El reconocimiento: una necesidad humana fundamental
UN SINCERO “¡Bien hecho!”, “¡Excelente!” o “Lo hiciste muy bien; estamos orgullosos de ti”, fomenta la autoestima, especialmente si la expresión procede de alguien a quien se respeta. El ser humano necesita el reconocimiento. Con él hace las cosas mejor y es más feliz. En realidad, el reconocimiento merecido es tan necesario para la mente y el corazón como el alimento sano lo es para el cuerpo.
Un diccionario define reconocimiento como “agradecimiento o muestra de correspondencia por un beneficio recibido” y, en sentido general, “agradecimiento, gratitud”. Está relacionado con el respeto y la consideración, que implican una apreciación o evaluación razonada de la persona y el grado de reconocimiento que se le debe.
Una necesidad fundamental
Atribuir a alguien el mérito por lo que ha hecho, si lo ha hecho bien, es razonable y justo. Jesús dio el ejemplo en su ilustración de los esclavos a quienes el amo confió sus bienes. Cuando reconoció la correcta administración de sus posesiones, dijo: “¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel!”. (Mateo 25:19-23.) Sin embargo, con mucha frecuencia se pasa por alto esta cortesía debida. La falta de reconocimiento suprime el entusiasmo y la iniciativa. Iona lo explica así: “El reconocimiento hace que te sientas necesitada, querida y apreciada. [...] Te da iniciativa. Si te pasan por alto, te sientes abatida y defraudada”. Patrick añade: “Entonces es difícil mantener un nivel alto de calidad y producción”. En consecuencia, es muy importante que aprendamos cómo y cuándo expresar reconocimiento. Todos nosotros ansiamos tener la seguridad de que se nos acepta. Es una necesidad humana fundamental.
Una palabra de encomio, confiarle más responsabilidad o incluso un regalo material, incentiva a la persona a dar lo mejor de sí misma. Esto es cierto sea uno padre, esposo, esposa, hijo, miembro de la congregación o superintendente. “Cuando se expresa reconocimiento por lo que he hecho —dice Margaret—, me siento feliz, necesitada, y tengo el deseo de mejorar.” Andrew concuerda, diciendo: “Me siento exultante, y es un aliciente para trabajar con más ahínco”. No obstante, se necesita reflexión y buen juicio para expresar reconocimiento y respeto.
Imite el ejemplo de Jehová al expresar reconocimiento
El mayor ejemplo a este respecto es Jehová Dios. Él no pasa por alto a quienes merecen reconocimiento. Se fijó en hombres como Abel, Enoc y Noé. (Génesis 4:4; 6:8; Judas 14.) Jehová reconoció a David por su sobresaliente fidelidad. (2 Samuel 7:16.) Samuel honró a Jehová por años como profeta, y Jehová, a su vez, lo honró a él respondiendo rápidamente a su oración cuando le pidió ayuda para derrotar a los filisteos. (1 Samuel 7:7-13.) ¿No se sentiría usted honrado de tener tal reconocimiento divino?
El reconocimiento también se define como “agradecimiento, gratitud”. La Biblia nos insta a ‘mostrarnos agradecidos’ y a dar gracias por todo lo que se hace por nosotros. (Colosenses 3:15; 1 Tesalonicenses 5:18.) Aunque estas palabras se refieren específicamente al agradecimiento a Jehová, lo mismo es cierto en los asuntos cotidianos de la vida. El apóstol Pablo así lo entendió. Expresó reconocimiento a Febe, llamándola “defensora de muchos”, y a Prisca y Áquila, de quienes dijo que ‘arriesgaron su propio cuello’ por él y por otros cristianos. (Romanos 16:1-4.) Imagínese cómo debieron sentirse estas personas al recibir esta expresión pública de agradecimiento. También hizo feliz a Pablo la oportunidad de expresar reconocimiento y dar honra y ánimo. Nosotros podemos imitar a Jehová y a sus adoradores agradecidos expresando el debido reconocimiento a quienes lo merecen. (Hechos 20:35.)
Reconocimiento dentro del círculo familiar
“Un poco de reconocimiento hace muy agradable la vida —dice Mitchell, esposo y anciano cristiano—. Te encariñas, probablemente para siempre, con quien te lo expresa.” Por ejemplo, los esposos cristianos llevan una pesada carga de responsabilidad y toman decisiones importantes que afectan el bienestar de la familia. Tienen que satisfacer las necesidades espirituales, materiales y emocionales de esta. (1 Timoteo 5:8.) Por ello, se sienten muy agradecidos cuando se reconoce debidamente la asignación que Dios les ha dado de cabeza de la familia y cuando la esposa les demuestra “profundo respeto”. (Efesios 5:33.)
No puede pasarse por alto la labor del ama de casa, llevada a cabo en la intimidad del hogar. Algunos conceptos modernos degradan ese tipo de trabajo y lo privan de su dignidad y valor. No obstante, es agradable a Dios. (Tito 2:4, 5.) Es muy estimulante para una esposa que su comprensivo esposo la encomie, particularmente en todos los aspectos de la vida en los que sobresale, expresándole tal reconocimiento en el marco de la jefatura cristiana. (Proverbios 31:28.) Rowena dice de su esposo: “Cuando reconoce lo que hago, me resulta más fácil serle sumisa y honrarlo y respetarlo”.
