Haciendo su propia pesquisa
✔ En Arkansas, EE. UU., un Testigo le colocó a un ministro bautista alguna literatura bíblica y después volvió a visitarlo. “Pronto empecé a sorprenderme al ver su mansedumbre y humildad,” informa el Testigo. “Cuando aprendía algo nuevo lo reconocía inmediatamente. Consideramos manuscritos y traducciones bíblicas, y yo hice algunas comparaciones usando la Traducción del Nuevo Mundo; pidió un ejemplar. Después pidió el Diaglott. Recientemente me dijo por qué empezó a estudiar con los Testigos. Había oído tantas malas cosas que sencillamente quiso saber si eran ciertas. Confesó que ahora sabía que no eran ciertas. En cierta ocasión me habló acerca del sermón que había dado en su iglesia. Dijo que le dejó saber a su congregación que la mayoría de la gente piensa que algunos deberían ser maestros y predicadores y que se suponía que los otros solo escucharan. Pero, como les dijo, esto no es cierto: ¡Todos ustedes deberían ser testigos! Dijo que los de la congregación se miraron los unos a los otros, entonces lo miraron a él. . . . Se sonrió conmigo.”