitución de [Arabia Saudí] y proporciona valores éticos y guía”. Un prospecto comenta: “El reino elabora sus normas sociales, políticas y económicas a la luz de las enseñanzas islámicas”. Aunque se exhibían varios manuscritos del Corán, el tema principal de este sector era la peregrinación a la ciudad de La Meca (en árabe: Makka) con su Gran Mezquita y la Kaaba en el centro, representadas en maquetas de gran tamaño.
La Kaaba es un edificio de piedra, con forma cúbica y cubierta por una gruesa tela negra. Según una publicación islámica es “el lugar de adoración que Dios mandó construir a Abrahán e Ismael hace más de cuatro mil años”.b De modo que el islam (fundado por el profeta Mahoma en el siglo VII E.C.) afirma estar vinculado con el patriarca Abrahán, precursor del judaísmo y el cristianismo. Es por lo tanto una de las tres principales religiones monoteístas.
En realidad, la Kaaba está situada en el centro de la enorme plaza al aire libre que forma parte de la Gran Mezquita de La Meca. En la peregrinación anual (hayy), más de un millón de musulmanes acuden allí para orar y dar siete vueltas alrededor de la Kaaba. Todo musulmán cuya salud y recursos económicos se lo permitan, considera una obligación hacer este viaje por lo menos una vez en la vida. La exposición también incluía una maqueta de la enorme mezquita de Medina (en árabe: Madina), tumba de Mahoma.
De especial interés fueron las puertas de la Kaaba que había allí expuestas, sumamente ornamentadas. Por lo general, los únicos que llegan a verlas alguna vez son los musulmanes, pues son los únicos que pueden entrar en la mezquita de La Meca. Resultaba difícil creer que fuesen las puertas originales hasta que un guía explicó que se trataba de las puertas que se habían utilizado desde 1942 hasta 1982, cuando se reemplazaron por otras. Eran de oro y plata y estaban decoradas con versículos del Corán en árabe grabados en láminas de oro. En una pared cercana colgaba una kiswa, o pesada cortina negra, utilizada para cubrir la Kaaba, en la que estaban bordadas en oro más citas del Corán.
La vida moderna de Arabia Saudí
Un poco más adelante se reproducían escenas de la vida cotidiana en calles típicas: tejedores que hacían esteras, herreros que fabricaban utensilios domésticos y artesanos que trabajaban el cuero para confeccionar las típicas zapatillas árabes. Uno de ellos hacía unas sencillas jaulas de madera para pájaros mientras que otro moldeaba vasijas de barro con un torno de alfarero que accionaba con el pie.
Después llegué a la sección donde se exponían los logros de la Arabia Saudí de tiempos modernos. Era obvio que el descubrimiento del petróleo había transformado la economía y el nivel de vida de la nación. ARAMCO (Arabian American Oil Company) descubrió enormes yacimientos de petróleo en 1938, y en la exposición podían verse unas botellas de muestra del preciado líquido negro. Un folleto de la compañía decía: “Aramco tiene ahora más de 43.000 empleados, unos 550 pozos en funcionamiento, 20.500 kilómetros de oleoductos y tubos de conducción y más de 60 separadores gas-petróleo”.
Con un fundamento económico tan sólido no es de extrañar que los folletos informativos afirmen que Arabia Saudí dispone de unas 15.000 escuelas y centros educativos que atienden a más de 2,5 millones de estudiantes. La enseñanza es gratuita para todos hasta el nivel universitario inclusive y el país cuenta con siete universidades.
Por supuesto, el petróleo no lo es todo. Se han terminado importantes proyectos de riego que han hecho florecer la agricultura hasta el punto de exportar pescado, aves de corral, trigo, dátiles, verduras, productos lácteos y otros productos agrícolas.
La otra cara de la moneda
Terminé mi visita de tres horas a “Arabia Saudí” muy impresionado por los logros que ha conseguido una nación relativamente tan pequeña. Pensaba en lo diferentes que podrían haber sido las cosas si de la misma manera todas las naciones hubiesen sido dotadas con reservas petrolíferas y otros recursos valiosos de gran demanda mundial.
Aunque la visita me pareció muy informativa, me percaté de ciertas omisiones en el campo de la religión. No aprendí nada acerca de la Piedra Negra de la Kaaba, un meteorito negro que reverencian los musulmanes en La Meca. Antes de fundarse el islam, se la “veneraba como un fetiche” dice Philip K. Hitti en su obra History of the Arabs (Historia de los árabes). Según la tradición, cuando Ismael reedificaba la Kaaba, recibió la Piedra Negra del ángel Gabriel.
Otra omisión de la que me percaté en la exposición es que no se hizo ninguna alusión a las dos principales divisiones del islam, los sunnitas y los chiitas. La división se remonta a los sucesores de Mahoma y se basa en una diferencia de interpretación respecto a quiénes son sus legítimos herederos espirituales: ¿debe restringirse ese privilegio a los descendientes directos de Mahoma, como afirman los musulmanes chiitas, o ha de ser un puesto electivo, como afirma la mayoría sunnita? Los saudíes practican el wahhabismo, movimiento sectario muy estricto perteneciente a la escuela ḥanbalī, la más rígida de las cuatro escuelas de los musulmanes sunnitas.
También me llamó la atención la ausencia de mujeres árabes y supuse que se debía a la estricta interpretación saudí de las leyes islámicas sobre la función de la mujer en la vida pública.
Al salir presencié algo que de pronto me hizo recordar el dicho de que toda moneda tiene dos caras. En la calle manifestantes árabes distribuían octavillas que revelaban actos de crueldad e injusticia perpetrados en Arabia Saudí y denunciaban la falta de procedimientos democráticos en ese país (no hay constitución o parlamento seglar). Ese hecho me hizo ver que para algunos la arena, el petróleo y la religión no es lo único que cuenta. No obstante, por lo menos obtuve una perspectiva más clara de la vida en Arabia Saudí y del impacto que el islam ha tenido, y tiene, en sus gentes.—Contribuido.
[Notas a pie de página]
a Si desea saber más detalles sobre el islam, consulte el capítulo 12 del libro El hombre en busca de Dios —publicado en 1990 por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.— titulado: “Islam... el camino a Dios por sumisión”.
b En la Biblia no existe ninguna referencia a este hecho ni a que Abrahán estuviese en la antigua ciudad de La Meca. (Génesis 12:8–13:18.)
[Fotografías en la página 17]
(De izquierda a derecha) Puertas de la Kaaba, artesano árabe y bordado de letras árabes
[Reconocimiento]
David Patterson
[Ilustraciones/Mapa en la página 16]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
La Meca
IRÁN
IRAK
ARABIA SAUDÍ
SUDÁN
Mar Rojo
Mar Arábigo