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¡Despertad! 1970
g70 8/9 págs. 12-15

¿Abriga su doctor temor de usted?

¡CUÁN a menudo han expresado los pacientes temor o ansiedad en cuanto a ir al consultorio del doctor! Sin embargo, parece que ahora puede invertirse la situación.

Recientemente un Subcomité del Senado de los Estados Unidos sobre la Reorganización Ejecutiva terminó un estudio de dos años sobre el problema del tratamiento médico erróneo en los Estados Unidos. Según el Medical Tribune del 1 de diciembre de 1969, el informe hizo notar lo siguiente: “La creciente cantidad de acciones judiciales contra el tratamiento erróneo está obligando a los médicos a practicar lo que llaman ‘medicina defensiva,’ considerando a cada paciente como un posible demandante por tratamiento erróneo.”

El temor de un litigio está haciendo que médicos sumamente precavidos ordenen excesivos procedimientos de diagnóstico o eviten alguna prueba necesaria debido a los riesgos que envolvería. En consecuencia, los efectos de esto se sienten en la atención y el costo para el paciente.

El American Medical News declaró que “fallos judiciales y arreglos más costosos están aumentando el costo de las primas de seguros de los médicos, lo cual está siendo pasado a los pacientes, a las compañías de seguros de salud y a los programas médicos federales en forma de honorarios más elevados.” En consecuencia, según el subcomité del Senado, parece inminente la intervención federal.

La primera reclamación por tratamiento médico erróneo de que hay informe en los Estados Unidos se hizo en 1794. De modo que las acciones judiciales por tratamiento erróneo no son nuevas, pero están aumentando rápidamente. ¡Se informa que entre 1930 y 1940 las reclamaciones de esa índole aumentaron mil por ciento! Este aumento ha continuado vertiginosamente.

En su número del 10 de mayo de 1958 el Journal of the American Medical Association dijo que se había hecho una reclamación contra uno de cada siete de sus miembros vivos en alguna ocasión durante su carrera. Se informó casi al mismo tiempo que en Nueva York y Washington, D.C., uno de cada cinco doctores había sido demandado por tratamiento erróneo y que en California el número era de uno de cada cuatro.

¿Hay indicios de que esta tendencia haya de cambiar? No; porque el año pasado se informó que por lo menos un doctor de cada cinco en los Estados Unidos podía esperar que se presentara contra él una reclamación en alguna ocasión antes del fin de su carrera. Y se dijo que la proporción podría resultar ser de uno de cada cuatro.

Por supuesto, muchas de éstas son acciones judiciales engorrosas, presentadas sobre base endeble con la esperanza de obtener algún arreglo rápido. Se calcula que solo una de cada 100 acciones judiciales por tratamiento erróneo llega a un tribunal de apelación. Puesto que hubo 266 casos de tratamiento erróneo en los que rindieron fallos los tribunales de apelación de los Estados Unidos desde el 1 de enero de 1946 hasta junio de 1956, esto indica que posiblemente se hayan presentado unas 26.000 acciones judiciales durante el mismo período.

Fallos contra la profesión médica

Los fallos contra la profesión médica a menudo han sido muy costosos porque envuelven dos de las más preciadas posesiones del paciente... su salud y su vida. En un caso una anestesia espinal que se le administró a una señora le causó dificultades respiratorias y cohibición cardíaca (detención del corazón), con el resultado de daño cerebral irreparable. Un tribunal neoyorquino otorgó 317.000 dólares por daños y perjuicios.

En Nueva Jersey un jurado otorgó a los padres de una niña de cinco años 250.000 dólares debido a la atención impropia que se le dio a la niña al nacer. Se decidió que por negligencia la niñita había perdido facultades sensorias y la capacidad para sentarse y alimentarse.

En otro caso a la esposa de un doctor le administraron un anestésico general, aunque había comido una cena completa y un piscolabis de medianoche a solo seis horas del comienzo del parto. Cuando vomitó y luego se atragantó con el vómito, los doctores no le inyectaron un relajante de los músculos ni llevaron a cabo en ella una traqueotomía, lo que le hubiera permitido obtener oxígeno. En consecuencia sufrió daño cerebral irreparable. El veredicto del jurado fue que se indemnizara con 416.000 dólares.

Las transfusiones de sangre han figurado en varias acciones judiciales por tratamiento erróneo. En un caso de Nueva York una enfermera y un practicante de hospital administraron a una paciente una transfusión de sangre que había sido ordenada para otra persona. Aunque la paciente les dijo que la sangre no era para ella, se la administraron de todos modos. Se consideró responsable al hospital.

