GÁLATAS
Notas de estudio. Capítulo 4
bajo supervisores y mayordomos. En tiempos de Pablo, el sistema de poner a los menores al cuidado de un tutor era bien conocido. A veces se nombraba a un supervisor como tutor legal de un menor para que le administrara sus bienes. Por otro lado, un mayordomo administraba las finanzas de toda una familia. Pablo indica aquí que, si “el heredero es un niño pequeño” y está bajo la custodia de un supervisor o de un mayordomo, sigue siendo “señor” sobre su herencia, pero en la práctica no tiene más derechos sobre esa herencia que un esclavo (Gál 4:1). Vive bajo el control de otras personas hasta que llega a la edad adulta. Pablo utiliza este sistema de tutores para explicar la situación en la que vivieron los judíos bajo la Ley hasta que llegó el tiempo fijado por Dios para que su Hijo los liberara (Gál 4:4-7).
las cosas elementales. Esta expresión se refiere, por lo general, a los elementos básicos de cualquier cosa. Se aplicaba, por ejemplo, a los sonidos y letras individuales del alfabeto griego, que son los componentes básicos de las palabras. Pablo emplea esta expresión aquí y en Col 2:8, 20 con un sentido negativo para referirse a los principios básicos “del mundo”, es decir, de la sociedad humana que está apartada de Dios. Estos principios podían incluir 1) filosofías basadas en la mitología o en razonamientos humanos (Col 2:8), 2) enseñanzas judías que eran contrarias a las Escrituras y fomentaban el ascetismo y “la adoración de los ángeles” (Col 2:18) y 3) la enseñanza de que los cristianos tenían que obedecer la Ley mosaica para obtener la salvación (Gál 4:4-5:4; Col 2:16, 17). Los cristianos de Galacia no necesitaban esas “cosas elementales”, ya que contaban con una forma de adoración superior basada en la fe en Jesucristo. Si se sometían voluntariamente a la Ley mosaica, a la que Pablo compara a un tutor, estarían haciéndose “esclavos” de cosas elementales y serían como niños (Gál 3:23-26). Pero, en vez de ser como niños bajo el cuidado de un tutor, debían mantener una relación con su Padre, Dios, como hijos adultos. Los cristianos nunca deberían regresar a la Ley ni a ninguna de “las débiles y miserables cosas elementales” que promovían las personas que no seguían a Cristo (Gál 4:9)..
se cumplió el tiempo fijado. Lit. “llegó la plenitud del tiempo”. Algunas Biblias usan aquí “el momento oportuno” o “el tiempo establecido”. Este versículo muestra que Jehová había fijado un tiempo para que su Hijo unigénito viniera a la tierra como Mesías y así se cumpliera su promesa acerca de la “descendencia” (Gé 3:15; 49:10). El apóstol Pedro también habló de un “momento en particular” y una “época” relacionados con Cristo (1Pe 1:10-12). En las Escrituras Hebreas se indicó por inspiración que el Mesías aparecería en un momento específico (Da 9:25). Pablo añade en este versículo que Jesús “nació de una mujer”. Eso sucedió en el año 2 antes de nuestra era, cuando nació de una virgen judía llamada María.
nació bajo la ley. Jesús obedeció la Ley mosaica durante todo su ministerio terrestre, pues había nacido judío y, por lo tanto, estaba bajo la Ley (Mt 5:17; ver la nota de estudio de Lu 22:20). Fue solo después de su muerte que se abolió la Ley (Ro 10:4).
comprara y liberara. Esta expresión es la traducción del verbo griego exagorázō. Aquí Pablo dice que Jesús compró y liberó a “los que estaban bajo la ley”, es decir, a los judíos creyentes. Y luego explica para qué lo hizo: “Para que […] así nosotros pudiéramos ser adoptados como hijos”. En este caso, “nosotros” parece incluir a cristianos tanto judíos como gentiles. El mismo verbo griego se usa en Gál 3:13, donde dice: “Cristo nos compró y nos liberó de la maldición de la Ley llegando a ser una maldición en lugar de nosotros”. Ver la nota de estudio de Gál 3:13.
ser adoptados como hijos. En las Escrituras Griegas Cristianas, Pablo menciona varias veces la adopción. Lo hace para referirse a la nueva situación de los cristianos que son llamados y escogidos por Dios. Ellos tienen la perspectiva de conseguir la vida inmortal en el cielo. Como son descendientes de Adán y heredaron su imperfección, son esclavos del pecado. Por lo tanto, no son hijos de Dios cuando nacen. Pero, gracias al sacrificio de Jesús, que expía los pecados, pueden ser adoptados como hijos y convertirse así en “coherederos con Cristo” (Ro 8:14-17). No son ellos los que deciden ser adoptados como hijos de Dios. Es el propio Dios el que lo decide, de acuerdo con su voluntad (Ef 1:5). Él los reconoce como hijos suyos desde el momento en que los engendra mediante su espíritu (Jn 1:12, 13; 1Jn 3:1). Aun así, ellos tienen que mantenerse fieles hasta el fin de su vida en la tierra para recibir la adopción definitiva. Esta adopción se producirá cuando se conviertan en hijos espirituales de Dios (Ro 8:17; Ap 21:7). Por esta razón, Pablo dice: “Esperamos con mucho deseo la adopción como hijos, la liberación por rescate de nuestros cuerpos” (Ro 8:23; ver la nota de estudio de Ro 8:15). El concepto de la adopción era muy conocido en tiempos antiguos. En el mundo grecorromano, la adopción se hacía principalmente para beneficio del que adoptaba, y no del adoptado. Sin embargo, no es así en el caso de Jehová. Pablo destaca que, con amor, Dios inicia el proceso de adopción para beneficiar a los cristianos que adopta (Gál 4:3, 4).
