Atracciones del mundo submarino
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las islas de Sotavento
ARMADO de equipo “scuba” o simplemente con “visor” y “aletas,” ahora el hombre está explorando las maravillas del mundo submarino. Que otros vayan a la Luna y planeen otras proezas en el espacio; el gozo de los entusiastas de lo submarino está en explorar algunas de estas regiones poco conocidas de nuestro planeta. La vida y actividades bajo el mar ofrecen sus propias fascinaciones peculiares. El mundo silencioso proporciona una situación en contraste aliviador con el ruido y bullicio de la vida en la superficie.
No tiene que haber matanza desenfrenada de habitantes del mar para que haya aventura submarina. También hay propósitos buenos y prácticos. Los oceanógrafos que están al tanto de la gran potencialidad del cultivo submarino lo están sugiriendo como solución parcial al problema de la alimentación del mundo. Los estudiantes de botánica y biología se interesan vivamente en la flora y la fauna del mar. La belleza y color y las numerosas formas artísticas que abundan en los mares atraen a muchos otros.
La ubicación preferible para tal aventura bajo las olas son los mares tropicales, donde la temperatura del agua no es demasiado fría para estar mucho tiempo bajo el mar. Las aguas claras y limpias de los mares de coral llaman a los aventureros a los mejores lugares.
El arrecife de coral
¿Qué tienen los mares de coral que los hagan una atracción especial? Pues el coral medra en aguas que están en suficiente agitación como para asegurar el reemplazo del agua y el consecuente abastecimiento fresco de plancton microscópico, y alrededor de la acumulación de corales se encuentra la mayor variedad de vida submarina. Criaturas pequeñas buscan la protección que les ofrece el arrecife de coral con sus multitudes de cuevas y grietas, mientras que criaturas más grandes se mueven constantemente en la vecindad con la esperanza de interceptar a alguna criaturita descuidada que haya vagado demasiado lejos.
¿Qué es este arrecife de coral? Quizás parezca una roca perforada. Sin embargo, su formación de ninguna manera es como la de la roca. La formación de coral es, de hecho, el resultado de las labores arquitectónicas de muchas generaciones de diminutas criaturas marinas... criaturas que están relacionadas con la conocida medusa y la anémona de mar. Estas criaturas, que se llaman pólipos, son de forma semejante a jalea, flexible y cilíndrica. Un extremo está anclado en la colonia de coral, los hogares abandonados de una generación previa. El otro extremo es la boca de la criatura que se abre por la noche en un fleco de tentáculos pequeños que se estiran y se alimentan del plancton que sube a las aguas de la superficie. Cada pólipo edifica una cubierta protectora a su alrededor, cierta clase de apartamento individual formado de carbonato de calcio secretado por su propia piel exterior. Durante el día estos pólipos se retiran a sus refugios.
Con números infinitos de estos menudos arquitectos en acción hombro a hombro, edificando hacia arriba hacia el Sol, año tras año, siglo tras siglo, el arrecife ha asumido su aspecto actual. Plantas marinas se arraigaron allí, el alga se alojó, y las esponjas... todas participaron en algún grado en aglutinar la estructura. El resultado... el arrecife de coral, que a menudo ha sido llamado “la manzana de apartamentos submarinos.”
Por lo general el arrecife aparece en aguas costeras someras donde la luz y el calor del Sol penetran muy profundamente. Parece que una razón para esto es que dentro del cuerpo de cada pólipo hay plantas microscópicas que contribuyen vitalmente a su proceso digestivo y, como la mayoría de las plantas, dependen de la fotosíntesis. Sin la luz del Sol estas plantas mueren, y por lo tanto también muere el pólipo.
Prescindiendo de lo fuerte y duradera que sea la arquitectura del arrecife, hay fuerzas de desintegración, también, de las cuales no son las menores las tormentas poderosas que a menudo desprenden trozos de coral que pesan varias toneladas y los arrojan como palillos de fósforo en la parte superior del arrecife.
Variedades de coral
Hay otros corales, también, que no edifican en el arrecife mismo, aunque su presencia sí añade a su volumen. Hay el coral “cuerno de venado,” el crecimiento del cual se asemeja a voluminosas ramas de árboles, algunas de ellas de cuatro a seis metros de largo y más de medio metro de grueso en la base. El coral “cerebro” toma la forma de pedrejones de diversos tamaños con marcas que son muy semejantes a las circunvoluciones cerebrales. Estos crecen en charcos formados por la marea cerca del arrecife.