En un caso semejante el querellante demandó a un anestesista, un cirujano y un hospital por dolor, sufrimiento y muerte de una paciente de cirujía a quien se le administró sangre que era para otra persona. El veredicto de un jurado fue contra los tres demandados conjuntamente por 130.000 dólares.

La transfusión de sangre incompatible también ha estado envuelta en varios fallos. A un oficial naval le concedieron 150.000 dólares por la muerte de su esposa. En otro caso, a la querellante y su esposo les concedieron 50.000 dólares. Ella había sufrido una reacción hemolítica de transfusión a causa de sangre incompatible.

La concesión récord hasta ahora la dio un tribunal de apelaciones de Florida... ¡de 1.500.000 dólares! La acción judicial se emprendió a favor de una madre de treinta y cinco años de edad de tres hijos menores de la cual se alegó que había sufrido grave daño cerebral iatrogénico (inducido por el doctor). Se basó en la acusación de que se habían administrado drogas en potencia y cantidades excesivas “contrario a la práctica médica apropiada y aceptada.”

Pero ésta no es la única concesión de más de un millón de dólares que han otorgado los tribunales. Ha habido por lo menos cuatro de ellas durante un período de dos años.

Se pudiera pensar que es el paciente o su familia quien recibe la mayor parte de estas enormes concesiones. Pero no sucede así. Una compañía de seguros le dijo al subcomité del Senado que, de la suma total que se gasta en preparar los litigios, solo el treinta por ciento realmente va a dar al paciente. Por otra parte, el 15 por ciento va a dar al abogado del paciente y los honorarios del abogado defensor y los costos de la investigación de la defensa se llevan el 55 por ciento.

Otra compañía dijo que el 38 por ciento va a dar al paciente, el 35 por ciento va a dar al abogado del paciente y los honorarios del abogado defensor y los costos de la investigación de la defensa se llevan el 27 por ciento. En consecuencia, el informe descubrió que la mayoría de los gastos de las acciones judiciales por tratamiento erróneo van a dar a los abogados y sus auxiliares.

Los efectos de los fallos

Los efectos de los muchos fallos contra la profesión médica han sido diversos. Por una parte, aparentemente han resultado en un bien. Como comentó el Dr. Cyril Wecht, presidente del Colegio Americano de Medicina Legal: “Yo no dudo que algunos de los severos veredictos por tratamiento erróneo hayan resultado en cambios benéficos de técnicas o instalaciones médicas.”

Citando algunos ejemplos, el Dr. Wecht explicó: “En la SO [sala de operaciones], las acciones judiciales por negligencia han producido clasificación más eficaz de los tanques de gas y los medicamentos y han duplicado o triplicado las verificaciones de las cuentas de esponjas e instrumentos. Cuando yo era practicante en el hospital, al anestesista, si estaba presente, se le trataba como un lacayo; el cirujano todopoderoso estaba al mando. Ahora, el hospital actúa prudentemente dejando que los anestesistas desempeñen su parte. . . . Este es un acontecimiento bendito. Es mejor para la medicina y mejor para el paciente.”

Sin embargo, por otra parte, los fallos también han producido malos efectos. Han hecho que muchos doctores teman una acción judicial de parte de sus pacientes. Y algunos creen que esto ejerce mal efecto en lo que el médico puede hacer para servir apropiadamente a sus pacientes.

Alega el Dr. John B. Dillion, jefe de la división de anestesiología de la Escuela de Medicina UCLA: “Lo que el médico puede hacer para diagnosticar y tratar no solo está amenazado, sino que a cierto grado puede ser controlado por la constante pesadilla de una acción judicial.” De modo que él cree esto: “Es esencial para el bien público que la profesión busque alivio.”

Aumentan primas de seguros

Un obvio efecto malo de los muchos fallos contra la profesión médica ha sido un aumento rápido en el costo de los seguros para los médicos. Hace quince o veinte años, el seguro para el tratamiento erróneo era una parte insignificante de su presupuesto profesional. Pero ya no sucede así, puesto que hay más pacientes entablando juicios y los jurados otorgan concesiones más elevadas.

En el sur de California, 11.000 doctores están recibiendo, como promedio, un aumento de 100 por ciento en sus primas por tratamiento erróneo. Se informa que la prima anual para más de 7.000 médicos del Condado de Los Ángeles es de aproximadamente 5.000 dólares. Pero para los que han sido blanco de reclamaciones pasadas, el costo es muy superior, ¡hasta de 16.000 dólares por doctor anualmente! Según el subcomité del Senado, 350 médicos de California han renunciado a la práctica debido al costo aumentante de los seguros.

