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  • El conocimiento moderno vindica la Biblia
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
w54 1/3 págs. 131-132

El conocimiento moderno vindica la Biblia

LA Biblia dice ser la palabra del único Dios verdadero, Jehová. “Toda Escritura es inspirada por Dios.” (2 Tim. 3:16, NM) Obviamente esa declaración presupone la existencia del Autor de la Biblia. ¿Vindica el conocimiento moderno la fe en que Dios realmente existe? Sí.

Como criaturas razonables sabemos que todo efecto tiene una causa competente. De modo que a medida que notamos la inmensidad, el orden y el arreglo de los cielos estrellados como se ven por el ojo del lente del monte Palomar, a medida que notamos las maravillas y bellezas de la naturaleza visibles a nuestra simple vista, y a medida que consideramos el mundo hecho visible por medio del microscopio electrónico, no podemos eludir la conclusión de que todo este efecto verdaderamente ha de tener una causa en la que reside poder y sabiduría infinitos.

Al aprender el hombre más y más acerca de su propio cuerpo, cómo sus diversos sistemas funcionan y cooperan unos con otros, cómo produce enzimas y hormonas, cómo su cerebro trabaja, etc., tiene razón aun más fuerte para llegar a la conclusión de que esta máquina, la más maravillosa de todas, sencillamente no podría ser el producto de la casualidad o de una fuerza ciega que carece de inteligencia, tal como la “naturaleza.”

Y a medida que consideramos las muchas coordinaciones imperativas para que el hombre exista sobre la tierra, la distancia a que está la tierra del sol, la velocidad a la cual la tierra gira alrededor del sol y gira sobre su propio eje, la composición de la atmósfera de la tierra, la distancia a que la luna está de la tierra, el modo en que los reinos vegetal y animal se complementan mutuamente en la producción y uso del oxígeno y anhídrido carbónico, preguntamos: ¿Cómo pudieron haber acontecido por casualidad todos estos factores, y muchos otros, en un solo planeta? No pudieron. A la luz de toda esta evidencia, decir que no hay Dios lo constituye a uno en un insensato.—Sal. 14:1.

¿Vindica tan completamente el conocimiento moderno la fe en la autenticidad de la Biblia como vindica la fe en la existencia del Ser Supremo, Jehová Dios? Sí.

La Palabra de Dios, la Biblia, no da la edad del universo; el conocimiento moderno sólo recientemente dobló su cálculo, de 1,800 millones de años a 3,500 millones de años. En cuanto a la preparación de la tierra para el hombre, el conocimiento moderno ha verificado el orden que se da en la Biblia, comenzando con la aparición de la luz, luego la tierra, luego la vegetación, y luego las criaturas marinas, aves y animales terrestres y finalmente el hombre. La evidencia de la geología no confirma la teoría de la evolución, sino que, citando al difunto científico francés Lecomte du Nouy, tiene “todas las poco satisfactorias características de la creación absoluta.” (Human Destiny, páginas 72, 75, 79) La paleontología apoya la declaración de la Biblia de que Dios hizo que la tierra produjera los diversos animales ‘cada uno según su género.’ (Gén. 1:21, 24, 25) El difunto Lucien Cuénot, uno de los sobresalientes biólogos de Francia, escribió que “la savia evolucionaría ya no circula,” con lo cual admitió que en la actualidad no hay evidencia de la evolución; y poco antes de su muerte desechó del todo la teoría de la evolución, para la gran consternación de sus colegas científicos. Puesto que, conforme a sir Arturo Keith y el profesor D. M. S. Watson, la única alternativa para la teoría de la evolución es “la creación especial,” como se registra en la Biblia, Cuénot con eso estaba arrojando su peso a favor de la Biblia.

La Biblia declara que con Jehová Dios está el manantial de la vida. (Sal. 36:9) El hombre en un tiempo pensó que la vida comenzó por “generación espontánea,” pero ahora sabe que toda vida viene de vida precedente, a lo que se llama la “ley de la biogénesis.”

Los hombres de ciencia en tiempos pasados creyeron que el diluvio del día de Noé simplemente fué local en alcance; pero el conocimiento moderno, particularmente como se representa en la geología y la arqueología, proporciona evidencia de que el mundo de los mamutes y otros monstruos semejantes tuvo un fin cataclísmico, y los científicos han encontrado en Italia, Suiza, Inglaterra y los Estados Unidos, “aun sobre las cimas de montes altos, árboles enteros hundidos profundamente bajo la tierra, así como también dientes y huesos de animales, peces enteros, conchas marinas, mazorcas, etc., petrificados”; los cuales jamás pudieron haber llegado allí a no ser por un diluvio mundial.—Encyclopedia of Religious Knowledge.

El conocimiento moderno también vindica la sabiduría de muchos de los rasgos de la ley de Moisés. Entre los animales que fueron prohibidos como alimento estaba el cerdo, el cual está propenso a la triquinosis; el conejo, el cual está propenso a la tularemia; ciertos peces, los cuales están propensos a las tenias, etc. La carne no podía comerse si tenía más de dos días. Ningún animal que moría de sí mismo había de comerse; las víctimas de ciertas enfermedades eran puestas en cuarentena.

Durante los siglos dieciocho y diecinueve surgieron muchos críticos de la Biblia y atacaron sus muchos rasgos históricos, pero el conocimiento moderno ha confundido a los críticos de la Biblia y la vindica. Dice J. G. Duncan en Accuracy of Old Testament in Light of Recent Palestinian Archaeology: “No creo que será posible por mucho tiempo, aun si ahora lo es, negar la notable exactitud de los detalles en las narraciones del Antiguo Testamento. Incidentes hasta ahora considerados como leyenda, han sido probados históricos por descubrimientos recientes. . . . Existe historia verdadera tras todas las narraciones.” Y dice el difunto sir Federico Kenyon, en su The Bible and Archaeology: “La arqueología todavía no ha dicho su última palabra; pero los resultados ya logrados confirman lo que la fe sugeriría, que la Biblia no puede sino sólo ganar por un aumento de conocimiento.”

Porque no hay en existencia manuscritos originales de la Biblia, muchos han puesto en tela de juicio la autenticidad de las copias existentes. Pero en años recientes manuscritos en papiro de las Escrituras cristianas griegas han sido descubiertos los cuales se remontan a una fecha tan cerca de la de los originales que, como el sir Kenyon lo expresa, “la autenticidad y la integridad general de los Libros del Nuevo Testamento pueden considerarse como finalmente establecidas.” Prueba sorprendente de autenticidad del “Antiguo Testamento” se descubrió en 1947, en el Rollo de Isaías del mar Muerto, el cual, salvo por unas cuantas variaciones menores, es idéntico al mejor texto masorético, aunque fué escrito mil años antes. ¡Mil años de copiar sin diferencia apreciable en el texto!

Verdaderamente, el conocimiento moderno vindica la Biblia.

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