El educador estadounidense Christian Bovee dijo en una ocasión: “El encomio juicioso es a los niños lo que el sol a las flores”. Sí, incluso el niño de corta edad necesita que se le haga sentir constantemente que es una parte querida de la familia. Durante los años formativos de la adolescencia, repletos de cambios emocionales y físicos, se acentúa la inseguridad en cuanto a la apariencia personal y también el deseo de independencia y reconocimiento. El adolescente necesita, especialmente en esta época de su vida, sentirse amado por sus padres y ser tratado con comprensión y bondad. Los padres mayores y los abuelos también necesitan sentirse útiles y amados, y constatar que no se les ha ‘desechado en el tiempo de la vejez’. (Salmo 71:9; Levítico 19:32; Proverbios 23:22.) Cuando se satisface debidamente la necesidad de reconocimiento en el círculo familiar, se consigue más felicidad y prosperidad.
Reconocimiento en la congregación cristiana
Es sumamente importante cultivar un interés sincero en otros miembros de la congregación cristiana y expresar libremente la gratitud por sus hechos y esfuerzos. Los ancianos cristianos deben tomar la iniciativa y reconocer los logros y esfuerzos de los hermanos de la congregación. “Hasta que no me hicieron varias visitas de pastoreo no me di cuenta de cuánto significaban [las palabras de reconocimiento] en términos de ánimo, satisfacción y felicidad —dijo Margaret—. Me percaté de lo que se pierde cuando no se expresa reconocimiento.” Esta es una buena razón para mostrar verdadero interés personal amoroso en todos los miembros de la congregación. Reconozca su buen trabajo. Encómielos y anímelos con liberalidad. En muchas congregaciones hay familias monoparentales que se esfuerzan por inculcar valores espirituales en sus hijos. Estas merecen encomio especial. Resalte lo positivo y no lo negativo. Que los demás vean el afecto fraternal que les tiene. Que vean que usted se interesa en ellos. Los superintendentes amorosos laboran de este modo para edificar a la congregación. (2 Corintios 10:8.) Los miembros de la congregación corresponden dando el debido reconocimiento y respeto a estos hermanos fieles que trabajan arduamente por ellos. (1 Timoteo 5:17; Hebreos 13:17.)
Pero hay que ver la otra cara de la moneda. Debe admitirse que el deseo de obtener reconocimiento es muy fuerte. En tiempos de Jesús era una inquietud de los guías religiosos. Jesús tuvo que corregir el punto de vista equivocado de sus discípulos a este respecto. (Marcos 9:33-37; Lucas 20:46.) Los cristianos tienen que ser razonables y equilibrados. Si el deseo de reconocimiento no se controla, podría ser espiritualmente peligroso. (Santiago 3:14-16.) ¡Qué trágico sería, por ejemplo, que un anciano se hiciera altivo y empezara a exigir que los demás aceptaran su propia opinión exaltada de sí mismo! (Romanos 12:3.)
El apóstol Pablo advirtió sabiamente a sus compañeros cristianos de Roma: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”. (Romanos 12:10.) Estas palabras se dirigen especialmente a los ancianos cristianos, quienes siempre deben reconocer a Cristo como Cabeza de la congregación. Estos hombres demuestran su sumisión a la autoridad de Cristo buscando su dirección mediante el espíritu santo, los principios bíblicos y la guía que da el Cuerpo Gobernante del “esclavo fiel y discreto”. (Mateo 24:45-47; véase Revelación 1:16, 20; 2:1.)
Por lo tanto, cuando los ancianos se reúnen y piden la guía de Jehová para pastorear el rebaño de Dios, procuran tomar decisiones basadas en las Escrituras. La modestia, la mansedumbre y la humildad cristianas impedirán que algún anciano intente ensalzarse a sí mismo, dominar a sus hermanos e imponer su opinión en esas reuniones. (Mateo 20:25-27; Colosenses 3:12.) Siempre que sea posible, el presidente del cuerpo de ancianos debe invitar a los demás ancianos a aportar ideas de antemano y luego proveerá una agenda con suficiente tiempo de antelación, de modo que se puedan estudiar detenidamente y con oración todos los puntos propuestos. Durante la reunión de ancianos no debe tratar de influir en la opinión de los demás, sino que debe animarlos a ‘expresarse con franqueza’ sobre los asuntos que se examinen. (1 Timoteo 3:13.) Por otra parte, los ancianos tienen que escuchar con atención los comentarios de sus compañeros y beneficiarse con gusto del conocimiento de los que tienen muchos años de experiencia cristiana. (Éxodo 18:21, 22.)
De todos modos, los superintendentes entienden que Cristo puede utilizar a cualquier anciano del grupo para aportar los principios bíblicos necesarios con los que afrontar una determinada situación o tomar una decisión importante. El cuerpo de ancianos mantendrá un buen espíritu si se da el debido reconocimiento a todos los ancianos por su contribución en atender los intereses espirituales de la congregación. (Hechos 15:6-15; Filipenses 2:19, 20.)
Esfuércese por expresar y merecer reconocimiento
El reconocimiento edifica. Anima y es entrañable. “Aun si pensamos que somos personas comunes y corrientes —dice Mary—, necesitamos ánimo para fomentar nuestra autoestima.” Reconozca sinceramente los esfuerzos diarios de los demás. De este modo les hacemos la vida mucho más digna y agradable. Los padres, los hijos, los superintendentes y los miembros de la congregación cristiana pueden ganarse el reconocimiento por su modo de hablar y de actuar. La Biblia habla favorablemente de las personas trabajadoras, modestas y humildes. (Proverbios 11:2; 29:23; Hebreos 6:1-12.) Aprenda a reconocer de buena gana el valor de los demás. Tome en consideración los sentimientos ajenos cuando trabaje con otras personas. El apóstol Pedro dio esta admonición: “Todos ustedes sean de un mismo ánimo y parecer, compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal, siendo tiernamente compasivos, de mente humilde”. (1 Pedro 3:8.) Estas palabras implican expresar reconocimiento a otras personas, satisfaciendo de este modo una necesidad humana fundamental.