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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
w81 1/7 pág. 11

Su esperanza es real

A principios de este año, una joven estudiante de escuela secundaria de Nueva Jersey escribió una composición escolar. La asignación fue: “Si usted pudiera viajar al futuro, ¿hasta qué fecha en el futuro le gustaría ir? Mencione el año. Describa cómo sería el mundo. Describa el aspecto de las personas. Describa su estilo de vida; cómo se ganan la vida; lo que comen; etc.” Esta joven de 15 años de edad —una testigo de Jehová— escribió:

“Con eso oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.’ Y El que estaba sentado sobre el trono dijo: ‘¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas.’ También dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.’”

“He estudiado la Biblia por muchos años, y este pasaje en particular me ha fascinado. He examinado cada palabra de este pasaje bíblico y siempre me he preguntado si en el futuro pudieran llegar a existir condiciones como éstas en la Tierra. Por eso, como ningún otro humano, construí una máquina del tiempo y viajé al futuro.

“El viaje fue sin asperezas. Viajé a la velocidad de 10 años por minuto. El mundo a mi alrededor cambiaba notablemente mientras yo permanecía en posición fija. Vi ocurrir cosas horribles: terremotos, guerras, hambre, desafuero, como lo que describe la Biblia en Mateo 24:6-8. Pero estas cosas pasaron como un destello ante mis ojos. Luego observé una destrucción total de todo lo que me rodeaba. Las personas estaban siendo destruidas por algo, no por sus propios artefactos de guerra, sino por fuerzas excepcionales de la naturaleza que alguien muy superior al hombre estaba utilizando.

“Para poder ver cómo ocurrían todas estas cosas asombrosas, traté de no adelantar tan rápidamente en el tiempo. Entonces observé a algunas personas trabajando duro, limpiando, edificando y reconstruyendo todas las cosas. Obviamente eran los sobrevivientes de la destrucción y, por lo tanto, estaban limpiando las ruinas. Estaban trabajando todos juntos, en armonía. Cuando pasó esta escena, vi que sobre la Tierra había muchos más hombres y mujeres. No sabía de dónde venían. Seguí observando hasta que vi a un hombre que se parecía a mi abuelo y, de hecho, ¡era mi abuelo! Él había muerto en 1972. Revisé todo el equipo para asegurarme de que no estaba retrocediendo en el tiempo. Y no lo estaba. En realidad estaba moviéndome hacia adelante, aún viendo a personas que habían muerto. Entonces recordé el texto de la Biblia en Hechos 24:15: ‘Va a haber resurrección así de justos como de injustos.’ Estaba, de hecho, presenciando la resurrección.

“Ahora viajé a más velocidad, y los colores y la luz eran solo un borrón. Decidí detenerme. Por supuesto, el lugar donde me detuve era el mismo lugar desde el cual había partido, solo que en el futuro. . . .

“Pude ver a distancia a un jovencito que jugaba con un animal grande . . . estaba, de hecho, jugando con . . . ¡un LEÓN! Quise correr hacia él para advertirle del peligro en que se hallaba, pero algo me detuvo. El león era manso, y en los brazos del niño actuaba como un gatito. Mientras continué el viaje a pie, seguí observando esta paz entre el hombre y los animales, y entre los animales mismos. Pero la armonía que existía entre la humanidad era la más fascinante. Personas de todas las razas hablaban el mismo lenguaje y se llevaban unas con otras como si fueran hermanos y hermanas. . . . Vi que estas personas no tenían defectos. No tenían dolencias ni enfermedades. Eran perfectas en forma. Entonces algo me causó sobresalto. Estas eran las mismas personas que había visto 400 años atrás durante mis viajes, pero parecían tener la misma edad que antes. Ninguna estaba enferma, vieja ni muriéndose. . . .

“Ciertamente disfruté de aquel tiempo maravilloso en el futuro. Ahora estoy en mi hogar, de vuelta en mi propio tiempo. No puedo convencer a nadie de lo que vi. Por lo menos todo lo que leí en la Biblia está grabado con firmeza en mi mente. Realmente me gustaría regresar de nuevo y vivir en aquel tiempo, para siempre, con aquellas personas. Pero entonces pensé en un pasaje bíblico que me asegura que llegaré a ver aquello, y pronto. Está en Salmo 37:10, 11: ‘Y solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.’”

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