De nuestros lectores
Riñones Quiero decirles cuánto me conmovió el artículo “Los riñones: filtro esencial para la vida” (8 de agosto de 1997). Mi médico me ha informado que tengo un problema renal. Gracias a su artículo, me siento menos sola al afrontar esta enfermedad.
V. M., Estados Unidos
Estuve hospitalizado cuatro meses debido a una enfermedad renal. Su artículo me ayudó a comprender que sabía muy poco acerca de mi cuerpo. Ahora puedo explicar mejor mi dolencia a otras personas.
S. H., Japón
Cuando recibimos este artículo, a mi esposa se le acababa de informar que tenía cáncer de riñón. Aunque el diagnóstico fue un golpe para nosotros, pudimos entender claramente las diversas funciones del riñón cuando el cirujano nos las explicó. A mi esposa le hicieron una nefrectomía y ahora está recuperándose de la operación.
G. S., India
La historia de un escultor Me emocionó leer la experiencia de Celo Pertot en el artículo “Algo mejor que la aclamación del mundo” (22 de agosto de 1997). Antes de hacerme cristiana, cursaba una carrera de música y teatro. La noche antes de bautizarme recibí una llamada telefónica de los guionistas de un programa popular de televisión. Cuando les dije que ya no era actriz, me preguntaron: “¿Estás loca?”. Al igual que Celo Pertot, opino que Jehová ha bendecido ricamente mi decisión.
R. F., Estados Unidos
Teólogo ruso Muchas gracias por publicar el artículo “Los testigos de Jehová de Rusia” (22 de agosto de 1997). Veo a Sergei Ivanenko con gran respeto y admiración por su valor y su deseo de publicar la verdad sobre los testigos de Jehová.
S. M., Estados Unidos
Odio La serie de artículos “¿Por qué tanto odio y tan poco amor?” (8 de septiembre de 1997) presentó una de las mejores portadas que han publicado. Los artículos me ayudaron a entender mejor por qué se desconfía de los extraños y de gente cuya cultura difiere de la de uno.
J. M., Estados Unidos
DSR: un trastorno doloroso Creo que es mi deber escribirles después de haber leído el artículo “DSR: un trastorno doloroso y desconcertante” (8 de septiembre de 1997). En enero me enteré de que tengo DSR. Traté de hallar información al respecto. Por eso se me saltaron las lágrimas cuando vi este artículo. Fue práctico y contestó muchas de mis preguntas.
W. B., Inglaterra
He padecido DSR durante cuatro años. Gracias por tomarse el trabajo de efectuar una investigación minuciosa sobre este asunto. Han demostrado verdadero amor al prójimo.
G. S., Alemania
Mi marido sufre de DSR, y se nos dificultaba explicar la enfermedad a otros. Ahora que se ha analizado cabalmente en el artículo, se nos ha hecho mucho más fácil explicarla. Además, hemos entregado esta información a médicos y centros de rehabilitación. Leer el relato de la lucha de Karen Orf con la enfermedad fue como leer sobre la vida de mi esposo. Al igual que Karen, anhelamos el nuevo mundo, donde ya no habrá dolor.
K. P., Australia
Quiero dar las gracias a Karen por su relato. La tengo muy presente y la incluyo en mis oraciones, y espero que siga mejorando. La DSR me afecta la espalda y las piernas hasta las plantas de los pies. Estar sentada en las reuniones y caminar en el ministerio del campo me causan mucho dolor e incomodidad. Sin embargo, con el apoyo de Jehová, esto no me ha desalentado.
C. K., Inglaterra