Apreciando tesoros espirituales
BIEN pudiera decirse que los que están verdaderamente conscientes de su necesidad espiritual aprecian el valor de los tesoros espirituales. Entre los que aprecian los tesoros espirituales están los siguientes:
● No muchas personas pondrían la obtención de una Biblia y literatura bíblica antes de obtener un par de zapatos, pero eso es lo que cierta mujer alemana hizo en el Paraguay. Sintiendo su necesidad de conocer la Biblia, fue a la ciudad en busca de alguien que le enseñara la Biblia. Su hermana, preocupada por su inquietud, la dirigió a una vecina que era testigo de Jehová.
Impresionada con lo que había oído, ella comenzó a estudiar la Biblia con la vecina de su hermana y a concurrir a las reuniones de los Testigos, caminando dos kilómetros y medio a la ciudad para éstas. Oyendo a los Testigos llamarse “hermano” unos a otros, quiso saber cómo podía llegar a ser parte de esta familia. Se le explicó el servicio del campo, y dentro de los diez días de oír de los Testigos por primera vez, acompañó a uno de ellos en el ministerio del campo. Dejó de fumar y se hizo tan celosa que el primer mes dedicó 97 horas al ministerio, colocando 180 revistas bíblicas y obteniendo dieciocho suscripciones. A pesar de su pobreza presupuestó los pocos fondos de que disponía: primero obtuvo una Biblia, luego una suscripción a La Atalaya, y después de eso obtuvo un par de zapatos. No hay duda alguna de que ella aprecia los tesoros espirituales.
● En Surinam una persona de buena voluntad para con Dios tiene muchos obstáculos que sobrepujar para asistir a las reuniones de congregación de los Testigos. Tiene que caminar más de una hora a través de una enmarañada selva donde abundan las culebras venenosas, y durante la temporada de las lluvias literalmente tiene que nadar a través del pantano. ¿Cómo se las arregla? Deja una muda de ropa seca en la casa de un amigo, y antes y después de las reuniones de la congregación se cambia de ropa. ¡Verdaderamente él también aprecia los tesoros espirituales!