el espíritu de su Hijo. La palabra “espíritu” se refiere aquí al espíritu santo de Dios, o su fuerza activa. Mediante su Hijo, Dios envía su espíritu a los corazones de los cristianos cuando los unge. Comparar con Hch 2:33 y con la nota de estudio de Hch 16:7.
Abba. Palabra hebrea o aramea ((transliterada al griego) que aparece tres veces en las Escrituras Griegas Cristianas. Literalmente significa ‘oh, padre’ o ‘el padre’, y era la forma cariñosa que usaba un hijo al dirigirse a su padre querido (ver la nota de estudio de Mr 14:36). Pablo la emplea en este versículo y en Ro 8:15, y en los dos casos la usa en relación con los cristianos que fueron llamados para ser hijos de Dios engendrados por espíritu. Al haber sido adoptados como hijos de Dios, podían dirigirse a él llamándolo Abba. Ningún esclavo se dirigiría con este término a su amo a menos que este lo hubiera adoptado. Así que, aunque los cristianos ungidos son “esclavos de Dios” por quienes “se pagó un precio”, también son hijos en la familia de un padre cariñoso. Y el espíritu santo les deja totalmente clara su nueva situación (Ro 6:22; 1Co 7:23).
Padre. En las Escrituras Griegas Cristianas, las tres veces que aparece la palabra abba viene seguida de su traducción al griego ho patḗr, expresión que significa literalmente ‘oh, padre’ o ‘el padre’.
conocen a Dios. Muchos cristianos de Galacia habían llegado a conocer a Dios a través de la predicación de Pablo. En este versículo, el verbo griego que se traduce dos veces como “conocer” puede dar a entender que existe una buena relación entre las personas implicadas (1Co 8:3; 2Ti 2:19). Así que “conocer a Dios” no es solo cuestión de tener nociones básicas acerca de Dios, sino de cultivar la amistad con él. Ver la nota de estudio de Jn 17:3.
o, más bien, ahora que Dios los conoce a ustedes. Con estas palabras, Pablo muestra que, para que alguien conozca a Dios, también es necesario que Dios lo conozca a él, es decir, que le dé su reconocimiento o lo apruebe. Según un diccionario, el verbo griego que se traduce aquí como “conocer” implica en este caso ‘mantener una relación personal en la que se reconoce la identidad y el valor de la otra persona’. Pero, para disfrutar del favor de Dios, hay que llevar una vida que esté de acuerdo con la personalidad, las normas y la forma de actuar de él.
miserables. Algunos cristianos de Galacia estaban regresando a “cosas elementales” del pasado. Estas cosas podían ser, entre otras, filosofías humanas o la idea de que había que volver a cumplir la Ley mosaica o al menos algunas partes de ella (Col 2:8, 16-18, 20; ver la nota de estudio de Gál 4:3). Pablo califica estas “cosas elementales” de “miserables”. El término griego original significa literalmente ‘pobre’ o ‘necesitado’. Y en sentido figurado puede referirse a algo ‘despreciable’ o ‘sin valor’. Esas cosas eran verdaderamente “miserables” en comparación con las riquezas espirituales que se pueden conseguir a través de Jesucristo.
días, meses, épocas y años. Aquí Pablo se refiere a ocasiones especiales que el pueblo de Dios tenía que celebrar bajo la Ley mosaica. Entre ellas estaban los sábados y los años sabáticos (Éx 20:8-10; Le 25:4, 8, 11), las lunas nuevas (Nú 10:10; 2Cr 2:4), el Día de Expiación anual (Le 16:29-31), la Pascua (Éx 12:24-27), la Fiesta de los Panes Sin Levadura (Le 23:6), la Fiesta de las Semanas (Éx 34:22) y la Fiesta de las Cabañas (Le 23:34). Todas estas celebraciones tenían lugar en fechas específicas. Algunos cristianos de Galacia habían estado bajo la Ley mosaica y la habían obedecido fielmente por muchos años. Pero, al aprender la verdad acerca del sacrificio redentor de Cristo, aceptaron con alegría los beneficios de ese sacrificio y la liberación de la esclavitud a la Ley mosaica (Hch 13:38, 39). Con razón a Pablo le preocupaban los que estaban volviendo a ser esclavos de la Ley y que celebraban escrupulosamente esas ocasiones especiales (Gál 4:11). Al actuar así estaban demostrando falta de fe en el sacrificio de Cristo. Y lo mismo sucedía si algún cristiano de origen gentil volvía a practicar costumbres paganas de su religión anterior.
