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  • Las flores... deleitable don de Dios al hombre

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  • Las flores... deleitable don de Dios al hombre
  • ¡Despertad! 1971
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¡Despertad! 1971
g71 8/6 págs. 9-11

Las flores... deleitable don de Dios al hombre

¿QUÉ corazón no se alegra al ver una flor? Un ramo de rosas puede avivar inmediatamente el día, alegrar un rostro triste, alentar un corazón desanimado, hasta hacer que brote la amistad y florezca el amor.

En la primavera, ¿quién puede pasar por donde fluyen aguas en cuya superficie resplandezca la belleza de la azucena acuática sin que sienta aprecio por la vida misma? O en el otoño, ¿quién puede atravesar andando un campo decorado con el brillo de los asteres púrpuras y destellos de la pluma de oro sin sentirse enriquecido? ¿Qué ventana no ha sido hermoseada, o qué cocina no ha sido realzada, o qué sala no ha sido transformada por la presencia de flores o plantas delicadas y bellas?

Los hombres las han llamado “las estrellas de la Tierra,” “las sonrisas de la bondad de Dios,” “un autógrafo de la mano de Dios.” “Las flores,” dijo el estadista inglés William Wilberforce, “son los pensamientos de belleza de Dios, adquiriendo forma para alegrar la mirada de los mortales; —gemas brillantes de la Tierra, en las cuales, quizás, vemos lo que era Edén— ¡lo que puede ser el Paraíso!” ¡Cuánto le restaría a lo deleitable de la Tierra el que en ella no hubiera flores!

Jesucristo apreció la presencia de las plantas y las flores en esta Tierra. Las observó cuidadosamente y sacó lecciones significativas de ellas. Dijo a sus discípulos: “Aprendan una lección de los lirios del campo, cómo crecen; no se afanan, tampoco hilan; pero les digo que ni aun Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. Bueno, pues, si Dios viste así a la vegetación del campo, que hoy está aquí y mañana se echa al horno, ¿no los vestirá a ustedes con mucha más razón, hombres de poca fe?” (Mat. 6:28-30) Para Cristo, las flores declaran el cuidado constante de Dios. ¿Qué significan para usted las flores?

Para muchos hombres y mujeres las flores son más que creaciones de belleza decorativa. Son delicadas cosas vivas que excitan la imaginación. Inspiran fe en Dios y hacen fluir acción de gracias y alabanza a él. Las formas frágiles de las flores y los colores infinitos de la perfección revelan un Dios que toma en consideración las necesidades y emociones humanas.

“Piense en ello,” dijo un ama de casa, “si tocamos una flor puede marchitarse, ¡sin embargo, esa misma flor es lo bastante fuerte como para sobrevivir ilesa un aguacero! Es simplemente maravilloso.” En una entrevista dijo que las flores significan muchas cosas: cariño afectuoso, comprensión, aprecio y, quizás ante todo, amor tierno. Le gustaban las flores.

Las flores a través de los siglos

El aprecio a las flores es una cosa que el hombre de la antigüedad y el hombre moderno han tenido en común. Los babilonios, los egipcios, los medos y los persas eran hábiles en su uso decorativo de las flores. Sus parques estaban diseñados espléndidamente y sus mesas de fiestas y banquetes a menudo estaban decoradas con imponentes jardines en miniatura. ¡Según una inscripción, el rey Ramsés III de Egipto donó no menos de 500 jardines y 19 millones de ramos de flores en honor del dios Amón!

Cuando Egipto llegó a ser una provincia del Imperio Romano, el arte antiguo de la decoración floral comenzó a mostrar su influencia en Roma. En las cortes de Nerón, en los grandes banquetes se acostumbraba acompañar a los invitados al interior sobre una alfombra de pétalos de flores y ofrecerles también una guirnalda de rosas, que, cuando se colocaba sobre la cabeza, tenía un efecto refrescante.

Algunas de las formas más artísticas de la decoración florales le han llegado al hombre moderno desde el Japón. La habilidad y pericia de los japoneses en este campo están asociadas estrechamente con el amor profundamente arraigado que tienen a la tierra.

Jardines dentro de la casa

Cuando los jardines de flores se mudan de afuera a dentro de la casa, sucede algo maravilloso. Las flores se convierten en compañeras íntimas. Los antepechos de las ventanas se forran con plantas en macetas, y los ramos de flores avivan las habitaciones. Cada nuevo vástago es algo importante. A cada nueva hoja se le observa desde la infancia más temprana. Cada flor llega a ser una amiga personal, prácticamente una huéspeda en el hogar. Desde la pequeña protuberancia hasta la madurez cabal, difícilmente se pierde un paso a esta belleza del crecimiento floral.

