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  • Hallan verdadera felicidad en el “paraíso”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
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  • Se supera el temor a la muerte
  • Atraído por el cristianismo verdadero
  • Alcanzan la paz y la felicidad
  • Sacrificios y recompensas
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
w92 15/9 págs. 24-27

Hallan verdadera felicidad en el “paraíso”

¡PARAÍSO! Esa es la palabra que por lo general relacionamos con Hawai, y con sobrada razón. En las islas Hawai predominan el buen clima, los cielos azules, las palmeras ondulantes, las brisas refrescantes y las playas arenosas: elementos que muchas personas tal vez consideren paradisíacos.

Estas características han atraído a gente de todas partes. Han venido de Asia, el Pacífico, las Américas e incluso de las islas del Caribe y Europa. Muchos se han mudado a Hawai por su clima templado todo el año. Otros han venido en búsqueda de seguridad económica y, claro está, de felicidad. El resultado ha sido una mezcla de nacionalidades y grupos étnicos, con una pintoresca variedad de culturas e ideas religiosas.

No obstante, hay otra cara de la moneda. Al igual que muchos otros lugares hermosos de la Tierra, Hawai está plagada de delito, drogas, delincuencia, contaminación y los muchos otros problemas que asaltan a la familia humana dondequiera que uno viva. A causa de la negligencia y el egoísmo humanos, las islas Hawai están siendo despojadas lentamente de su belleza natural. Sus habitantes quieren un paraíso, pero no a todos les preocupa lo suficiente convertir estas islas en un paraíso, o al menos mantenerlas en ese estado. Se necesita algo más que hermosos paisajes y un clima agradable para hacer un paraíso.

No obstante, hay un grupo creciente de personas que están disfrutando de verdadera felicidad en este escenario paradisíaco. Son personas que abrazan la verdad bíblica y toman a pecho la maravillosa promesa de Dios: “Voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón”. Miran hacia el futuro con felicidad mientras tienen presentes estas palabras del apóstol Pedro: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar”. (Isaías 65:17; 2 Pedro 3:13.) ¿Quiénes son estas personas? ¿Cómo aprendieron acerca de la maravillosa esperanza que se presenta en la Biblia? ¿Y qué cambios han hecho en su vida?

Se supera el temor a la muerte

Isabel y su esposo, George, son de origen filipino. A ella sus padres la criaron en la religión católica romana, aunque nunca había examinado la Biblia. Se le enseñó que el alma humana es inmortal. ¿Qué efecto tuvo en ella esta falsa doctrina? La idea de morir la horrorizaba porque se imaginaba que estaría enterrada viva en un ataúd para siempre, probablemente sin que su alma pudiera escapar. Sin embargo, en 1973 Isabel empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Cuando aprendió que el alma humana no es inmortal y que Dios invertirá los efectos de la muerte mediante la resurrección, se llenó de inmensa alegría y se sintió muy aliviada. (Ezequiel 18:4, 20; Juan 5:28, 29.) La verdad bíblica la impresionó tanto que progresó rápidamente.

¿Qué pasó con George? Él también estaba presente durante las consideraciones bíblicas, pero con el único motivo de probar que los Testigos estaban equivocados. A pesar de todo, no pudo hallar nada malo en lo que se les estaba enseñando a él y a su esposa. Al poco tiempo de haber empezado a estudiar, surgió el tema de la sangre. Hasta ese tiempo, a George le había gustado comer alimentos preparados con sangre, pero cuando vio que la Biblia claramente lo condena, dejó de hacerlo. (Génesis 9:3, 4; Levítico 17:10-12; Hechos 15:28, 29.) Continuó participando en el estudio bíblico, feliz de al fin haber hallado la verdad. En la actualidad George e Isabel, junto con sus cuatro hijos, disfrutan de verdadera felicidad al vivir según las normas de Dios.

Atraído por el cristianismo verdadero

Un japonés llamado George y su esposa, Lillian, de origen portugués, tienen más de 60 años de edad. Ambos nacieron y se criaron en Hawai. Puesto que los padres de George no le dieron ninguna instrucción religiosa, él nunca tomó en serio la religión. A pesar de eso, siempre había creído en Dios. Por otro lado, Lillian había sido criada por sus padres en la religión católica romana.

Aunque George no era un lector ávido de la Biblia, había estado leyendo las revistas La Atalaya y ¡Despertad! durante unos 30 años; así que conocía bien la Biblia. Sin embargo, tardó en hacer cambios en su vida debido a que fumaba y bebía mucho. A medida que pasaban los años, George seguía leyendo las revistas y asistiendo de vez en cuando a las reuniones cristianas en el Salón del Reino. ¿Por qué? Porque, según él, “las otras religiones son muy hipócritas”, pues toleran muchas cosas malas que la Biblia condena. Podía ver que los testigos de Jehová eran diferentes.

¿Qué hizo que su devota esposa, Lillian, se sintiera atraída a la verdad de la Palabra de Dios aunque estaba profundamente influenciada por la religión de sus padres? Bueno, su hermana carnal la invitó a las reuniones en el Salón del Reino. “Me gustó el ambiente alegre y familiar y las sonrisas amigables”, recuerda Lillian. El amor genuino que vio en el pueblo de Jehová la convenció de que esta es la verdad. (Juan 13:34, 35.) Aceptó un estudio bíblico, con el tiempo dedicó su vida a Jehová Dios y se bautizó unos cuantos meses después que su esposo lo hizo.

