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  • EL MENSAJE PENETRA EN RUSIA
  • CONTINÚA LA PREDICACIÓN
  • LA SITUACIÓN SE HACE MÁS LLEVADERA
  • EN POLONIA Y EN OTRAS PARTES
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 15/4 págs. 245-249

Mostrando la falsedad del paraíso rojo

Informes directos de los campos rusos de labor de esclavos prueban falsa la afirmación del comunismo de que es un mesías materialista moderno. ¿Cómo les iba a los que estaban en esos campos? Este artículo contesta.

DE CADA tres personas aquí en la tierra, más de una vive bajo dominio comunista. Muchas fueron subyugadas por medio de dominación militar, mientras que otras aparentemente fueron convencidas de que el comunismo ofrecería mejores condiciones que aquellas en las cuales habían estado viviendo.

Es cierto que algunos de los gobiernos que el comunismo derribó necesitaban ser cambiados. Pero la gente que aceptó el comunismo sencillamente cambió una clase de opresión por otra. El paraíso prometido no apareció. En vez de eso, se desarrollaron sistemas de informadores secretos, policía brutal del estado y enormes campos de labor de esclavos.

Todo el sistema de cosas bajo dominio soviético ha resultado ser un fracaso en lo que concierne a libertad para la gente, especialmente en vista de la libertad que el marxismo había afirmado que la gente tendría. Hasta las religiones de la cristiandad que operaban allí han quedado subordinadas al imperio rojo. Pero miles de portadores de la religión verdadera, proclamadores de la verdadera esperanza mesiánica, han sido encarcelados y torturados por los amos brutales del “paraíso del pueblo.”

EL MENSAJE PENETRA EN RUSIA

Por mucho tiempo había sido asunto de conjetura cómo penetrarían las buenas nuevas del reino establecido de Dios tras la Cortina de Hierro, pero los rusos mismos hicieron que esto fuera posible.

Después de la II Guerra Mundial el gobierno soviético se anexó los territorios de Moldavia, la Ucrania Occidental, Cárpatoucrania, la Rusia Blanca y los Estados del Báltico, lugares en los cuales vivían varios miles de testigos de Jehová. Estos cristianos inmediatamente empezaron a derramar ríos de verdad en el enorme desierto comunista, ayudando a hacer la obra de predicación mundial que Jesús predijo para nuestros días. (Mat. 24:14) La verdad fluyó por todo el imperio rojo—al norte, este y sur; a los campos de esclavos de Vorkuta y a otros centenares de campos en la Unión Soviética.

Sólo en 1951 más de siete mil de estos testigos cristianos fueron “desterrados por vida a Siberia,” a tratar de vivir o a morir en la tierra inhospitalaria.

Pero estos siete mil no fueron los únicos a quienes se trató así. Un testigo, quien había estado en los campos de labor de esclavos por más tiempo que la mayoría de ellos, escribe de la tortura que tuvo que soportar sencillamente a causa de su religión. Dice:

“El 10 de abril de 1940 empecé mi vida de errante por las prisiones y campos del ‘paraíso’ rojo, vida que duró catorce años, durante los cuales fuí sometido a juicio cinco veces.” En un vagón de ferrocarril sin cubierta, junto con otros centenares de personas, sin lugar donde sentarse, o alimento, bebida o leña, fué enviado en dirección desconocida. Frecuentemente encontraba muertos por la mañana, helados, a compañeros con quienes había hablado la noche antes. Con razón pocos sobrevivieron el viaje.

En Wierchaturia, Sverdlovsk, medio helado, débil y al borde de inanición, él y sus compañeros empezaron una caminata de cuatro días a pie. Fueron obligados a desarbolar ciertas áreas, construir cuarteles y entonces edificar un aserradero. Dice él: “Tablones de madera servían de cama, nuestros propios pantalones como sacos que pudiéramos rellenar con paja, nuestras gorras como almohadas y nuestras chaquetas como manta. Muchos murieron. Muchas veces he observado a estos esclavos medio muertos de hambre, casi cayendo al suelo de debilidad, llevando sobre un tablón a un compañero que se había muerto helado o de hambre mientras trabajaba.”

