‘Contra el falsamente llamado conocimiento’
¿CUÁN importante le es la verdad a usted? ¿Le perturba que la falsedad haya torcido, hasta ocultado, la verdad acerca del Creador del cielo y la Tierra? Esto perturbó mucho a Ireneo, cristiano profeso del segundo siglo de nuestra era común. Él se esforzó por denunciar las peligrosas inexactitudes del gnosticismo, una forma apóstata del cristianismo. Anteriormente el apóstol Pablo había advertido a Timoteo que se apartara del tal ‘falsamente llamado conocimiento’. (1 Timoteo 6:20, 21.)
Ireneo se expresó denodadamente contra doctrinas erróneas. Por ejemplo, considere lo que dijo en la introducción de su extensa obra literaria “La falsa gnosis desenmascarada y refutada”. Escribió: “Ciertos hombres que rechazan la verdad han introducido entre nosotros cuentos falsos y genealogías vanas que suscitan controversias, como dijo el apóstol [1 Timoteo 1:3, 4], en vez de efectuar la obra divina de edificar en la fe. Por su astuta construcción retórica extravían la mente de los inexpertos y los llevan cautivos, corrompen los oráculos del Señor y explican mal lo que ya estaba bien dicho”.
Los gnósticos (de la palabra griega gnó·sis, que significa “conocimiento”) alegaban que poseían conocimiento superior que les había venido por revelación secreta, y se jactaban de ser “correctores de los apóstoles”. El gnosticismo mezclaba la filosofía, suposiciones y el misticismo pagano con el cristianismo apóstata. Ireneo rehusó participar en aquello. Más bien, emprendió una lucha de toda la vida contra las enseñanzas heréticas. Sin duda estaba al tanto de que era necesario aplicar la advertencia del apóstol Pablo: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo”. (Colosenses 2:8; 1 Timoteo 4:7.)
Su juventud y ministerio
Poco se sabe de la juventud e historia personal de Ireneo. Por lo general se supone que era natural de Asia Menor, y que nació entre 120 E.C. y 140 E.C. en la ciudad de Esmirna, o cerca de allí. Ireneo mismo dice que en su juventud conoció a Policarpo, superintendente de la congregación de Esmirna.
Parece que Ireneo se hizo amigo de Florino mientras aprendía bajo la tutela de Policarpo. Policarpo era un eslabón viviente entre ellos y los apóstoles. Este había explicado extensamente las Escrituras y había recomendado con firmeza adherirse a las enseñanzas de Jesucristo y Sus apóstoles. Sin embargo, a pesar de haber recibido aquel excelente adiestramiento en las Escrituras, ¡Florino se desvió después a las enseñanzas de Valentín, el líder más prominente del movimiento gnóstico!
Ireneo quería que su amigo y anterior asociado Florino volviera a la enseñanza bíblica sana, y deseaba rescatarlo del valentinismo. Aquello lo llevó a escribir una carta a Florino y decirle: “Esas doctrinas, Florino, [...] no son de sano entendimiento; esas doctrinas no son consecuentes con la iglesia y envuelven en la mayor impiedad a los que las siguen; [...] los presbíteros que vivieron antes que nosotros, que conversaron con los apóstoles, no te pasaron esas doctrinas”.
En un esfuerzo por recordarle a Florino el excelente adiestramiento que había recibido a los pies del distinguido Policarpo, Ireneo pasó a decir: “Recuerdo los sucesos de aquellos tiempos [...] por eso puedo decir hasta en qué lugar acostumbraba sentarse y pronunciar discursos el bendito Policarpo [...] También que mencionaba su relación como de familia con Juan y con los demás que habían visto al Señor; también que solía relatar las palabras de ellos”.
Ireneo le recordó a Florino que Policarpo enseñaba lo que había recibido “de testigos oculares de la Palabra de vida, [y había] relatado todo en armonía con las Escrituras. Estas cosas que se me concedieron por la misericordia de Dios las oí entonces y las escribí, no en papel, sino en el corazón; y continuamente por la gracia de Dios recuerdo estas cosas con exactitud. Y [respecto al valentinismo] puedo dar testimonio a la vista de Dios de que si aquel bendito presbítero apostólico [Policarpo] hubiera oído tal cosa, habría gritado y se habría tapado los oídos [...] Habría huido del lugar donde, sentado o de pie, hubiera escuchado tales palabras”.
No hay registro de que Florino haya contestado aquella conmovedora y vigorosa carta de Ireneo. Pero las palabras de Ireneo revelan su interés genuino por un amigo querido que había dejado el camino de la verdad y había sucumbido a la apostasía. (Compárese con 2 Tesalonicenses 2:3, 7-12.)
