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  • “Hombres de nieve” del Japón
  • ¡Despertad! 1971
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¡Despertad! 1971
g71 22/4 págs. 20-22

“Hombres de nieve” del Japón

POR EL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN EL JAPÓN

¡QUÉ diversión! ¿No ha sido a menudo un deleite para un niño construir un hombre de nieve? Pero en Sapporo, en la isla septentrional de Hokkaido, en el Japón, tienen superhombres de nieve. Algunos de éstos pesan más de mil toneladas, y son pasmosos en sus detalles artísticos. También hay animales, aves y peces de nieve, dioses de nieve, trenes y aviones modernos de nieve, casas, pagodas y castillos de nieve... ¡virtualmente un mundo modelado con nieve!

Sin embargo es un mundo efímero... solo de cuatro días a fines de enero o a principios de febrero. Después todo se pulveriza en nieve informe que se lleva de allí.

Al sitio de esta fiesta de nieve, Sapporo, se le llama la “Ciudad de los jóvenes del Japón.” Aunque solo tiene poco más de cien años, ha florecido hasta convertirse en una metrópoli bulliciosa de 930.000 habitantes. Es extraño que un reciente modelo de nieve representara al “ciudadano número un millón de Sapporo” como un individuo legañoso con solo dos dientes en la mandíbula inferior. ¡La mayor parte del populacho robusto de la ciudad se ve más saludable que eso!

Las ciudades japonesas por lo general crecieron de grupos de aldeas feudales, con callejones angostos y serpenteantes como calles. Pero Sapporo es diferente. Diseñada con la ayuda de planificadores urbanos británicos y norteamericanos, tiene amplios y rectos bulevares, y un parque de 100 metros de ancho que corre de este a oeste por el centro de la ciudad. Este tiene en las orillas lilas y acacias, que se combinan con verdes céspedes y lechos llenos del colorido de las flores en el verano. Sin embargo, es un contraste de blanco en el invierno, y especialmente durante la fiesta de la nieve.

Una fiesta que cobró auge

Esta fiesta data de aproximadamente 1950. Para alegrar el trabajo penoso del largo invierno del norte, se organizó a los niños para que construyeran modelos de nieve, para diversión y ejercicio. A medida que la fiesta se hizo más grande, los concejales de la ciudad vieron grandes posibilidades de usarla para popularizar a Sapporo. Ahora la fiesta ha llegado a ser de proporciones gigantescas.

Se construye una sólida plataforma de nieve para cada exhibición, y andamiajes de madera se aseguran en esta base. ¡Estos tienen que ser fuertes, pues una avalancha de mil toneladas de nieve y hielo puede ser peligrosa para el espectador! Hace varios años, una reproducción del arca de Noé se desplomó durante la construcción, y hubo que construirla de nuevo. Si los constructores simplemente hubieran seguido la heliografía que se da en el libro bíblico de Génesis, en vez del modelo imaginario de la película “La Biblia,” sin duda hubieran producido un arca más fuerte. Pero por lo menos los animales fueron representaciones hermosamente exactas, apegadas a la realidad.

Para la exhibición de 1970, la historia antigua estuvo representada por un despliegue bellamente “tallado,” de catorce metros de alto por treinta metros de ancho, del Templo de la Roca Abu-Simbel de Egipto, que se dice que fue construido por Ramsés II en celebración de su conquista del Sudán. Este estaba completo, con faraones, leones alados y jeroglíficos, que parecían tan desconcertantes para los japoneses como la escritura japonesa parece a los forasteros.

La historia moderna fue puesta de relieve en otro lugar de exhibición, donde el visitante podía dar sus ‘primeros pasos grandes’ entre cráteres de la Luna, pero con los pies pisando nieve en vez de polvo lunar. A su lado, dos astronautas de nieve, un módulo lunar y un cohete Apolo 11 de nieve prestaban realismo a la escena.

Deleite para niños en la nieve y el hielo

Sin embargo, el “espectáculo” es principalmente un deleite para los niños. Porque aquí, representados con nieve, hay muchos de los cuentos, del Japón y de Occidente, que se les han contado y se les han vuelto a contar a los niños a través de los siglos. Una exhibición, que se extiende a lo ancho del parque de la ciudad, representa a la princesa Blanca Nieves llegando al “deslumbrante castillo del príncipe.” Viene en tren “bala,” acompañada de los enanos, dos de los cuales están sentados a horcajadas en el tren. Un tremendo Gulliver, que probablemente pesa dos mil toneladas, yace extendido de un lado al otro del parque. Modelos de nieve de niños ejecutan deportes de invierno alrededor de su cintura mientras que niños verdaderos con pintorescas boinas y jubones se apiñan al lado de sus pies para que los fotografíen.