Más tarde este testigo de Jehová fué transferido a Syzran a trabajar en desmontar ciertas regiones. Aquí, casi condenado a morir de hambre, la debilidad física no le dejó hacer suficiente trabajo y lo metió en dificultades con la ley, y le acarreó otra sentencia de diez años.

De esto él escribe: “No tuve que viajar mucho después que se me sentenció, porque en aquel territorio había campos y más campos por dondequiera. Hay un valle muy largo como a un kilómetro del Volga que se llama el ‘Espacio desarbolado de Gawrylov.’ Aquí estaban los campos. Tanto los prisioneros como la población libre llaman a este lugar el ‘valle de la muerte.’ Era en verdad un campo que servía para liquidar en masa a la gente por inanición. Morían como moscas.”

¿Quebrantó su fe esta persecución? Él contesta: “Mientras más sufría, más predicaba. Fuí sentenciado dos veces a diez años por predicar entre los prisioneros. Cuando uno recibe una nueva sentencia la anterior queda declarada nula. Estas sentencias asustaron a cientos de pentecostales, evangélicos, bautistas, revelacionistas, sabatarios y otros que cerraron sus oídos a las buenas nuevas del Reino. No obstante, ellos también han sufrido mucha persecución. Un bautista cantó uno de sus himnos y recibió cinco años de prisión por hacerlo.”

A estos campos se les llamaba “campos educativos.” Un método “educativo” que usaban los funcionarios era echar a cualquier persona de quien querían deshacerse en un cuartel en que se alojaba a los perversos sexuales y dejar que estos perversos la mataran. El testigo dice: “Mis capataces se asombraron cuando después de tres meses y medio en ese cuartel salí vivo de él. Allí me había sentido como Daniel en el foso de los leones. Mi manera de tratar con ellos frustró sus intenciones hacia mi persona.”

Los jefes de este “campo educativo” golpeaban a los prisioneros hasta que quedaban negros o morados sólo por el placer que les producía la crueldad de ello. “No fué sino hasta 1950,” dice este ministro cristiano, “que pude sacar de mi menú la hierba y los huesos de pescado. Para 1955 las condiciones se habían hecho casi humanas. Ya no estoy allí, pero en verdad le irá mejor a los que todavía permanecen allí que a los que ordenaron que se edificaran estos ‘campos educativos,’ porque ellos están reservados por Dios para castigo.”

La experiencia de este fiel testigo, puesto en libertad el 14 de junio de 1955 y ahora hospitalizado, ciertamente prueba falso el que el comunismo haya hecho un paraíso para el obrero.

CONTINÚA LA PREDICACIÓN

Las filas del pueblo de Dios no están perdiendo grosor debido a esta persecución, más bien han engruesado. No es declaración exagerada decir que ya no hay distrito en la U.R.S.S. en que no haya gente que conozca la verdad. Aparentemente como el cuarenta por ciento de la gente que conoce la verdad llegó a conocerla en estas prisiones y campos. Algunos eran oficiales del ejército rojo, funcionarios de la policía y las prisiones, abogados, periodistas y otros.

¿Por qué ha perseguido de este modo el gobierno soviético a estas buenas personas? Aparentemente una razón es que estos gobernantes quieren que sólo se les mire a ellos como amos, y no a ningún otro, ni siquiera a Dios. Radianska Ukraina, publicado el 30 de noviembre próximo pasado en Kiev, U.R.S.S., criticó a los testigos de Jehová por no estar satisfechos con “celebrar ritos y ceremonias religiosas,” que, dice esa publicación, es algo que se permite, sino insistir en enseñar tal “propaganda reaccionaria” como la de que “el mundo ‘está gobernado por Jehová su Soberano Supremo’ y que los humanos son sencillamente ‘los siervos de él en la tierra que hacen su voluntad.’”

En realidad el gobierno soviético no perdería nada si otorgara completa libertad de culto a los testigos de Jehová. Ningún gobierno se perjudica al otorgar esos derechos fundamentales a los que realmente sirven a Dios. Si los rusos ahora creen, como parece, que los testigos de Jehová nunca han tenido que ver con espionaje, ciertamente no hay razón justa para que no se les otorgue completa libertad de culto.

Pero, otorguen o no otorguen los soviéticos esa libertad, los testigos de Jehová continuarán predicando las nuevas del reino de Dios a pesar de oposición.

