5 ABRAHÁN
Superó el desafío más difícil de su vida
ABRAHÁN iba caminando despacio pero decidido hacia donde Jehová le había mandado. Era un viaje corto, de solo unos pocos días, pero seguro que fue el viaje más difícil de toda su larga vida.
Abrahán no dejaba de pensar en lo que Jehová le había pedido: “Por favor, toma a tu hijo, a tu único hijo, al que amas tanto, a Isaac, y viaja a la tierra de Moria. Allí preséntalo como ofrenda quemada sobre una de las montañas que yo te indicaré”. Jehová sabía que Abrahán quería muchísimo a Isaac. Entonces, ¿por qué le pidió algo así? ¿De dónde sacaría Abrahán la fe y el valor para hacer lo que Dios le había pedido?
La Biblia dice que Abrahán es “el padre de todos los que tienen fe” (Rom. 4:11). Antes de este viaje, ya había demostrado que tenía mucha fe, y Jehová le había ayudado a tener cada vez más fe. Por ejemplo, décadas antes, Dios le contó que iba a destruir Sodoma y Gomorra, dos ciudades llenas de gente mala. ¿Cómo reaccionó Abrahán? Pues se preocupó mucho y le preguntó a Jehová si de veras destruiría a justos junto con malvados. Pero Dios fue paciente con él y le explicó que, si encontraba unas cuantas personas buenas, no destruiría esas ciudades (Gén. 18:16-33). Abrahán nunca olvidó aquella lección: que Jehová es justo y misericordioso.
¿De dónde sacaría Abrahán el valor para obedecer a Jehová cuando él le pidió que hiciera algo impensable para cualquier buen padre?
Poco después, Jehová hizo algo increíble por Abrahán y Sara. Aunque Sara tenía unos 90 años y Abrahán unos 100, Dios les devolvió la capacidad de tener hijos y pudieron tener a Isaac. Así, Abrahán aprendió que para Jehová nada es imposible. Él pudo hacer que algo que parecía estar muerto volviera a la vida (Rom. 4:18, 19). Y esa lección también quedó grabada en el corazón y la mente de Abrahán.
Ahora, unos 25 años después, seguro que Abrahán iba dándoles vueltas a esas lecciones de camino a Moria. Y llegó a una conclusión: que, incluso si Isaac perdía la vida, Jehová tenía el poder y el deseo de devolvérsela (Heb. 11:19). Así que Abrahán no se echó para atrás, sino que su esperanza le dio el valor necesario para ir adonde Jehová le había pedido.
Cuando Abrahán vio a lo lejos el lugar que Jehová había escogido, les dijo a sus siervos que se quedaran. Mientras, Isaac y él subirían a la montaña a ofrecer un sacrificio. Dijo muy seguro que los dos regresarían. Se quedaron solos y, cuando alcanzaron cierto punto de la montaña, llegó la hora. Isaac, aunque era más fuerte que su padre, dejó que lo atara de pies y manos y lo pusiera sobre el altar. Luego, con el cuchillo en la mano, Abrahán levantó el brazo, listo para hacer lo que nadie podría imaginar. Pero de pronto un ángel le dijo: “¡Abrahán!”. Y añadió: “No le hagas daño al joven”. Entonces él se detuvo.
Después, Dios lo felicitó por su fe y obediencia. Además, le recordó lo que le había prometido: que lo bendeciría, que multiplicaría su descendencia y que haría posible que “todas las naciones de la tierra” consiguieran grandes bendiciones gracias a lo que él había estado dispuesto a hacer.
La promesa de Jehová a Abrahán aún se está cumpliendo, y además traerá bendiciones eternas. Pero la historia de Abrahán nos enseña algo más sobre Dios: nos permite comprender lo que tuvo que sufrir Jehová para que los seres humanos fieles se salven. Igual que Abrahán estuvo dispuesto a sacrificar a su querido hijo, Jehová estuvo dispuesto a sacrificar a su Hijo unigénito, Jesús, para que todo el mundo pudiera disfrutar de un futuro fascinante (Juan 3:16). Así que, cuando vemos en este relato el espíritu de sacrificio de Abrahán, comprendemos también cuánto nos ama Jehová.
Nuestra fe, igual que la de Abrahán, crecerá si meditamos en lo que sabemos sobre Jehová y en lo que ha hecho. Y, al aumentar nuestra fe, aumentará nuestro valor. Claro, nosotros podemos estar tranquilos; Jehová nunca nos va a pedir lo mismo que a Abrahán. De hecho, nunca se lo ha pedido a nadie más. Pero, sin importar lo que Jehová nos pida, podemos estar seguros de algo: nuestra fe nos dará el valor necesario para obedecerle. ¿Y cuál será el fruto de nuestra obediencia? Muchas bendiciones, ¡más de las que podamos imaginar!
Lea el relato bíblico
¿Qué diría?
¿De qué maneras demostró valor Abrahán durante esta etapa de su vida?
Investigue un poco más
1. ¿Qué pruebas hay de que Abrahán fue alguien real? (g 5/12 18, recuadro; it “Abrahán” párrs. 22, 23). A
Imagen A: Un relieve sobre un muro de Karnak (Egipto) que menciona el “campo de Abrán”.
2. ¿Quién es posible que le enseñara a Abrahán acerca de Jehová? (ia 26 párrs. 4, 5).
3. ¿Qué hizo que Jehová aceptara la adoración de Abrahán? (rr 20 párr. 18).
4. ¿Cómo confirma la promesa que Jehová le hizo a Abrahán en Génesis 22:17 que la Biblia es científicamente exacta? (g88 8/4 25). B
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Piense en las lecciones
¿Cómo le ayudó la esperanza a Abrahán a ser valiente? ¿Cómo puede ayudarnos la esperanza a ser valientes en nuestro caso? C
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Podemos imitar el valor de Abrahán haciendo sacrificios. ¿Cómo podemos hacer sacrificios en las siguientes situaciones?
Cuando se nos presenta la oportunidad de predicar (Heb. 13:15).
Al decidir qué haremos con nuestras cosas materiales (Prov. 3:9).
Cuando nos enteramos de que un hermano necesita que lo ayudemos (Filip. 4:18).
¿De qué otras maneras puede usted imitar el valor que Abrahán demostró en este relato?
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¿Qué me enseña este relato sobre Jehová?
¿Cómo se relaciona este relato con el propósito de Jehová y el tema principal de la Biblia?
¿Qué me gustaría preguntarles a Abrahán y a Isaac cuando resuciten?
Para saber más
Vea cómo este relato cobra vida.
¿Cómo llegó a ser Abrahán tan buen amigo de Jehová, y cómo puede usted fortalecer su amistad con Dios?