Pero el problema de ninguna manera se circunscribe a California. Se informa que a través de los Estados Unidos otros 90.000 médicos tendrán alzas de costos de 10 a 100 por ciento este año. Se informa que 5.000 osteópatas recibirán aumentos de 150 por ciento. Y algunos doctores de Nueva York han concordado en pagar primas de tres a cinco veces lo normal para poder permanecer en la práctica.

Algunos doctores encuentran difícil conseguir seguro... prescindiendo de lo que sea el precio. Ciertas compañías de seguros han cesado enteramente de encargarse de primas para casos de tratamiento erróneo, dejando desamparados a los doctores en algunos sectores. No solo a doctores de mayor edad, sino también a doctores jóvenes se les está haciendo difícil conseguir seguros. De hecho, el senador Abraham Ribicoff comentó: “El costo en aumento de las primas de seguros para casos de tratamiento erróneo hará muy difícil que los doctores jóvenes comiencen su práctica o continúen practicando.”

¿Por qué tantas acciones judiciales por tratamiento erróneo?

¿Por qué se ha hecho tan monumental este problema? ¿Por qué ha habido una avalancha tan grande de reclamaciones por tratamiento erróneo en años recientes?

Hay varias razones. Una razón fundamental es que hoy la comunidad estadounidense se inclina a entablar demandas por los males que se les hayan ocasionado a sus miembros. El egoísmo y la avaricia han aumentado. Y la gente está propensa a buscar concesiones materiales, dondequiera que puedan encontrarlas.

Esto no quiere decir que la profesión médica no tenga la culpa frecuentemente. La tiene. El Dr. Ralph Gampell, médico y abogado practicante, dijo a un subcomité judicial del Senado del Estado de California que la mayoría de las acciones judiciales por tratamiento erróneo están justificadas. Sin embargo, hizo la observación de que podrían reducirse grandemente si “los doctores incompetentes recibieran disciplina o fueran quitados de la práctica.”

De modo que un factor que contribuye al problema es la escasez de médicos capacitados. El Dr. Paul R. Hawley, que sirvió de director del Colegio Americano de Cirujanos, dijo: “Se calcula confiablemente que la mitad de las operaciones quirúrgicas en los Estados Unidos las llevan a cabo doctores que no están entrenados o que están inadecuadamente entrenados para emprender la cirugía.”

Pero sin duda un factor aun más importante es el derrumbe que ha ocurrido en la relación entre el médico y el paciente. Por lo general ha disminuido la atención por el médico de la familia. Ahora gran parte de la atención del paciente está en manos de especialistas y cirujanos a quienes el paciente rara vez ve. Hay poca oportunidad para edificar una familiaridad afectuosa, y muy a menudo poca inclinación a ello.

También, con frecuencia los médicos adoptan una actitud de superioridad para con sus pacientes y esto causa resentimiento. Observando esto, Howard L. Oleck, profesor de ley de la Universidad Estatal de Cleveland, escribió en el Medical World News del 5 de diciembre de 1969:

“Quisiera sugerir a mis amigos de la profesión médica que habría mucho menos litigación por tratamiento erróneo si los médicos en general dejaran de obrar como si fueran de alguna manera los ungidos de Dios y reconocieran que simplemente son seres humanos que hacen lo mejor que pueden. Es la actitud santurrona de muchos médicos, fundamentalmente, lo que inspira la mayor parte de las acciones judiciales por tratamiento erróneo cuando le ocurren resultados malos al paciente.”

Mejorar las relaciones entre el doctor y el paciente

La mayoría de la gente todavía aprecia a un doctor amigable que aparta unos cuantos momentos para considerar su problema y lo que se pudiera esperar de cierto tratamiento médico o procedimiento operatorio. No consideran que le resta importancia a un doctor el que él llame a un consultor en determinado caso. De hecho, a menudo señalan a esto como prueba adicional de lo competente que es su médico. También se puede considerar el asunto de los honorarios, preferiblemente con anticipación al tratamiento para que haya un entendimiento mutuo.

El público también tiene una responsabilidad. Debe usar de discreción cuando oye informes acerca de nuevas medicinas o procedimientos operatorios aparentemente milagrosos. Un caso a propósito es el procedimiento de trasplantes de corazón. Pero con toda justicia a la profesión médica, debe hacerse notar que muchos médicos informados advirtieron contra optimismo tocante a esta operación.

El deber del médico es agotar todos los métodos razonables de obtener un diagnóstico y ejercer al grado máximo de su habilidad. Si manifiesta honradez, conciencia, amigabilidad e integridad casi invariablemente recibe la alta estima de sus pacientes. Por otra parte, es a favor de los mejores intereses de los pacientes el que cooperen con el doctor en su esfuerzo por ayudarlos.

En suma, todos los que están envueltos en la cuestión necesitan integridad, honradez, justicia, rectitud moral y amor al prójimo.

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