Un testigo que vive en Siberia escribió: “No podemos dejar de predicar el reino de Dios. Nos hemos acostumbrado a este territorio y nos sentimos felices, estando firmemente determinados a representar al Señor dignamente y a dar a conocer su gloria por todas partes. Nos sentimos impulsados a comunicar a nuestros hermanos por toda la tierra que el amor que les tenemos a ellos es firme, y que aun esperamos tener la oportunidad de reunirnos con nuestros hermanos de todas partes del mundo.”

Sus hermanos por todo el mundo comparten con ellos esa esperanza.

LA SITUACIÓN SE HACE MÁS LLEVADERA

Al tiempo que se despojó a Stalin de su gloria en 1956 se vió alguna mejora, y muchos testigos que habían estado en prisión por largo tiempo recibieron su libertad con confirmación escrita de que estaban “libres de toda culpa.”

Algunos de los siete mil “colonos especiales” que fueron llevados a la región de Irkutsk, en Siberia, en 1951 están ahora en libertad, pero otros tienen que continuar presentándose cada mes ante las autoridades locales. Muchos que recibieron libertad no quieren volver a su propio pueblo, debido a la obra de testimonio que ahora está desarrollándose.

Se han recibido noticias de que también hay algunos testigos en Moscú otra vez, y que mucha gente desea escuchar la Palabra de Dios. Muchos bautistas también están interesados, debido a la transigencia de algunos de sus líderes.

En un campo de Vorkuta, en las regiones árticas, mes tras mes hay evidencia de una condición fructífera. A todo lo largo de la región entre Kotlas y Vorkuta, una distancia de 1,125 kilómetros, cientos de campos de trabajo han sido eliminados, y los cuarteles han sido quemados. En esa región permanecen ahora solamente los campos de Vorkuta y sus distritos. Hay muchas personas que aprendieron la verdad en los campos y que ahora, como hombres libres, predican el mensaje del Reino en estos territorios. Durante el año pasado la obra de casa en casa fué inaugurada en el norte lejano, aun en Vorkuta mismo, y se celebran reuniones con regularidad.

Un preso de Vorkuta escribió: “Aquí la obra de sembrar se está haciendo extensamente ahora. El campo que no ha sido trabajado por largo tiempo ahora recibe con mayor prontitud la semilla y promete fruto. El clima ha cambiado aquí y las condiciones del tiempo son más apropiadas para la obra en el campo.”

Una carta que se recibió de la región de Tomsk, en Siberia, dice: “El propósito de nuestra transferencia a estos lugares lejanos estaba oculto a nosotros al principio y no lo comprendíamos, pero ahora nuestro corazón se llena de gozo inefable cuando oímos a los que son de aquí decir: ‘¡Vengan!’ Se me envió a trabajar a larga distancia de nuestro campamento y en mis esfuerzos por comunicar a otros el fuego que ardía dentro de mí encontré a una familia de seis personas que ahora ama la verdad. Les di una Biblia, y después de trabajar con ellos por varios meses ellos también empezaron a dar testimonio y a hallar personas interesadas.”

Un prisionero polaco repatriado informa: “Cuando al fin vino el día de volver a Polonia, el comandante vino y dijo profundamente emocionado: “Reconozco que la mano del gran Jehová está sobre ustedes, porque de otro modo ustedes nunca hubieran podido salir de Siberia en su capacidad de testigos inmovibles de Jehová. El Dios de ustedes los bendiga.”

Muchos testigos, pero no todos, fueron libertados en 1956. Miles de los que fueron enviados a Siberia en 1951 no ven la menor posibilidad de conseguir Biblias o literatura bíblica. A estos testigos, gente inocente que ama la paz, se les prohibe mantener comunicación entre sí, o formar congregaciones. ¿Por qué es, entonces, que la Iglesia rusa ortodoxa, los bautistas y otras religiones disfrutan de libertad relativa? Sólo porque han declarado que están dispuestos a obedecer a César más bien que a Dios. Los testigos de Jehová rehusan hacer esto.

EN POLONIA Y EN OTRAS PARTES

Esta opresión de cristianos inocentes ha sido evidente no sólo en la Rusia Soviética, sino también en todos los países satélites—en Hungría, Checoeslovaquia, Polonia y otros lugares.

