Referencias para la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos
1-7 DE JUNIO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 44, 45
“José perdona a sus hermanos”
“¿Estoy yo en el lugar de Dios?”
Al rato, José mandó buscar a sus hermanos para reclamarles su copa. Cuando se encontró la copa en el saco de Benjamín y se le acusó de ladrón, todos decidieron acompañarlo hasta la casa de José. Ahora José tenía una oportunidad para ver qué clase de personas eran sus hermanos. Judá tomó la palabra y se ofreció junto a todos sus hermanos como esclavos de José. Pero este rechazó la oferta y dijo que solo Benjamín debía quedarse en Egipto (Génesis 44:2-17).
La respuesta de Judá le salió del alma: “Él [Benjamín] es el único que queda de su madre, y su padre de veras lo ama”. Aquellas palabras debieron de conmover a José, que también era hijo de la madre de Benjamín, Raquel. Al igual que su padre, José recordaba con cariño a Raquel, quien murió al dar a luz a Benjamín. Puede que por esa razón se sintiera tan apegado a su hermano (Génesis 35:18-20; 44:20).
Judá volvió al ataque y le rogó a José que no retuviera a Benjamín como esclavo. Hasta se ofreció para ocupar su lugar. Finalmente, le hizo una desgarradora súplica: “¿Cómo podré yo subir a donde mi padre sin el muchacho junto conmigo, por temor de que entonces mire la calamidad que descubrirá a mi padre?” (Génesis 44:18-34). No había ninguna duda: Judá era un hombre nuevo. No solo mostró arrepentimiento, sino consideración, generosidad y compasión.
José ya no aguantaba más tantas emociones reprimidas. Así que mandó salir a todos sus siervos y comenzó a llorar a pleno pulmón; tan fuerte que se le pudo oír desde el palacio del faraón. Por fin, dijo quién era: “Yo soy José su hermano”. Sus hermanos se quedaron de piedra. Pero José los abrazó y los besó, indicándoles así que los había perdonado (Génesis 45:1-15). De este modo, reflejó la misericordia de Jehová, quien nos perdona generosamente (Salmo 86:5). Y nosotros, ¿somos así?
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Rasgar las prendas de vestir
Manera habitual de manifestar el dolor los judíos, así como otros orientales, en particular al enterarse del fallecimiento de algún familiar. Por lo general, esta acción consistía en rasgar la vestidura por su parte delantera hasta dejar el pecho al descubierto, pero raras veces se rasgaba por completo de tal modo que no pudiera llevarse.
Esta costumbre se menciona por primera vez en la Biblia en el caso de Rubén, el hijo mayor de Jacob, que al volver a la cisterna y no hallar a José, rasgó sus vestiduras y dijo: “¡El niño ha desaparecido! Y yo... ¿adónde realmente he de ir yo?”. Por ser el primogénito, era especialmente responsable de su hermano menor. De igual manera, Jacob también rasgó sus mantos y se vistió con tela de saco en señal de duelo una vez que se le informó de la supuesta muerte de su hijo. (Gé 37:29, 30, 34.) En Egipto, los medio hermanos de José exteriorizaron su dolor rasgando sus vestiduras cuando se hizo que Benjamín pareciese un ladrón. (Gé 44:13.)
Odiados sin causa
15 ¿Qué nos ayudará a no amargarnos ni guardar resentimiento hacia quienes nos odian sin causa? Recuerde que nuestros principales adversarios son Satanás y los demonios (Efesios 6:12). Aunque hay seres humanos que nos persiguen intencional y deliberadamente, muchos de los que se oponen al pueblo de Dios lo hacen por ignorancia o manipulados por otros (Daniel 6:4-16; 1 Timoteo 1:12, 13). Jehová desea dar a “hombres de toda clase” la oportunidad de que “se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:4). De hecho, algunos que en un tiempo se opusieron a la verdad son ahora nuestros hermanos cristianos por haber observado nuestra conducta intachable (1 Pedro 2:12). Además, podemos aprender una lección del ejemplo de José, hijo de Jacob. Aunque sufrió mucho por culpa de sus medio hermanos, no les guardó rencor. ¿Por qué no? Porque vio la mano de Jehová en lo sucedido, cómo Él dirigía los acontecimientos para llevar a cabo Su propósito (Génesis 45:4-8). De igual modo, Jehová puede hacer que cualquier sufrimiento injusto que estemos pasando sirva para dar gloria a su nombre (1 Pedro 4:16).
