Asombrosos médicos del reino animal
¿MÉDICOS del reino animal? Pues, quizás eso parezca algo sacado de un libro de cuentos para niños. Sin embargo es un hecho que muchos animales tienen bastante éxito cuando se trata de atender sus enfermedades. Y hacen esto de maneras que con frecuencia resultan ser más eficaces que las que utiliza el hombre. Sí, el Creador ha dotado a los animales de una habilidad instintiva que les permite atenderse cuando padecen de ciertos males.
Archibald Rutledge, escritor y naturalista, recuerda que cuando era muchacho en una hacienda muchos animales silvestres le eran como animales domésticos, y uno de ellos era un venadito de cola blanca. Un día descubrió que este animal favorito se había hecho una fea incisión grande en un costado con una cerca de alambre de púas. Para que la herida sanara, él le limpió y cuidadosamente le vendé la herida al venado.
Sin embargo, parece que el venado sabía mejor que su amigo humano lo que debería hacer en cuanto a esto. El cervatillo se arrancó la venda, cuidadosamente apartó el pelo de la parte lastimada lamiéndola y entonces la expuso plenamente al aire fresco y a la luz del Sol. ¿Qué sucedió? En poco tiempo la herida sanó.
¿Cómo pudo este venadito obtener tan buenos resultados? Se ha descubierto que los animales tienen una cura antiséptica de primera clase en la lengua. Las enzimas de su saliva obran como leve germicida natural. Experimentos que se han hecho han demostrado que al añadirse esta saliva a cultivos de bacterias, las bacterias no medraron. Pero los gérmenes florecieron en cultivos que no fueron tratados con la saliva. De modo que parece que en la misma boca de muchos animales hay un botiquín intraconstruido.
Sus métodos médicos
Cuando alguna lesión o enfermedad amenaza la salud de un animal, su instinto dado por Dios diagnostica el problema y dicta lo que debe hacer. Por eso puede obtener la receta correcta y aplicar el mejor medicamento para curar lo que le molesta. Como dice Frank W. Lane en su libro Nature Parade: “Los animales obran como si supieran que las diferentes enfermedades requieren diferentes tratamientos.”
Por ejemplo, si un animal se lesiona, busca la soledad, donde pueda obtener descanso completo. Si tiene fiebre, busca un lugar bien ventilado, con sombra, cerca del agua. Allí se queda tranquilo, comiendo muy poco y bebiendo con frecuencia. Si el animal es reumático, se expone a la luz del Sol para embeber el calor que le alivia el dolor. A veces comen hierba para inducir el vómito. Cuando se necesita un astringente, ciertos animales comen corteza y ramitas de roble, que contienen ácido tánico, una medicina astringente.
La eficacia de la medicina animal le fue demostrada a Joseph Delmont, coleccionista de animales silvestres, de una manera algo divertida. Cierto día encontró a su orangután domesticado asoleándose y con ambas manos sobre la mejilla izquierda. Notó que el orangután se había untado barro mojado en el lado izquierdo de la cara y que tenía otra masa grande de barro oprimida contra su quijada inferior izquierda. También vio que el orangután se había llenado la boca de barro. ¿Era esto alguna travesura del orangután? No, porque Delmont pronto notó que la quijada de su animal favorito estaba hinchada y que tenía un grave flemón.
Se hizo bastante obvio lo que estaba tratando de hacer el orangután. Estaba medicinando su dolencia aplicándole una cataplasma de barro frío. ¿Efectuó una curación con este método? Tres días después el orangután se extrajo el diente que le molestaba y, para anunciar el éxito de su logro médico, le llevó el diente a su amo con obvio orgullo. ¡Sí, el Dr. Orangután no estaba en oscuridad en cuanto a cómo atender su doloroso problema dental!
El búfalo africano no se queda una pizca atrás cuando se trata de encararse a sus problemas de salud. Delmont relata que en cierta ocasión se topó con un hato de estos búfalos que padecían mucho de roña. Los siguió para ver lo que les pasaría, y después de diez días de viaje llegaron a la orilla de un lago lodoso. Allí los búfalos se pusieron a ayunar parcialmente, y pasaban la mayor parte del día revolcándose en el lodo, parados en el agua hasta el cuello.