No se sabe cuándo fue a vivir en Galia (Francia) Ireneo. En el año 177 E.C. servía de superintendente en la congregación de Lyon. Se informa que su ministerio allí fue muy fructífero. De hecho, el historiador Gregorio de Tours informa que en poco tiempo Ireneo había convertido a toda Lyon al cristianismo. Es probable que esto haya sido exageración.
Contra las herejías
La obra principal de Ireneo, “La falsa gnosis desenmascarada y refutada”, se conoció comúnmente como “Tratado contra las herejías”. Se divide en cinco libros. Los primeros dos contienen una descripción crítica de las creencias de varias sectas heréticas, particularmente la herejía del valentinismo. En los restantes tres libros Ireneo se esfuerza por presentar “argumentos de las Escrituras”.
En la introducción del tercer libro de su “Tratado contra las herejías” Ireneo escribe: “Por lo tanto ten presente lo que he dicho en los dos libros anteriores; y al añadir este, tendrás de mí una respuesta completa contra todos los herejes y podrás resistirlos fiel y denodadamente en defensa de la única y verdadera fe dadora de vida que la Iglesia ha recibido de los apóstoles y que imparte a sus hijos. Pues el Señor de todos dio a sus apóstoles el poder del evangelio, y por ellos también hemos aprendido la verdad, es decir, las enseñanzas del Hijo de Dios... como el Señor les dijo: ‘Quien los oye a ustedes me oye a mí, y quien los desprecia a ustedes me desprecia a mí y a aquel que me envió’”.
Aunque Ireneo admitía que no era buen escritor, estaba resuelto a desenmascarar todo aspecto de las “enseñanzas malignas” del gnosticismo. Cita y comenta sobre muchos textos bíblicos y refuta con maestría a los “falsos maestros” de las “sectas destructivas”. (2 Pedro 2:1-3.) Parece que a Ireneo se le hizo difícil compilar su obra en forma satisfactoria. ¿Por qué? Porque había acumulado una enorme cantidad de información.
Está claro que la denuncia del gnosticismo por Ireneo salió a luz después de mucho esfuerzo y estudio. Sus extensos argumentos suplen un caudal de información sobre las fuentes y el fenómeno del gnosticismo. Los escritos de Ireneo también constituyeron un índice de incalculable valor sobre por lo menos algunos puntos de vista bíblicos de los que profesaban adherirse a la Palabra de Dios al final del siglo II E.C.
Ireneo afirma vez tras vez que cree en “un Dios, el Padre Todopoderoso, que hizo el cielo y la Tierra y los mares y todo lo que hay en ellos, y en un Cristo Jesús, el hijo de Dios, que fue hecho carne para nuestra salvación”. ¡Los gnósticos negaban estos hechos!
Ireneo se expresó como sigue contra el docetismo gnóstico (la enseñanza de que Cristo nunca vino en forma humana): “Cristo tenía que ser un hombre como nosotros para poder redimirnos de la corrupción y hacernos perfectos. Tal como el pecado y la muerte fueron introducidos en el mundo por un hombre, así podían ser eliminados legítimamente y para nuestra ventaja solo mediante un hombre; aunque, por supuesto, no por uno que fuera sencillamente descendiente de Adán y también necesitara redención, sino por un segundo Adán, engendrado de manera sobrenatural, un nuevo progenitor de nuestra raza”. (1 Corintios 15:45.) Por otro lado, los gnósticos eran dualistas, y creían que lo espiritual era bueno, pero que toda materia y carne era mala. Por consiguiente, rechazaban al hombre Jesucristo.
Por razonar que toda carne era mala, los gnósticos también rechazaban el matrimonio y la procreación, de los cuales decían que habían sido originados por Satanás. ¡Hasta atribuyeron sabiduría divina a la serpiente de Edén! Aquel punto de vista trajo como resultado estilos de vida que iban a los extremos: o al ascetismo o a los excesos carnales. Puesto que alegaban que la salvación se alcanzaba solo mediante el gnosticismo místico, o el conocimiento de uno mismo, no dejaban lugar para la verdad de la Palabra de Dios.
Por contraste, los argumentos de Ireneo incluían la creencia en el Milenio e indicaban cierta comprensión de las perspectivas de una vida futura pacífica en la Tierra. Él se esforzó por unir las facciones que iban aumentando en su tiempo mediante el uso de la poderosa Palabra de Dios. Y generalmente se le recuerda por su pensar claro, percepción aguda y juicio sano.
Aunque hay personas que dicen que Ireneo (quien murió alrededor del año 200 E.C.) promovió las doctrinas verdaderas de la fe cristiana, hay que recordar que él vivió en una época de cambios y durante la apostasía predicha. A veces sus argumentos son algo vagos, hasta contradictorios. Con todo, tenemos en alta estima el testimonio de hombres que hablaron denodadamente a favor de la inspirada Palabra escrita de Dios, más bien que a favor de las tradiciones de los hombres.