8-14 DE JUNIO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 46, 47
“Alimento en tiempos de hambre”
Conservación de la vida en tiempo de hambre
2 Terminaron los siete años de abundancia, y, como lo había predicho Jehová, comenzó el hambre... un hambre que no solo afectó a Egipto, sino que se extendió “sobre toda la superficie de la tierra”. Cuando la gente hambreada de Egipto empezó a clamar por pan ante Faraón, él les dijo: “Vayan a José. Lo que les diga, eso han de hacer”. José les vendió grano a los egipcios hasta que ya no tenían dinero. Entonces aceptó su ganado en pago. Finalmente, la gente vino a donde José y dijo: “Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y nosotros junto con nuestra tierra nos haremos esclavos de Faraón”. De modo que José compró toda la tierra de los egipcios para Faraón. (Génesis 41:53-57; 47:13-20.)
El Reino lleva a cabo la voluntad de Dios en la Tierra
11 Abundancia. El mundo está sufriendo hambre espiritual, tal como predijo la Biblia: “Vienen días —es la expresión del Señor Soberano Jehová—, y ciertamente enviaré un hambre al país, un hambre, no de pan, y una sed, no de agua, sino de oír las palabras de Jehová” (Amós 8:11). ¿Y qué hay de los ciudadanos del Reino? ¿También ellos sufren hambre? No. Jehová habló de la diferencia que habría entre su pueblo y sus enemigos: “Mis propios siervos comerán, pero ustedes mismos padecerán hambre. ¡Miren! Mis propios siervos beberán, pero ustedes mismos padecerán sed. ¡Miren! Mis propios siervos se regocijarán, pero ustedes mismos sufrirán vergüenza” (Is. 65:13). ¿Ha visto usted cumplirse estas palabras?
12 Hoy día tenemos acceso a un río cada vez más ancho y cada vez más profundo de provisiones espirituales: publicaciones, grabaciones de audio y video, reuniones, asambleas y un sitio de Internet lleno de información. Sí, contamos con un verdadero torrente de alimento espiritual en medio del desierto de este mundo (Ezeq. 47:1-12; Joel 3:18). ¿No lo llena de emoción ver en su vida diaria el cumplimiento de las promesas de abundancia que hace Jehová? ¿Se está esforzando por alimentarse con constancia del alimento que él ha puesto en su mesa?
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Posturas y ademanes
Poner la mano sobre los ojos de alguien que había fallecido. Las palabras de Jehová a Jacob: “José pondrá su mano sobre tus ojos” (Gé 46:4), eran una forma de decir que José cerraría los ojos de Jacob después de su muerte, una responsabilidad que normalmente recaía sobre el primogénito. Por lo tanto, parece que de esta manera Jehová le hizo saber a Jacob que el derecho de primogénito sería de José. (1Cr 5:2.)
