Paladee el sabor chino
POR EL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN TAIWAN
¿HA TENIDO usted la experiencia de preparar una comida china? Habiendo llegado hace poco aquí a Taiwan, disfruté de esta fascinante experiencia. Una vecina, la Sra. Chen, concordó en ayudarme a preparar esta comida para nuestra familia de seis. De hecho, estuvo muy dispuesta.
El día señalado la Sra. Chen llegó temprano... a las ocho de la mañana. Tuvimos un intercambio de saludos en chino. Ya he aprendido a decir por lo menos esto en chino mandarín. Pronto cambiamos a inglés y dijo: “Vamos antes de que haya demasiada gente en el mercado.”
Al mercado
Usamos como atajo un angosto callejón. Hay niñitos por todas partes. Las mujeres están sacando a secar su ropa lavada cotidiana, colgando la ropa de largas pértigas de bambú que luego se suspenden a través del callejón de una cerca a la otra. Nos abrimos paso agachándonos y esquivando la ropa lavada.
Más cerca del mercado aumentan las muchedumbres. El ir de compras diariamente es la costumbre, el hábito de siglos, aunque cada vez se va haciendo más común alguna refrigeración casera. A la mitad de la mañana el mercado estará completamente lleno de gente, y lo mejor de la carne, el pescado y las legumbres habrá sido escogido. Me alegro de haber llegado temprano.
El mercado Chang Chun Lu (Camino de la Eterna Primavera) difícilmente pertenece a la familia de los supermercados... nada de hileras de resplandecientes mercancías enlatadas, empaquetadas y congeladas. Más bien, el mercado principal tiene un techo grande semejante a un pabellón, que abriga a más de sesenta puestecitos que venden todo lo de la línea de alimentos frescos. Afuera, veintenas de puestecitos se encuentran a ambos lados del Chang Chun Lu.
“Primero compremos la carne de cerdo,” dice la Sra. Chen.
Oh, sí. Hoy prepararemos carne de cerdo agridulce.
¡Fíjese en esos puestos de carne! Lomos, espaldillas, trozos de lardo, huesos y entrañas colgando delante de nuestros ojos! Están allí para escogerlos y apretarlos, para tentarlos y elegirlos como uno desee.
La Sra. Chen escoge un pedazo de lomo compacto, de color rosa claro y de apariencia blanda, pidiendo un “chin” (que se pronuncia “yin”). Un chin equivale a aproximadamente 600 gramos. Cada chin se divide en dieciséis liangs. El carnicero usa una báscula de pesos deslizantes que sostiene en la mano. Nuestra carne cuelga de un gancho que está en el extremo corto mientras que el carnicero desliza el peso en el otro extremo hasta que se alcanza un equilibrio. Salimos con un chin de lomo de cerdo envuelto en una hoja de plátano y bien atado con una cuerda de hierba.
Enseguida la Sra. Chen procede a escoger las mejores legumbres. Necesitamos cebolla, gengibre y espinacas para la sopa de pollo y espinacas. La col y los hongos frescos constituirán el platillo de legumbres que hemos escogido para complementar la carne de cerdo agridulce. Hay un regateo, y ahorramos algún dinero en los hongos. Noto que el regateo parece una costumbre aquí.
Necesitamos alguna fruta, pero ésta se consigue afuera a los lados de la calle. Encontramos hileras de pollos y patos rellenos colgados a ambos lados del camino que escogemos para salir. También hay canastas grandes de mimbre llenas de aves ruidosas, que cloquean y graznan, para las personas que deseen comprarlas vivas. Compramos un pedacito de pechuga de pollo para utilizarlo en nuestra sopa. Al salir notamos a una señora que escoge algunos pececitos vivos de un tanque de agua de poca profundidad lleno de peces y anguilas, todos retorciéndose y coleando juntos en sus últimos momentos.
Afuera, escogemos de uno de los puestos de fruta algunas mandarinas y la mitad de una sandía grande que hace que se nos haga agua la boca. La sandía, comenta la Sra. Chen, servirá para agregar justamente el sabor apropiado que rematará nuestra comida.
El trabajo en la cocina
¡Comienzan los quehaceres en casa! Hay que cortar todas las legumbres y la carne en tamaños y formas que se puedan manejar fácilmente con los palillos. La comodidad al utilizar los palillos es una razón para tener este cuidado, pero también contribuye a que la comida se vea atractiva. Parece que los chinos consideran tres cosas importantes al preparar una comida: atracción a la vista, aroma y, por supuesto, respuesta entusiástica de las papilas del gusto.
