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  • ¿Por qué tengo que volver a casa tan temprano?

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  • ¿Por qué tengo que volver a casa tan temprano?
  • ¡Despertad! 1992
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¡Despertad! 1992
g92 8/5 págs. 20-22

Los jóvenes preguntan...

¿Por qué tengo que volver a casa tan temprano?

“¿TIENES hora de volver a casa?”, fue la pregunta que ¡Despertad! planteó a un grupo de jóvenes. Hubo un sí casi unánime. Sin embargo, la siguiente cuestión —“¿hasta qué hora crees que deberían dejarte salir?”⁠— provocó respuestas dispares.

“Creo que hay que hacer lo que digan los padres”, dijo Mónica.a Fernando, sin embargo, mostró su desacuerdo: “No pienso que tengan que ponerte una hora de volver a casa. Al fin y al cabo, seguro que a ellos les dejaban quedarse fuera de casa hasta tarde cuando eran jovencitos”. Loli, otra joven, trató de adoptar una posición intermedia: “Creo que debes volver a casa cuando quieran tus padres, con tal de que no sea antes de las ocho”. Finalmente, la opinión de Pedro fue la más radical: “En vez de decirnos a qué hora tenemos que volver, ¿por qué no podemos llamar para decirles dónde estamos? Deberían ser más comprensivos”.

Sea cual sea tu opinión personal, es muy probable que tus padres te hayan fijado una hora de volver a casa. Puede que sea una regla inflexible del tipo: “Te quiero ver antes de las diez o si no...”. O quizás tus padres deciden la hora en función de las circunstancias del momento, como en el caso de una muchacha de dieciséis años mencionada en la revista ’Teen: “Primero consideran con quién voy a salir y a dónde voy a ir, y luego ponen la hora. Todo depende de la gente y del lugar”. Hasta en el caso raro del joven que parece tener libertad absoluta, es normal que deba dar a sus padres algunas explicaciones acerca de con quién va a estar y a qué hora va a regresar.

Aunque a la mayoría de los jóvenes no parecen perturbarles estas restricciones, otros ven en ellas algo más que un pequeño inconveniente que coarta sus planes. El libro Teens Speak Out (Los adolescentes se expresan), de Jane Rinzler, refiere esta queja de una joven de dieciséis años: “Me siento como una niña pequeña, como si careciera de vida propia”. A otros les incomoda la hora de volver por la molestia que supone. Una joven dice: “Antes de salir tengo que explicar a mi madre dónde voy y con quién, cómo voy a ir y cómo volveré”.

Cómo ven los padres el asunto de la hora

¿Por qué no te dejan tus padres entrar y salir cuando te apetezca? Piensa en la ocasión en que Dios puso a la nación de Israel un límite. La noche de la primera celebración pascual, en el año 1513 a. E.C., Dios mandó a los israelitas: “Ninguno de ustedes debe salir de la entrada de su casa hasta la mañana”. (Éxodo 12:12, 22.) ¿Estaba siendo Dios irrazonable? No, pues les protegía del exterminio a manos de Su ángel.

Aunque la situación actual no sea, ni mucho menos, tan apremiante, la mayoría de los padres tienen buenas razones para tratar de proteger a sus hijos adolescentes. A fin de cuentas, es lógico que se preocupen por sus hijos. Los padres de Jesucristo andaban “con la mente angustiada” cuando no sabían el paradero de este, ¡y eso que era un hijo perfecto! (Lucas 2:41-48.) Tus padres saben que distas mucho de ser perfecto y por eso se preocupan por ti de vez en cuando, aunque no seas de aquellos a los que les gusta meterse en problemas. ¿Por qué razón?

Se debe a que tus padres conocen la fuerza de “los deseos que acompañan a la juventud”. (2 Timoteo 2:22.) Además, puede que sepan por experiencia propia que “el muchacho [o la muchacha] que se deja a rienda suelta causará vergüenza a su madre”. (Proverbios 29:15.) Una madre dijo: “De joven llevaba una vida desenfrenada, así que sé todo lo que puedes ocultar a los padres”. Por eso, cuando oyen hablar de la promiscuidad juvenil, el abuso del alcohol, las drogas y las fiestas desenfrenadas en tu barrio, pueden concluir de manera legítima que son necesarias algunas restricciones.

Además, tus padres quizás tengan razones para preocuparse por tu seguridad. La Biblia explica que cuando en cierta ocasión los hijos de Jacob se demoraron en la vecindad de Siquem, Jacob le dijo a su hijo José: “Anda, por favor. Ve si tus hermanos están sanos y salvos [...] y tráeme palabra de vuelta”. (Génesis 37:13, 14.) No es que Jacob fuera aprensivo; lo que ocurría es que debido a ciertos sucesos que habían tenido lugar unos años antes, Siquem se había convertido en un lugar peligroso para los hijos de Jacob. (Génesis, capítulo 34.)

