Uso del tiempo escolar con propósito definido
A MENUDO los ministros jóvenes de los testigos de Jehová que todavía están en la escuela de segunda enseñanza manifiestan una actitud extraordinaria en cuanto al tiempo que pasan en la escuela. En contraste con muchos jóvenes hoy día, no consideran que la escuela sea un desperdicio de tiempo. Más bien, ven sus años escolares como oportunidad para recibir educación que los ayudará a servir de ministros capacitados y entrenamiento para que puedan mantenerse en el ministerio. Cuando es posible, familias de Testigos escogen cursos que serán particularmente provechosos con estos fines.
Una muchacha de dieciséis años de edad en California ejemplifica esto bien. En armonía con su propósito de dedicarse al ministerio al graduarse en la escuela, ha estado tomando cursos que la ayudarán a hacer esto. Recientemente el presidente del Departamento de Educación Comercial en su escuela escribió estos comentarios no solicitados a sus padres:
“Donna es una estudiante en mi clase y quiero quitarles solo un momento de su tiempo para decirles cuánto la aprecio. Ha sido un placer trabajar con ella durante el semestre pasado. Su modo de ser es maduro y trabaja sin quejarse. Está en una clase donde los estudiantes trabajan a su propio paso y no he tenido que aguijonearla para hacerla utilizar provechosamente su tiempo. Rara vez pide ayuda, prefiriendo resolver ella misma los problemas. Aprecio muchísimo este rasgo puesto que me libra para trabajar con otros jóvenes que tienen menos iniciativa.
“Donna es callada en la escuela, y es a la vez muy cortés, tanto con los estudiantes como con la facultad. Nunca la he oído expresar una palabra severa a nadie. A menudo nos sentimos un poco derrotados con algunos jóvenes, pero Donna es una persona que nos anima. Gracias por tener tan excelente muchacha y por permitirnos trabajar con [ustedes] en su educación.”
El estudio bíblico de familia que se conduce con regularidad en el hogar por parte de sus padres ha ayudado a Donna a adoptar esta actitud de tener un propósito definido en sus años escolares. Así en el futuro ella no tendrá ocasión para mirar atrás con pesar, sino, más bien, con satisfacción, sabiendo que su modo serio y prudente de ver sus años escolares contribuyó a su felicidad duradera como sierva de Dios.