George ya no fuma ni se emborracha, y Lillian se deshizo de todos sus ídolos religiosos. Con el corazón lleno de amor comparten lo que han aprendido con otros, entre ellos con sus 25 nietos y 4 bisnietos. ¡Simplemente mire sus rostros y vea lo felices que están George y Lillian!

Alcanzan la paz y la felicidad

Patrick, un irlandés de mediana edad, y su esposa judía, Nina, se mudaron a Hawai desde el suroeste de los Estados Unidos. En el pasado llevaron una vida sin restricciones, caracterizada por el consumo de drogas, la experimentación religiosa y la moralidad relajada. Además, durante muchos años formaron parte de un culto, empeñados en alcanzar una mayor consciencia a través de las drogas, la meditación y un gurú (maestro) privado. Con el tiempo Patrick se hastió de los celos, las contiendas y los constantes altercados entre los miembros del culto que alegaban haber alcanzado un ‘mayor nivel de consciencia’. Abandonó el culto y regresó a Hawai —donde residía antes—, con la esperanza de vivir tranquilo. Después convenció a Nina, que en ese tiempo era su novia, de que fuera a visitarlo. Finalmente se casaron y se establecieron en Hawai.

Poco se imaginaban que su búsqueda de paz y felicidad finalmente los llevaría a un estudio de la Biblia con los testigos de Jehová. Nina, que había sido atea declarada toda su vida, comenzó a hallar en la Biblia respuestas satisfactorias a preguntas desconcertantes, tales como por qué existe la maldad y por qué le suceden cosas malas a la gente buena. Del mismo modo, la búsqueda de la verdad que durante 10 años había efectuado Patrick llegó a un final feliz. En poco tiempo, lo que él y Nina estaban aprendiendo de la Biblia empezó a hacer que cambiara su punto de vista sobre la moralidad. Después de una larga y difícil lucha, Patrick venció su arraigada adicción al tabaco. Hace casi 10 años que él y su esposa llevan una vida limpia y moral conforme a las normas de Dios. Con un corazón puro y una conciencia limpia, disfrutan de la paz que habían estado buscando.

Sacrificios y recompensas

“Esfuércense vigorosamente por entrar por la puerta angosta, porque muchos, les digo, tratarán de entrar, pero no podrán.” (Lucas 13:24.) Esas palabras de Jesucristo muestran claramente que no es fácil servir a Dios y vivir según las normas bíblicas. Todo el que desee lograrlo no solo debe hacer los esfuerzos requeridos, sino también los sacrificios necesarios. Esto es lo que han hecho las personas citadas en este relato. Pero ¡qué magníficas recompensas han recibido!

Por ejemplo, piense en Patrick y Nina, a quienes acabamos de mencionar. Cambiaron drásticamente su estilo de vida: pasaron de ganar grandes sumas de dinero a vivir como ministros cristianos de tiempo completo que se mantienen con un empleo seglar de media jornada. Sin embargo, están convencidos de que son muchos más los beneficios espirituales que han recibido que los sacrificios que han hecho. Y son verdaderamente felices.

Para George y Lillian los cambios no han sido fáciles debido a su edad. El participar en las reuniones cristianas y el ministerio requiere tiempo, atención y esfuerzo físico. No obstante, su salud ha mejorado, lo cual les ocasiona gran regocijo, y su vida ahora solo puede calificarse de animada, activa y feliz.

En cuanto a George e Isabel, su mayor desafío radica en educar a sus hijos y ayudarlos a ponerse en el camino de la vida. Requiere mucho tiempo y esfuerzo preparar a cuatro jovencitos para las reuniones cristianas o para llevarlos al ministerio cristiano. Hubo un tiempo en que la presión constante hizo que George e Isabel descuidaran un poco sus responsabilidades como padres. Pero un discurso bíblico titulado “Renovando el espíritu de abnegación” los impulsó a intensificar sus esfuerzos a fin de dar a sus cuatro hijos toda la atención y educación necesarias para ‘criarlos en la disciplina y regulación mental de Jehová’. Está de más decir que sus esfuerzos han sido recompensados abundantemente. (Efesios 6:4.)

No es el hermoso paisaje, ni el clima agradable ni la vida menos agitada lo que hace verdaderamente felices a estas y a muchas otras personas. Más bien, es el saber que están utilizando su vida en armonía con la voluntad de Dios y que están viviendo en conformidad con las normas de su Palabra, la Biblia. (Eclesiastés 12:13.) Además, se les llena el corazón de verdadera felicidad al reflexionar en el tiempo gozoso en que el paraíso será restablecido por toda la Tierra. (Lucas 23:43.)

[Fotografía en la página 25]

George, Isabel y sus hijos hallan placer en leer la Biblia

[Fotografía en la página 26]

George y Lillian son felices en el ministerio cristiano

[Fotografía en la página 27]

Patrick y Nina disfrutan de verdadera paz en el servicio a Jehová

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