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¡Despertad! 1970
g70 22/5 págs. 9-12

Viviendo a base de píldoras

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las Islas Británicas

“PÍLDORAS PARA ADELGAZAR MATAN A INFANTES.”

“PÍLDORA PARA EL CONTROL DE LA NATALIDAD MATA A MADRE DE CUATRO.”

Aquí en la Gran Bretaña nos encaramos a titulares claros como ésos de vez en cuando en nuestros diarios. En un país donde disfrutamos de los beneficios de un Servicio Nacional de Salud “gratuito” y donde muchas personas viven a base de píldoras, esas tragedias son recordatorios crasos de los peligros de las drogas.

Una encuesta reciente que llevó a cabo la popular revista para automovilistas Drive reveló que un automovilista británico de cada siete maneja bajo la influencia de drogas. Los datos publicados por la Asociación de la Industria Farmacéutica Británica demuestran que en 1967 los doctores de familia de Inglaterra y Gales expidieron un total de 271 millones de recetas de drogas. Y aparte de las recetas de los doctores, casi toda persona obtiene fácilmente preparados médicos que se usan comúnmente, como la aspirina.

Los informes indican que no solo en Inglaterra, sino en el continente europeo, en los Estados Unidos y en otras partes del mundo un número cada vez más grande de personas están recurriendo a utilizar drogas. Lo están haciendo a tal grado que las drogas han llegado a ser una parte acepta de su rutina cotidiana. Comentando sobre la situación en los Estados Unidos, el Dr. M. M. Wintrobe, profesor de medicina del Colegio de Medicina de la Universidad de Utah, dijo esto: “Algunos miembros de nuestra sociedad moderna se comportan como si la vida fuese un proceso de existencia que difícilmente se pudiera mantener o aguantar sin tomar una serie continua de drogas maravillosas.”

Se reconoce sin reservas que en los Estados Unidos y en la Gran Bretaña algunos doctores se inclinan a recetar en demasía. En un discurso sobre el “Uso y abuso de las drogas” sir Derrick Dunlop comentó sobre tres de las causas del recetar en demasía: “Hay las demandas insistentes del público . . . En segundo lugar, hay insuficientes doctores para el aumento de población: es consumidor de tiempo el llevar una historia clínica cuidadosa, el llevar a cabo un examen cabal y dar consejo prudente, pero solo se requiere un instante para escribir una receta para un remedio sintomático, y esto a menudo satisface al paciente . . . En tercer lugar, hay la formidable y hábil promoción de drogas de parte de los establecimientos farmacéuticos, algunos de los cuales merecen crítica justificada al violar la verdad y el buen gusto.” (Bastardillas nuestras.)

Factores semejantes aplican en cuanto a la automedicación. Algunos individuos tienen un deseo insaciable de píldoras. Les parece más fácil, más rápido y más barato ir a la farmacia que determinar la causa de su problema y abordarlo. En otros sin duda los anuncios de la radio, la televisión y las revistas que recomiendan remedios para todo mal ejercen influencia.

Quizás uno de los más importantes factores que contribuyen al consumo aumentado de píldoras en la actualidad es el tremendo aumento del número de drogas que ahora están disponibles para el tratamiento de las enfermedades. Algunas de éstas en realidad han sido provechosas. Sin embargo, al mismo tiempo, el gran aumento en la cantidad de drogas —lo que se ha descrito como la “explosión terapéutica”— ha producido sus propios peligros.

Peligros de las drogas modernas

Nunca antes ha estado tan consciente la profesión médica de los peligros concomitantes al uso de las drogas modernas como lo está actualmente. Grandemente responsable de esto fue el desastre de a principios de los años 60 que acarreó la muerte o crasa deformidad a millares de nenes que les nacieron a madres que habían tomado lo que había parecido ser una pastilla segura para dormir que contenía talidomida.

Aparte de los efectos teratogénicos (o que causan deformidad), las drogas modernas que recetan los doctores pueden producir, directa o indirectamente, un extenso espectro de reacciones y enfermedades adversas, incluso salpullidos, derrame de sangre en la piel, derrames de sangre en el estómago o los intestinos, hemorragias en el cerebro, infecciones de varias clases, perturbaciones endocrinas como diabetes, hiper-tiroidismo e hipo-tiroidismo, úlceras gástricas y duodenales, enfermedad del hígado, enfermedad de los riñones, enfermedades de los huesos y el tuétano, afición a las drogas, enfermedad mental y hasta pérdida del juicio. ¡Una lista verdaderamente formidable!

