Obrando lo que es bueno para con los más jóvenes
1 Jehová siempre se ha interesado en los oprimidos. (Sal. 146:7-9) En la antigüedad hizo provisiones especiales para asegurarse de que se cuidara hasta de los más jóvenes que se hallaban en situación desventajosa. La ley que Él dio a Israel mencionaba específicamente al “huérfano de padre.” (Éxo. 22:22-24) Aunque hoy día no estamos bajo aquella antigua ley, ¿no es cierto que el principio de esa ley coloca cierta responsabilidad sobre nosotros como cristianos?
2 En algunas congregaciones de los testigos de Jehová, hay jóvenes a quienes pudiéramos llamar ‘huérfanos.’ Esto pudiera deberse a que tengan padres que no sean creyentes. Otros jóvenes pudieran tener padres creyentes que quizás necesiten ayuda en cuanto a suministrar ayuda espiritual a sus hijos. Pudiera ser que los padres llevaran poco tiempo en la verdad y no estuvieran en la posición de ayudar a sus hijos eficazmente, como ellos quisieran. Debido a diferentes tipos de presiones que exigen cada vez más tiempo, es posible que a algunos padres se les haga difícil apartar suficiente tiempo para estudiar con sus hijos o trabajar con ellos en el servicio del campo, y así sucesivamente.
LO QUE USTED PUEDE HACER
3 Una pregunta en la que todos los miembros de la congregación pueden reflexionar seriamente es: ¿Cómo puedo proveer la ayuda y el estímulo que se necesitan?” Los que tengan asignaciones en las reuniones pueden incluir en ellas a los más jóvenes de vez en cuando. ¿Pudiera utilizarse en las partes de las reuniones una mayor variedad de jóvenes que sean buenos ejemplos en la congregación? (Hech. 16:1, 2) Aunque algunos no tengan la misma habilidad de expresarse que tienen otros jóvenes, el que de vez en cuando se les dé privilegios los animará a ellos y a otras personas. Quizás tome más tiempo ayudar a algunos, pero ese entrenamiento, experiencia y atención producirán excelentes resultados a medida que nuestros concienzudos jóvenes crecen en la verdad.
4 Dios ha dado a los padres la responsabilidad de ayudar a sus propios hijos. ¿Pero significa eso que otras personas no pueden ayudar? ¡De ninguna manera! Y esto es especialmente cierto cuando algunos padres tienen dificultades, según ya se ha mencionado. Se puede invitar a los niños que deseen ayuda adicional a unirse a la familia de usted para estudiar, prepararse para las reuniones y el servicio del campo, y quizás para disfrutar de actividades recreativas. ¿No aplica en este asunto el estímulo que dio el apóstol Pablo en el sentido de que deberíamos ‘ensancharnos’?—2 Cor. 6:11-13.
5 Hasta los que no son padres pueden ‘ensanchar’ el afecto que muestran a los más jóvenes al pasar tiempo con ellos. El que den así de sí mismos ayudará a animar y fortalecer a los más jóvenes.
6 Quizás usted pueda aprovechar las oportunidades que surjan antes y después de las reuniones para hablar con los más jóvenes. Esto debería ser más que un “Hola” y “¿Cómo estás?” Un anciano preguntó a un niñito cómo estaba, pero, antes de que el niño pudiera contestar, el anciano se volvió para hablar con un hermano de más edad a quien quería ver. Más tarde el niñito abordó al anciano y le preguntó: “¿De veras quiere saber cómo estoy?” El anciano admitió que había aprendido una lección de aquella experiencia.
7 Los jovencitos responden con más presteza cuando se les conoce por nombre. Sí, ellos también son parte de la congregación y los hermanos de más edad deben relacionarse con estos miembros más jóvenes. Cuando los más jóvenes llegan a considerarlo a usted como “amigo,” están más dispuestos a responder al consejo y dirección, ¿no es cierto?