Los jóvenes preguntan...
¿Por qué tratan mis padres de controlar mi vida?
“Busco una oportunidad para actuar, para ejercitar mis músculos y sentir mi fuerza. [...] Quiero aprender a diferenciar lo amargo de lo dulce probándolo yo mismo, no porque me lo digan. Siento hambre de experiencia y [mis padres] me sacian de explicaciones.”—Un muchacho de dieciséis años.
“Mi madre y yo chocamos en todo [...]. Ella trata de mimarme. [...] Yo quiero liberarme; no resisto estar aprisionada. [...] Estoy tratando de hacerme adulta y ella no me deja.”—Una muchacha de diecisiete años.
ES COMÚN entre los jóvenes quejarse de que sus padres tratan de controlar su vida. Quizás tú pienses lo mismo. Si quieres salir hasta tarde, ellos te dicen que debes volver a casa pronto. Explicas que ya estás preparado para concertar citas, pero ellos te dicen que eres demasiado joven. Parece que cada vez que preguntas: “¿Puedo...?” te contestan que no.
Sin embargo, para ser justos con los padres, hay que reconocer que a la mayoría de los jóvenes se les permite salirse con la suya por lo menos algunas veces, y es muy probable que tú no seas la excepción. Además, tus padres seguramente son conscientes de que ya no eres un niño, y tarde o temprano tendrán que renunciar al control que han ejercido sobre ti desde que naciste. Al igual que la mayoría de los padres, desearán que te conviertas en un adulto equilibrado e independiente.
Pero quizás te preguntes: “Si eso es lo que creen mis padres, ¿por qué no lo demuestran?”. A ti te parece que te tienen cogido del cuello y que no piensan soltarte. Pero lo cierto es que no debes preocuparte por si llegarás algún día a tener el control de tu vida. De eso no hay duda, la única pregunta es cuándo. Aunque tú quieres que sea ahora, quizás tus padres deseen que te independices de forma gradual.
Una adolescente consideraba esto como “un voto de falta de confianza” por parte de sus padres, una insultante insinuación de que ella tiene “una inclinación autodestructiva que ha de refrenarse”. Pero ¿no podría ser que tus padres tuvieran una buena razón para actuar como lo hacen? En todo caso, el que entiendas su punto de vista puede ayudarte a mitigar cualquier resentimiento que puedas tener por la forma en que te tratan. Como dice Proverbios 19:11: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera”.
Por qué te mantienen bajo control
En primer lugar, debes darte cuenta de que el mundo se ha hecho cada vez más peligroso y corrupto desde que tus padres eran jóvenes. (2 Timoteo 3:1, 13.) Un padre admitió: ‘El mundo en el que vive nuestro hijo o hija a los catorce, quince o dieciséis años es más peligroso que cuando nosotros nos criamos. Corren más riesgos al salir solos. Hay más adolescentes que se quedan embarazadas que cuando nosotros éramos jóvenes’. No es de extrañar que tus padres quieran protegerte.
Si tus padres son personas temerosas de Dios, también se preocuparán profundamente por tu salud espiritual. La Biblia manda a los padres que críen a sus hijos “educándolos y corrigiéndolos como el Señor quiere”. (Efesios 6:4, Nueva Biblia Española.) Y ellos saben que no vas a abrazar de forma automática los valores y creencias cristianos solo porque ellos lo hacen. También saben que “el muchacho [o la muchacha] que se deja a rienda suelta causará vergüenza a su madre”. (Proverbios 29:15.) Aunque quizás ya no te consideren un niño, puede que todavía se sientan obligados a fijarte una hora para llegar a casa y a imponerte otras restricciones.
Quizás opines que no son restricciones dignas de ti, que son para niños. Pero recuerda que no hace mucho todavía eras un bebé indefenso en los brazos de tus padres, y ahora ellos quieren protegerte de daño moral igual que antes te protegían de daño físico. Recuerda que tus padres también han sido adolescentes y conocen muy bien las dificultades en las que se puede meter un joven. Hasta el justo Job confesó “los errores de [su] juventud”. (Job 13:26.) Además, algunos padres cometieron errores graves en su juventud que han complicado mucho su vida.
Una madre confesó: “Tuve que casarme. Desde muy jovencita salía con un chico y a los dieciséis años me quedé embarazada. Ahora tengo tres hijos y dos de ellos son adolescentes. Me siento como si tuviera cincuenta años en lugar de treinta y siete. He perdido mi juventud”.