Durante un simposio sobre el tema de las enfermedades que inducen las drogas, el Dr. Louis Lasagna, de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, de Baltimore, dijo: “No solo es evidente que existe un problema, sino también que, a pesar de la frecuencia más o menos elevada de las dificultades que se informan a causa de las drogas, los casos publicados solo constituyen la punta flotante de un témpano de hielo, quedando oculta bajo la superficie de nuestro conocimiento gran parte de la dificultad.”

Al considerar los efectos tóxicos de las drogas, sir Derrick Dunlop dio alguna idea de la magnitud del problema en la Gran Bretaña cuando dijo: “Se ha calculado que de 10 a 15% de los pacientes de nuestros hospitales generales sufren a un grado mayor o menor a causa de nuestros esfuerzos por administrarles tratamiento... por enfermedades iatrogénicas como se llaman [es decir, causadas por el médico], o, con más optimismo, por enfermedades que se deben al progreso médico.”

Tomando en cuenta los peligros de la moderna terapia de drogas se comprende por qué muchos países ahora han establecido organizaciones gubernamentales que superentienden la introducción y el uso de las drogas y también publican advertencias y recomiendan que se retire una droga cuando es necesario.

Pero, ¿qué hay de las píldoras que la gente está tomando diariamente sin daño manifiesto, píldoras que algunos médicos se inclinan a recetar en demasía o que se pueden comprar fácilmente sin receta del químico o farmacéutico local? ¿Han de clasificarse junto con las drogas que pueden inducir enfermedad? ¿Cuál sería el punto de vista apropiado sobre el uso de esas píldoras? Consideremos unas cuantas.

Píldoras estimulantes y píldoras para adelgazar

Las drogas que se usan más comúnmente en las píldoras “estimulantes” y las pastillas para adelgazar son las que pertenecen al grupo de drogas de anfetamina y que están disponibles bajo una cantidad extensa de marcas. Actúan en el cerebro de tal manera que las sensaciones de cansancio desaparecen. El individuo llega a estar más activo mental y físicamente, más alegre y más confiado, aunque puede que deteriore la eficacia en el trabajo. También suprimen el apetito por algún tiempo. Su efecto en el corazón es semejante al de la adrenalina que se suelta durante arranques de cólera, es decir, hay un aumento en la velocidad y fuerza del ritmo cardíaco y un estrechamiento en los vasos sanguíneos.

¿Se puede “azotar” el corazón y el cerebro así sin correr peligros? ¿Es prudente privar al cuerpo del cuidado y descanso apropiados que realmente necesita? Ni pensarlo, y ciertamente no a riesgo de desarrollar perturbaciones serias del comportamiento, insomnio y hasta afición. Algunos que toman anfetaminas por largos períodos de tiempo llegan a estar tensos y tirantes; algunos han desarrollado alta presión arterial e insuficiencia cardíaca, y otros, una pérdida del juicio estrechamente análoga a la esquizofrenia. En vista de estos riesgos envueltos, algunas autoridades médicas creen que estas drogas no se deben usar para la obesidad.

Hipnóticos; sedativos; calmantes

Los doctores a menudo recetan drogas que inducen el sueño (hipnóticos), drogas para calmar al paciente de angustia aguda (sedativos), o drogas para disminuir la inquietud o la tensión (calmantes) y esta frecuencia permite que se abuse de ellas. Estas drogas simplemente suministran alivio pasajero de los síntomas y jamás pueden curar la causa básica.

Aunque sin duda hay circunstancias en que el usar estas drogas por poco tiempo es eficaz y provechoso, por lo general es indeseable el que sean administradas por mucho tiempo.

Las drogas de esta categoría deprimen el sistema nervioso central. Un individuo que de no haberlas tomado sería saludable fácilmente puede llegar a depender física y emocionalmente de estas drogas, con el resultado de aficionarse a ellas. También, el manejar un auto puede ser muy peligroso cuando el conductor está bajo la influencia de ellas. En combinación con el alcohol, algunos hipnóticos y calmantes pueden tener efectos letales.

Analgésicos

Drogas para aliviar el dolor se pueden obtener fácilmente en casi todos los países sin receta, y probablemente están entre las que ocupan el lugar más alto en la lista de píldoras a base de las cuales la gente ‘vive’ hoy. El nombre “analgesia” significa literalmente “pérdida de la sensibilidad al dolor” y es un recordatorio de que el dolor es una sensación, no una enfermedad. En los analgésicos se incluye la aspirina (o ácido acetilsalicílico), así como otras drogas que privan del dolor como la fenacetina (o acetofenetidina) y el parecetamol, a veces en combinación con otras drogas.