En Polonia la gente había sufrido bajo un sistema feudal apoyado por la iglesia que consolaba al pobre y necesitado solamente con la promesa distante de una recompensa en ultratumba. Los campesinos pagaban con sufrimiento y miseria la vida de placer que disfrutaban los privilegiados, y sólo de nombre habían dejado de ser siervos. Pero bajo el comunismo, que derribó al viejo y odiado sistema, los polacos sufrieron bajo la misma maquinaria de terror que había sido establecida en Rusia.

Las condiciones económicas eran extremadamente serias. La moralidad degeneró. Los comunistas hablaron de libertar a las mujeres de “la esclavitud a la cocina” y llevarlas a trabajar en la industria, pero la prensa polaca ahora atribuye el derrumbe en la moral al hecho de que las mujeres dejaron sus hogares por irse a trabajar en las fábricas.

Pero la indicación sobresaliente de un estado totalitario vuelve a ser la persecución religiosa. El estado total se lanzó de lleno contra la actividad de los testigos de Jehová. Por primera vez los comunistas polacos se encontraron con un pueblo entero que se mantenía firme. Tan determinadas estaban estas personas en su adoración que los oficiales se quedaron perplejos.

Miles de hombres, mujeres y niños modestos y honrados (obreros, campesinos y amas de casa), de quienes se sospechó o a quienes se acusó insensatamente de espiar, dieron testimonio de su esperanza del Reino a los que brutalmente los arrestaron. Todos decían la misma cosa. Suministraron un prodigioso testimonio al nombre de Jehová, a su Rey Cristo Jesús y a favor del justo nuevo mundo de Dios. Hasta el oficial comunista más fanático, al escuchar las mismas cosas vez tras vez, tuvo que ver que sus acusaciones se estaban desmoronando y quedando en nada. La mayoría de los que fueron arrestados fué soltada después de algunas horas de interrogatorio o después de dos o tres días, pero a centenares de estas personas inocentes las detuvieron en prisión en aquel brutal “paraíso” de opresión, violencia y derrame homicida de sangre.

Muchas personas aprendieron la verdad, tanto tras las paredes de la prisión como fuera de ellas. Centenares y millares recibían bien a los testigos y estaban dispuestos a recibir enseñanza de Jehová. Habían visto que era una calumnia el decir que los testigos de Jehová estaban en liga con los comunistas, como había dicho el clero católico, y que también era una mentira el decir que los testigos eran espías, como decían los comunistas.

La violencia y la tortura no los movieron. El examen del tipo que usaba Beria a que se sometió al siervo de la sucursal de la Sociedad Watch Tówer y a otros ministros de responsabilidad duró varios meses, pero salieron con ánimo íntegro, aunque en muchos casos heridos violentamente en la carne. Algunos testigos murieron, prefiriendo el martirio a confesar mentiras contra estos hombres que hacían la obra de Dios en Polonia.

Pero las filas de los testigos aumentaron por meses sin interrupción. Durante toda esta persecución no sufrieron hambre espiritual. Se congregaban en pequeños grupos, no abandonando así el reunirse. Sus “discursos públicos” eran los servicios funerales que dirigían. Toda procesión fúnebre de cientos de personas que se movía por pueblos y ciudades sin sacerdotes siempre llamaba la atención, y daba clara evidencia de que los testigos de Jehová no habían sido “liquidados.”

Algunos testigos hasta habían predicado de casa en casa en ciertas aldeas, y desde que se empezó a cambiar del sistema stalinista de cosas en el país, varias decenas de miles de ellos han ido de casa en casa con el único mensaje que realmente vale la pena predicar hoy día.

Ellos reconocen, y esperan que usted haga igual, la vital diferencia que hay entre las infructuosas soluciones que el hombre presenta para los problemas del mundo, y la única verdadera solución que tan cerca está hoy. La verdadera solución no es política; es el reino de Dios. Ahora es el tiempo de aceptarlo y conformarse uno a él para sobrevivir al fin del sistema inicuo de Satanás y seguir con vida después de ese fin para entrar en las nuevas y justas condiciones que el Creador pronto traerá a la tierra.

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