nwtsty nota de estudio para Hch 7:14
75 personas en total: Cuando Esteban mencionó esta cifra, es posible que no estuviera citando de ningún versículo de las Escrituras Hebreas en particular. Esta cifra no se encuentra en los textos masoréticos de las Escrituras Hebreas. Por ejemplo, Gé 46:26 dice: “En total, los descendientes de Jacob que entraron con él a Egipto, sin contar a las esposas de los hijos de Jacob, fueron 66”. Y el versículo 27 añade: “En total, las personas de la casa de Jacob que entraron en Egipto fueron 70”. Al parecer, la primera cifra incluye solo a los descendientes de Jacob y la segunda se refiere al total de personas que entraron en Egipto. En Éx 1:5 y Dt 10:22 también se dice que los descendientes de Jacob eran 70. Sin embargo, Esteban dio una nueva cifra: 75 personas. Algunos comentaristas bíblicos piensan que entre estas 75 personas podrían estar incluidos otros familiares de Jacob, quizás algunos hijos y nietos de Manasés y Efraín (hijos de José), mencionados en Gé 46:20 en la Septuaginta griega. Otros expertos creen que esta cifra incluye a las nueras de Jacob, que Gé 46:26 excluye. Así que, según parece, Esteban dijo cuántas personas entraron en Egipto en total. Por otra parte, puede que Esteban estuviera citando de alguna de las copias de las Escrituras Hebreas que había disponibles en el siglo primero. Durante años, los expertos han sabido que la cifra 75 aparecía en la Septuaginta griega en Gé 46:27 y Éx 1:5. Además, entre los Rollos del mar Muerto, que se descubrieron en el siglo veinte, se encontraron dos fragmentos de Éx 1:5 en hebreo, que contienen también la cifra 75. Así que puede que Esteban diera la cifra que aparecía en alguno de estos antiguos manuscritos. Sea como sea, lo que hizo Esteban fue simplemente reflejar una manera diferente de contar a los descendientes de Jacob.
15-21 DE JUNIO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 48-50
“Los hermanos mayores de la congregación tienen mucho que enseñarnos”
Jacob
Poco antes de su muerte, Jacob bendijo a sus nietos, los hijos de José, y por dirección divina puso a Efraín, el más joven, por delante de Manasés, el mayor. Luego le dijo a José que iba a recibir la porción doble de la herencia que correspondía al primogénito: “Te doy yo una porción saliente de tierra más que a tus hermanos, la cual tomé de la mano de los amorreos mediante mi espada y mediante mi arco”. (Gé 48:1-22; 1Cr 5:1.) Como Jacob había comprado pacíficamente la tierra cercana a Siquem a los hijos de Hamor (Gé 33:19, 20), al parecer la promesa hecha a José era una expresión de la fe de Jacob, en la que se profetizaba la futura conquista de Canaán a manos de sus descendientes como si ya hubiera sido llevada a cabo por su propia espada y su propio arco. (Véase AMORREO.) José tuvo una porción doble en la tierra conquistada porque las tribus de Efraín y Manasés recibieron una herencia cada una.
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Últimos días
La profecía de Jacob en su lecho de muerte. Cuando Jacob dijo a sus hijos: “Reúnanse para que les declare lo que les sucederá a ustedes en la parte final de los días”, o “en días venideros” (BJ), se refería al tiempo futuro en que empezarían a cumplirse sus palabras. (Gé 49:1.) Más de dos siglos antes, Jehová le había declarado a Abrán (Abrahán), el abuelo de Jacob, que su prole sufriría aflicción durante cuatrocientos años. (Gé 15:13.) Por lo tanto, en este caso, el tiempo futuro al que Jacob se refería como la “parte final de los días” no podría empezar hasta después que terminasen los cuatrocientos años de aflicción. (Véanse más detalles sobre el capítulo 49 de Génesis en los artículos sobre los hijos de Jacob bajo sus nombres respectivos.) También sería de esperar que esta profecía tuviese una aplicación posterior relacionada con el “Israel de Dios”. (Gál 6:16; Ro 9:6.)
Los mayores: una bendición para los jóvenes
10 Los mayores también pueden influir para bien en sus hermanos cristianos. José, hijo de Jacob, realizó en su vejez un sencillo acto de fe que tuvo un profundo efecto en millones de siervos verdaderos de Jehová que vivieron después. Tenía 110 años cuando “dio mandato respecto a sus huesos”, a saber, que cuando los israelitas por fin abandonaran Egipto, se los llevaran con ellos (Hebreos 11:22; Génesis 50:25). Ese mandato fue para los israelitas un motivo más de esperanza durante los largos años de dura esclavitud que sufrieron tras la muerte de José, pues les garantizaba que un día vendría su liberación.