Probablemente estas drogas disminuyen el dolor por actuar en una parte del cerebro que se llama el tálamo. Siendo antipiréticas, también disminuyen eficazmente una temperatura alta, y por ello se les anuncia y utiliza extensamente como remedios para dolores de garganta, resfriados comunes y enfermedades gripales. Algunos consideran particularmente la aspirina como panacea para toda clase de males... para indigestión, para calmar los nervios, para estimular el sueño, etc. Pero, ¿son enteramente innocuas estas drogas?

En años recientes se ha descubierto que la aspirina con frecuencia produce un derrame de sangre en el estómago. ¿Con cuánta frecuencia? Se informa que en un 50 a 70 por ciento de la gente que toma aspirina ocurre un lento fluir de aproximadamente una cucharadita de sangre derramada por día. En ciertos individuos, la pérdida de sangre es mayor y puede resultar en anemia por deficiencia de hierro; en unos cuantos individuos puede poner en peligro la vida como resultado de pérdida de sangre en grandes proporciones. Se cree que la aspirina afecta de alguna manera la mucosidad que protege el forro del estómago. Entonces los jugos gástricos, o la aspirina misma, dañan el forro epitelial y causan pequeñas erosiones o úlceras que sangran.

Se reconoce que el usar por mucho tiempo la fenacetina, que se encuentra comúnmente en muchos remedios que eliminan el dolor, puede ser peligroso debido al efecto perjudicial que tiene en los riñones. En Suecia, la fenacetina solo se obtiene con receta de médico, y en la Gran Bretaña a todos los diabéticos y pacientes de enfermedades de los riñones se les advierte que eviten la fenacetina.

El paracetamol, derivado de la fenacetina, no causa ni indigestión ni hace sangrar el estómago y en este respecto tiene ventajas sobre la aspirina. Aun así, todavía no se sabe si tiene efecto perjudicial en los riñones.

Por lo tanto, los analgésicos no están enteramente libres de riesgos. Así pues, cuando sea posible, el proceder sabio es tratar la causa del dolor más bien que simplemente poner una máscara sobre el síntoma por medio de drogas eliminadoras del dolor que actúan en el cerebro.

Punto de vista equilibrado

Aunque las drogas modernas pueden ser peligrosas, su uso prudente bajo superintendencia médica puede ser provechoso para la salud. Así, en el caso de algunos individuos el uso con regularidad de ciertas drogas ayuda a mantener una norma razonable de salud. Por ejemplo, para los que padecen de epilepsia, artritis reumatoidea, enfermedades del corazón, diabetes o enfermedades de los riñones, las drogas pueden ser una ayuda valiosa. Hasta pueden ayudar a impedir la enfermedad, como sucede con los que usan drogas antipalúdicas en países donde todavía abunda el paludismo. Para otros pacientes el ‘vivir a base de píldoras’ es aun más vital y puede que tenga que continuarse indefinidamente debido a que la enfermedad haya resultado en algún defecto en la absorción o metabolismo de sustancias esenciales a la vida, como la vitamina B12, la hormona tiroidea, cortisona o insulina.

Sin embargo, para muchos hoy el ‘vivir a base de píldoras’ ha llegado a ser un hábito perjudicial más bien que una necesidad saludable. La mayoría de estas drogas actúan en el cerebro y no lo hacen sin efectos secundarios malos. ¿Es prudente tocar esas partes vitales de nuestro cuerpo? ¿Es prudente arriesgarse cuando no es necesario?

Necesitamos el mismo punto de vista equilibrado del practicante médico que es verdaderamente concienzudo y que por lo tanto compara los peligros de las drogas modernas con sus beneficios antes de extender una receta. Al mantener un punto de vista semejante, restringiremos el uso de las píldoras que contienen drogas a las ocasiones en que realmente las necesitemos.

¡Cuánto más prudente es dar atención apropiada a nuestra salud suministrando a nuestros cuerpos buen alimento nutritivo, descanso y sueño adecuados, más bien que hacer un hábito de satisfacerlos con drogas innecesarias! Importante, también, es el alimentar con regularidad nuestra mente con alimento espiritual que promueva la salud, algo que se encuentra en la Palabra de Dios. Esto puede resultar en salud espiritual y bendiciones de Dios.

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