Las legumbres que acabo de cortar ciertamente satisfacen el primer requisito. Son muy coloridas y atractivas. Y el caldo de pollo que la Sra. Chen tiene hirviendo en la estufa comienza a satisfacer el segundo requisito... ¡el aroma del gengibre y el pollo es delicioso! Más tarde, la carne de pollo será deshebrada y, junto con las espinacas y los fideos, condimentos y un poco de vino, se agregará al caldo para preparar nuestra sopa de pollo y espinacas.
La receta
Como una experta la Sra. Chen rebana los hongos preparándolos para el platillo de legumbres de col y hongos fritos. Me pide que corte el chin (600 gramos) de lomo de cerdo en cubitos de dos centímetros y medio. Luego mezclamos 1 1⁄2 cucharadas de vino de arroz (el vino de Jerez puede sustituirlo), 2 1⁄2 cucharadas de salsa de soja, 2 1⁄2 cucharadas de harina, 1 1⁄2 cucharadas de almidón de maíz y luego se agregan los cubitos de carne de cerdo a estos ingredientes, cubriéndolos cabalmente con la mezcla.
El aceite de ajonjolí ya está calentado y la Sra. Chen fríe bien la carne de cerdo hasta que queda dorada. La cocina está llena de aromas que despiertan el apetito. Ponemos a un lado la carne de cerdo cocinada.
Ahora preparamos la salsa agridulce. Mezclamos 8 cucharadas de azúcar, 5 cucharadas de salsa de soja, 1 1⁄2 cucharadas de vino de arroz, 2 1⁄2 cucharadas de vinagre y 5 cucharadas de salsa de tomate. Esta es la mezcla de la salsa agridulce.
Entre las legumbres que he preparado hay 4 pimientos cortados en cuatro partes y a los cuales les he quitado las semillas, una cebolla de tamaño medio en cuatro partes, una zanahoria de tamaño medio cortada en rajitas y hervidas de 7 a 8 minutos, un vástago de bambú cortado en rajitas, 3 rebanadas de piña, cada una dividida en cuatro partes. Ahora todo está listo para el cocimiento final, que solo requiere unos cuantos minutos.
Cocinarlo al estilo chino
La cazuela china mide aproximadamente 35 centímetros de diámetro, 13 centímetros de profundidad y está hecha de hierro en lámina más o menos delgado. En el fondo redondeado se concentra el calor y no hay rincones que impidan quitar alimento o grasa acumulados.
La Sra. Chen calienta aproximadamente 6 cucharadas de aceite en la cazuela, sobre una llama muy fuerte. El aceite tiene que estar muy caliente, al grado de comenzar a despedir humo. ¡Ah, allí está el humo! Adentro van a dar las legumbres preparadas. ¡Cómo crujen y sisean al tocar la cazuela caliente! El cocinar así con temperatura alta conserva el color, el sabor y la textura originales del alimento.
Si se empiezan a quemar las legumbres, aconseja la Sra. Chen, no baje la llama. Simplemente agrégueles un poco más de aceite y agítelas más aprisa. El color es la guía para saber cuándo están bien cocidas. Cuando las legumbres verdes están crespas y están en su color verde más brillante y antes de que empiecen a deteriorarse a un color amarillo verde, están listas. ¡Qué mal sabor tienen para el gastrónomo chino las legumbres cocidas en demasía! Pero, por supuesto, tampoco deben parecer crudas.
La Sra. Chen cuidadosamente juzga el momento correcto —los segundos cuentan— y agrega la mezcla de la salsa agridulce. Esto pronto hierve y ella vierte dentro una mezcla de 1 1⁄2 cucharadas de almidón de maíz y 2⁄3 de una taza de agua. La Sra. Chen agita esto constantemente. Al espesarse un poco el líquido, mezcla bien la carne de cerdo frita. ¡Ya está!
La familia, no experta con los palillos, luchando un poco pero llena de entusiasmo, paladea junto con gran cantidad de arroz blanco esponjoso la carne de cerdo agridulce que le hace la boca agua. Aclaman también como digno de reyes el platillo de legumbres de col y hongos fritos. La sopa viene a lo último, ya que es costumbre china y complementa deleitablemente los otros platillos. Al consumir finalmente las rebanadas de sandía estamos más que listos para elogiar a la Sra. Chen y agradecerle el que hayamos paladeado el sabor chino.