El mundo actual es mucho más peligroso que en tiempos bíblicos, e incluso más que cuando tus padres eran jóvenes. Estamos más adentrados que nunca en “los últimos días”, un período que la profecía bíblica caracteriza como “tiempos críticos, difíciles de manejar”. El adjetivo griego traducido por “difíciles de manejar” también se puede traducir por “malos”, “peligrosos”, “difíciles” y “terribles”. (Cantera-Pabón, Versión Moderna, Biblia de Jerusalén, Nueva Versión Internacional.) En la actualidad abundan las personas “sin autodominio”, los individuos “duros” (2 Timoteo 3:1-5, Una paráfrasis del Nuevo Testamento), lo que lamentablemente lleva a que los delitos violentos, como la violación y el asesinato, estén a la orden del día.

Tus padres también saben que la probabilidad de que te metas en problemas aumenta según avanza la noche. Una joven confesó a ¡Despertad!: “Tus padres quieren protegerte de todo lo malo que pueda ocurrirte a una hora avanzada de la noche”. Otra joven explicó: “Pasada la medianoche, hay muchos borrachos al volante, y lo mejor es no tener que toparse con ellos”.

Asimismo, hay peligros de tipo moral. A medida que avanza la noche, la tendencia es a desinhibirse y a aumentar la juerga. Con razón la Biblia relaciona el libertinaje con la noche. En Isaías 5:11, Dios dijo: “¡Ay de los que [...] se quedan hasta tarde en la oscuridad nocturna, de modo que el vino mismo los inflama!”. (Compárese con 1 Tesalonicenses 5:⁠7.) Por eso, tus padres pueden concluir que cuanto más tarde te quedes, más probable es que participes en juergas, abuses del alcohol o cometas inmoralidad. De modo que si no estás en casa cuando entienden que ya es hora, es natural que se preocupen, y además tienen derecho a recibir una explicación.

Una joven recuerda su experiencia: “En una ocasión me quedé hasta tarde en casa de una amiga. Como mi madre no sabía dónde estaba, se puso a recorrer el barrio llamándome a voces”. ¿Te parece abochornante? Lo es, pero, como explicó otra madre, “cuando [mis hijas] vuelven a casa de noche, me imagino lo peor”.

Lo hacen porque te quieren

Ahora bien, ¿qué ocurre si ni siquiera se te ha pasado por la imaginación participar en conducta licenciosa, si lo único que quieres es estar un rato con los amigos? Es cierto que puede frustrarte tener que quedarte en casa cuando a otros jóvenes de tu edad les dejan salir. Además, quizás te dé vergüenza explicarles que no puedes salir porque tienes que estar pronto en casa. Pero si lo piensas bien, verás que es muy cierto lo que dijo una joven llamada Leslie: “¿Qué vas a hacer a las doce que no puedas hacer a las ocho?”. En otras palabras, ¿no se puede disfrutar de la mayoría de las diversiones sanas a otras horas que no sean las del sueño? Así que, ¿por qué correr el riesgo de estar fuera de casa hasta tarde?

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es si acostarse hasta tarde es una manera de usar bien el tiempo. La Biblia insta a los cristianos: “Así es que vigilen cuidadosamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos”. (Efesios 5:15, 16.) Además, ¿crees que el que te acuestes tarde te ayudará en los deberes de clase y en las obligaciones de casa? ¿Te restará concentración en las reuniones cristianas?

Finalmente, trata de ver la restricción como una muestra de amor de parte de tus padres. El escritor Clayton Barbeau pregunta en su libro How to Raise Parents (Cómo criar a los padres): “¿Qué opinarías si yo fuera tu padre y te dijera: ‘Me da igual que te drogues, que bebas o que fumes. No me importa si conduces rápido o si sales hasta tarde? [...]’ ¿Qué te estaría diciendo? ‘No te quiero. Me das igual. No me importas nada’”. Aunque a veces tengas envidia de los jóvenes que disfrutan de más libertad, recuerda el texto: “El que retiene su vara odia a su hijo, pero el que lo ama es el que de veras lo busca con disciplina”. (Proverbios 13:⁠24.)

Toda tu vida vas a tener reglas y restricciones. Por eso, ¿por qué luchar contra la hora de volver a casa? Por supuesto, a veces la hora fijada es irrazonable; en un próximo artículo se analizará qué puedes hacer en esa situación. No obstante, como regla general, lo más prudente es que colabores con tus padres y trates de entenderlos. Proverbios 28:7 dice: “El hijo entendido está observando la ley”. Puede que con el tiempo veas los asuntos como una mujer joven que dijo: “No podía entender por qué mis padres me tenían tan protegida y se enfadaban cuando llegaba tarde. Ahora que soy madre entiendo por qué mi madre se sentaba a esperarme: porque me quería”.

[Nota a pie de página]

a Se han cambiado los nombres reales.

[Fotografía en la página 21]

A los jóvenes suele molestarles tener que volver a casa pronto

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