¡Ella y los niños habían cambiado!
UNA familia griega se mudó a la República Sudafricana. Mientras estuvo allí, la esposa se interesó mucho en el mensaje de verdad de la Biblia según lo presentan los testigos de Jehová. No mucho después ella y sus hijos tuvieron que regresar a Grecia para ayudar a los padres de ella, que estaban enfermos. Antes de irse, su esposo le recalcó que los hijos habrían de ser educados en la Iglesia Ortodoxa. Sin embargo, mientras estaban en Grecia la señora continuó estudiando la Biblia y progresó rápidamente en el conocimiento de sus enseñanzas. Ahora su esposo empezó a recibir cartas llenas de entusiasmo en cuanto a lo que ella aprendía. De modo que él decidió regresar a Grecia “para detener todo este asunto antes de que fuera demasiado lejos.”
Al llegar, fue recibido por una familia muy feliz en la cual se habían efectuado grandes cambios. Aunque su esposa anteriormente había sido una chismosa y alborotadora incorregible, ahora él encontró que todos la querían y la respetaban. Y sus hijos, que habían sido tan ingobernables, ahora habían llegado a ser sumamente respetuosos. No hay que decir que él quedó agradablemente sorprendido por todo aquello. Sin embargo, le pareció que todavía tenía que enderezar a su esposa en cuanto a su religión.
Por eso, llevando la Biblia de ella, se fue a la iglesia de la aldea para notar las diferencias entre ésta y la Biblia de la iglesia. No halló diferencia. De hecho, en su investigación encontró el nombre Ieova (Jehová) en la Biblia de la iglesia, y se preguntó por qué el sacerdote jamás lo había mencionado. Regresó a casa muy pensativo. “Esta religión tuya es buena,” le dijo a su esposa. “Ahora sé que siempre me serás fiel como esposa y que mis hijos son mejores de lo que jamás han sido. Continúa en esta religión y dame algo de leer.” Luego regresó a la República Sudafricana, donde él, también, se puso a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová.