Vuelve El Globo de Londres
De nuestro corresponsal en Gran Bretaña
EL GLOBO, el teatro donde William Shakespeare presentó sus obras, fue reconstruido cerca de su antiguo emplazamiento en Southwark, en la margen sur del río Támesis de Londres. Basado en el diseño original de 1599, este edificio en forma de “o”, de veinte lados, es una de las más importantes atracciones turísticas de la ciudad.
Antes de que existieran los teatros en Londres, la lucha entre perros y un oso o un toro era una forma popular de entretenimiento. Los perros, azuzados por los espectadores que gritaban, atacaban al animal encadenado a una estaca. Este deporte se ejercía en espacios circulares con gradas alrededor, que fueron los precursores del teatro. El centro de la arena, donde se ataba a los animales, constituyó más tarde la ubicación del escenario.
Posteriormente, las representaciones teatrales cobraron auge y los teatros se difundieron por todo Londres. Millares de personas acudían a ver las funciones todos los días. Los alcaldes trataron de prohibirlas aduciendo que eran irreverentes e impías. Los patrones se quejaban de que los obreros abandonaban su trabajo para asistir a ellas, pues comenzaban a las dos de la tarde. Pero la reina Isabel I, una mecenas del teatro, vino en su auxilio. Su Consejo Privado las favoreció a fin de asegurar que siempre hubiera actores veteranos que entretuvieran a la soberana. La compañía de teatro de Shakespeare fue escogida para actuar en la corte muchas más veces que cualquier otra.
Shakespeare escribió la obra Enrique V el año en que se estrenó El Globo original, por lo que lógicamente fue seleccionada para la primera temporada de este nuevo teatro shakespeariano.
El interior del nuevo Globo
Antes de entrar a ver la obra, que dura tres horas, miramos hacia las nubes con la esperanza de que no llueva, ya que los paraguas están prohibidos y el centro está a la intemperie. El escenario se proyecta dentro de un círculo de 30 metros de diámetro, alrededor del cual hay tres gradas de asientos con capacidad para 1.000 personas. Nosotros, sin embargo, nos hallamos entre los 500 espectadores que pagan para ver la obra de pie en el patio central. Aunque en el edificio original cabían 3.000 personas apiñadas, ahora las normas de seguridad lo prohíben.
El techo que cubre el ruedo donde están los asientos ha sido tratado químicamente para resistir la acción del fuego. Además, el uso de tablas ininflamables y un sistema de aspersión automática contribuyen a su protección. El Globo original fue destruido en 1613 cuando la chispa de un cañón del escenario incendió el techo.
Las personas que están en el patio central pueden moverse y hasta apoyar los brazos en el borde del escenario. Cuatrocientos años atrás, las muchedumbres ingobernables comían, bebían y se peleaban durante las actuaciones. Críticos implacables, los espectadores interrumpían a los actores cuando querían, silbando o aplaudiendo. “Se amontonaban unos sobre otros”, relata un escritor de la época, quien los tilda de “canallas”.
La estructura del nuevo Globo está hecha de roble. Unas seis mil espigas de roble unen las piezas ensambladas a mortaja. La madera se obtuvo sin problemas después de que un huracán arrancó miles de robles en octubre de 1987. La pieza más difícil de conseguir fue la viga de 13 metros de longitud que forma la parte delantera de la marquesina del escenario. Tras una larga búsqueda, se encontró un árbol adecuado, de más de 20 metros de altura, a unos 150 kilómetros al occidente de Londres.
La marquesina descansa sobre columnas de mármol, o por lo menos así parece. Pero no, las columnas también son de madera, como las del original, que según palabras de un admirador, se “pintaron imitando el mármol con tal maestría que pueden engañar aun a los más expertos”.
Ya los asientos están llenos. Algunos espectadores se hacinan alrededor del escenario, mientras que otros se recuestan contra las paredes de madera de la arena. El alboroto se calma en cuanto resuena la música por todas partes. Seis músicos, apostados en una galería sobre el escenario y vestidos con ropas medievales, tocan instrumentos de la época de Shakespeare: trompetas, cornetas e instrumentos de percusión.
La obra
Cuando la música alcanza un crescendo, los actores aparecen en escena y golpean enérgicamente el piso con sus palos al ritmo de la música. Los espectadores que están en el patio central hacen lo mismo con los pies. De repente, cesa el ruido. Un actor solitario y un breve prólogo sitúan la escena. Hay gran expectación. De súbito, dos personajes ataviados de rojo irrumpen en el escenario: son el arzobispo de Canterbury y el obispo de Ely. Comienza la representación, en la cual, la duplicidad de la Iglesia y sus intrigas con el rey Enrique V de Inglaterra finalmente culminan con la derrota de Francia en los campos teñidos de sangre de Agincourt.
Pronto erigen el trono real, y encontramos al rey Enrique conversando con tres de sus cortesanos. Conforme los oficiales de la corte van saliendo a escena, admiramos la autenticidad de los trajes medievales. Mas hay algo extraño en cuanto a los personajes que no logramos entender. Revisamos el programa. ¡Ah! ¡Claro! Todos los actores son hombres; las mujeres no participaban en los dramas isabelinos. Como narra el historiador G. M. Trevelyan, los jóvenes “recibían una estricta formación desde la niñez para interpretar los papeles femeninos con dignidad, alegría y destreza”. Así lo han hecho hoy.
Terminado el aplauso, salimos. Damos una última mirada a El Globo, y vemos cómo su techo de paja dorado, al igual que sus vigas de roble, adquiere una suave tonalidad gris. Ha sido una experiencia incomparable remontarnos unos cuatrocientos años en la corriente del tiempo.
Después nos paseamos por la exposición Shakespeare’s Globe. En cada esquina nos topamos con el nombre de Shakespeare. Al contemplar los objetos expuestos nos preguntamos quién, en realidad, fue el dramaturgo William Shakespeare. El enigma de William Shakespeare será tema de un artículo futuro en ¡Despertad!
[Ilustraciones de la página 25]
Dibujo del antiguo teatro El Globo
[Reconocimiento]
Tomado del libro The Comprehensive History of England, tomo II
[Ilustraciones de la página 26]
El Globo actual
[Reconocimientos]
John Tramper
Richard Kalina