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Dichosos los que dan gloria a Dios
4 Antes de entrar en la Tierra Prometida, la tribu israelita de Gad pidió establecerse en la región ganadera del este del Jordán (Números 32:1-5). Residir allí suponía enfrentarse a desafíos importantes. Las tribus del lado oeste del río tenían una defensa natural contra las invasiones: el valle del Jordán (Josué 3:13-17). Por el contrario, todas las tierras del lado este —según explica George Adam Smith en su obra Geografía histórica de la Tierra Santa— “se deslizan, con pequeñas barreras, hacia la meseta arábiga. Por consiguiente han estado expuestas en todas las épocas a la invasión de los hambrientos nómadas, algunos de los cuales caían sobre ellas como enjambres cada año en busca de pastos”.
5 ¿Cómo le iría a Gad ante esa incesante presión? Siglos antes, su antepasado Jacob profetizó en el lecho de muerte lo siguiente: “En cuanto a Gad, una partida merodeadora hará incursión contra él, pero él hará incursión contra la extrema retaguardia” (Génesis 49:19). En principio, estas palabras parecen tener connotaciones negativas; pero, en realidad, equivalían a un mandato para que los gaditas se defendieran. Jacob les aseguró que si contraatacaban, los invasores se batirían en humillante retirada y serían perseguidos por la retaguardia.
Benjamín
En la profecía que Jacob pronunció en su lecho de muerte, se presentó a los descendientes de Benjamín como hábiles luchadores. Él dijo de este hijo amado: “Benjamín seguirá desgarrando como lobo. Por la mañana se comerá el animal prendido, y al atardecer dividirá el despojo”. (Gé 49:27.) Los combatientes benjamitas se destacaban por su habilidad con la honda; podían tirar piedras con honda tanto con la mano derecha como con la izquierda “a un cabello” y dar en el blanco. (Jue 20:16; 1Cr 12:2.) El juez zurdo Ehúd, el ejecutor del tiránico rey Eglón, era de Benjamín. (Jue 3:15-21.) También puede notarse que fue en “la mañana” del reino de Israel cuando la tribu de Benjamín, aunque llamada “la más pequeña de las tribus”, proveyó el primer rey de Israel: Saúl, hijo de Quis, quien resultó ser un fiero luchador contra los filisteos. (1Sa 9:15-17, 21.) Del mismo modo, “al atardecer” de la nación de Israel, de la tribu de Benjamín salieron la reina Ester y el primer ministro Mardoqueo, a los que se utilizó para salvar a los israelitas de la aniquilación bajo el Imperio persa. (Est 2:5-7.)
22-28 DE JUNIO
TESOROS DE LA BIBLIA | ÉXODO 1-3
“Yo seré lo que Yo Decida Ser”
Honremos el gran nombre de Jehová
4 Lea Éxodo 3:10-15. Cuando Moisés tenía 80 años, Dios le mandó: “Saca tú de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel”. Moisés respondió respetuosamente con una pregunta que encerraba un profundo significado. En realidad le preguntó cuál era su nombre. Teniendo en cuenta que el nombre de Dios se conocía desde hacía mucho, ¿qué pretendía Moisés con su pregunta? Es obvio que deseaba saber más sobre la persona representada por el nombre, conocer hechos que convencieran a su pueblo de que Dios de veras los iba a liberar. Su preocupación estaba justificada, pues como los israelitas llevaban algún tiempo siendo esclavos, tal vez dudarían de que el Dios de sus antepasados fuera capaz de liberarlos. Algunos de ellos incluso adoraban dioses egipcios (Ezeq. 20:7, 8).
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EL SIGNIFICADO DEL NOMBRE DE DIOS
EL NOMBRE Jehová tiene su origen en un verbo hebreo que significa “llegar a ser”. Algunos expertos opinan que en este caso el verbo está en forma causativa, lo que por lo general indica que el sujeto hace que algo o alguien realice la acción del verbo. Por ello, muchos entienden que el nombre de Dios significa “Él Hace que Llegue a Ser”. Esta definición encaja bien con el papel de Jehová como Creador. Él hizo que el universo y todos los seres inteligentes llegaran a existir. Y no solo eso: continúa haciendo que su voluntad y propósito llegue a ser una realidad.