Después de un mes, Delmont pudo examinar a uno, y vio que en las partes afectadas estaba comenzando a crecer nuevamente el pelo y que los ácaros molestos casi habían desaparecido. Puesto que el hato no mostraba ninguna señal de irse de allí, él continuó vigilándolos. Después de unos cuantos días comenzaron a trabajar en su cuello, haciéndolo girar a menudo en el lodo y formando costras de lodo duras, gruesas, sobre el último de estos lugares infectados. Los búfalos no regresaron a su dieta regular ni cesaron de aplicarse sus medicamentos lodosos hasta que sanaron completamente.
Medicina preventiva
Por supuesto, una cosa es curar una enfermedad y otra bastante diferente el tomar precauciones para evitarla. Y en esto último encontramos que Dios ha equipado a los animales con la habilidad instintiva de practicar la medicina preventiva. Sí, muchas criaturas, grandes y pequeñas, dan pasos para ayudarse a permanecer en buena salud.
“Tanto los pájaros como los animales,” dice Rutledge, “se bañan con regularidad para librar a su cuerpo no solo de parásitos, sino de posibles fuentes de infección. Estos baños son de muchas variedades... agua, sol, lodo, polvo. . . . Casi es un hábito diario de las aves de caza como la codorniz, una especie de perdiz norteamericana y el pavo silvestre darse baños de polvo para desanimar a los insectos.”
Considere lo que hace el pavo silvestre para que sus hijuelos se mantengan en buena salud. Cuando llueve, la resistencia de los pavos jóvenes a la enfermedad disminuye. Por eso, la madre los obliga a comer las hojas amargas del benjuí. Aunque estas hojas no son la comida corriente de los pavos, suministran el tónico que necesitan los jóvenes en ese tiempo crítico.
Hasta los buitres que se alimentan de la carroña de otras criaturas siguen un programa de saneamiento de higiene práctica que realmente es medicina preventiva. Mantienen escrupulosamente limpios sus utensilios de comer, sus largos picos. También escogen un lugar alto a plena luz del Sol y se sientan allí con las alas extendidas para limpiar sus plumas. Rutledge hace notar que el modo de vivir del buitre “exige precaución especial de saneamiento, y él la toma.” Esto ayuda a explicar por qué estas aves de carroña no se infectan con lo que comen.
Los osos negros que salen de la hibernación en la primavera son susceptibles a enfermedades por no estar en condiciones normales. ¿Cuál es su medicina preventiva? Comen moras y excavan muchos bulbos de cierta flor cuya acción laxante los ayuda a ponerse en buena condición.
¿Sabe usted que cuando ciertos animales peludos como los perros y los gatos se lamen, realmente están efectuando medicina preventiva? La mayoría de estas criaturas no obtienen vitamina D en su dieta. Sin embargo, la acción del sol en su piel la produce. De modo que se lamen para poner esta cosecha de vitamina vital en su estómago. Al hacerlo, evitan enfermarse de raquitismo.
Tendemos a pensar que las criaturas que viven en el mar disfrutan de un baño continuo; sin embargo, estos moradores del mar están quitándose constantemente la suciedad que se les pega al cuerpo. Muchos crustáceos usan las patas para hacer esto. Algunos peces llevan adheridos menudos crustáceos y éstos obran como devoradores de suciedad. Sí, las criaturas acuáticas también usan medicina preventiva.
Sir Ray Lankester, en un tiempo jefe del Museo Británico de Historia Natural, dijo: “Es asombroso el hecho de que el ajuste de los organismos a sus alrededores es tan rigurosamente completo en la Naturaleza, aparte del hombre, que las enfermedades se desconocen como fenómenos constantes y normales en medio de esas condiciones. Toda enfermedad a que están expuestos los animales, salvo como acontecimiento pasajero y muy excepcional, se debe a la intervención del hombre.”