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  • Yo fui comunista
  • ¡Despertad! 1970
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¡Despertad! 1970
g70 22/5 págs. 13-15

Yo fui comunista

SIENDO ya un muchacho en los primeros años 40, aprendí mucho acerca del comunismo, puesto que mi padre era un entusiasta comunista. Fui criado en un hogar de la clase media en Suecia, y como sucede con la mayoría de los muchachos, mi padre era mi ideal. Le ayudaba a distribuir folletos de propaganda comunista en nuestro vecindario. Y aunque el comunismo es legal y está representado en el parlamento, no era popular y yo soportaba mofa de parte de mis compañeros de juego.

Como adolescente creo que difería en algunos respectos de otros muchachos y muchachas de mi edad. Me interesaba en los problemas mundiales y tenía un punto de vista más serio en cuanto al futuro. Y mientras más aprendía en cuanto a la ideología comunista, más convencido llegaba a estar de que el comunismo era la única solución para la humanidad angustiada.

Paz por medio del comunismo

Entonces llegó el tiempo en que yo debía efectuar el servicio militar. El contacto diario con las municiones y los instrumentos de matanza aumentó mi aversión a la guerra y la violencia. El programa del partido comunista de Suecia exigía una reducción importante de los armamentos suecos y con el tiempo un desarme total. Esto me atraía. Me podía imaginar un mundo comunista futuro sin armas y sin guerra. Llegué a estar convencido de que, principalmente por medios pacíficos, el comunismo conquistaría al mundo.

Cuando terminé el servicio militar tenía el deseo ferviente de mejorar el mundo, y decidí que la mejor manera de hacerlo era apoyando los esfuerzos del comunismo. Leí todo lo que pude hallar acerca del programa del partido. Aprendí que el poder del capitalismo y el imperialismo tenía que ser roto, que las naciones serían unidas bajo una sola forma de gobierno, y que el mundo llegaría a ser una gran sociedad colectiva sin distinciones de clases ni brechas por salarios.

El partido comunista prometía trabajar para el desarme, la disolución de los pactos militares, el remover tropas y bases de territorios extranjeros, acuerdos para proscripción de las pruebas nucleares, proscripción de las armas nucleares y la destrucción de almacenamientos nucleares existentes. Para mí esto parecía el mejor programa del mundo. Pensé que tenía que hacerme un propagandista activo de esta norma. Mi primer ‘converso’ fue mi joven esposa, cuyos padres eran demócratas sociales. Ingresamos en una organización juvenil comunista de Suecia que se llama DU, que en sueco representa Juventud Democrática.

Ingresé al partido

En el otoño de 1959 solicité que se me aceptara como miembro del partido comunista. Como los comunistas se interesan en tener un partido de lo selecto y no un partido de las masas, hay ciertos requisitos que uno tiene que satisfacer para poder ser miembro. Sin embargo, en Suecia los requisitos son algo indulgentes en comparación con los de los países comunistas o donde el comunismo es ilegal. Satisfice los requisitos y recibí mi libro que me acreditaba como miembro después de pagar mi cuota, que fue de cuarenta coronas suecas (8 dólares) por el primer año. Mi esposa todavía era demasiado joven para ser miembro.

Como miembro de la DU y del partido comunista, tuve muchas oportunidades para familiarizarme con los comunistas, jóvenes y ancianos. Algunos de ellos eran personas refinadas. Sin embargo, quedamos desilusionados cuando notamos que la mayoría de los jóvenes de la organización DU solo se presentaba a las reuniones cuando había baile y diversión en el programa. Solo unos cuantos venían en las noches de estudio. Parecía que a pocos les interesaba el asumir responsabilidad.

Otro punto de vista

En nuestras reuniones jamás considerábamos asuntos religiosos, pero los estatutos del partido indicaban que cada miembro siempre debería ser tratado con respeto y tolerancia, prescindiendo de cuáles fueran sus valores religiosos y éticos. En consecuencia, cuando mi esposa y yo fuimos visitados un día por un ministro de los testigos de Jehová no pudimos ver razón alguna por la cual no deberíamos tratarlo de la misma manera respetuosa. Pronto nos encontramos entablando excelentes conversaciones sobre temas que nos interesaban, especialmente acerca de cómo se establecerán condiciones pacíficas en la Tierra.

Al principio pensamos que las expectativas del nuevo orden de paz acerca del cual él hablaba tanto eran muy semejantes al nuevo orden que los comunistas prometían establecer. Pero poco a poco pudo mostrarnos que la manera o medio de establecer y conservar un nuevo orden de esa clase tenía que depender de una fuente superior al hombre. Hizo notar con los hechos de la historia como, uno tras otro, los sistemas políticos de hechura humana no habían podido establecer la paz.