¿Cómo debemos entender entonces la respuesta que Jehová dio a la pregunta de Moisés en Éxodo 3:13, 14? Moisés preguntó: “Supongamos que llego ahora a los hijos de Israel y de hecho les digo: ‘El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes’, y ellos de hecho me dicen: ‘¿Cuál es su nombre?’. ¿Qué les diré?”. Jehová le contestó: “Yo resultaré ser lo que resultaré ser”.
Notemos que Moisés no le estaba pidiendo a Jehová que le revelara su nombre. Él ya lo conocía, y los israelitas también. Como Moisés necesitaba fortalecer su fe, le pidió a Jehová que le revelara algo sobre la clase de Dios que él es, lo cual posiblemente se reflejaría en el significado de su nombre. Por lo tanto, al responder “Yo resultaré ser lo que resultaré ser”, Jehová reveló un aspecto maravilloso de su propia naturaleza: en cada situación, él llega a ser lo que haga falta para cumplir su propósito. Por ejemplo, para Moisés y los israelitas, Jehová llegó a ser su salvador, su legislador, su protector, y mucho más. Así, el propio Jehová decide llegar a ser lo que haga falta para cumplir las promesas que le hace a su pueblo. Sin embargo, aunque el nombre Jehová puede incluir esta idea, no se limita a lo que él mismo llega a ser: también incluye lo que él hace que su creación llegue a ser para cumplir su propósito.
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Moisés: ¿realidad o leyenda?
Pero ¿no es descabellado que una princesa de Egipto acogiera a un niño así? No, pues la religión del país enseñaba que las obras de misericordia eran un trampolín hacia el cielo. En cuanto a las prácticas adoptivas, la arqueóloga Joyce Tyldesley señala: “La mujer egipcia estaba en paridad con el hombre. Gozaba de igualdad legal y económica y, al menos en teoría, [...] podía ejercer el derecho de adopción”. De hecho, el antiguo Papiro de Adopción atestigua que una dama reconoció como hijos a sus esclavos. ¿Y la contratación de Jokébed como nodriza? Dice The Anchor Bible Dictionary: “En los acuerdos de adopción mesopotámicos hallamos similitudes con el hecho de que se pagara a la madre natural de Moisés por amamantarlo”.
Puntos sobresalientes del libro de Éxodo
3:1 ¿Qué clase de sacerdote era Jetró? En los días de los patriarcas, el cabeza de la familia servía en calidad de sacerdote de ella. Parece que Jetró era el cabeza patriarcal de una tribu de madianitas. Como estos eran descendientes de Abrahán mediante Queturá, tal vez conocían la adoración de Jehová (Génesis 25:1, 2).
29 DE JUNIO A 5 DE JULIO
TESOROS DE LA BIBLIA | ÉXODO 4, 5
“Yo estaré contigo cuando hables”
Las excusas: ¿cómo las ve Jehová?
“No me siento capaz.” Quizá usted crea que no tiene las habilidades necesarias para ser ministro de las buenas nuevas. Pero no tiene por qué desanimarse: algunos siervos de Dios de tiempos bíblicos también se sintieron incapaces de cumplir con sus asignaciones. Tomemos el caso de Moisés. Cuando Jehová le dio cierta comisión, él le respondió: “Dispénsame, Jehová, pero no soy persona que hable con fluidez, ni desde ayer ni desde antes de eso ni desde que hablaste con tu siervo, porque soy lento de boca y lento de lengua”. Aunque Jehová le aseguró que lo iba a ayudar, Moisés le pidió que enviara a otra persona: “Dispénsame, Jehová, pero envía [tu mensaje], por favor, por la mano de aquel a quien vas a enviar” (Éxo. 4:10-13). ¿Cómo reaccionó Dios?
¿Vemos a “Aquel que es invisible”?