debido a una enfermedad. Puede que Pablo tuviera algún problema en los ojos (Gál 4:15; 6:11; comparar con Hch 23:1-5). Fuera cual fuera la enfermedad de la que se habla aquí, contribuyó de algún modo a que él pudiera predicar las buenas noticias en Galacia “por primera vez”. Quizás lo hiciera alrededor de los años 47 o 48 de nuestra era, durante su primer viaje misionero. Fue entonces cuando viajó con Bernabé a Galacia, donde visitaron las ciudades de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe (Hch 13:14, 51; 14:6, 21). Pablo volvió a visitar estas ciudades más tarde, hacia el año 49, antes de escribir esta carta (Hch 15:40-16:1).
se habrían sacado los ojos y me los habrían dado. Pablo emplea aquí una figura retórica común para destacar cuánto cariño le tenían los gálatas. Habrían estado dispuestos a sacrificar por él lo que fuera, hasta algo tan valioso como la vista. Esta imagen sería especialmente apropiada si Pablo sufría de un problema crónico de los ojos, que tal vez fuera la “enfermedad” que acababa de mencionar (Gál 4:13, 14; ver también Hch 23:2-5; 2Co 12:7-9; Gál 6:11).
hijitos míos. En este versículo, Pablo se compara a sí mismo a una madre, y a los cristianos de Galacia, a sus hijos. Y hablando de ellos añade: “Por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto”. Al parecer, Pablo expresa con estas palabras su profundo interés por los hermanos de Galacia y su intenso deseo de verlos convertirse en cristianos maduros. Aunque algunos manuscritos antiguos usan la palabra griega para “hijo” (téknon), otros manuscritos de peso emplean esta misma palabra en diminutivo (tekníon). Basándose en estos últimos, la Traducción del Nuevo Mundo utiliza la expresión “hijitos”. En las Escrituras Griegas Cristianas, el diminutivo se usa con frecuencia para comunicar afecto y familiaridad. Por eso esta expresión también podría traducirse como “queridos hijos” o “amados hijos”. Ver glosario, diminutivo.
la mujer libre. Esta expresión se refiere tanto a la esposa de Abrahán, Sara, como a “la Jerusalén de arriba” (Gál 4:26). Pablo compara la Jerusalén de sus días, que vivía en esclavitud, a “la sirvienta” Agar (Gál 4:25). La nación de Israel, con su capital Jerusalén, no podía ser llamada mujer libre. Y es que la Ley mostraba que los israelitas estaban sometidos al pecado y por lo tanto eran esclavos. En cambio, la esposa simbólica de Dios, la Jerusalén de arriba, siempre ha sido, como Sara, una mujer libre. Todos los que llegan a ser “hijos […] de la mujer libre” han sido liberados por el Hijo de Dios y ya no son esclavos del pecado ni de la Ley mosaica (Gál 4:31; 5:1 y la nota de estudio; Jn 8:34-36).
como cualquier otro humano. Lit. “según la carne”. Ver la nota de estudio de Ro 1:3.
puede verse como una historia simbólica. O “puede entenderse como una alegoría”. Aquí Pablo usa una alegoría, es decir, un relato en el que ciertas personas, objetos y sucesos representan otras cosas. En esta historia simbólica, basada en los capítulos 16 a 21 de Génesis, Pablo hace un contraste entre “la mujer libre”, que es Sara, y “la sirvienta”, que es Agar (Gál 4:22-5:1). Ver galería multimedia, “Las dos mujeres de una historia simbólica”.
estas mujeres representan dos pactos. Estas mujeres son Agar y Sara. Y, al parecer, los dos pactos son el pacto de la Ley mosaica y el pacto con Abrahán. En esta historia, las dos mujeres no simbolizan en sí los dos pactos, sino dos formas distintas en las que Dios se relaciona con su pueblo. Mientras que el pacto de la Ley corresponde a una relación de esclavitud simbólica, el pacto con Abrahán conduce a una relación de verdadera libertad.
como cualquier otro humano. Lit. “según la carne”. Ver la nota de estudio de Ro 1:3.
se puso a perseguir. Pablo está hablando de la persecución a la que se alude en Gé 21:9. Allí se dice que Ismael “se burlaba de Isaac”. Ismael es “el hijo que nació como cualquier otro humano”. En cambio, Isaac es “el hijo […] que nació por obra del espíritu”, ya que Jehová empleó su espíritu santo para devolverles a Abrahán y Sara la capacidad de procrear y así cumplir su promesa (Gé 12:3; 13:14-16; 17:7-9, 19; Gál 4:28). Al llegar a la parte de la “historia simbólica” en la que Ismael persigue a Isaac (Gál 4:24), Pablo establece una conexión con su propia época al decir: “Lo mismo pasa ahora”. Y explica que los discípulos de Jesús ungidos por espíritu, que son los “hijos de la promesa” (Gál 4:28), estaban siendo perseguidos por los judíos, que se consideraban los herederos legítimos de Abrahán.