Hallando a los que tienen hambre y sed de la verdad
¿PASA por alto Jehová Dios las peticiones de personas que, aunque no están informadas acerca de su voluntad, no obstante se esfuerzan por conocerla y hacerla? No, pues Dios amorosamente pone a sus siervos en comunicación con estas personas sinceras. Considere esta experiencia de un testigo de Jehová de Iowa:
“En marzo pasado me pasó una serie de raros acontecimientos por los cuales encontré a una persona que sinceramente se esforzaba por conocer la verdad de la Palabra de Dios. Después de salir de la casa de un Testigo de edad madura a quien acababa de visitar, comencé a caminar hasta la casa de otro Testigo a varias manzanas de distancia.
“De súbito recordé que había un invernadero a solo dos manzanas, desviándome, y que yo tenía que ir a ese lugar para conseguir que se nos hiciera una nueva canasta de flores para la plataforma de nuestro Salón del Reino.
“Una joven me atendió y me preguntó adónde habrían de enviarse las flores. Le dije que al Salón del Reino de los Testigos de Jehová. Me preguntó si yo era el ministro allí y cuando contesté que Sí, me preguntó si disponía de unos cuantos minutos para hablar con ella. En la conversación que se desarrolló ella hizo muchas preguntas sobre una variedad de temas. Mencionó que siempre había deseado ser misionera. Le expliqué que podía serlo y le di algunos detalles acerca de nuestra obra. No deseando quitarle mucho de su tiempo, concluí, diciendo: ‘¿Sabe usted que lo que necesita es un estudio bíblico?’
“Ella contestó: ‘Sí, lo sé.’ Hice arreglos para que mi esposa y yo estudiáramos la Biblia con ella en su casa. Estudiaba con regularidad y para mayo estaba asistiendo a todas las reuniones de los testigos de Jehová. Poco después, estaba compartiendo lo que aprendía con otros yendo en el ministerio de casa en casa.
“Lo que después me dijo me hizo sentir agradecido de haber respondido al deseo original de ir al invernadero aquella mañana. Dijo que había estado orando repetidas veces a Dios diciéndole que si él le mostraba el camino correcto ella prometía seguirlo, fuera cual fuera. Evidentemente, Jehová hizo su parte, y ahora ella está cumpliendo su promesa de hacer Su voluntad.”
Otra Testigo de Iowa tuvo esta experiencia: “Un día mi hija y yo predicábamos, y en dos manzanas grandes solo encontramos a una persona en casa. Entonces una joven vino caminando por la calle. Iba a buscar a unos niños que salían de la escuela. Le ofrecí las revistas más recientes, y ella dijo que quería obtenerlas pero que no tenía dinero consigo. Le di las revistas, anoté su dirección y prometí visitarla en su casa más tarde para considerarlas con ella.
“Cuando la visité, me dijo que se encontraba muy deprimida y hasta había pensado en suicidarse. Había hablado con varios clérigos acerca de sus problemas, pero todos habían estado demasiado ocupados para hablar con ella. Aun sus súplicas en que expresó lo desesperadamente que necesitaba ayuda pasaron desatendidas. Hice arreglos para estudiar la Biblia con ella, y a medida que lo hicimos supe que ella y su esposo habían estudiado con diferentes grupos religiosos. Ninguno había contestado sus preguntas con la Biblia.
“Ahora que ella estaba aprendiendo cosas de la Biblia, deseó que su esposo aprendiera también. Hicimos arreglos para visitarlo, y después de treinta minutos de conversación exclamó: ‘¿Saben una cosa? Esto es la verdad.’ Comenzamos un estudio de familia con ellos. Con el tiempo empezaron a asistir a todas las reuniones del Salón del Reino, aunque eso quería decir manejar ochenta kilómetros para cada reunión.
“Más tarde supe que por alguna razón inexplicable la esposa había salido de su casa treinta minutos antes de lo acostumbrado el día que la encontramos en la calle. Ella dijo que a menudo oraba pidiendo la respuesta a sus problemas. Ahora Jehová le ha mostrado a ella y a su familia la solución de Él a todos los problemas.”
Verdaderamente Jehová no pasa por alto el clamor de los que tienen hambre y sed de la verdad. Se encarga de que sean guiados a los “senderos trillados de la justicia.”—Sal. 23:3.