5 Antes de que Moisés regresara a Egipto, Dios le enseñó un principio esencial, una verdad que el propio Moisés registró posteriormente en el libro de Job: “El temor de Jehová... eso es sabiduría” (Job 28:28). A fin de ayudarle a adquirir ese temor y actuar sabiamente, Jehová le hizo ver la gran diferencia que existe entre los seres humanos y él mismo, el Dios todopoderoso. Le preguntó: “¿Quién asignó boca al hombre o quién asigna al mudo o al sordo o al de vista perspicaz o al ciego? ¿No soy yo, Jehová?” (Éx. 4:11).
6 ¿Cuál era la lección? Moisés no tenía que sentir miedo. Era Jehová quien lo había enviado, y él le daría lo necesario para llevar su mensaje. Además, el faraón no era rival para el Todopoderoso. A fin de cuentas, no era la primera vez que los siervos de Dios habían estado en peligro bajo el dominio egipcio. Puede que Moisés meditara en cómo Jehová había protegido a Abrahán, a José y hasta a él mismo en los reinados de faraones anteriores (Gén. 12:17-19; 41:14, 39-41; Éx. 1:22-2:10). Como veía a “Aquel que es invisible”, se presentó con valor ante el faraón y proclamó hasta la última de las palabras que debía proclamar.
Las excusas: ¿cómo las ve Jehová?
No eximió a Moisés de su comisión, sino que nombró a Aarón para que lo ayudara (Éxo. 4:14-17). Además, durante todos los años que siguieron, nunca lo abandonó y siempre le dio todo lo necesario para cumplir con sus asignaciones. En nuestros días, Jehová puede impulsar a hermanos con más experiencia para que nos apoyen en el ministerio. Y lo que es más importante, nos asegura en su Palabra que nos dará la capacitación necesaria para realizar la labor que nos ha encargado (2 Cor. 3:5; véase el recuadro “Los años más felices de mi vida”).
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Preguntas de los lectores
La expresión de Ziporá —“eres novio de sangre para mí”— es poco común. ¿Qué nos dice de su actitud? Al cumplir con los requisitos del pacto de la circuncisión, ella reconoció que existía un pacto con Jehová. El pacto de la Ley establecido posteriormente con los israelitas dejó claro que en un pacto, Jehová asume, por decirlo así, el papel de esposo, y la otra parte, el de esposa (Jeremías 31:32). De manera que al llamar a Jehová (mediante su representante angélico) “novio de sangre”, Ziporá estaba sometiéndose a los términos de ese pacto. Era como si hubiera aceptado la posición de esposa en el pacto de la circuncisión, teniendo por esposo a Jehová. Sea como fuere, gracias a su decidido acto de obediencia al mandato divino, la vida de su hijo ya no corría peligro.
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Por lo tanto, “conocer” no significa simplemente estar informado o saber de algo o alguien. Nabal, un hombre insensato, conocía el nombre de David, pero a pesar de eso preguntó: “¿Quién es David?”, como diciendo: “¿Qué importancia tiene él?”. (1Sa 25:9-11; compárese con 2Sa 8:13.) De igual manera, Faraón le dijo a Moisés: “¿Quién es Jehová, para que yo obedezca su voz y envíe a Israel? No conozco a Jehová en absoluto y, lo que es más, no voy a enviar a Israel”. (Éx 5:1, 2.) Con estas palabras Faraón estaba diciendo que no conocía a Jehová como el Dios verdadero, ni como alguien que poseyera autoridad alguna sobre el rey de Egipto y sus asuntos, ni que tuviera poder para llevar a cabo su voluntad como se había anunciado por medio de Moisés y Aarón. Pero entonces Faraón y todo Egipto, así como los israelitas, llegarían a conocer el verdadero significado de ese nombre, la persona a quien representaba. Como Jehová le mostró a Moisés, eso llegaría como resultado de que Él realizase su propósito para con Israel: liberar al pueblo y darle la Tierra Prometida, cumpliendo así el pacto que había hecho con sus antepasados. De este modo, como Dios dijo, “ustedes ciertamente sabrán que yo soy Jehová su Dios”. (Éx 6:4-8; véase TODOPODEROSO.)