Ponderando las noticias
“Silencio inmenso” en cuanto a la guerra
“Durante las últimas semanas, se han hecho referencias al gran silencio de las iglesias en medio de las graves crisis mundiales, particularmente en lo que tiene que ver con la carrera de armamentos y la amenaza de guerra nuclear”, declaró la revista The Observer, de la Iglesia Unida del Canadá. El escritor admitió: “La Iglesia Unida del Canadá, mi iglesia, ha contribuido a ese silencio”. Entre las razones que presentó para explicar esto figuraron las siguientes:
“Las iglesias están esclavizadas al sistema de la guerra. [...] Aceptan el guerrear porque ellas, y muchos de sus miembros, se benefician de ello al hacer inversiones, y están poco dispuestas a disociarse del privilegio y del poder en la esfera económica. Las iglesias sirven a Mamón, o las riquezas, más bien que a Dios. Hay poca diferencia entre los que asisten a la iglesia y los que no asisten tocante a su actitud con relación a la cuestión de guerra. La mayor parte de las personas que asisten a la iglesia forman parte de la corriente principal de la sociedad y aceptan la guerra como instrumento común de la política pública, que no ha de ponerse en tela de juicio. [...]
”Temo que la iglesia continuará guardando silencio acerca de la amenaza de guerra nuclear hasta que sus miembros se enfrenten de lleno al papel que ellos desempeñan con relación al pecado individual y colectivo que se comete en contra de la humanidad, renuncien a todo lo que tenga que ver con el guerrear, se separen de un sistema económico que produce guerra e injusticia y estén dispuestos a aceptar los costos que estén envueltos tanto a nivel personal como institucional”. Lo que dichos miembros de las iglesias no han hecho, los testigos de Jehová ya lo han adoptado como modo de vida, el ‘batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas y no aprender más la guerra’. (Isaías 2:4.)
El “oído” de la cobra
Frecuentemente se ha puesto en tela de juicio una frase bíblica en la que poéticamente se hace referencia al “oído” de la cobra (Salmo 58:4, 5). Pero en la revista zoológica alemana Grzimeks Tier, Sielmanns Tierwelt (El animal de Grzimek, el mundo animal de Sielmann) se ha publicado un artículo que, según admiten los editores, “contradice directamente” la opinión de que “las cobras son sordas”, y éstos pasan a preguntar: “¿Quién tiene la razón... los que sostienen el punto de vista científico o nuestro autor?”.
El autor relata acerca de una cobra que vivía en un montículo de comejenes que había en la propiedad de él en Sri Lanka. El pidió a un encantador de serpientes que atrapara la serpiente silvestre y la hiciera bailar. El autor informa: “Después que yo había asegurado a mi huésped que una cobra realmente vivía allí, él se sentó frente al montículo de comejenes y se puso a tocar la flauta. Después de un largo rato —ya yo creía que no iba a suceder nada— la cobra levantó la cabeza unos cuantos centímetros fuera del agujero. Antes de que la serpiente pudiera abrir la boca, el encantador se apresuró hacia ella y la agarró por la cabeza, sujetándola entre el dedo pulgar y otros dos dedos”. Entonces, el indio hizo que la serpiente bailara. Por lo menos en este caso la cobra realmente ‘escuchó la voz del encantador’.
Aclaración sobre las experiencias de “la otra vida”
La publicación médica alemana Fortschritte der Medizin (Progreso en la medicina) ha publicado los resultados de un estudio de pacientes reanimados a quienes se había dado por “muertos en sentido médico”. En el estudio no se incluyó a las personas cuyo paro cardíaco e inconsciencia resultante lo hubieran causado drogas, medicinas, venenos o graves trastornos metabólicos. La investigación reveló que los “informes en cuanto a la salida del alma del cuerpo de las personas que casi habían muerto [...] no se pudieron confirmar”. Las autoridades médicas creen que las “experiencias” de las cuales se habla en las noticias probablemente son causadas por el deterioro de las funciones cerebrales, no por alguna interrupción. La prueba señala a la fuerte probabilidad de “que el deterioro de las funciones cerebrales lleven a alucinaciones como las que producen las drogas”. Así el estudio alemán confirma otros estudios que indican que las llamadas experiencias de la otra vida son alucinaciones.
Con relación a las personas que han experimentado la muerte celular, de la cual no es posible reanimarlas, la Biblia expresa claramente que no están conscientes en absoluto. Salmo 146:4 dice: “Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos”. (Vea también Eclesiastés 9:5, 10.) Sin embargo, quizás no todas esas experiencias de “la otra vida” sean alucinaciones, puesto que tal vez la influencia demoníaca desempeñe algún papel en ciertos casos. (2 Corintios 4:4; 11:14; vea también La Atalaya del 15 de octubre de 1982, pág. 30.)