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  • Agradecidos por la obra de los testigos de Jehová
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¡Despertad! 1970
g70 22/5 pág. 24

Agradecidos por la obra de los testigos de Jehová

¿QUÉ piensan las personas de corazón sincero y honrado cuando los testigos de Jehová las visitan en sus hogares? Sí, ¿cuáles son sus sentimientos en cuanto a los esfuerzos de los Testigos por hablarles acerca de la Biblia y su mensaje dador de vida? Considere lo que dijo acerca de ello este matrimonio de Los Ángeles, California:

“Un domingo por la mañana una anciana llamó a nuestra puerta. Era extranjera y era un poco difícil entenderle lo que decía. En aquella ocasión no entendí del todo con qué propósito visitaba nuestro hogar, pero ella sí aclaró que estaba participando en una obra educativa bíblica. Escuché lo que decía por dos razones. La primera fue que admiraba el hecho de que tuviera tanta fe en su religión que hiciera grandes esfuerzos por compartir sus creencias conmigo. Yo sabía que no era fácil para ella hacer esto, porque no hablaba buen inglés. ¿Cómo no había de prestarle atención? Se interesaba tanto en mí . . . que venía a mi casa simplemente para compartir conmigo las cosas que había aprendido. La segunda razón por la que le presté atención fue su tema.

“Mi esposa era episcopal y yo era luterano. Habíamos probado ambas iglesias y no solo estábamos desilusionados, sino hasta disgustados. Probamos otras iglesias, también, pero jamás quedamos satisfechos. Yo creía que se necesitaba más en la religión que solo el congregarse, hacer donaciones, cantar cánticos y una vez a la semana escuchar sermones de media hora que jamás enseñaban algo que valiera la pena. De modo que cuando esta anciana vino a nuestra casa, estábamos escudriñando y definidamente nos interesamos en lo que dijo acerca de la Biblia. Su primera visita fue corta y nos dejó un libro que explicaba la Biblia. . . .

“Esta señora fue muy bondadosa. No nos olvidó. Dos semanas después de esta primera visita regresó con el ministro presidente de la congregación local de los testigos de Jehová. Quedé tan impresionado por el interés de ellos en nosotros y por el conocimiento que tenía él de la Biblia que comenzamos a estudiar inmediatamente la Biblia con ellos.

“Progresamos lentamente, pues nos enfrentamos a muchos problemas, pero continuamos aprendiendo. Después de haber estudiado por unos dos meses mi esposa vino a mí y dijo: ‘Bob, estoy muy desorientada y perturbada debido a que las cosas que estamos aprendiendo son diferentes de lo que se me ha enseñado toda la vida.’ Entonces me preguntó si podríamos descontinuar nuestro estudio bíblico. Tuve que disentir con ella, porque no pensaba lo mismo. Le contesté, ‘No, Sharon, no descontinuaremos nuestro estudio. Estoy aprendiendo y agradezco el que ellos estén dispuestos a emplear su tiempo enseñándonos las cosas que han aprendido.’ . . . Pronto llegó a estar tan deseosa como yo de continuar nuestro estudio bíblico.

“No siempre fue fácil aceptar las cosas que se nos estaban enseñando, aunque cada punto estaba fuertemente apoyado por la Biblia. Hubo conflictos con nuestra familia y nuestros amigos. Tuvimos que hacer cambios en cuanto a muchas cosas que estábamos haciendo. Se nos hizo difícil renunciar a las fiestas paganas. También fue difícil para mi padre entender y aceptar los cambios que acontecieron en nuestra vida, y esto fue duro para nosotros, también. Pero comprendimos que estábamos en la senda correcta y continuamos estudiando. En ciertas ocasiones se presentaron cosas que no podíamos entender ni aceptar plenamente entonces, pero la persona que estudiaba con nosotros nos aconsejó que no permitiéramos que ningún punto individual llegara a ser una piedra de tropiezo o se interpusiera en nuestro progreso mientras aprendíamos lo que enseñaba la Biblia. Aceptamos su consejo y guardamos en la memoria los puntos que no nos parecían muy claros. Hasta los escribimos. Más tarde, por medio del estudio continuo, descubrimos que estos puntos se fueron aclarando. . . .

“Se nos invitó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová, y después de una corriente constante de estas invitaciones comenzamos a asistir a ellas. Primero, a las conferencias públicas los domingos, luego al estudio bíblico local el martes por la noche, luego al estudio de La Atalaya, y finalmente a la Escuela del Ministerio Teocrático y a la reunión de servicio. En poco tiempo estuvimos aprendiendo cada vez más. Sí, mientras más aprendíamos, más deseábamos aprender. En poco tiempo comenzamos a salir y compartir con otros lo que estábamos aprendiendo. . . .

“Ahora no encontramos suficientes horas en la semana para lo que queremos hacer. La verdad de Dios ha llegado a ser una parte muy importante de nuestra vida.”

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