Un tiempo de decisión

Fue en una reunión del partido comunista a principios de 1961 que decidí familiarizarme más con la congregación local de los testigos de Jehová. Recuerdo haber estado sentado en aquella reunión del partido observando a mis compañeros comunistas en acción, y pensando: ¿Cómo puede establecerse y conservarse jamás una sociedad humana justa por medio de hombres imperfectos como éstos? ¿Sobre qué base pueden garantizar paz, justicia e igualdad duraderas? ¿Cómo pueden garantizar la honradez que se exigiría de los súbditos de una sociedad en que todos los recursos de la Tierra fueran a ser distribuidos equitativamente? ¿Cómo pueden garantizar el amor verdadero que se necesitaría para mantener junta una sociedad de esa índole, cuando ni siquiera usan la palabra amor en su programa? ¿Cómo pueden resolver los problemas verdaderamente grandes de la humanidad, como la enfermedad, la vejez y la muerte?

Súbitamente oí que alguien mencionó mi nombre desde la plataforma. Agucé los oídos y escuché que me habían escogido para cierta comisión en el ejecutivo del partido. ¿Qué debería hacer? Aquella noche después de la reunión le dije al presidente que no podía aceptar la comisión.

Poco después renuncié como miembro del partido, y tanto mi esposa como yo renunciamos a ser miembros de la DU. El presidente trató de persuadirnos, diciendo: “No es preciso que dejen el partido por razones religiosas; hasta hay sacerdotes que son miembros.” Explicamos que nosotros no seguíamos el ejemplo de los sacerdotes.

Haciendo comparaciones

Aunque yo había renunciado al partido, todavía teníamos raíces en el comunismo. No estábamos seguros del todo en cuanto a qué hacer. En julio de 1961 habría de celebrarse la llamada Östersjöveckan (Semana del Mar Báltico) en Rostock, Alemania Oriental. Es una reunión comunista internacional anual con delegados que principalmente proceden de los países alrededor del mar Báltico. Mi esposa y yo habíamos estado planeando asistir. Pero surgió un conflicto mental debido a que los testigos de Jehová estaban celebrando una asamblea internacional en Copenhague esa misma semana. Decidimos ir a Rostock.

Todo el tiempo que estuvimos en Rostock tratamos de comparar ‘nuestra asamblea’ con la asamblea a la que estaban asistiendo los Testigos en Copenhague. Notamos la conducta de ‘nuestros delegados’ y pensamos en la conducta de los Testigos. Debo decir que nos desilusionamos con muchos de ‘nuestros delegados.’ Fumaban y bebían muchísimo y la norma moral no era muy elevada. A veces había riñas y dificultades. Nos decíamos uno al otro: ‘Esto ciertamente no está sucediendo entre los Testigos en Copenhague.’ Teníamos presente la buena conducta de los Testigos que conocíamos en Suecia. Habíamos notado que ellos no fumaban, no se emborrachaban ni participaban en inmoralidad. También pensamos en su firme posición neutral en cuanto a la política.

La negativa consistente de los testigos de Jehová en cuanto a participar en la guerra había producido una impresión profunda en nosotros. A menudo los comunistas hablaban de los horrores de la guerra y especialmente de la guerra nuclear. Pero muchas veces nos preguntábamos: ¿Por qué los comunistas mismos no repudian toda conexión con las guerras de las naciones como lo hacen los Testigos? ¿Para qué todo este hablar acerca de no matar a la gente con bombas nucleares cuando los comunistas mismos aprenden a matar con armas de fuego? ¿Qué diferencia habría entre una cosa y otra para las víctimas? Durante la Semana del Mar Báltico los comunistas hablaron mucho acerca del mar Báltico como el “mar de la paz,” y alegaron que los países alrededor del mar Báltico deberían formar una zona libre de armas nucleares. Pero, ¿por qué acompañaron los rusos en aquel tiempo esta alegación con detonaciones de bombas de hidrógeno superpoderosas en Novaya Zemlya, a solo 1.600 kilómetros del mar Báltico?

Las preguntas se apilaban. Por supuesto, sabíamos que los comunistas tenían sus explicaciones, pero para entonces deseábamos más que explicaciones... deseábamos prueba de que el sistema comunista podría ayudar a la gente a vivir junta en paz. La prueba de eso estaba ausente. Por otra parte, sabíamos las circunstancias deseables que reinaban entre los testigos de Jehová. De modo que al regresar de Rostock a casa concordamos en que habíamos estado en el lugar donde no nos convenía. Deberíamos haber estado en Copenhague entre los testigos de Jehová.

En el otoño de 1961 eliminamos de nuestra vida y hogar toda literatura política y atea. El año de 1961 fue uno de grandes cambios para nosotros, y lo terminamos simbolizando nuestra dedicación a Jehová Dios mediante bautismo en agua el 31 de diciembre. Desde entonces hemos estado activos en enseñar a otros —incluso a nuestro hijito— acerca del pacífico nuevo orden de cosas de Dios.

Durante los últimos cinco años hemos tenido el privilegio de servir de ministros de tiempo cabal, usando la mayor parte de nuestro tiempo en predicar y enseñar la Biblia. Y en agosto de 1969, cuando los testigos de Jehová tuvieron su Asamblea Internacional “Paz en la Tierra” en Copenhague, Dinamarca, estuvimos allí y aprendimos más, no solo acerca de la esperanza de un mejor sistema en el cual vivir, sino también acerca del medio verdadero que lo realizará... el reino de Dios bajo su Rey reinante, Jesucristo.—Contribuido.

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