Algunas personas se deleitan especialmente con las flores fragantes. Cuando el invierno realmente está en su apogeo, ¡cómo se echa de menos la fragancia floral del exterior! Un jardín dentro de la casa hace que uno disfrute de algo de esa fragancia del verano durante todo el año. A menudo esto determina las flores que se escogen para la casa. Obsérvelas abrirse y esparcir su fragancia por toda la casa. Hay plantas cuyas hojas, cuando se trituran suavemente, perfuman los dedos de uno con una variedad de aromas refrescantes. ¡Qué deleitables dones de fragancia!

Arreglos florales

El crear un arreglo floral es un gran arte. Significa más que el meter flores en un florero. Los japoneses dicen que cada tallo, hoja y flor es una parte vital de un modelo, y que aun el espacio que hay entre ellos se puede usar con buen provecho. Ramitas y flores de diversas longitudes, arregladas donosamente, a menudo producen, en combinación, composiciones magníficas.

No siempre se necesita un ramo grande para producir un buen efecto. Una lata de cobre con unas cuantas zinias de colores brillantes o girasoles amarillos colocados contra un fondo de color claro puede obrar maravillas para una habitación. El efecto que se produce es como haber corrido a los lados las cortinas y haber permitido que el Sol brillara adentro. Unos cuantos pensamientos en la cocina o un pequeño tarro de loza de barro con campanillas blancas o anémones levantan el ánimo. Le dan a uno la idea de que alguien le está sonriendo todo el día. ¡Y qué felices son esas sonrisas!

Los tallos largos resaltan con el mayor provecho cuando se colocan en floreros altos, pero hay que tener cuidado para que el ramo no se convierta en una “escoba.” A fin de mantener todo el arreglo tan natural y sereno como sea posible, hay que desplegar los tallos en forma de abanico desde un punto central y no echarlos juntos en un modelo entrelazado.

El diseño requiere que haya una relación planeada entre las flores, las hojas y el recipiente. En un florero en miniatura, solo se utilizan flores muy pequeñas. Las flores muy grandes requieren un recipiente que sea lo bastante grande para contenerlas. Una composición pequeña puede colocarse sobre una mesa o escritorio pequeño. Para una mesa grande, fuerte, en una habitación espaciosa, queda bien un arreglo voluminoso dentro de un recipiente adecuado. De modo que el arreglo floral requiere equilibrio.

Observando cuidadosamente los arreglos florales hechos con buen gusto en los escaparates de las florerías, se puede aprender mucho. En una composición de colores combinados, cada color se puede usar en grupos o montones, en vez de esparcirlo como en una tela escocesa listada a cuadros. Con pocas excepciones, las flores no se colocan una directamente encima de la otra ni en escalones ordenados.

En cuanto a los recipientes, en general, los colores neutrales son los mejores, porque éstos se pueden usar para muchas flores diferentes. El verde gris, el blanco antiguo y el gris pálido serían colores bien escogidos para éstos. Deben ser de forma sencilla y agradable a la vista.

Flores para toda estación

Toda estación tiene su belleza que puede ser llevada bajo techo; ninguna estación le falla al hombre. Durante los meses de invierno, se puede disfrutar a grado cabal de la hamamelis y el endrino. La primavera nos regocija con la magnolia decorativa, las delicadamente matizadas flores del ciruelo, el durazno y el cerezo, las candelillas del aliso y del sauce y el rododendro temprano. El verano hace muy fácil que nos proveamos de una extensa variedad de arbustos en flor, como el laburno, el majuelo o espino blanco y el jazmín, mientras que los tallos cortados de los asteres, el bérbero rojo, el abrojo de fuego y el aladierno de mar anaranjado, para mencionar solo unos cuantos, son en el otoño especialmente adecuados para crear una decoración floral excepcional. Una bandeja de barro sencilla, con la ayuda de unas cuantas ramas de arbustos de bayas, puede transformarse en un despliegue fascinante de belleza del exterior dentro de su sala.

De hecho, una sola rama de arbusto de forma caprichosa, colocada en una jarra o botella de cuello angosto, puede llegar a ser una creación peculiarmente artística y motivo de conversación en el hogar. Las bayas hermosas u hojas de colores espléndidos de ciertas clases de arbustos proporcionan decoraciones muy adecuadas que establecen como un puente de una estación a la siguiente sin confusión.

Así por el estilo podríamos seguir explorando otros medios y maneras de poner el don deleitable de Dios al hombre —su hermosa creación vegetal— dentro de nuestro alcance, especialmente si normalmente no podemos salir a campo raso y disfrutar de la belleza excitante del exterior.

¡Qué intenso gozo tendrán los que vivan para ver el día en el cual el Creador del universo estime que es su tiempo señalado para dar a su promesa de un paraíso espiritual también un cumplimiento físico: “Desierto y yermo alégrense, exulte de júbilo la estepa y florezca como el cólquico. Brote lujuriante y exulte; exulte, sí, y dé gritos de júbilo”!—Isa. 35:1, 2, Bover-Cantera.

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