Hay el coral pungente, que es el azote de los buceadores, porque puede infligir una herida dolorosa en las criaturas que se acercan demasiado. Otro tipo de coral se parece mucho a la lechuga en su forma. Entre los corales lisos, a distinción de los corales de roca, están el coral estrella, de colores vívidos, otros que son simplemente una masa blanda con dedos suaves, esponjosos, que se extienden como ramas, y otros más que se parecen a platos grandes, algunos de dos a casi dos metros y medio de diámetro, con los pólipos arreglados en círculos concéntricos.
Amos del arrecife
Aunque los pólipos del coral son arquitectos y constructores magistrales, es preciso reconocer que los verdaderos amos del arrecife son los peces. Aquí se alimentan y se divierten y buscan refugio de criaturas rapaces más grandes del mar. Hay una variedad fantástica de formas, tamaños, colores y marcas singulares en la población del arrecife. Vistos contra el fondo de los muchos matices de coral, le hacen recordar a uno las aves y mariposas tropicales llenas de colorido que revolotean en un jardín de flores. Hay diferentes rojos, verdes, amarillos, azules y todo tinte sutil en ellos. La actividad es de arranques rápidos y paradas cortas en medio del coral dentado. La viveza y la movilidad son vitales. Por esta razón la mayoría de los moradores del arrecife son de dimensiones modestas.
Cerca del arrecife, en el fondo arenoso, quizás se vea al pequeño pez “quijada” de cabeza amarilla cavando su madriguera con las quijadas. A solo unos cuantos centímetros de profundidad, la madriguera le suministra un refugio en el cual se introduce metiendo la cola primero siempre que el peligro amenaza. Esas madrigueras por lo general están forradas de piedrecitas cuidadosamente seleccionadas. Escuelas de angelotes y peces “gatillo,” algunos de ellos con hermosas marcas, pasan a su lado. En la superficie misma del arrecife el escaro azul, con pico como el de un pájaro, desprende trozos de coral y se alimenta de los sabrosos pólipos que hay dentro.
En lo profundo de los rincones y hendeduras del arrecife o escondiéndose entre montones de antiguas piedras de lastre de naves que naufragaron vive el que quizás sea el más formidable de todos los moradores del arrecife... la morena verde de casi dos metros y su prima, la morena moteada, de casi un metro. Estas son poderosas criaturas de dientes agudos que podrían cortar y arrancar dedos de las manos o de los pies de un hombre que no vigilara dónde los pusiera. Más allá del arrecife, en aguas más profundas, acechan los merodeadores más grandes, que siempre están vigilando, aguardando la oportunidad de obtener una buena comida... el tiburón martillo, el tiburón de hocico blanco, el tiburón amarillo y la gran barracuda de dos metros.
La barracuda, formada para velocidad y poder derribador, selecciona cuidadosamente lo que come. Se cree que algunos de los raros ataques a los humanos de parte de estas criaturas han sido errores de parte de ellas. Por lo general solo matan lo que se van a comer, y parece que no hay desperdicio ni crueldad deliberada en su matar.
Aunque estos peces más grandes que están más allá del arrecife ciertamente presentan algunos problemas a los visitantes humanos del mundo submarino, hay otro peligro más inmediato del cual guardarse. Considere, por ejemplo, el erizo de mar corriente. Es una criatura que cava para esconderse y, con sus agudas espinas quebradizas, da apariencia de espino. Cuando uno lo roza, las espinas penetran en la carne y se rompen. Estas son sumamente difíciles de remover y rápidamente pueden producir una infección.
Otro peligro es la medusa pungente. Como si fuera para desarmar al visitante, éstas están adornadas de azul oscuro, café y amarillo. Pero muchas de ellas pueden asestar un espantoso aguijonazo. Una de las más peligrosas de éstas es la llamada “buque de guerra portugués.” Flota en la superficie, dejando colgar sus largos filamentos venenosos. El envolverse con una puede significar un aguijonazo muy serio; en algunos casos raros hasta causa la muerte.
No está fuera de lugar aquí el notar un peligro para los pólipos, estos diminutos arquitectos del arrecife. La espinosa estrellamar comúnmente busca y digiere tantos pólipos como puede hallar. Sin embargo, en la zona del Pacífico parece que la estrellamar está experimentando una explosión de población; tanto, que los pólipos están siendo eliminados de arrecife tras arrecife, que quedan convertidos en cementerios cubiertos de algas o manzanas de apartamentos condenados, inhabitados.
El mundo submarino ciertamente tiene su variedad, sus peligros y sus atracciones, tal como el mundo de la superficie. El visitante del arrecife que medita en todas las maravillas que ve en el mundo silencioso no puede menos que admirarse con gran asombro ante estas creaciones numerosas de Aquel que en el principio mandó: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes.”—Gén. 1:20.