Quizás tus padres nunca tuvieron una amarga experiencia como esa. Pero seguro que les preocupan mucho los peligros que implica el empezar a concertar citas desde muy jóvenes, y quizás te lo prohíban. ¿Deberías resentirte por semejante restricción? Si así es, analiza las palabras de Proverbios 27:12: “El sagaz que ha visto la calamidad se ha ocultado; los inexpertos que han pasado adelante han sufrido la pena”. Si haces caso del consejo de tus padres seguro que evitas muchas calamidades.
Una personalidad en transición
Aun así, quizás te sientas como el joven que dijo: “Sé bien lo que hago. No voy a echar a perder mi vida. ¿Por qué no me dejan vivir mi propia vida?”. Pero el problema puede radicar en que inconscientemente quizás confundas a tus padres con tu conducta. Unas veces puede que actúes como un adulto competente, y otras quizás manifiestes una necesidad pueril de recibir su ayuda.
En el libro How to Single Parent (Cómo criar a los hijos sin un cónyuge), el doctor Fitzhugh Dodson narra la experiencia de una madre que fue de compras con su hija de quince años. Después de descartar otros vestidos, les quedaban tres donde elegir y la hija preguntó cuál le quedaba mejor. Su madre pensó un momento y respondió: “Creo que el azul es sin duda alguna el que mejor te sienta”. ¿Cómo respondió la hija a este consejo que ella misma había pedido? “¡Oh, mamá, siempre tratas de dominar mi vida y decirme lo que debo hacer!”
Unos meses más tarde volvieron a salir de compras. La hija escogió unos trajes y preguntó: “Mamá, ¿cuál de estos trajes me sienta mejor?”. Recordando lo que había sucedido la última vez, la madre decidió no pillarse los dedos y respondió: “Estoy segura de que puedes decidirlo tú misma”, a lo que la hija exclamó: “¡Oh, mamá, nunca me ayudas cuando te necesito!”.
El que unas veces demuestres una actitud desafiante y fanfarrona y otras veces te aferres a tus padres como un niño indefenso los confunde. Y hasta cierto grado, todos los jóvenes demuestran este comportamiento vacilante; es parte natural del desarrollo. Pero aunque sea natural, a tus padres les muestra que todavía tienes algunas “cosas características de pequeñuelo” que debes vencer y que no estás listo para que te den independencia total. (1 Corintios 13:11.)
Cómo conseguir mayor independencia
De todas formas, puede que opines que podrías arreglártelas sin por lo menos parte de su ayuda y atención. Y esperando conseguir las libertades que anhelas, quizás a veces incluso te sientas tentado a recurrir a métodos poco honrados. “Sé que no debo mentir —escribió una adolescente—, pero solo lo hice para simplificar las cosas. [Mamá es] demasiado estricta y jamás me habría dejado salir si le hubiese dicho la verdad.” Pero engañar a tus padres nunca simplifica las cosas y si la mentira se descubre (como probablemente suceda), pueden complicarse mucho.
Las autoras del libro Options (Opciones) hacen esta observación sensata: “Mentir a [tus padres] cuando quieres que ellos confíen en ti tiene tan poco sentido como ponerte a robar para demostrar lo honrado que eres. Cuando te descubran, es muy posible que te restrinjan aún más, tan solo por haberles engañado”. Y más importante aún, el que miente incurre en la desaprobación de Dios mismo. Proverbios 3:32 dice: “El sinuoso es cosa detestable a Jehová”.
De modo que: sé honrado con tus padres. Dales detalles completos y exactos de dónde quieres ir y quiénes van contigo. Cuando te fijen una hora para regresar a casa, obedéceles y eso les convencerá de que eres responsable. Es probable que no se preocupen tanto cuando sales y con el tiempo puede que se sientan más seguros de concederte mayor libertad. Como afirma la Biblia, “a quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le confía, se le exigirá mucho más”. (Lucas 12:48, Versión Popular.)
El tiempo para que tomes las riendas de tu vida vendrá muy pronto. Mientras tanto, sé paciente y disfruta de tu juventud. (Eclesiastés 11:9.) Coopera con la postura de tus padres respecto a concertar citas, normas, la hora de regresar a casa y demás. El que ahora cooperes puede librarte de pesares y angustias más tarde. Si piensas que ciertas restricciones no son apropiadas para tu edad o son irrazonables, no te rebeles, sino considera el asunto con tus padres de forma calmada. Quizás lo que sucede es que han perdido la noción de los años que tienes o de cuánto has madurado. Cualquiera que sea el caso, probablemente descubrirás que en realidad no quieren controlar tu vida, sino que solo pretenden asegurar tu felicidad futura.
[Fotografía en la página 23]
¿Qué opinas de que te fijen una hora para volver a casa o de que te impongan otras restricciones?