En la siguiente cuadra del parque hay un Urashima Taro de pelo cano y de rostro blanco, el Rip Van Winkle del Japón, saliendo del folklore japonés montado en una tortuga blanca de cien toneladas.

Alrededor de modelos más grandes hay muchas exhibiciones más pequeñas, incluso representaciones de animales domésticos, zorras, tejones y osos. ¡Cómo les encanta a los niños abrazar apretadamente a estos animales de tamaño natural y treparse en sus lomos helados!

Como variación, ¡una cuadra completa despliega exhibiciones modeladas con hielo cristalino! Sobresale entre éstas una pagoda de siete niveles, con su estructura semejante a cerión centelleando con luces de colores en la noche. Cerca de allí, cinceladas delicada y hábilmente de bloques de hielo, se ven una granja, un granero y animales de granja. También hay un barco que lleva tesoros y una verdadera colección zoológica hecha de hielo: ranas, un pingüino, un camello, una cobra, un cisne, un gato “negro,” un oso (bien amarrado a la cerca), un cangrejo, una tortuga y perros de la región ártica.

Dioses y hombres de nieve demolidos

Puesto que el Japón es un país budista, una monstruosa estatua del Buda Bosatsu-Hanka, de once metros de altura, se exhibe prominentemente en el parque central. Pero aun “Buda,” aunque en lo exterior está esculpido primorosamente, en lo interior es simplemente como cualquier otra imagen hecha por el hombre... solo que un poco más fría en Sapporo. Es lo bastante sólido como para capear la mayoría de las tormentas, aunque una fubuki (ventisca) durante la fiesta puede ser desagradable a sus visitantes. Y si se acumula nieve blanda en sus ojos y oídos, hay a la mano camiones y escaleras de bomberos para quitarla de nuevo con manguera o cepillo. Durante cuatro días frescos y cuatro noches iluminadas, el Buda reina junto con sus compañeros dioses y exhibiciones.

Después de estos cuatro días transitorios de gloria, todas las exhibiciones de dioses y hombres y otros tienen que ser demolidos, ya que presentarían un peligro para los niños y otros transeúntes si se dejaran para que los elementos los descompusieran. Ya, a la mañana siguiente a la fiesta, “Buda” ha perdido un dedo. Pronto los trabajadores están ocupados con pico y pala, destruyéndolo a él y a sus compañeros de arriba a abajo. A veces estos “dioses” reciben un agasajo de despedida de sakí, derramado entre sus dientes helados, para fortalecerlos contra los golpes de los hombres que trabajan con pico y pala.

En un sentido, esta obra de demolición de “Buda” representa lo que muchos de los ciudadanos pensadores de Sapporo están haciendo ahora. Esta ciudad, y en realidad la entera isla de Hokkaido barrida por la nieve, está llegando a ser uno de los campos más fructíferos para la testificación del Reino en el Japón. A medida que los testigos de Jehová predican de la Santa Biblia a estas personas humildes, muchas de ellas han llegado a comprender que “Buda,” sin importar lo bellamente que esté esculpido, todavía es simplemente un ídolo, y que, como la Biblia declara, “un ídolo nada es en el mundo.” (1 Cor. 8:4; Sal. 115:4-8) En sus corazones están demoliendo la idea de “Buda,” tan completamente como los trabajadores demuelen los dioses de la fiesta de la nieve.

Aunque la fiesta de la nieve produce muchas obras maestras de arte sorprendentes y elegantes, son de hechura humana y solo duran unos cuantos días. ¿Y pueden algunas de éstas comenzar a compararse con la hermosura del paisaje níveo que Jehová teje a través del campo cada invierno? Él ha estado haciendo esto por miles de años. Los modelos de nieve, como los dioses que algunos de ellos representan, vienen y van, pero los ciclos magníficos del arreglo terrestre de Jehová continuarán para siempre, para el disfrute agradable de los que lo aman. Será como él prometió hace mucho tiempo, en el tiempo de Noé: “Todos los días que continúe la tierra, siembra y cosecha, y frío y calor, y verano e invierno, y día y noche, nunca cesarán.”—Gén. 8:22.

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